Zaratustra Koshi Kené
Relato shipibo-konibo: Cómo los primeros niños se
convirtieron en 21 constelaciones (Reken bakebo jaskatax wishmabonii) La joven
embarazada [por Luna, su primo] siguió viviendo con su familia. Pero un día su
bebé le habló desde el interior de su vientre: “¿Dónde está mi padre? ¡Vamos,
vamos a buscarlo! ¡Yo te enseñaré el camino!” La joven se puso en marcha, y a
medida que caminaba, su hijo la guiaba: “Cuando lleguemos al lugar donde se
cruzan las trochas, deberás seguir la que te indicarán las plumas del guacamayo
Kain.” Siguiendo su camino, ella llegó a la encrucijada señalada por su hijo,
pero habiendo olvidado su recomendación, no supo qué dirección tomar: “¿Y
ahora, por dónde debo ir?”, preguntó. Pero su hijo guardó silencio, y la madre
empezó a internarse por la trocha que no debía seguir, pues llevaba
directamente a la guarida de Jaguar. “¡Ay, desdichada!!”, exclamó la madre de
los jaguares al verla venir: “¿Cómo has hecho para llegar hasta aquí? Mis hijos
devoran a los humanos. Uno de ellos va a querer que seas su mujer. Te
recomiendo, pues, tener mucho cuidado: no te acerques demasiado a él. Cuando te
pida que lo ayudes a librarse de sus piojos, sus garrapatas y otros bichos, ¡no
le obedezcas! ¡Tienes que saber guardar las distancias!” Cuando el mayor de los
jaguares la vio, al volver de cazar, quiso tomarla por mujer, tal como lo había
dicho la madre. La invitó a comer la carne cruda que acababa de traer, pero la
muchacha se negó. Nunca había comido nada crudo, y la sola idea le daba asco.
La madre, entonces, cocinó para ella la presa traída por su hijo. Cierto día,
algún tiempo después, Jaguar le dijo a su joven esposa, llegando a su guarida:
Ven a sacarme las garrapatas y los piojos que no dejan de atormentarme. La
incauta joven había olvidado los consejos de la madre de los jaguares, así como
olvidó el de su hijo. Sin sentir la menor desconfianza se acercó a Jaguar, y
este la devoró en el acto.
La Madre Jaguar vio poco después que las entrañas de su
fallecida nuera contenían tres huevos. Tres verdaderos huevos, blancos y suaves
como los huevos de la charapa. Los recogió con delicadeza y los cobijó en una
olla llena de algodón. Cada día vigilaba atentamente la progresión de la
nidada, y en ausencia de sus hijos les brindaba todos sus cuidados. Algún
tiempo después, los huevos llegaron a eclosionar, y aparecieron tres criaturas:
dos niños idénticos y una niña. La abuela los crió con amor a espaldas de sus
hijos. Les enseñó a fabricar y a utilizar sus pequeñas cerbatanas y, a medida
que crecían, ella les indicaba los parajes donde anidaban las aves, donde se
guarnecían los monos […] Todo lo que es preciso conocer para sobrevivir en la
selva. De manera que los tres niños empezaron a volverse expertos en el arte de
orientarse y cazar las más codiciadas presas. Un día que regresaban de una
partida de caza, la abuela dijo a los pequeños: “¡Hijitos, ¡vengan a sacarme de
encima estos bichos que me molestan!” Usualmente los chicos cumplían con gusto
esta tarea, disparando sobre el cuerpo de su abuela pequeños dardos con sus
diminutas cerbatanas. Anteriormente habían visto cómo su padre adoptivo
envenenaba con curare la punta de las fleechas para matar a sus presas; ese
día, pues, ellos hicieron lo mismo, y mientras Madre Jaguar dormitaba, la flecharon,
hiriéndola de muerte. Mientras agonizaba, un enorme caldero rebosante de agua
se calentaba sobre el fogón. Los niños descuartizaron a la abuela Jaguar y
pusieron a hervir los pedazos, dejando de lado su sexo, que dejaron con un
dardo sobre el tronco de un árbol. […] Luego, los niños se transformaron en
pájaros, y temiendo las represalias se escondieron entre el espeso follaje de
los árboles con el fin de escapar de la ferocidad de la familia Jaguar. Cuando
los hijos regresaron de sus correrías, el caldero hervía a fuego lento, dejando
escapar un olor a cocina: “¡Madre! ¿Madre, dónde estás?”, gritaron. Fue
entonces que el sexo materno se puso a golpear el tronco en que estaba clavado.
Las fieras hambrientas, atraídas por el aroma, y pensando que su madre estaba
ocupada en cortar leña se dedicaron a devorar el contenido del caldero. Los
pájaros surgieron sobre sus cabezas, piando en son de burla: “‘Kio, kio, kio,
se están comiendo a su madre, ‘Kio, kio, kio’, ¡se están comiendo a su madre!”
“¡Esos malditos niños nos han hecho caer en su trampa!,
rugieron las eras
cuando vieron aparecer el cráneo de su madre en el caldero semivacío. ¡Esos
malditos niños!” Y se lanzaron a perseguir a esos pájaros de mal agüero. Sin
embargo, ni sus cerbatanas ni sus echas
pudieron alcanzarlos, tan ágiles eran para esquivar los proyectiles. Más tarde
los tres niños recobraron su apariencia humana, pero los jaguares no cesaban de
buscarlos. Días después, uno de los felinos les dio alcance, pero sin
reconocerlos. Estaban sentados en el suelo con las piernas abiertas y una
piedra en cada mano. “¿Qué hacen?, ¿A qué están jugando?”, les preguntó Jaguar.
“Tratamos de atrapar nuestro pene entre estas dos piedras, le respondieron.
¡Pero no es fácil!” “Déjenme probar a mí”, dijo Jaguar, feliz de mostrar sus
habilidades, mientras los niños se reían socarronamente de la farsa. De un solo
y violento golpe Jaguar se trituró el pene, y murió dando alaridos de dolor.
Pero los niños no se entretuvieron más. Sabían que los hermanos jaguares les
seguían los pasos, y se alejaron cada día más del cubil de las eras. A lo largo de sus
desplazamientos construían trampas destinadas a sus perseguidores, excavando
profundos huecos que camuaban
con ramajes. Apareció un segundo jaguar, que sin reconocerlos, al igual que el
primero, se acercó a preguntarles: “¿No habrán visto pasar a unos niños
huyendo?” “No, no”, respondieron los pequeños, “no hemos visto a nadie. Estamos
demasiado ocupados en jugar.” “¿Y a qué están jugando?”, preguntó Jaguar. “A
saltar, a ver quién puede saltar lo más lejos posible”, respondieron.
“Yo también quiero probar”, dijo Jaguar, deseoso de provocar
admiración por la amplitud y exibilidad
de sus prodigiosos saltos. Fue entonces que los dos chicos lo atrajeron hacia
la trampa más profunda, y allí se precipitó Jaguar, que se vio prisionero, y le
tocó el turno de morir. Los tres niños reanudaron su marcha, satisfechos. Por
el camino, en la ribera del río, Tapir, un anciano, construía una canoa bajo la
sombra de un guayabo. Sedientos, los niños se treparon al árbol, y mientras
recogían las frutas, Tapir les gritó: “Alcáncenme algunas guayabas; yo también
tengo sed, y mucho calor.” Tú sabes que el tapir goza comiendo esas frutas;
pero los jóvenes se burlaron de él, y sin ningún respeto le arrojaron frutos
verdes y trozos de corteza. El viejo se puso a refunfuñar, pues siempre había
tenido un cuidado especial con ese árbol. Y como era algo brujo, transformó el
guayabo en una lupuna que creció hasta tornarse en el árbol más inmenso y
majestuoso de los alrededores. Al verse en las alturas, entre ramas y hojas,
los tres niños no sabían qué hacer para bajar de ahí. Entonces, durante seis
días los tres meditaron juntos en la manera más práctica de alcanzar nuevamente
la tierra. Finalmente, el hermano mayor, y el más astuto de los tres encontró
la solución: “Vamos a cambiar de apariencia, dijo a sus compañeros. Tomemos la
forma de hormigas. Yo me transformaré en Puca-curo (Je). “ “Y yo seré isula
(Bona)”, respondió el segundo. “Yo quiero ser tijereta (Mawis)”, dijo la niña.
“Convertida en una tijereta te vas a cansar antes de llegar al suelo, ¿por qué
no escoges transformarte en hormiga (Onan)?”, le aconsejó su hermano mayor.
“¡No, no y no! ¡Quiero ser una tijereta y de ninguna manera hormiga!”, insistió
la chiquilla. Y los tres se convirtieron en lo que habían elegido.
En ese preciso instante, el mayor de los hermanos se instaló
en una hoja y empezó a mordisquear con ahínco el tallo que la unía a la rama,
hasta desprenderla y bajar dando vueltas al compás del aire hasta alcanzar el
suelo. Mientras tanto, menos astutos, su hermano y su hermana caminaban
lentamente a lo largo del tronco de la lupuna. Cuando por n tocaron tierra, el
menor se sentía cansadísimo; pero la niña, Pera, yacía semidifunta al pie del
árbol. “Te lo había advertido”, le dijo su hermano, me hubieras hecho caso. Y
ahora, “¿cómo vamos a hacer para encontrar a Tapir?, ¡tenemos que vengarnos por
las molestias que nos ha ocasionado!” Pero Tapir se había largado. Entonces, el
mayor de los hermanos se puso a observar el suelo para tratar de rastrear los
pasos del anciano. Ha pasado por acá, ya localicé su pista, exclamó el
chiquillo; y avanzando lentamente, proseguía su búsqueda con mucha atención.
Así, pues, avanzaba el niño, y ante cada una de las señales dejadas, cada
planta aplastada, cada pedazo de excremento descubierto, podía decir en qué
momento había pasado por ahí Tapir: hace tres días, hace dos días, ¡hace una
hora! Por n,
encontró rastros nítidos de un trajinar pesado, grandes huellas de patas, y un
pedazo de excremento, tres evidencias que señalaban el paso reciente de Tapir:
“Debe estar apenas a unos veinte metros”, susurró a sus hermanos. “Acerquémonos
en silencio”. Dieron los últimos pasos y contemplaron a Tapir, que
apaciblemente acostado hacía la siesta al pie de una mata de achiote. “Shhh. No
hay que despertarlo. Pensemos juntos en lo que vamos a hacer”. Entonces, el
mayor decidió volver a tomar la forma de Puca-curo (Je) y pidió a su hermano
menor que se convirtiera en isula (Bona), como antes. “¿Y yo, y yo?”, se
lamentaba la pequeña Pera, “¿qué debo hacer?”
“Transfórmate también”, le dijo con impaciencia su hermano,
“puedes volver a ser tijereta. Pero, sobre todo, no hagas nada. ¡Déjanos
trabajar!” Los tres se acercaron para trepar sobre Tapir. Cada uno de los niños
sabía muy bien lo que debía hacer una vez que estuvieran encima del anciano
dormido: picar y morder con aplicación, como es debido. Pero, ay, la niña
volvió a desobedecer, y tratando de emular a su hermano picó por descuido,
antes de tiempo, a Tapir en el trasero. Despertado brutalmente, este partió a
la carrera […] Afortunadamente, los muchachos ya se encontraban instalados
sobre el lomo y mientras la isula le clavaba su terrible aguijón, Puca-curo, la
ponzoñosa hormiguita, se abría paso a través de su ano. Caminó y caminó hasta
llegar al corazón, y lo cercenó cuidadosamente. ¡Lo mismo, hizo lo mismo! Tal y
como había hecho con la hoja, la hormiga le cortó el corazón. Herido de muerte,
Tapir se desplomó pesadamente. “Traten de sacarme de aquí, rápido”, gritó
Puca-curo a sus hermanos desde el interior de Tapir, “me estoy muriendo de
calor acá adentro”. Los otros dos pusieron manos a la obra, y cuando el mayor
fue rescatado acordaron eviscerar a su enemigo, hacerlo pedazos cocinarlo y
comérselo […] “Y ahora, ¿qué vamos a hacer?, ¿cómo vamos a encontrar a nuestro
padre?, ¿dónde está?”, preguntó Pera. “Por allá”, replicó el mayor señalando al
cielo. “Está todavía lejos. Para llegar a él aún nos falta recorrer un extenso
camino. En primer lugar, debemos encontrar la manera de atravesar esta inmensa
laguna.” “¿Y cómo vamos a lograrlo, cómo vamos a lograrlo?, se lamentaba la
hermanita.” “Vamos a preguntarle al Gran Caimán Negro (Kapé), si acepta
ayudarnos a pasar a la otra orilla,” replicó el hermano mayor.
