miércoles, 24 de julio de 2024

Desanudando el quipu ←Quipu Chaupi ←Koshi kene

 

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Espíritu integrado

Séptimo cuerno

Biodramaturgia VII

Para poder hacer brotar el séptimo cuerno del cordero fue necesario ir a lima y me encontré con el Kené y con el koshi kené  desanude el Quipu chaupi que es lo último que quiso hacer Eielson y que no logro   tuvo que haber conocido a la cultura amazónica para poder hacerlo, siendo mi mujer de la selva yo pude desanudar los quipus y hacer brotar un rio de estrellas

 

El Kené es la manifestación artística más elaborada del pueblo shipibo-konibo y, probablemente, de toda la amazonía peruana; por la variedad y complejidad de sus diseños, la delicadeza y trabajo de sus acabados, la profundidad de sus significados. El Kené es misterio profundo (shini), mapa del cielo, camino de los ríos, piel de las serpientes, nervaduras de las plantas, visiones producidas por la medicina. A pesar que hombres y mujeres shipibos pueden ver Kené, tradicionalmente han sido ellas quienes, desde tiempos inmemorables, han trazado estos diseños para sus vestuarios, sus cerámicas, su vida diaria. A medida que el contacto urbano se fue incrementando, este arte nativo hecho por mujeres fue inundando los mercados artesanales convirtiéndose así en un medio importante de supervivencia económica y resistencia cultural. En los últimos años muchas de estas creaciones han comenzado a ser valoradas artísticamente y exhibidas en museos y galerías. Koshi Kené (El poder del Kené) es una instalación de arte contemporáneo shipibo-konibo trabajada colectivamente junto a Olinda Silvano, las mujeres muralistas de Soi Noma y el artista Harry Chávez. Koshi es la energía o fuerza positiva que emerge del cosmos a través de las plantas rao o medicinales, las visiones provocadas por estas plantas, ya sea la ayahuasca o el piri piri, se materializan en los diseños Kené que no son solo estéticos sino también rituales y terapéuticos. Nuestra idea es recuperar y transmitir esa ritualidad sanadora creando un tránsito-trance en el espacio provocado por los caminos de un laberinto en forma de Ronin (serpiente) kené, para generar una mareación similar a la que sucede cuando se consumen plantas medicinales o cuando se navega por los ríos. Desde que llegó a la ciudad y se convirtió en mural el Kené empezó a dialogar con lo contemporáneo, pero sin perder su esencia de identidad, de colectividad, de comunidad. Olinda Silvano como dirigente y activista ha empoderado a muchas mujeres shipibas en su trabajo y en la acción muralista, porque para ella el Kené es un arte de colaboración y participación, un ecosistema donde debe primar el bien común y el buen vivir. Hacer kené de esta manera es también una práctica política, una resistencia que busca embellecer y trasformar la vida de quien penetra en sus geometrías y visiones. Los invitamos a viajar dentro este laberinto porque el Kené es diseño, pero también es poder, es medicina, magia, ecología y memoria de un futuro más hermoso y justo al cual deberíamos volver si es que verdaderamente queremos renacer.

 

 

 

Hoy, la noción de chamán ha sido codificada desde el arco de los pueblos que conservan la memoria y las tradiciones de las culturas ancestrales. Por ello, para las ciencias sociales, el chamán es el personaje que, dentro de un entorno restringido y concreto, funge como mago, sanador, emisario de los dioses o como alguien con la capacidad de canalizar en su cuerpo y su espíritu las fuerzas de la naturaleza. Esta idea –hoy aceptada en casi todos los círculos académicos– sostiene que los chamanes habitan en los márgenes de la civilización. Sin embargo, si decidimos expandir nuestro concepto o ser más laxos, el término también puede referirse a los magos y a los emisarios que se mueven en el centro mismo de la civilización. Dentro de las sociedades industrializadas han emergido figuras especiales que, de una manera inusual, son también chamanes. Por ejemplo, si aceptamos que el término se puede aplicar a creadores excéntricos como el artista alemán Joseph Beuys (1921-1986), entonces los chamanes existen y operan en varios espacios de la modernidad.

