¿Qué es ideología? y como funciona:
Hay que decir las fuerzas progresistas (normalmente) no tienen
una ideología de género, sino lo dejan a la libertad de cada une de elegir su
propio genero y sexualidad. Por eso hablan de "enfoque de genero"
para referirse de desmontar las ideologías de género.
Andro Heim
Si lo tienen basta leer a Butler para darte cuenta aunque su
ideología sea la indeterminación de toda ideología. aquí te mando un dialogo
sobre Butler que tuve con mi hija:
Diacrítica Judith Butler y la performatividad de género
El video expone claramente la idea de performatividad de género:
https://www.youtube.com/watch?v=AqZdtYEGI_g
Explicándole a Amira
¿Existe algo más allá del texto?
Amira-Conociéndote la respuesta es sí y no
Muy bien porque solo podemos afirmar que hay algo más allá del
texto
Desde la fe, desde esta certeza interior así la idea que no
puede ser representada
Es el ser y en ella todo se une, nosotros usamos el uno para
representarla.
Amira-Pero te contradices porque dices que esa idea no puede ser
representada
Pero tú la representas.
No solo yo todos representamos a Dios aunque su nombre no pude
ser pronunciado, es más toda representación no es otra cosa más que un intento
por representar aquello que no pude ser representado.
Amira- Entonces la tal Butler tiene razón porque todo lo que hay
está en el plano discursivo
No, al contrario todo lo que hay está más allá del plano
discursivo nosotros vivimos en la ilusión del lenguaje, pero todo el lenguaje
apunto a eso que esta mas allá aunque desde Kant eso de apuntar a lo que está
más allá queda fuera del conocimiento poerque no puede ser probado.
Amira-¿Y lo que esta´ en el lenguaje si puede ser probado?
Por supuesto pero con trampa porque formalices el lenguaje y
diseñas la experimentación para que coincidan, ateniéndote no a la realidad
sino a tu marco teórico, según tu modelo de representración.
Amira-Otra vez la tal Butler tiene razón el conocimiento está
construido por el poder
Eso es cierto pero el más allá se invierte en un más acá y así
como hubieron metafísicas de la trascendencia hay ahora metafísicas de la
inmanencia, la metafísica es una mala hierba que nunca muere sinembargo al
perder la unidad del ser, ese esencia transcendental el lenguaje se deconstruye
Mirémoslo en mi esquema
1→0→1
El ser pasa al no ser para ser
Pero si se pierde la noción de ser de unidad trascendente
1→0→1/2→0→1/3→1/4→1/5…
Te fragmentas y nunca llegas al ser se produce lo que Derrida
concebirá como una metafísica de la ausencia
Abriéndose el conocimiento a muchos sentidos
Amira-Abriéndose el género a muchas posibilidades y el sexo
también porque para Butler todo esto es cultura no natural.
Por supuesto la ciencia es un producto del espíritu no de la
naturaleza, más el espíritu lo que quiere es encontrarse consigo mismo, pero el
hombre ha renunciado a ese encuentro y lo que quiere es dominar fenómenos y un
fenómeno es un producto cultural.
Amira-Pero Butler lo que quiere es desplazar el poder no dominar
fenómenos
Si abrir muchas posibilidades lo cual es un poder blando donde
lo que se busca es la indeterminación, aparentemente en esa indeterminación
somos todos iguales pero a rio revuelto ganancia de pescadores.
El problema es que desde el otro lado hay una destrucción
0←1←0
Que termina en una iluminación superando toda idea en la
experiencia pura
Pero Butler no quiere ir a los extremos, no busca ningún dharma
ni nirvana
Sino otras posibilidades que sean legitimadas y que les sirva a
los grupos marginales
Para empoderarse
1/6 ←1/7←1/8←1/9←1←0
Sin nunca llegar a la experiencia pura
Y entonces los conservadores que determinan el sistema poder
duro patriarcal y las progresistas que indeterminan el sistema poder blando
feminista están condenados a un bucle infernal de constante lucha sin jamás
encontrar la comunión.
Amira-Pero ambos tienen razón
Y ambos se equivocan, el fundamento de todo conocimiento esté en
la fe y su sentido está en la integración con el ser en un estasis que solo se
logra con la fe y en un estasis donde vives la experiencia pura en el no ser
descubriendo que el ser y el no ser son lo mismo en un estasis éxtasis de amor.
Amira- ¿Y ahí seguimos en el sistema o no papá?
Seguimos en el sistema, pero no somos parte de él, nuestro
lenguaje se hace poesía que revela al ser y nuestra acción develación de la luz.