El abuelo aceptó de buena gana recibirlos sobre su lomo y
trasladarlos hasta la otra playa. Pero por el camino, súbitamente atacado de
cólico, el viejo se puso a tirarse pedos, tan frecuentes, tronadores y
hediondos que los tres aterrorizados niños temían ser precipitados a la
oscuridad de las aguas en cada sacudida. “Transformémonos, gritó el mayor. Para
terminar de atravesar el lago volvámonos pájaros. ¡Yo seré el colibrí (pino)!”
“Yo también, yo también seré colibrí”, respondió el hermano menor. Y en el acto
los dos niños se transformaron y salieron volando. Cuando vio partir a sus hermanos,
Pera se dijo: “Yo no quiero ser colibrí, voy a ser panguana (koma)”. Y
transformándose también, se echó a volar para darles alcance. Entretanto, los
dos muchachos habían llegado a su destino y la esperaban con impaciencia en la
playa. Pero su hermana se encontraba aún lejos de la orilla, y ya estaba
agotada. Tanto, que cayó en picada a las aguas del lago, donde el Gran Caimán,
feliz de su buena suerte, la agarró por una pierna con sus enormes fauces y se
la tragó de un solo bocado. “¿Qué hacer ahora para recuperar a nuestra
hermana?”, se preguntaron los dos niños, entre confundidos y furiosos. “¿Y si
pidiéramos ayuda al Perezoso (Ponsen)?” Perezoso les prestó primero una tinaja
gigantesca, a n
de llenarla con las aguas del lago y vaciarlo, pero eso no fue suciente. Probaron
entonces hacerlo con su lanza. Perezoso la clavó profundamente en el lecho, y
progresivamente el forado absorbía en abundancia toda el agua. Así desecaron el
lago y enseguida se pusieron a buscar a la pequeña Pera, llamándola: “Pera,
Pera” […] “Jo”, respondió su hermana desde el vientre del Caimán, quien
dormitaba entre el fango, ahíto. Era preciso actuar con celeridad, porque el
lago había sido desaguado sólo por breves momentos. Se dieron, pues, prisa en
capturar al Gran Caimán. Lo mataron y destazaron rápidamente, y juntaron las
diversas partes del cuerpo de su hermana que encontraron en el vientre del
lagarto. Pero no pudieron encontrar la pierna […] y como no se podían demorar
más, porque las aguas del lago empezaban a subir, se tuvo que renunciar a
encontrar la pierna de Pera, y así fue como esta se vio con una sola pierna.
El viaje continuó. Los tres niños llegaron nalmente a un lugar
donde la caña brava (tawa) crece con profusión. Cortaron muchísimas, hasta
terminar por completo con los cañaverales. Luego, apuntando al cielo con sus
cerbatanas, empezaron a soltar sus echas.
Las disparaban una tras otra, de manera que cada una de ellas se clavaba
sucesivamente en la base de la anterior, y trazaba una especie de senda transitable.
Cuando terminaron su faena, pidieron ayuda a todos los animales capaces de
hacer huecos, la lagartija, las termitas, el tatú. Llamaron a todos los que
saben excavar. Es así como, siguiendo la línea trazada por las echas, fue abierto
hasta el nal,
el camino que llevaba al cielo. 22 Allá arriba subieron el tatú , el jaguar, el
venado, el escorpión. Todas las especies de animales que viven en la selva
tomaron el mismo camino. Se dice incluso que, por la prisa que llevaban,
algunas mujeres olvidaron sus canastas en el suelo, y que estas se convirtieron
en tatús. Fue así como los tres niños terminaron por reunirse con su padre,
Luna. Se dice que los niños se volvieron estrellas: Wishti ani, es la gran
estrella del alba, y la otra Wishmabo. Eso en cuanto a los niños. Pera, la
obstinada, es Kishioma, la que solo tiene una pierna. Los Gemelos, Pera, la
balsa, la mandíbula del lagarto, el tatú, el jaguar, el venado, todos ellos y
muchos otros eran antiguamente otra suerte de cosas y de gentes que poblaban nuestra
tierra. Convertidos en estrellas, constituyeron desde entonces el pueblo de la
‘Gente de Arriba’. Eso es. Se dice que todo aquello fue obra de los hijos de
Luna. Y eso es todo lo que sé. Lo que a mí me han contado, yo lo he vuelto a
contar.
https://www.youtube.com/shorts/btgcD0_hyg8
Debemos hacer esto ?
Para que sirve ? Si no sirve, nos siver de algo ? Tocar lo inservible con
nuestras mentes sirve o tiene propósito ? sólo vale lo que tiene utilidad ? ...
Si medito a conciencia para descartar todo lo que no soy, el conciente ( este,
yo ) lo hace con un proposito o es para librarse de todo propósito ? ...
Oriente nos dió la Biblia ( sentir, amor, humildad ) y occidente la filosofía(
logos, deduccion, asombro ), ninguna da muestras de haber muerto o es que aun
estamos aletargados sin percatarnos de sendos funerales ?
Emanuel
Sin percartarnos de sendos funerales: una conciencia se
abstrae determinandose en su propia abstracción la otra se da cuenta que la
abstracción es una ilusión pero en Kant la abstracción primera el alma se hace
conciencia de sí misma se hace de verdad razón y esa razón en Hegel se hace
espíritu pero esto es el paso de la abstracción a la experiencia para una nueva
abstracción que integre la experiencia pero seguimos en nuestra ilusión
abstracta en cambio en la cultura oriental que da cuenta del no en si, acontezco
dentro de mí y me reafirmo en la nada ,
no hay objetos ni objetivos ni propositos ni sujetos , ni alma , ni individuo
todo esta integrado en un fluir y en ese fluir somos pero realmente ¿fluimos?
¿Realmente hemos dejado de tener propósitos, objetivos? ¿No estaremos
manipulando este fluir? Y entonces para responder hace falta saltar al otro lado
del espejo y abstraernos y entonces el flujo se revela como una abstracción que
no se determina que fluye en tanto el trauma no desintegre la transferencia para
reparar esta desintegración tengo que recrear la transferencia y reiniciar el
reflujo, entonces la abstracción occidental se integra con la abstracción
oriental uns esconde a la otra , si la abstracción oriental nos dice yo soy el
flujo la no mente, la no acción , la no idolatría; occidente cuestiona y ve un
sujeto que siempre abstrae, si occidente dice yo abstraigo soy el sujeto
pensante oriente devela el fluido que lo sostiene, ambos postulan un más allá
del sistema del lenguaje y su abstracción en uno una conciencia eterna que se
contempla en su amor el otro una nada absoluta donde todo está en permanente flujo pero al comunicarse ambos
son sistemas al entrar en comunión con ellos en ambos los sistemas desaparecen.
Pero el problema de una conciencia que abstrae va a la
experiencia y la vuelve a abstraer y una
voluntad consciente que se afirma en la nada de su propia abstracción creyendo haber
superado toda representación en su fluir
es para mí el problema fundamental espiritual
entendiendo lo espiritual como la base de toda la cultura donde la conciencia
realiza su transferencia saliendo de la cueva por arriba o adentrándose en ella disolviéndola.
Por lo mismo te invito a leer este capítulo de Jung donde analiza el Zaratustra de Nietzsche, preguntándose
sobre si el sí mismo debe salir del mundo o adentrarse en el:
Dr. Jung: Tenemos una pregunta del señor Allemann: «En el
último seminario usted dijo que, de acuerdo con la psicología analítica, Jesús
se equivocó al no saltar cuando el tentador le puso sobre el pináculo del
templo y, de ese modo, al no entrar en contacto con la tierra. ¿Acaso esa
opinión tiene en cuenta el hecho de que Jesús rechazó de manera deliberada y
consciente ‘este mundo’ y dijo que ‘su reino no era de este mundo’? ¿Habría
abandonado su propio camino si hubiera aceptado la sugerencia del tentador? ¿No
hubiera sido esto también una equivocación desde el punto de vista de la
psicología analítica?». En realidad, todo depende del aspecto de Jesús que
comentemos. Ese es el problema. Todos sabemos que Jesús es una figura simbólica
que no podemos evitar confundir con la psicología propia de uno. Si lo
consideramos una figura histórica, no hubiera podido actuar de manera
diferente. Debía ser él mismo, de ahí que rechazara el mundo y la carne.
Hubiera sido un error tirarse del pináculo del templo. Hubiera sido una
tontería porque es evidente que quien es tentado por el diablo a hacer algo así
será aplastado: el diablo solo hace promesas para destruirnos. Pero si hablamos
de Jesús como una figura simbólica, como un dios o un símbolo de verdadera
importancia, la situación es diferente porque el diablo es parte del juego y el
mundo no puede quedar excluido. Sabemos que no se trata de excluir el mundo, lo
que por otra parte no es posible. Incluso las personas que predican la
exclusión del mundo, la supresión de la carne y cosas por el estilo no son
capaces de hacerlo. Es una mentira, una ilusión. Esa clase de solución no
funciona; ya no creemos en ella. Por eso la idea o figura de un salvador debe
hacer referencia a algo o alguien que está familiarizado con la vida de la
tierra y acepta la vida de la tierra. Un joven que aún no ha vivido y
experimentado el mundo, que ni siquiera se ha casado o ejercido una profesión,
no puede ser un modelo de cómo vivir. Si todos los hombres tuvieran que imitar
a Cristo deambulando y hablando con sensatez y sin hacer nada, buscando a veces
un burro en alguna parte para dar un paseo, no funcionaría. Hoy esa clase de
gente termina en el manicomio. Es imposible que una figura así sea un modelo o
una solución o respuesta. Enseguida llegaremos a un pasaje en el que Nietzsche
afirma que Jesús murió demasiado pronto, cuando todavía era un hombre joven sin
experiencia de la vida. Por tanto, para nosotros es un símbolo. Y, en la medida
en que se supone que Jesús es la llave, la auténtica clavis hermetica, con la
que se abren las puertas de los grandes problemas y secretos, el mundo y el
diablo no pueden quedar excluidos. Nada puede quedar excluido. Entonces debemos
preguntar al símbolo Jesús: «Ahora bien, ¿no sería mejor si nos tiráramos, si
examináramos una vez la tierra y descubriéramos lo que el diablo pretende al
desempeñar un papel tan divertido? ¿No hay algo demasiado razonable en lo que
propone? ¿Tal vez deberíamos estar más cerca de la tierra y menos en el aire?».