El término shamán proviene de las lenguas tunguses (Siberia) y significa “el que sabe”. Un chamán es así una figura que hace predicciones, prácticas curativas, invocación a los dioses y que, al tener una conexión especial con la naturaleza, suele ser un buen consejero sobre la conducta, por lo que tiene la capacidad de modificar la realidad o la percepción de ella. En el caso concreto de las culturas americanas, los chamanes son miembros activos de la comunidad desde la época prehispánica, centrándose, fundamentalmente, en rituales para la cosecha y para augurios de buen tiempo.

El poeta y artista visual Jorge Eduardo Eielson (1924-2006) –figura brillante y polifacética que nació en el Perú y vivió en diversos países de Europa– fue un ser que exploró la creatividad y el conocimiento de una forma poco ortodoxa. Su interés por la cultura universal, por las expresiones artísticas de vanguardia, así como por los saberes ancestrales del Perú, le abrieron una perspectiva nueva. Por ello el exilio prolongado de su tierra natal responde a una doble búsqueda: a su deseo de acercarse y nutrirse de la producción artística “internacional” y, paralelamente, a la necesidad de jalar su inspiración de la cultura peruana.

De naturaleza inquieta y profunda, Eielson exploró sus dotes intelectuales nutriéndose de la literatura universal, de la filosofía europea, así como de los paradigmas  científicos de los siglos xix-xx. A la vez, abrió un espacio de búsqueda espiritual dentro del budismo zen. Esta perspectiva múltiple le hizo tomar conciencia del mundo y la realidad desde su propia experiencia de exiliado y nómada; pero esto es solo una pequeña expresión de su versatilidad, ya que encontró en la poesía y el arte el último reducto de un humanismo casi extinto, de un humanismo que podía ser practicado en los márgenes del exhibicionismo moderno. Así, la poesía no era un simple ejercicio lingüístico o de creación artística, sino, de manera más compleja, un lugar de resistencia política. La poesía era para Eielson el último reducto desde el que se podía ser un chamán legítimo.

En las antiguas civilizaciones del Perú los quipucamayoc eran los matemáticos-contables que llevaban los registros de población y el control de las cosechas, pero también eran los responsables de registrar las narraciones y los mitos. Por lo mismo, tenían la autoridad de manejar información sobre las cuestiones administrativas y narrativas. El alto título otorgado a estos “conocedores” les confería el rol de visionarios, los autorizaba a manejar los datos de la población y las cosechas y, fundamentalmente, los convertía en hermeneutas calificadas para interpretar el cosmos.

Eielson quipucamayoc cubre momentos importantes de este hombre culto que recupera el rol del chamán latinoamericano, de este hombre que cubre instantes fundamentales de la cultura visual del Perú, de este hombre que reactiva la producción del quipu sudamericano, de este hombre que abre una perspectiva moral para renovar el mundo. Pareciera que solo una posición descentrada –la vida fuera de su país de origen– le podía conferir la objetividad para hablar con autoridad del Perú. Jorge Eduardo Eielson es uno de los poetas y artistas más críticos de su país y una de las figuras que más reprueba las sociedades de consumo. Sin embargo, Eielson no solo es un crítico, sino también un sanador que restablece el orden del cosmos a través de la contención y la liberación de energía concentrada en un nudo.

 

Via della Croce

frecuentemente
cuando estoy sentado
en una silla
y estoy solo
y no he dormido
ni comido ni bebido
ni amado
tengo la impresión
de caer en un abismo
amarrado a mis vestidos
y a mi silla
y de irme muriendo suavemente
acariciando mis vestidos
y mi silla
tengo la impresión
de caer en un abismo
y de improviso asistir
a una remota fiesta
en el fondo de una estrella
y de bailar en ella
tiernamente
con mi silla

 

 

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Cibernética de tercer orden ver el video desde una hora y tres minutos  

 

 

 

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