Evidentemente, no se trata ahora del Jesús histórico. Hablar con Jesús de ese
modo significaría que seguramente ya no somos cristianos, sino filósofos que
discuten con Cristo. En el momento en que Cristo se convierte en un símbolo
real, soy un filósofo y el cristianismo ha tocado a su fin. En el cristianismo,
Cristo es una entidad con sustancia, sobre todo una figura histórica, y luego
una figura dogmática. Es una tercera parte de Dios y no puede decirse nada
sobre él. Sra. Sigg: No sé si podemos estar demasiado seguros de que lo que el
evangelista relata sea cierto. Podrían haber omitido algo de la vida real de
Cristo. Dr. Jung: ¿Y cómo podemos juzgarlo? No sabemos si el relato es fiable
porque no podemos comprobarlo. La única fuente que existe es el relato
evangélico y no tenemos un medio de comparación, por lo que no podemos decir si
es históricamente satisfactorio o no. Sra. Sigg: No podemos saber con seguridad
si no examinó la tierra de algún modo. Queda espacio para un poco de esperanza.
Dr. Jung: No sabemos nada, aunque su doctrina no indica eso. Lo único que
sabemos es que ha sido bautizado por Juan y nada más, excepto la escena en el
templo cuando era un muchacho. Sr. Allemann: ¿No es curioso que los fundadores
de las dos grandes religiones rechazaran el mundo? Buda hizo lo mismo. Dr.
Jung: En efecto. Es asombroso, pero Buda no lo rechaza en la misma medida. Lo
acepta más al reconocer la necesidad de un desarrollo prolongado. La actitud
cristiana es mucho más resentida. Niega el mundo como pecaminoso, mientras que
la actitud budista lo es menos. Por supuesto, la actitud final de Buda es
negativa, aunque se conforma en mayor medida al mundo al aceptarlo como una
ilusión. Srta. Wolf : La vida de Buda empezó cuando la de Cristo terminó. Tenía
treinta años y había estado en el mundo. Se había casado y había tenido incluso
un hijo y su doctrina consistía en que el hombre debe vivir primero y solo en
la segunda mitad de la vida le está permitido «retirarse». Sra. Crowley: ¿Podemos
afirmar desde el punto de vista psicológico que la idea del eremita, la idea de
permanecer aislado o negar el mundo, es proyectada para hallar el mundo en el
interior, esto es, como individuación? ¿No es ese el auténtico propósito
interior de rechazar el mundo? Dr. Jung: Pero es evidente en el budismo, no en
el cristianismo. Sra. Crowley: Quiero decir desde el ángulo de Cristo y no como
el cristianismo enseñaría más tarde. En su propia actitud rechazaba el mundo
tal como era entonces. Rechazaba la realidad literal. Dr. Jung: Si se refiere
al Jesús histórico, es cierto. Sra. Crowley: Sí, pues hablamos del Buda
histórico. Dr. Jung: Pero la vida de Buda es mucho más histórica, y no un
drama. Buda vivió una vida humana. No culminó a los treinta y tres años, sino
que vivió hasta ser un anciano. Lo que sin duda supone una diferencia. Prof.
Fierz: En la primera parte del Evangelio, Jesús espera al Mesías sin saber si
él es el Mesías. Cuando los discípulos le preguntan, les prohíbe hacer esa
pregunta y les manda a proclamar la venida del Mesías. Pero no viene y parece
como si Jesús hubiera cambiado de opinión y decidido no esperar a un rey de
este mundo sino de otro mundo. Se produce un cambio en su enseñanza. Cuando no
sucede nada, vuelve en sí. Es posible que el último evangelio sea el resultado
de la decepción, una desilusión. Se derrumba y muere. Creo que hay mucho que
decir al respecto, excepto en san Juan. Dr. Jung: Hay varios lugares en el
Evangelio donde podemos ver la decepción, pero los evangelios sinópticos
contienen en buena parte la verdad histórica sobre Jesús, mientras que el
evangelio de san Juan es completamente filosófico. Ahí Jesús es un símbolo.
Obviamente, lo que obtenemos es un retrato completamente diferente de Cristo,
que ahí realmente es Dios, no humano.
Ahora continuemos con el próximo capítulo, «Del hijo y del
matrimonio». En este capítulo encontramos la historia de la serpiente que
mordió a Zaratustra. Seguramente recordarán que ese rencontre entre Zaratustra
y la serpiente significa que Zaratustra, siendo más o menos el Logos, solo un
pensamiento, se había unido a la serpiente; o que la serpiente, que representa
los centros nerviosos inferiores, el mundo instintivo, se había unido a él. La
serpiente representa el cuerpo y con él aparece un elemento de instintividad.
Naturalmente, Zaratustra resulta idéntico a Nietzsche, no se diferencia nunca
con exactitud, de modo que cada figura en Así habló Zaratustra es en cierto
sentido Nietzsche. No hay discriminación psicológica: no es una obra analítica.
Zaratustra es una creación inconsciente de la que Nietzsche es tanto la víctima
como el autor. Por ello, cuando la serpiente muerde a Zaratustra, Nietzsche es
mordido. Para Zaratustra, no resulta peligroso porque él también es la
serpiente, pero Nietzsche es humano y, supuestamente, es envenenado. Podemos
estar seguros de que lo que la serpiente saca de las profundidades de su mundo
oscuro son cosas de este mundo. Así que no resulta sorprendente que el capítulo
siguiente esté relacionado con un problema que debe haberle resultado muy
cercano a Nietzsche, aunque no a Zaratustra. ¿Por qué Zaratustra debería hablar
sobre el hijo y el matrimonio? No contrae matrimonio y no tiene ninguna
relación con niños. Más bien es el problema de Nietzsche, un problema muy
negativo. En el caso de Nietzsche hay siempre problemas. Que la serpiente
aparezca para morder a Zaratustra significa que Nietzsche se acuerda de la
cuestión de su posible matrimonio, una posible familia, etc. Así empieza el
capítulo: Tengo una pregunta únicamente para ti, hermano mío:… Es como si la
serpiente le hablara a Nietzsche. lanzo esta pregunta como una sonda en tu
alma, para saber cómo de profunda es. Eres joven y quieres para ti hijo y
matrimonio. Pero yo te pregunto: ¿eres un hombre al que le esté permitido
desear un hijo? Ya saben que estaba infectado, lo que suponía un gran problema
para él. Su relación con las mujeres era, además, escasa. No sabía cómo
acercarse a ellas. Se mostraba terriblemente torpe e imprudente cuando se
trataba de mujeres. ¿Eres tú el victorioso, el que se domina a sí mismo, el
soberano de los sentidos, el señor de tus virtudes? Así te pregunto.
¿O a través de tu deseo hablan el animal y la necesidad? ¿O
la soledad? ¿O la discordia contigo mismo? Es un examen. La serpiente le pone a
prueba para que conozca los posibles motivos a favor o en contra. Yo quiero que
tu victoria y tu libertad anhelen un hijo. Debes construir monumentos vivientes
a tu victoria y a tu liberación. Debes construir más allá de ti mismo. Pero
primero has de construirte a ti mismo, cuadrado en cuerpo y alma. ¡No solo
debes enraizarte, sino también crecer hacia arriba! ¡Que para ello te sirva el
jardín del matrimonio! Vemos la peculiar psicología de soltero de Nietzsche,
así como su intento por convertir el difícil y espinoso problema del matrimonio
en algo más aceptable para él mismo, por ejemplo, contaminándolo con la
filosofía. Así que lo embellece. Es capaz de aceptar la filosofía, pero si el
matrimonio pudiera estar vinculado a ella y albergar un propósito filosófico y
constituir una técnica o un modo de crear un cuerpo más elevado, entonces
también sería capaz de aceptarlo. Debes crear un cuerpo más elevado, un primer
movimiento, una rueda que se mueve por sí misma, — debes crear un creador.
Entonces el matrimonio parecería prometedor. De lo contrario, no puede
alcanzarse. Matrimonio: así llamo yo a la voluntad de crear, a partir de dos,
uno que sea más que quienes lo crearon. Podemos considerarlo con esa
definición. Yo llamo matrimonio a la reverencia recíproca de quienes quieren
con esa misma voluntad. Que ese sea el sentido y la verdad de tu matrimonio.
Pero eso que los demasiados llaman matrimonio, esos superfluos, — ay, ¿cómo
llamo yo a eso? ¡Ay, esa pobreza de las almas en pareja! ¡Ay, esa suciedad de
las almas en pareja! ¡Ay, ese lamentable deleite en pareja! A todo eso lo
llaman matrimonio; y dicen que sus matrimonios han sido contraídos en el cielo.
Ya ven que para hacer algo del matrimonio no solo debemos asumir que [los
matrimonios] han sido contraídos en el cielo, sino que debemos considerarlo un
asunto filosófico. Hay que decir algo a favor del matrimonio para poder abordarlo. Ahora bien, su idea es que el
matrimonio debe proporcionar un cuerpo más elevado, el nacimiento de un primer
movimiento. ¿A qué se refiere esa rueda que se mueve por sí misma
espontáneamente? Sra. Crowley: Diría que se refería al sí-mismo. Dr. Jung: Así
es. Lo que quiere decir con «matrimonio» es que los dos se juntan y crean un
superhombre, tal vez, en la forma de un hijo. No obstante, en realidad no lo
hará porque el resultado podría ser un hijo demasiado corriente para comenzar,
y la empresa del superhombre llegaría mucho después, si es que llegaba. Ni
siquiera Nietzsche pudo imaginarse que, si se hubiera casado con Lou Salomé,
habrían creado juntos algo más que un niño corriente y tal vez un poco más
patológico que otros. Sra. Sigg: La verdad es que, mientras que Nietzsche
escribía ese capítulo, su hermana se esforzaba por deteriorar la imagen de Lou
Salomé. Y escribe: «Mi hermana trata a Lou como un gusano venenoso». Le hizo
una proposición de matrimonio a Lou, pero era una oferta demasiado pobre, y
después de un tiempo empezó a sospechar que la salud de ella no resultaba
demasiado satisfactoria. Dr. Jung: Yo la conocí y puedo confirmar que estaba
perfectamente sana y fuerte. Sra. Sigg: Pero no tuvo hijos más adelante.
Nietzsche dijo: «Creo que la señorita Lou no vivirá muchos años» 1. Dr. Jung:
Él no habría vivido. Él se habría rendido. Como es obvio, Nietzsche relaciona
con el matrimonio una idea filosófica de la individuación que no tiene ninguna
relación con él. Probablemente, al no sacarse esa idea de su cabeza, no pudo
seguir. Habría sido un tremendo error porque no hubiera recibido la aprobación
del hombre biológico ordinario. La verdad es que dudaba de si su idea era
sólida. De hecho, proyecta la otra posibilidad en todos los «demasiados» que
también se casan y, por cierto, como animales. Por supuesto, no llegaría a
hacerlo, pero la sospecha de que el matrimonio puede ser algo que también lleva
a cabo la gente ordinaria acecha en alguna parte. Desprecia sus matrimonios y
trata de defenderse contra ese fracaso del ideal. Pero si se hubiera casado,
habría sido en gran medida lo mismo, cosa que habría descubierto enseguida.
Habría descubierto también que en realidad despreciaba el matrimonio. Pero no
es así. Pues bien, ¡no me gusta ese cielo de los superfluos! No, no me gusta
ese nido celestial de animales sinuosos.
¡Que también permanezca lejos ese Dios que viene cojeando para bendecir algo
que él nunca unió! ¡No os riais de semejantes matrimonios! ¡Mejor que no! ¿Qué
hijo no tendría motivos para llorar por sus padres? Digno me pareció ese hombre
y maduro para el sentido de la tierra: pero cuando vi a su mujer, la tierra me
pareció una casa de locos. Sí, yo quisiera que la tierra temblase en
convulsiones cuando un santo y una gansa se aparean. Es exactamente lo que
hacen y está bien. Se trata de la profunda sabiduría de la naturaleza por la
cual, donde hay un santo, hay también una gansa que lo espera y seguramente se
aparean. Es la necesaria ley de la compensación: lo de arriba debe bajar y lo
de abajo debe subir. Así que ese maravilloso santo, o lo que fuera, tenía un
ánima que era una gansa. Este se marchó como un héroe en busca de verdades y
finalmente trajo como botín una pequeña mentira engalanada. Y lo llamó su
matrimonio. En los ditirambos dionisiacos al final de Zaratustra hay uno muy
interesante sobre Dudu y Zuleika que aparentemente no eran más que pequeñas
mentiras engalanadas 2. Otro era esquivo en el trato y seleccionaba con mucho
cuidado. Pero su compañía se echó a perder de una sola vez: matrimonio lo
llama. Otro buscaba una criada con las virtudes de un ángel. Pero de una vez él
se convirtió en la criada de una mujer y ahora sería necesario que, además, se
convirtiera en ángel. Todos los compradores me parecieron cautos y todos tienen
ojos astutos. Pero incluso el más astuto se compra su mujer a ciegas. Así debe
ser. Es algo muy sabio porque, si una mujer pudiera ver lo que es un hombre, y
un hombre pudiera ver lo que es una mujer, no se casarían nunca o solo lo
harían con las restricciones más extremas. Apenas tendríamos contacto con otros
seres humanos si nos conociéramos mejor a nosotros o si los conociéramos mejor
a ellos. Muchas cortas tonterías — esto es para vosotros el amor. Y vuestro
matrimonio termina muchas cortas tonterías con una larga estupidez. O, como en
el caso de Nietzsche, con la ausencia de toda relación.
Vuestro amor por la mujer y el amor de la mujer por el
hombre: ¡ay, ojalá fuera compasión por dioses sufrientes y escondidos! Parece
demasiado profundo. Muchos han especulado sobre lo que podrían ser los dioses
sufrientes y escondidos. ¿Qué creen ustedes? ¿Quiénes son? Sra. Jung: Los
sí-mismos de la gente. Dr. Jung: Efectivamente. Los dioses en ellos, los
sí-mismos en ellos, son los dioses sufrientes y escondidos. Nietzsche une esos
problemas al problema práctico de la vida, el matrimonio. Si implica una
filosofía, o tiene lugar otra mezcla poco práctica, el problema se vuelve casi
imposible y es que no podemos abordar un gran problema yendo al Standesamt
[registro], en cuyo libro firmamos que estamos casados con el propósito, por
ejemplo, de redimir a los dioses sufrientes y escondidos. Somos el señor y la
señora Tal y Tal y, si decimos a la gente que somos dioses sufrientes y
escondidos, nos mandarán al manicomio. Si confundimos esas dos cosas, la vida
humana ordinaria no puede manejarse en la práctica. Considerando que mucha
gente lo confunde con un problema filosófico, un simple tema como el matrimonio
resulta incómodo. Suponen por naturaleza que se casarán con tal hombre o tal
mujer con la que escalarán el cielo, pero con esa idea no se casarán nunca o,
si no, cometerán un terrible error. Sin embargo, la idea de que el matrimonio
existe para mejorar mutuamente es peor: así se convierte en una especie de aula
donde uno es educado. O cualquier otro ideal. No tenemos por qué hacerlo. El
matrimonio es algo muy diferente. Es una proposición demasiado práctica y
solemne que hemos de contemplar con solemnidad y cuidado. Entonces, no debemos
temer a los animales, algo que Nietzsche excluye cuidadosamente. En el primer
caso, a pesar de lo que los idealistas dicen sobre él, el matrimonio sería algo
que los animales también llevan a cabo. Hace falta un gran esfuerzo y
sufrimiento para que se den cuenta de que hay algo más allá de él. Cuanto más
exalte la gente el matrimonio, menos se casará. Así procurarán no perturbar la
armonía de su conversación. Pero casi siempre dos animales se adivinan
mutuamente. Lo que no está tan mal. Pero incluso vuestro mejor amor es solo un
símbolo extático y un anhelo dolorido. Es una antorcha que ha de iluminaros
caminos más elevados.
¡Algún día habréis de amar más allá de vosotros! ¡Así que
aprended primero a amar! Y para ello tenéis que beber el cáliz amargo de
vuestro amor. Hay amargura en el cáliz del mejor amor: ¡por eso produce
nostalgia del superhombre, por eso te provoca sed a ti, creador! Sed del
creador, flecha y nostalgia del superhombre: dime, hermano mío, ¿tal es tu
voluntad de matrimonio? Santos son para mí semejante voluntad y semejante
matrimonio. — Así habló Zaratustra. Lo triste es que semejante matrimonio no
tiene lugar. Como se han dicho cosas tremendas, no podemos casarnos. Sin
embargo, lo más triste es comparar el destino de Nietzsche con su maravillosa
doctrina: la diferencia es demasiado grande. Ahora bien, el capítulo sobre el
hijo y el matrimonio es un capítulo esperanzador, un gran esfuerzo por la vida
y la continuación de la vida. Pero ahora llegamos a un capítulo que se titula
«De la muerte libre». ¿Cómo se explican ese giro repentino? Después de un
capítulo sobre el hijo y el matrimonio, ¿por qué terminar en un capítulo sobre la
muerte libre? Sra. Stutz: A veces resulta más fácil morir que vivir nuestra
vida. Dr. Jung: ¿En qué condiciones considera la muerte más fácil que la vida?
Sra. Stutz: Cuando no podemos comprometernos con los deberes de la vida. Srta.
Hannah: Prefiere morir que perder sus elevadas ilusiones. Si hubiera intentado
vivir, las habría aplastado. Dr. Jung: Entonces imaginen que conocen a alguien
que pronuncia un gran discurso sobre el aspecto idealista del matrimonio y los
hijos y de repente comienza a hablar sobre el suicidio. ¿Qué pensarían? Sra.
Crowley: Que no estaba convencido. Dr. Jung: Que no estaba convencido de su
propio mensaje, que algo debía ir mal. De ahí que se haya confesado de ese
modo. Tiene ideas maravillosas sobre el matrimonio y su significado, meta,
etc., pero está tan seguro de que no pueden realizarse que prefiere morir. Ya
ven que lo primero es una exageración y lo otro también. Convierte el
matrimonio en algo tan raro y maravilloso que no puede ocurrir, por lo que
decide que, si un matrimonio tan maravilloso no es posible, debe escoger la
muerte. Se trata de la enantiodromia por la que llega a ese capítulo. Sra.
Crowley: ¿Podría ser que en el capítulo anterior, «Del hijo y del matrimonio»,
Zaratustra fuera el que predicaba, y que se refiriera no solo a un matrimonio psíquico, sino al matrimonio
simbólico de la alquimia que emplea como un símbolo? Dr. Jung: Exacto. Se
identifica con el punto de vista de Zaratustra y algo así no puede controlarse.
Sra. Sigg: Lo cierto es que entre los nueve hermanos y hermanas en la familia
de Nietzsche cinco seguían solteros. Lo que significa algo. Dr. Jung: ¡Por
supuesto! Sra. Jung: Creo que deberíamos considerar también un significado muy
básico: que aconseja a la gente que sea más consciente y responsable acerca del
matrimonio, que es en realidad lo que se predica ahora en Alemania: una mejora
de la Rasse [raza]. Deben elegir con más cuidado y no se les permite casarse
sin un certificado. Creo que en muchos otros lugares sería también interesante
comprobar que las cosas han sucedido tal como dijo Nietzsche, aunque más
objetivamente y no tan espiritualmente como lo predica. Dr. Jung: Con la
diferencia de que en Alemania es una cuestión higiénica, mientras que con
Nietzsche es más espiritual. Sra. Stutz: Creo que puede apreciarse bien en
Goethe, que se casó con una mujer sencilla. Dr. Jung: Lo que era demasiado
contradictorio y por eso el resultado no fue muy alentador. Srta. Wolf : ¡Como
el santo y la gansa! Dr. Jung: Sí. Pero creo que pasaremos enseguida esos
capítulos porque no resultan demasiado interesantes. Muchos mueren demasiado
tarde y algunos mueren demasiado pronto. Aún suena extraña la doctrina que
dice: «¡muere a su debido tiempo!». Muere a su debido tiempo: así predica
Zaratustra. Sin duda, quien no vive a su debido tiempo, ¿cómo podría morir a su
debido tiempo? ¡Ojalá nunca hubiera nacido! — Esto es lo que aconsejo a los
superfluos. Pero también los superfluos hacen algo importante cuando mueren, e
incluso la nuez más vacía quiere ser cascada. Todos piensan que morir es algo
importante: pero la muerte no es aún una fiesta. Todavía no han aprendido los
hombres cómo se santifican las fiestas más hermosas. Yo os muestro la muerte
consumadora, que es para los vivos un aguijón y una promesa. El consumador
muere su muerte victoriosamente, rodeado de seres esperanzados y prometedores.
Así se debería aprender a morir; ¡y no debería haber una fiesta donde aquel que
muere no santifique los juramentos de los vivos! Lo mejor es morir de este
modo; pero lo segundo mejor es: morir en combate y derrochar así un alma grande. Pero, igual que al combatiente,
al victorioso le resulta detestable vuestra muerte ridícula, que se acerca como
un ladrón — aunque llega como un señor. Yo os elogio mi muerte, la muerte libre
que viene a mí porque yo quiero. ¿Qué impresión les produce esa doctrina? ¿Qué
es lo llamativo en ella? Srta. Wolf : Es similar a la realización de un deseo.
Es como si tuviera la intuición de que su propia muerte no es así, de que su
muerte no llega cuando lo elige. Dr. Jung: Es como una superstición, o casi una
convicción, de que era el único que moriría cuando quisiera, aunque en realidad
era el único que no murió cuando quiso. En realidad murió antes que su cuerpo.
Sra. Sigg: Siendo joven, Nietzsche creyó durante mucho tiempo que moriría de la
misma enfermedad y a la misma edad que su padre. Creo que se encontraba muy
enfermo a los treinta y seis años y estaba convencido de que iba a morir y de
que padecería una enfermedad cerebral3. Dr. Jung: Por lo que hace que la muerte
sea más complicada, igual que hizo antes con la vida: vincula o contamina la
muerte, un fenómeno natural, con una filosofía. El flujo natural de los
acontecimientos que es y debería ser la vida incluye la muerte; la muerte es
también un fenómeno natural que fluye. Sin embargo, la transforma en una tarea,
prácticamente una decisión. Afirma que va a morir cuando quiera, igual que va a
casarse cuando lo crea mejor, sin tomarlo como un acontecimiento que sobreviene
como la voluntad de Dios que no es su propia voluntad. Uno solo puede
integrarse en el flujo de los acontecimientos cuando los acepta, no cuando los
crea. He aquí de nuevo la identificación con el arquetipo. El arquetipo
prescribe lo que debería ser y Nietzsche lo secunda. Su inflación crea su
convicción, de modo que su idea es que nos casamos bajo tales y cuales
condiciones y creamos tal y tal cosa a partir de ello, del mismo modo que
elegimos la clase correcta de muerte en el momento correcto, la muerte que
queremos y con el significado que queremos. Como ven, todo eso viola el flujo
de los acontecimientos que no puede aceptar, de tal modo que incluso morir
resulta incómodo y complicado. Las personas así ya no pueden morir por
naturaleza. Es como si tuviéramos que tragar con cierta clase de solemnidad; no
podríamos luego tragar en absoluto. Las funciones más simples se vuelven
completamente imposibles si andamos sobre zancos: ni siquiera podemos morir.
«¿Y cuándo querré?». Pero no hay elección. No puede
preguntarse a sí mismo cuándo querrá o cuándo va a casarse. Prof. Fierz: Habla
sobre su heredero, aunque no lo tuvo nunca. Dr. Jung: Sí. Dice: ¿Y cuándo
querré? — Quien tiene una meta y un heredero, quiere su muerte a su debido
tiempo para su meta y para su heredero. Y, por reverencia a la meta y al
heredero, ya no colgará coronas marchitas en el santuario de la vida. En
verdad, no quiero parecerme a los cordeleros: tensan sus cuerdas a lo largo y,
al hacerlo, ellos mismos retroceden. Lo que resulta trágico si recordamos cómo
murió. Algunos se hacen demasiado viejos para sus verdades y sus metas; una
boca sin dientes ya no tiene el derecho a cualquier verdad. Y todo aquel que
quiera alcanzar la gloria, tiene que despedirse a su tiempo de la honra y
practicar el difícil arte de — irse a su debido tiempo. Hay que poner fin al
dejarse comer cuando mejor sabor tiene uno: esto lo saben quienes quieren ser
amados durante mucho tiempo. Sin duda hay manzanas ácidas, cuyo destino quiere
esperar hasta el último día del otoño: entonces se vuelven, al mismo tiempo,
maduras, amarillas y arrugadas. A otros lo primero que les envejece es el
corazón, y a otros el espíritu. Y unos son ya ancianos en la juventud: pero una
juventud tardía mantiene joven por mucho tiempo. A algunos la vida les sale mal:
un gusano venenoso les devora el corazón. Así que ojalá quiera este ver que la
muerte le conviene con más motivo. Algunos nunca se vuelven dulces, sino que ya
en verano están podridos. Es la cobardía lo que los mantiene en su rama.
Demasiados son los que viven y demasiado tiempo penden en sus ramas. ¡Ojalá
venga una tormenta que sacuda del árbol a todos estos podridos y comidos por
los gusanos! ¡Ojalá viniesen los predicadores de la muerte rápida! ¡Estos
serían las verdaderas tormentas y los agitadores de los árboles de la vida!
Pero solo escucho predicar la muerte lenta y la paciencia con todo lo
«terrenal». Ay, ¿predicáis paciencia con lo terrenal? ¡Es lo terrenal lo que
tiene demasiada paciencia con vosotros, hocicos viciosos! En verdad, demasiado
pronto murió aquel hebreo a quien honran los predicadores de la muerte lenta: y
para muchos es, desde entonces, una fatalidad que muriera demasiado pronto. Se
trata del pasaje que comentaba antes: El hebreo Jesús solo pudo conocer las
lágrimas y la melancolía de los hebreos, junto con el odio de los buenos y los
justos: así es como le vino la nostalgia de la muerte. ¡Ojalá hubiera
permanecido en el desierto, lejos de los buenos y los justos! ¡Quizá entonces
hubiera aprendido a vivir, y a amar la tierra — y a reír también!
¡Creedme, hermanos míos! Murió demasiado pronto; ¡él mismo
se hubiera retractado de su propia doctrina si hubiese alcanzado mi edad! ¡Era
lo bastante noble como para retractarse! Hay un famoso libro de George Moore,
El arroyo Kerith, en el que Cristo sigue vivo4. Se trata de un libro sumamente
flojo —prácticamente nos desesperamos antes de encontrar algo sustancial—, pero
contiene una idea sólida. Narra que José de Arimatea bajó a Cristo de la cruz y
lo metió en la tumba, y que algunos de los discípulos abrieron la tumba y
descubrieron que Cristo seguía vivo. Así que lo llevaron de vuelta donde José,
donde se recuperó y volvió a ser un pastor como antes: pastoreaba el rebaño de
José. Luego apareció un fanático y exaltado al que llamaban Pablo, un discípulo
de Jesús que acabó crucificado. Le dijeron que lo sabían todo sobre Jesús —fue
salvado, está aquí y puedes verlo— y luego produjeron a Jesús a partir de la
crucifixión con los clavos en sus manos y pies. No obstante, Pablo no se lo
creyó porque su Jesús dijo que era el hijo de Dios, mientras que este Jesús
consideraba que eso era un error. Por eso, el hecho de que Nietzsche observe
que Cristo murió demasiado pronto es solo una idea general. En realidad,
necesitamos preguntar: «¿Qué es lo que habría enseñado Jesús si hubiera sido un
hombre casado, por ejemplo, con ocho hijos? ¿Cómo habría abordado algunas
situaciones de la vida que solo se dan cuando estamos en la vida, cuando la
compartimos?». Por supuesto, estaba en su propia vida, pero era una vida muy
parcial: en realidad no estaba en la vida como la conocemos. Puede que fuera un
buen maestro en la medida en que estamos destinados a vivir su vida, la vida de
un vagabundo filosófico con el propósito idealista de enseñar una nueva verdad
salvífica que no reconoce otra responsabilidad. Todos sabemos que no tenía
profesión ni relaciones humanas que considerara válidas. Se apartó de su
familia, era el señor de sus discípulos y estos tenían que seguirle, mientras
que él no tenía que seguir a nadie, no tenía obligaciones. Es una situación
extremadamente simple, diríamos, trágicamente simple, que resulta tan rara que
no podemos asumir que la doctrina que proviene de una vida así sea posible o
aplicable a una clase de vida completamente diferente. Por ello, podemos
preguntarnos libremente por lo que habría sucedido si Cristo hubiera adoptado
una posición responsable. ¿La habría desechado? ¿Cómo se habría comportado si
hubiera tenido que ganar dinero en lugar de pescar un pez con un statēr en su
boca, o si hubiera tenido que desenganchar un asno en algún lugar en el caso de
que necesitara montar en él? Resulta demasiado
simple. Tampoco podemos vivir de la limosna de los demás; es como ir a
contracorriente. Por eso, en todos los aspectos somos completamente diferentes
de un hombre con semejante actitud. No creemos que la vida de la tierra llegue
enseguida a su fin, que el reino de Dios llegue y que las legiones de ángeles
caigan sobre la tierra de modo que su poder llegue a su fin. Por otra parte,
tenemos una idea de la vida completamente diferente en muchos otros aspectos.
De ahí proviene la idea de Nietzsche: ¿qué habría sucedido si Cristo hubiera
tenido que ser responsable de tantos hijos, o si hubiera sido un empleado
responsable en la administración de Roma o Palestina, o si hubiera nacido para
ser un sacerdote responsable del credo tradicional, y cosas similares?
Nietzsche expresa esa clase de sentimiento y, con ello, la necesidad de
encontrar una llave mejor para abrir los problemas que considera incontestables.
Ahora bien, la verdadera esencia de ese capítulo se encuentra en el párrafo:
Libre para la muerte y libre en la muerte, un santo negador, cuando ya no es
tiempo de decir «sí»: así entiende él de la muerte y la vida. Se refiere a la
libertad total incluso en relación con la muerte, pero la muerte es un
acontecimiento que no se elige libremente, al menos no más que cualquier otro
gran acontecimiento en la vida que simplemente sucede y debemos aceptar. Lo que
Zaratustra dice parece una exageración tremenda a menos que consideremos que es
Zaratustra quien lo dice. Un arquetipo ve la vida desde la perspectiva de
Zaratustra: seguramente esa vida es un preparativo, y es que hay momentos
adecuados en que elegimos que algo suceda, en que incluso los acontecimientos
tienen un fin determinado. «En verdad, Zaratustra tenía una meta». Puede
permitirse hablar de esa forma y tener una meta porque es el significado de la
vida en sí, pero para un ser humano resulta una exageración que solo sirve para
complicar las cosas hasta hacerlas imposibles. Hay otro tema en este capítulo
que requiere una explicación: En verdad, Zaratustra tenía una meta y lanzó su
pelota: ahora sois vosotros, amigos, herederos de mi meta, y a vosotros os
lanzo la pelota de oro. ¡Más que otra cosa quiero, amigos míos, veros lanzar la
pelota de oro! Y por ello me demoro aún un poco en la tierra: ¡perdonádmelo!
Así habló Zaratustra. ¿Qué quiere decir con la pelota de oro Sra. Sigg: En un seminario anterior usted
habló de una ceremonia —creo que era la ceremonia de la resurrección— en la que
se empleaba la pelota en la iglesia. Sra. Crowley: Le jeu de pelote. Sra. Sigg:
Pero puso el ejemplo de determinada ceremonia en una iglesia. Dr. Jung: Así es.
El entierro del Aleluya en Pascua. Se enterraba un trozo de tierra que
probablemente significara el sol muerto, entonces enterrado y redivivo. Como
Cristo murió el Viernes Santo, se trata del sol del año pasado, de modo que su
resurrección tiene lugar el Domingo de Resurrección, que señala el retorno del sol.
Pero podemos leer sobre el jeu de pelote en uno de los informes del seminario
anterior. Allí di cuenta de ello5. Era un juego simbólico con un significado
especial, y se jugaba en la iglesia. Consistía en un sistema de relación entre
las figuras del capítulo, el obispo, los diáconos, etc. El modo en que se
tiraban la pelota entre ellos indica un patrón: por lo general, jugaban de pie
dentro de un círculo que estaba relacionado con la creación de un mándala donde
el centro se mueve del uno al otro. El centro, la pelota que se mueve del uno
al otro, sería también un dios, el dios entendido como una función de relación;
se mueve rápidamente de un lado a otro dentro del círculo concentrando las
miradas de todos. En conclusión, la pelota de oro puede ser como la rueda que
se mueve por sí misma, otra analogía o paralelismo en Zaratustra, o como la
estrella danzarina. Es un símbolo del sí-mismo. Por lo demás, el juego de
pelota tiene una relación especial con los rumores despectivos sobre el
asesinato ritual que supuestamente tenía lugar en los círculos gnósticos, así
como entre los cristianos y los judíos. Se decía en la Antigüedad que jugaban
al juego de pelota con un niño que se lanzaban entre ellos hasta que moría. El
niño representaba el dios. Se trata tanto de un sacrificio del dios como de un
sacrificio humano para renovar la vida del dios. Sería como ejecutar al dios
del año pasado del mismo modo que ejecutaron a Cristo en lugar de a Barrabás,
al que querían liberar como el dios del año futuro. Cristo fue condenado como
el criminal que representa el dios del año pasado, de acuerdo con la antigua
costumbre babilónica. Lo interesante es que Barrabás significa «hijo del
padre», igual que Cristo era el hijo del Padre, por lo que es uno y el mismo:
el dios en su ocaso y en su salida. No obstante, no es más que la expresión del
jeu de pelote, donde la pelota es un símbolo del sol. Es la pelota de oro, algo
totalmente redondo que expresa el estado de perfección, el valor supremo, del
oro. En el capítulo siguiente aparece ya con esa perspectiva. Hay la parte
superior de oro de un bastón que Zaratustra recibe de sus discípulos, un sol o
globo con una serpiente enroscada en él. Asimismo, el sol, el germen dorado, el
Hiranyagarbha, tal como lo llaman en las Upaniṣads, es otro símbolo del
sí-mismo. También lo han llamado el hijo dorado, la sustancia preciosa y
perfecta, hecha o nacida del hombre, que sin duda es el oro alquímico y la
redondez absoluta del ser platónico y la sphairos, el dios más dichoso de
Empédocles 6. Su sustancia se aprovecha o manipula en un círculo místico cuyo
significado es que el círculo de las personas, donde hay una relación mística,
se mantiene unido a través del germen del sol, la perfecta pelota de oro: el
germen que se mueve entre ellos, en parte o principalmente movido por las
propias personas, pero siguiendo un patrón preexistente. Es un retrato muy
complicado y no podríamos explicar una imagen así de Zaratustra si no
tuviéramos otros materiales para elucidar su particular simbolismo. Se trata de
la idea de que el sí-mismo no es idéntico a un individuo particular. Ningún
individuo puede jactarse de tener el sí-mismo: solo el símismo puede jactarse
de tener muchos individuos. El sí-mismo es una unidad extraña en nuestra
existencia, un centro de la personalidad, un centro de gravedad que no coincide
con el yo. Es como si se tratara de algo exterior. Por otra parte, no se trata
de este individuo, sino de una relación con los individuos. Se diría que el
sí-mismo era lo único y, sin embargo, es los muchos. Tiene una existencia
paradójica que no podemos definir o limitar con ninguna definición particular.
Es un concepto metafísico. Sin embargo, tenemos que crear ese concepto para
poder expresar el hecho psicológico de que uno puede sentirse como el sujeto y,
también, como el objeto: a saber, puedo sentir que estoy haciendo esto y
aquello y sentir que estoy hecho para hacerlo, que soy el instrumento para
ello. Ese ímpetu en mí constituye la decisión. Entonces percibo un principio
que no coincide con el yo. De ahí que la gente suela decir que en cierta medida
puede hacer lo que quiera, aunque lo principal lo hace la voluntad de Dios. Así
que Dios lo hace a través de ellos. Esa es la forma religiosa de confesar la
cualidad del sí-mismo. Por eso, mi definición del sí-mismo es un centro
impersonal, el centro del no-yo psíquico —de todo lo que en la psique no es yo—
que se supone que se encuentra en todas partes en la gente. Podríamos llamarlo
el centro de lo inconsciente colectivo, como si nuestra psique o psicología
inconsciente estuviera centrada, igual que nuestra psique consciente está
centrada en la consciencia del yo. La palabra consciencia es ya un término que
expresa la asociación de los contenidos de un centro con el yo, y lo mismo
sucede con lo inconsciente, aunque obviamente allí no está mi yo porque lo
inconsciente es inconsciente: no está relacionado conmigo. En gran parte estoy
relacionado con lo inconsciente porque lo inconsciente puede influir en mí todo
el tiempo y, sin embargo, yo no puedo influir en lo inconsciente. Es igual que
si yo fuera el objeto de una consciencia, como si alguien me conociera, pero yo
no lo conociera a él. El centro, el otro orden de la consciencia que para mí es
inconsciente, es el sí-mismo, y el sí-mismo no se limita a mí mismo, a mi yo:
ignoro cuántas personas más puede incluir. Y este hecho psicológico peculiar de
ser el mismo sí-mismo con los demás es expresado por la imagen de la pelota, la
pelota con la que se juega siguiendo un patrón determinado dentro de un círculo
determinado que simboliza las relaciones que van de un lado a otro. Ahora bien,
Zaratustra afirma que su meta está relacionada con la pelota. Su meta es poner
en movimiento la pelota, es crear la rueda que se mueve por sí misma. Ha tirado
la pelota entre sus hermanos o discípulos, lo que significa que educa o instiga
al sí mismo y lo ha puesto en marcha. Como ven, hay una clara relación entre
esa idea y la idea de la rueda en movimiento en la literatura budista; la
doctrina de la ley es comparada con una rueda que se mueve, pero
originariamente tal vez era la misma idea. Así como Zaratustra tira una pelota,
Buda lleva una rueda entre los hombres y la pone en marcha, proceso que conduce
finalmente a la idea budista de la condición más perfecta, la condición de la
separación completa, el nirvana7. Otra característica del budismo es que
considera que es un mérito espiritual representar semejante rueda, dibujarla.
Tiene el valor espiritual de que contribuye a nuestra perfección. Naturalmente,
un mándala podría ser una rueda así, aunque una vez más es un aspecto algo
diferente. Allí puede verse que los mándalas representan los dioses. Teniendo
en cuenta que un mándala es el trono del dios, el centro del mándala es la
deidad. No obstante, una deidad no es más que una visión proyectada del
sí-mismo. Así que el capítulo nos lleva en realidad a una idea profunda: a
saber, que para Zaratustra, que es el arquetipo, la vida es un preparativo
prestablecido, un sí y un no —podemos elegir—, el comienzo, el final y el
camino. El significado principal de todo
eso es similar a tirar la pelota entre un grupo de personas que están reunidas,
que han sido elegidas por el destino o por la consciencia inconsciente para
estar juntas y poder producir el juego de la pelota de oro. Me temo que todo
esto resulta demasiado oscuro, pero, cuando se llega a la materia de lo
inconsciente, las cosas se tornan oscuras porque solo somos parcialmente
conscientes de ellas. Aunque estoy seguro de que esos símbolos se refieren a
las cosas sumamente importantes. Como ven, esto ha sido expresado en el griego
to en to pan, que significa que el todo es el uno o el uno es el todo8,
representado por el ouroboros, la serpiente que traza el círculo perfecto al
morderse la cola. Se trata de la misma idea que une a los muchos en el uno y al
uno en los muchos. Sr. Allemann: Creo que en la India hay la misma idea en
neti, neti. Dr. Jung: Así es. Ni esto ni aquello. En cualquier caso, es la
misma idea. Por ejemplo, en el lenguaje cristiano simbólico, Cristo proclama:
«Yo soy la vid, vosotros los sarmientos». Por ello, la idea suprema que enseña
Zaratustra es que el superhombre es idéntico a una pelota y la pelota es el
globo, la redondez absolutamente perfecta que expresa el hombre primordial, el
hombre que era antes de ser desmembrado, dividido o separado, antes de volverse
dos. Es la idea del hermafrodita alquímico que une los sexos 9. Así que el
superhombre es una idea muy antigua y mística que aparece una y otra vez a lo
largo de los siglos. Sin duda, Nietzsche no era consciente de eso ni sabía
prácticamente nada de la literatura de la Antigüedad que contiene dichos
símbolos. Todavía no se había descubierto, aunque se han desenterrado muchas
cosas desde entonces. No conocía los paralelismos medievales y no pensó nunca
que la pelota tuviera alguna relación con el hombre primordial y absolutamente
redondo de Platón o con la sphairos de Empédocles. Sin embargo, esas ideas
vuelven una y otra vez, de modo que podemos preguntar al respecto: «Después de
todo, ¿qué es Nietzsche?». Solo es una repetición de uno de los viejos
alquimistas. Nietzsche continúa la filosofía alquímica de la Edad Media.
Ves como Jung no puede leer el Zaratustra de Nietzsche más
que en su propio esquema, es lo terrible de la filosofía entendemos al otro según
nuestras categorías, cuando Nietzsche hablo de Arquetipo, ver a Nietzsche como un
alquimista, no tiene nada que ver con la idea de Nietzsche que está más cercana a un diluir toda idea todo centro, pero mi interés está en pensar a un Cristo que no se abstraiga, es decir
que no se separe del mundo y ese es el Zaratustra de Nietzsche un anticristo,
pero ¿Porque pedirle al Cristo que no se aparte del mundo que viva su
existencia plenamente? Aquí me quedo pensando en Van Gogh y su oreja ¿Por qué se la corto? Y al parecer
mucho tuvo que ver el misterio pascual ese abstraerse como un Cristo e ir a
salvar al mundo, redimirlo en su pintura, Y como Cristo se vio rechazado por su
pueblo que iba a redimir Arles que hoy ama a Van Gogh en su tiempo lo odio, él
quiso encontrar el amor en sus putas a las que veía como María Magdalena no por
nada la tradición cuenta que la Magdalena llego a Francia, pues bien el buscaba
su María Magdalena y lo que encontró fue la cruda realidad, que fue mucho más
cruda con la llegada de Gauguin quien si tenía éxito con las putas, ese éxito provoco
la ira de Van Gogh quien llego a discutir brutalmente con Gauguin hasta
amenazarlo con el arma con la que luego se cortaría la oreja , la oreja de un
toro vencido , crucificado entregado a la puta que nunca lo amo y entonces a Diferencia de Gauguin que no quería
salvar a nadie que disfrutaba su existencia en este promiscuo mundo, Van Gogh
quiso salvar a un mundo que no quería ser salvado, al final de alguna manera
ese mundo es redimido en su pintura y la desgracia recae toda en Van Gohg, pero
ahora si vemos el proceso de conquista y colonización de América y de sus
pueblos originarios, este proceso de abstracción que va a la experiencia para
luego volver a abstraerse, resulta terrible, porque en tu mente tu ves al mundo
necesitado de salvación, pero eso es una locura porque más bien tu salvación será
una maldición y entonces ¿No debemos abstraernos? ¿Debemos aceptar la
existencia tal cual es? No, si la cultura occidental ha parido filosofía,
ciencia es porque se abstrajo y en esa abstracción provoco evangelio, provoco
revolución, es decir supero el mundo tal como lo conocía para ir a un mundo
mejor ¿Renunciamos a la locura del progreso? No, la
conciencia que se abstrae cree estar en dominio de la verdad y nos pide a todos adecuarnos a su abstracción
a su representación del mundo pero ya hoy esa conciencia se da cuenta que su abstracción es solo eso un mal
entendido, bueno no todos se dan cuenta de esto, pero lo que si lo hacen han
alcanzado una sabiduría importantísima que oriente había alcanzado mucho antes,
ahora occidente le puede devolver el favor a Oriente enseñándole que su fluir
es también una abstracción y como tal un mal entendido, pero Oriente y Occidente
han dejado de dialogar, están en guerra, quizás por eso antes que nos envuelvan
a todos en su guerra de redes ,en el Perú sería posible esclarecer este punto.
Empecé este cuento
con un cuento Shipibo, si lo has leído te darás cuenta que es muy distinto, aquí
realmente hay una afirmación de la afirmación en la contrariedad y lo tanático
no está sublimado en una conciencia abstraída, sino que los niños matan a la
abuela, cuelgan su sexo descuartizado en un árbol, se la dan de comer a sus
hijos y encima se burlan, no hay la culpa de una conciencia abstraída, hay el
fluir de la voluntad afirmándose hasta su ascenso a las estrellas, cambiando en
ese proceso transferencial en diversas formas al final los niños son solo
Koshi, es decir poder , ese poder que está en las plantas y en toda la naturaleza, y
entonces ¿Este es el camino fluimos en nuestra voluntad, sin ninguna culpa,
asesinando como animales, hasta llegar a las estrellas? No se necesita ver la
abstracción de la voluntad de poder en el basho en el campo ontológico de
nuestra existencia, que no es más que nuestro campo de conciencia, donde hay
una subjetividad que se diluye creando un camino, que se escribe en kené, pero
que no es el camino, por más ayahuasca que me meta, la conciencia abstraída debe
profanar a la conciencia que baila en la
existencia. Pero sepamos más sobre el
pueblo Shipibo Konibo y su grandioso arte:
El indígena existe por el territorio. El día que le quitas
(el territorio) estás destinándole a un significado muy grande donde se va
acabar como cultura, como pueblo (…) El territorio para nosotros es el
territorio sagrado, es (así) porque está fuera de lo que es la tierra, de lo
que se cultiva. Aquí están los espíritus nuestros, nuestra cosmovisión política
social; todo se trabaja acá, nuestra diversidad. Entonces, es sagrado todo lo
que es nuestro, porque el gobierno, los occidentales, marcan muy diferente lo
que nosotros pensamos. La selva, el bosque, el aire, los cerros son nuestros,
no podemos dañarlos porque voy a morir si lo daño, yo dependo de los cerros, de
la tierra, de las plantas; hay una interrelación de interdependencia; para los
occidentales el territorio es mercado (…)”. Santiago Manuin
El testimonio de Manuin permite apreciar que la noción de
los pueblos indígenas sobre su territorio parte desde su cosmovisión e implica
una interacción con los seres que viven en su entorno: espíritus, bosque, aire,
etc. Es decir, no se trata de una relación jerárquica donde el hombre se
superpone a la naturaleza, sino de una relación de complementariedad e
interdependencia.
Sánchez planteó la existencia de cuatro espacios grandes:
Mundo de las aguas, Jene Nete; Nuestro mundo, Non Nete; Mundo amarillo, Panshin
Nete; y Mundo maravilloso donde está el sol, Jakon Nete. Cada uno de estos
mundos alberga diferentes seres que, a su vez, interactúan entre sí de diversas
formas.
Considerando esta propuesta, se procedió a dialogar con las abuelas
y los abuelos acerca de las denominaciones de los mundos y los seres. Así, se
comprobó que las y los pobladores distinguen con facilidad los nombres de los
diversos seres que existen en los espacios. Sin embargo, ellos no reconocieron
Jakon Nete ni Panshin Nete, mas sí Non Nete y Jene Nete, de los cuales el
primero fue concebido, en cierto modo, de forma distinta a lo planteado en el
Ojo Verde. La diferencia entre una y otra propuesta radica en que las y los
pobladores shipibo concluyen que dichos seres existen y viven en diferentes
espacios, como Nai ‘cielo’, Niwe ‘aire’, Jene ‘agua’ y Mai ‘tierra’9 . No
obstante, todos estos espacios forman parte de un solo mundo que es Non Nete
‘nuestro mundo’. Siguiendo esta perspectiva, corresponde revisar la noción de
territorio para el pueblo Shipibo. En los inicios, para el pueblo Shipibo, el
cielo estaba muy cerca de la tierra y no necesitaban el fuego para cocinar la
carne u otros alimentos, pues el sol podía hacerlo. Esta información forma
parte del mito Xopan bakebo ‘Los niños del xopan’, en el cual se mencionan
diversos aspectos culturales del pueblo, y que, además, resulta importante pues
marca una etapa de separación entre el cielo y la tierra. Si se parte de la
cosmovisión, este mito es uno de los más relevantes, pues demuestra el
pensamiento del pueblo acerca del espacio donde ha vivido desde siempre. En
esta etapa, el territorio se concibe como el mundo Non Nete. A) El espacio de
Non nete ‘Nuestro mundo’ “Non nete es este mundo donde vivimos, donde hay vida”
(Bawan Pena, Luisa Rodríguez Silvano, 58 años). El pueblo Shipibo tiene su
propia noción acerca del espacio donde vive y ha vivido tradicionalmente, noa
jain ja, la cual difiere del concepto de territorio (espacio geográfico o
superficie terrestre) que se ha tomado en cuenta hasta la actualidad. La
diferencia radica en que las y los shipibo conciben su espacio como un todo
interrelacionado, que en palabras shipibo sería el Non nete, lo que tendría su
correlato con la palabra castellana ‘mundo’ o, para ellos, también, ‘día’. Por
lo tanto, de acuerdo a esta línea, a partir de ahora se considerará al
territorio como mundo.
“Todos tienen relación, porque el ser humano no puede vivir
sin agua, nosotros no podemos vivir sin agua, ellos no pueden vivir sin agua,
sin los peces que hay abajo. Pero, es otro mundo, ahí hay otras especies, en la
tierra están los seres humanos. Todo eso es el mundo, el agua, la tierra, el
monte donde viven los animales. El agua es jene, la tierra es mai, el monte es
diferente porque nosotros no podemos vivir en el monte, niimera, el cielo es
nai” (José Rodríguez, 68 años). Este mundo se refiere a los diferentes
espacios, ocupados o no por las y los pobladores shipibo, y a la relación de
interdependencia entre los seres que en esos lugares habitan. Como comenta el
abuelo Rodríguez, cada ser tiene su espacio, pero ninguno de ellos puede vivir
independiente de los otros seres o recursos. Así también, menciona las
denominaciones en shipibo de algunos espacios, como agua, tierra, monte y
cielo. “El mundo significa con bastantes plantaciones, aves. Este es el
Ucayali. La zona, la tierra. A este lado está el cerro donde se encuentran
varios animales, por ejemplo, aquí está el tigre negro wiso ino. Está también
en castellano y en dialecto. El sol como se ubica, la luna y las estrellas. Eso
es que nosotros como humano le conocemos totalmente. Acá en nuestro idioma es
nai koi, la lluvia también. Y acá se ve hombres que manejan los curanderos, en
nuestro idioma es joni yobe ‘curandero’. Acá son las casas donde ellos viven o
donde ellos moran. Estas son plantas que le llamamos kawa y yacuruna que le
llaman en castellano. Estas plantas son los que ellos preparan para que vean
visiones espirituales. Ahora este es el hombre meraya, un hombre sabio que
tiene mucho conocimiento, muy sabio espiritualmente. Esta es la planta que le
llamamos xono ‘lupuna’, de ahí aprenden ellos sus conocimientos. Aquí hay una
soga que está arrimada encima de los árboles, esa se llama ayahuasca, en
nuestro idioma es onin. Estos son los vegetales que ellos toman para que ellos
tengan ese conocimiento, esas manifestaciones espirituales, para que ellos
puedan curar, puedan adivinar en esa forma. Acá también tenemos que le dicen
yoshin koshkino nosotros decimos, pero en castellano es arco iris. Esto estamos
haciendo lo que se conoce humanitariamente, aquí en nuestra zona como la selva
o el Ucayali que hay en este mundo, que existe en nuestro mundo. Este es una
serpiente grande que le llamamos ronin, en castellano es yacumama. Acá están
los bufeos grandes. Y este es un animal que siempre se convierte en una lancha
y nosotros le llamamos a esto akoro, en castellano es yacuruna. Esta forma es
una fiera grande en el agua, que cuando siempre sale al aire, se convierte en
una lancha en la noche. Estos son sus soldados, su gente aon jonibo, porque
esta lancha tiene su tripulación, diferentes espíritus ahí que se encuentran.
Acá viven los shipibo. Antiguamente así vivían ellos, o sea que aprendían de
todas las plantas que hay aquí y de ahí aprendían todas las cosas para que
hagan su maldad, para curar, para que hagan sus cosas, sus amarres a una mujer;
de ahí para que tengan su defensa. Estos hombres manejaban a esto como su cría.
O sea que, antiguamente, hombres así como nosotros manejaban tremendas fieras
que existen en nuestro mundo. Por eso, antiguamente, esta clase de gente
‘curiosos’, a veces, le hacían robar a estos animales a otras personas y se
perdían o sea que le llevaban. Esta clase de gente, o sea brujos o merayas, esa
clase de gente para que a uno le tengan, le hacen perder; o sea, que le hacen
comer, le hacen tragar. En este mundo existen estos animales.
Todo este es el mundo, Nete. Este también le conocía, de
aquí aprenden. Ahí está la sirena que estos hombres le manejan a estos y a
estos. Totalmente que este animal es un puma y es el rey de la selva, de la
montaña. Este es el único animal que existe en el mundo, el más grande, el rey
de la selva, de la montaña. Este es el único animal más fuerte que hay de todos
los animales y este se convierte también en persona. Este animal le mueve a la
tierra cuando ruge fuerte, hasta ahorita hay”. El mundo shipibo es el espacio
donde viven las plantas, los animales, los astros, las casas, los seres
espirituales, los seres de otros espacios, los curanderos, entre otros. En ese
sentido, las y los pobladores de las diferentes comunidades coinciden al
respecto y hacen la misma relación, es decir, conversar sobre el mundo es
aludir a los seres que ahí habitan. Según esta perspectiva, los seres de los
diferentes espacios confluyen desde su cosmovisión y es un todo vinculante. La
cosmovisión del pueblo, respecto a su espacio de vida, es cíclica y siempre
está relacionada al vivir bien. Además, es vinculante, dado que relaciona
plantas, aves, animales, astros, seres espirituales, es decir, todo aquello que
existe y se enlaza con su vida.
¿Y entonces se trata de 4 mundos o de un mundo que integra a
todos?
Yo creo que se trata de un mundo que integra a todos pero en
este video el expositor se afirma en la idea de 4 mundos
https://www.youtube.com/watch?v=V3yDYhApDOs
Así todo la idea de un mundo en el fluir de la abstracción de nuestro inconsciente
aflorado por la bebida de la ayahuasca me parece más consistente, por lo menos
es eso lo que se “lee” en el Kené:
https://cdn.www.gob.pe/uploads/document/file/8958/ba_55e5d10491fe9.pdf
1.
Los nombres de los diseños El principal equívoco
cuando se aborda el estudio del kené es querer interpretar su significado como
si los trazos geométricos, las curvas y las líneas que forman los diseños
fuesen estrictamente representaciones figurativas de alguna cosa. Hay un
aspecto figurativo en el kené en la medida en que los trazos son llamados con
nombres de animales y cosas que permiten recordar su contorno estilizado. Estos
nombres designan los diseños pero pueden variar de lugar en lugar y no
encierran todos sus significados. Como señala Els Lagrou (2007a), estudiosa del
kené de los cashinahua (que tiene muchas semejanzas con el kené de los
shipibo-konibo), el hecho de que algunos trazos de kené sean llamados con el
nombre de un ave, una parte del cuerpo o una estrella, por ejemplo, no quiere
decir que tal trazo sea simplemente una imagen de tal ave ni que su función sea
representarla como si se tratase de un simple código visual designativo. Para
comprender los múltiples significados de los diseños es mejor dejarnos guiar
por las explicaciones dadas por las propias mujeres diseñadoras shipibo-konibo.
Reshin Wesna, por ejemplo, le explica a su hija los nombres de los diseños que
adornan los chitontes, o faldas pampanilla, de la siguiente manera: Hija,
existen diseños con diferentes nombres. Los nombres varían porque los del alto,
medio y bajo Ucayali no hablamos igual. Existen “Diseños Arqueados”, que
representan las hojas de los árboles y también líneas arqueadas. El “Diseño
Recto” representa los árboles que son rectos, este es un diseño antiguo. El
“diseño Hueso” representa al hueso de los pescados que están amontonados cuando
comemos. Al “Diseño Cola de Alacrán” también se le conoce como diseño arqueado
y representa a un alacrán con la cola levantada; el “Diseño Dientes de Piraña”
son líneas en zigzag que adornan los bordes de las pampanillas y representan
los dientes de una piraña. El “Diseño Araña” representa el enredo de la tela de
la araña; el “Diseño de Flores” son pequeños bordados de diferentes colores que
representan a las flores que decoran las pampanillas. El “Diseño Cola de
Pescado” tiene la forma de un palo con horquilla que representa la cola de un
pescado. El “Diseño de Cruz” es elaborado para recordar la muerte de nuestros
seres queridos. Existe también el diseño de canasta (Asociación Noi Rao 2006:
93-4).
Las líneas que bordean las pampanillas también tienen
nombre: “línea estrella, línea vagina de perra, línea uña de gato, línea
cadena” (Asociación Noi Rao 2006: 94). Otras artistas mencionan que hay ciertos
nombres de diseños que designan partes de la fisonomía de los animales, como
por ejemplo los ojos (vero), la cabeza (mápo), las alas (pechi), las manos
(mequén), los seres humanos (jóni), las anacondas (ronin), las aspas (axtá) y
las cruces (corós). Estos nombres también se refieren a algunos trazos
característicos de la estructura de los diseños (Morin 1998; Gerbhart-Sayer
1985: 148).
Bero, que significa ‘ojo’ o ‘semilla’ denomina a todos los
campos pequeños, que pueden ser redondos, cuadrados o triangulares, y que
normalmente se hallan ubicados al final o en el vértice de una línea principal.
La mayoría de las veces su interior es rojo o amarillo, a veces azul (Illius
1994a: 195). Las mujeres también diferencian los diseños finos, curvilíneos,
llamados birish mayá kené, rectilíneos (ponté huixá) y perpendiculares (nia), y
los diseños anchos y rectilíneos, llamados canóa kené (Illius 1994a: 201). La
palabra canóa remite al armazón de la vivienda o cualquier tipo de “enrejado” o
“andamio”, y se utiliza para designar la red de los trazos de diseños que
envuelve la superficie de un cuerpo. Según las mujeres existen modas y, a
veces, algunos diseños están más a la moda que otros. Además, explican que las
diseñadoras siempre tienen gran curiosidad por conocer los diseños hechos por
personas de otros grupos étnicos y están dispuestas a incorporar nuevos trazos.
El kené es un arte vivo y cambiante. Por ejemplo, dicen que en el pasado, hace
unos cincuenta años, los diseños anchos y rectilíneos canóa estaban más a la
moda, pero hoy en día prefieren hacer diseños finos y curvilíneos mayá. Uno de
los diseños más utilizados actualmente, especialmente en los bordados de los
chitontes, es el diseño del vero-yoxin, “el espíritu del ojo”. Consiste en una
serie de líneas curvas arregladas alrededor de una cruz central. Las modas
cambian con los años, con las influencias de los pueblos vecinos y, en la
actualidad, con las oportunidad y las demandas del mercado de artesanías (Herlinda
Agustín, entrevista personal; Illius 1994b).7 El hecho de que haya tantos
nombres de diseños no quiere decir que la llave para entender el sentido de los
diseños resida únicamente en sus múltiples nombres. Basta escuchar las
explicaciones de otra mujer de gran conocimiento, Agustina Valera, para darse
cuenta de que se trata de una compleja polisemia. Refiriéndose al “diseño
arqueado” mayá kené, que en este caso es traducido en castellano como “diseño
con curva”, Agustina nos deja ver un horizonte de significación totalmente
diferente: Hay diseños con curvas, el diseño de espina de pescado, el diseño
metiinko. El diseño con curvas siempre va acompañado de la cruz. Esta es la
cruz que nuestros abuelos paraban hundiéndola en el suelo cuando celebraban el
Ani Sheati; a esta cruz amarraban un maquisapa u otro animal y lo flechaban […]
El diseño con curva es porque las muchachas y los muchachos solteros van dando
vueltas buscando de todo. Este es el significado del diseño con curva. De igual
manera, nuestro río no va derechito sino serpenteando, unas curvas son grandes
y otras más pequeñas. Es por esto que los que ejecutan el mashá cantan: “el río
va dando vueltas”. Estas curvas nosotras las diseñamos. Los diseños pequeñitos
representan la gran cantidad de gente que asistía invitada al Ani Sheati. Los
adornos en forma de ojo representan nuestras comunidades (Valenzuela y Valera
2005: 63).
Para Agustina no se trata de asociar simplemente un trazo a
un ave o animal, sino de establecer una relación entre un trazo y algún aspecto
significativo de la vida de sus padres y antepasados, especialmente de las
actividades rituales de las mujeres que marcan la identificación entre la mujer
y el flujo de su sangre con el flujo del caudal de los ríos. El mashá es la
danza que las mujeres realizaban durante la celebración de la menarquía, el ani
xeati (también escrito ani sheati), lo cual quiere decir “la gran fiesta de la
bebida” o la “gran maseteada”. Esta fiesta era, hasta hace unos cincuenta años
atrás, la principal celebración ritual colectiva del pueblo shipibo-konibo. Era
organizada con dos o tres años de anticipación, durante los cuales la pareja
anfitriona de la fiesta y sus allegados preparaban las chacras de yuca, criaban
los animales y hacían las cerámicas y todo lo necesario para sustentar a varios
centenares de invitados durante un mes o más. Todas las personas en las
comunidades vecinas a lo largo del río eran convidadas para cantar, bailar y
emborracharse, bebiendo grandes cantidades de masato fermentado en grandes
tinajas cubiertas de hermosos diseños (Morin 1998; Roe 1982). Durante la fiesta
también se ejecutaban sacrificios de animales de caza y se realizaba la
operación de corte del cerquillo del pelo y la circuncisión de los genitales de
la joven púber, hija de los anfitriones (D´Ans 1994). La fiesta celebraba el
correr de su sangre e identificaba la nueva mujer fértil a la anaconda
primordial ronin, hoy en día también llamada “yacumama” en quechua regional, el
espíritu “madre” de las aguas y del ayahuasca y origen cósmico de los diseños
kené. Este es un tema al que regresaremos más adelante. Por el momento,
queremos subrayar que, como muestran las palabras de Agustina, existen
múltiples capas de significación de los diseños (Soria 2004; Leclerc 2003a). 2.
Los diseños como caminos Un aspecto clave de la polisemia del kené reside en la
asociación de los grafismos con el concepto de “cano”, “camino”. Según el
pensamiento shipibo-konibo, los trazos plasman una armazón (canóa) de caminos
por los que se movilizan los seres, viajando, comunicándose entre sí, y
transportando conocimientos, objetos y poderes. Existen caminos en todos los
ámbitos de lo existente, desde la escala macro hasta la micro. Según Heath
(1980), en la escala astronómica, los trazos del kené representan los caminos
de estrellas de la vía láctea. Illuis (1994) también sostiene que los diseños
sobre las cerámicas representan la bóveda celestial, proporcionando un modelo
microcósmico del universo. En la escala geográfica, los diseños son asociados a
los caminos de los ríos que serpentean en la selva. Esta idea es expresada por
la propia Agustina Valera, como vimos
arriba. También es expresada en la siguiente cita, juntamente con la idea de que
los caminos de los diseños pintados y bordados están también íntimamente
identificados al cuerpo de las personas: Los diseños somos nosotros mismos,
nuestro propio río, todos nuestros adornos (Valenzuela y Valera 2005: 64). En
la escala antropomórfica, los diseños son los caminos de los adornos que
embellecen y completan el cuerpo humano, especialmente el cuerpo de las
mujeres, quienes más usan y hacen diseños en la piel y la ropa, y quienes
tienen una relación de identificación con las aguas y el flujo de los ríos. El
cuerpo de la mujer también es semejante a las grandes tinajas de cerámicas,
llamadas chomo, en las que fermenta la bebida que corre en las fiestas,
emborrachando y alegrando a los invitados. Como la tinaja que contiene masato,
la mujer lleva al feto y lo hace crecer en su vientre. La tinaja grande nos
representa a nosotras mismas, lleva puesta la pampanilla de la mujer shipiba.
Así como bordamos nuestra pampanilla, así adornamos la tinaja (Valenzuela y
Valera 2005: 62). En la escala de la flora, los diseños reproducen los caminos
de las nervaduras de los tallos y las hojas que transportan la savia y el poder
de las plantas rao. Estas nervaduras de las hojas son, en efecto, llamadas ca,
radical de la palabra cano, “camino”. Según el pensamiento shipibo-konibo, los
caminos de transmisión de conocimientos y energías de las plantas rao se
ramifican en versión diminuta en las nervaduras más pequeñas de las hojas.
Estos diminutos diseños de las hojas contienen un gran poder terapéutico puesto
que es en la punta donde se concentra el shama, la “potencia acumulada”, de los
seres. [E]l poder proviene del interior del árbol y se concentra en sus
extremidades (Colpron 2004:282). Los brotes tiernos de las hojas son la parte
de la planta en la que se concentra el mayor poder: Los conocimientos, dice
[Justina], emergen del fondo de los árboles y surgen por los retoños. Estas
pequeñas ramas son asociadas a los caminos (canobo) por los cuales las rao
transmiten su saber, pero que también permiten viajar en las regiones lejanas
(Colpron 2004: 289). Las hojas de las plantas y la armazón de los caminos de
las nervaduras por las que fluye la savia perfumada son un modelo diminuto de
los caminos del universo, los ríos del paisaje y la fuente de los conocimientos
que circulan dando vida a los seres.
Igualmente, en los trazos del kené se encuentran todos los
caminos por recorrer, todos los flujos de comunicación, desde los más grandes
hasta los más pequeños, los cuales por ser los más pequeños y tiernos son
también los más poderosos. Finalmente, en el plano espiritual, algunos diseños
están asociados a los caminos que unen los vivos a los muertos. Especialmente,
el camino del vero-yoxin, el “espíritu del ojo” que deja el cuerpo del difunto
y sigue dos destinos opuestos. Por un lado, el vero-yoxin toma el camino hacia
el cielo, donde se transforma en un ser celestial. Por otro lado, su sombra
permanece caminando en las nubes y la tierra, comiendo la basura de los
poblados y asustando a los vivos con sus silbidos.8 El diseño del espíritu del
ojo, tan popular hoy en día, traza el camino del recuerdo de los muertos y del
retorno de los ancestros que solían reunirse en el pasado para celebrar juntos
la fertilidad de los vivos durante el ani xea .
El recorrido que hemos realizado por los caminos de los
significados del kené nos ha permitido demostrar que los diseños shipibo-konibo
son mucho más que objetos estéticos. Se trata de una compleja elaboración del
cuerpo de las personas y los objetos a partir de la cosmología y la organización
ritual. En el kené se da la unión de la estética y la medicina, y se genera una
conjunción de los sentidos. En el kené se encuentran la vista, el oído, el
tacto y el olfato, y también lo bello, lo terapéutico y lo correcto, lo
material y lo inmaterial. Esta conjunción de los sentidos es característica de
la noción shipibo-konibo de kikín: “belleza”. Este concepto indígena que atañe
a criterios estéticos, se refiere a un conjunto de nociones sobre lo que es
“correcto” y “bello”. En su origen, kikín implica una experiencia visual,
acústica u olfativa provocada por la armonía, la simetría, de las realizaciones
cumplidas con la mejor exactitud posible o de los refinamientos culturales […]
Pero el término no se limita en una experiencia sensorial, incluye valores
morales como la sutileza, la pertinencia, la viveza, y la conveniencia cultural
(Gerbhart-Sayer 1985: 161). Las habilidades de ver y hacer kené reposan sobre
la mimetización del ser humano con la energía de las plantas rao, las cuales, a
su vez, manifiestan los poderes generativos de la anaconda primordial, “madre”
del ayahuasca, del piripiri, de las aguas, y de todos los caminos y los flujos
de comunicación y transformación. La identificación del ser humano con la
anaconda por medio de la aplicación de diseños está explícita en la expresión
que suele ser usada para designar el proceso de pintarse el cuerpo: ronin
rakati, que significa “echar la anaconda (en la piel)” (Barbec de Mori y Mori
Silvano de Barbec 2008: 13). Los diseños de la punta de la cola de la anaconda
son los más tiernos y por lo tanto los más poderosos, puesto que en la punta es
donde se encuentra el shama, la “potencia acumulada”. Todas las formas
visuales, olfativas, sonoras y táctiles de los diseños shipibokonibo son
manifestaciones y celebraciones de la belleza de la anaconda que los inka
eternos lucen con todo esplendor en el cielo. El diseño es lo que con su
belleza nos hipnotiza, luego se convierte en yacumama. La misma yacumama es
nuestro diseño (Valenzuela y Valera 2005: 62).
Ahora podemos hablar de un Zaratustra Koshi kene comprendiendo
que el Zaratustra es en nuestra lógica el misterio Dharmico invertido en su
afirmación de la afirmación en la contrariedad un eterno retorno de lo mismo
para provocar la diferencia un fluir de la anaconda, pero como tal una
abstracción existencial en un empirismo absoluto que se desintegra y como tal
necesita del misterio pascual de una abstracción ideal que para el fluir para
volver a comenzarlo un Chaupi Quipu que
vuelva a amarrar el koshi del kené y entonces si es necesario salir del mundo, apartarse
como un santo ermitaño pero para luego volver a él con un Kené más fuerte que lo haga fluir, pero y si ¿El
kené no está llevado por la anaconda
sino por fluir de la información en el capitalismo tardío? Pues hay que amarrar al espíritu y a la
voluntad Chaupi Quipu y desamarrarlos para provocar un desborde apocalíptico y
asi arruinar los sendos funerales que se están cantando en honor a lamuerte del
hombre de su historia y de Dios.
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