Puede que el misterio del vacío espiritual
Este vivo en el corazón de un peregrino
Y que en cambio aun no posea el conocimiento de ello
Espera a la apertura iluminadora
Como si tu pecho se llenara de luz
Como cuando Dios dijo en el Corán 94:1
Acaso no nos te hemos expandido
Suplica esa expansión de amor
Medita únicamente en eso
Él está contigo.
No no tienen!
Indeterminacion de ideologia! Por eso digo "...desmontar las idologias de
genero."
Andru
Si la tienen si quieres realmente desmontar una ideología conoce
el trauma que la causa, Butler no sale del campo ideológico desplaza el poder,
para generar dentro de ese campo nuevas construcciones y poder empoderar a los
grupos marginales , por favor lee el texto a continuación para que puedas
comprender.
Psicoanálisis y política: la teoría de la ideología
de Slavoj Žižek.
George I. García
Carlos Gmo. Aguilar
Alterados
Cada
organización fantasmática,
individual o
colectiva, es la
invención de
una droga.
J. Derrida
También las
ideologías, en tanto
que han sido
revoluciones, son
elementos
afines en la lucha
por la
identificación humana,
y no sólo
piezas de museo.
E. Bloch
Un
inusitado vigor ha obtenido en la última década la crítica de la ideología,
después de que parecía diluirse tras los embates del pensamiento posmoderno. Atrapada
por algunos esquematismos propios del estructuralismo o por la declarada
condición posideológica de los últimos escritos de Adorno y Horkheimer, esta
crítica encontró pocos defensores cuando se avecinaron los tiempos de las
declaratorias de muerte. Muerte de la utopía, muerte de las ideologías, muerte
del arte; todas ellas parecían marcar el universo teórico / conceptual de las
“remozadas” ciencias sociales, y por supuesto de la filosofía al final del
siglo XX.
Tras
la caída del socialismo histórico vimos emerger posturas triunfalistas en el
capitalismo, las cuales variaron desde el “pensamiento sin alternativa” hasta
la muerte de la historia y la revolución. La mayor parte de las veces, quienes
sostuvieron estas posiciones efectuaron una suerte de mezcla pragmática de
ideas y valores para reivindicar la supremacía absoluta del statu quo [1].
No obstante, en medio de dicha orgía (posideológica, dirán algunos) el
pensamiento de Žižek ha transcurrido por nuevas rutas para sentar las bases de
una teoría lacaniana de la ideología, pasando por la dialéctica hegeliana y
recuperando algunos elementos de la teoría marxista del fetichismo.
La
teoría de la ideología planteada por este filósofo esloveno nos
permite, por tanto, retomar la discusión sobre las relaciones entre psicoanálisis y política que en un número
anterior de Página literal traía a colación Alain Badiou (2004). ¿Qué tiene que ver el lugar del sujeto con el estatuto del discurso
ideológico? ¿Es, desde el psicoanálisis, pensable la ideología como fantasma de
la política? Estas preguntas son centrales en la conceptualización de Žižek
sobre el tema de la ideología. A continuación, presentamos algunas líneas
generales para comprender los planteamientos de este autor, en los cuales el
psicoanálisis lacaniano aparece como un interlocutor fundamental para el
análisis social contemporáneo.
Los momentos dialécticos
En
términos generales, el esloveno caracteriza la ideología como la matriz
generadora que regula la relación entre lo visible y lo invisible, entre lo
imaginable y lo no imaginable, así como los cambios en estas relaciones (Žižek, en Žižek
(comp.), 2003: 7). Concuerda con Jameson,
quien, siguiendo a Marx –y a Lacan–, considera la ideología como una relativa
clausura a nivel representacional dentro de ciertas condiciones históricas que
limitan estructuralmente la producción de sentido de las sociedades y las
clases sociales en ellas [2].
Así,
el concepto de ideología no tendría nada que ver con la idea de una realidad
distorsionada o invertida, al menos no en un sentido representacional [3].
Para Marx, como para Nietzsche y Freud, el tema de la ideología apunta hacia
los fundamentos ocultos de los discursos y de la pretendida racionalidad en la
que ellos se basan, los cuales no enmascaran una realidad fundante, sino una
posición del sujeto enunciante que oculta los condicionamientos materiales de
su enunciación (cfr. Sloterdijk, 2003). Esta materialidad se refiere para Marx,
tanto como para Nietzsche y Freud, a una corporalidad atravesada por conflictos
de poder; más aún, constituida por ellos [4].
Žižek asume el
tema de la ideología como un proceso de producción de prácticas y sentido cuya
función es la producción y legitimación de relaciones de poder. El
análisis ideológico remite siempre a lo extra-discursivo, a prácticas que son
mediatizadas por el lenguaje, sin por ello agotarse en éste. Por ello,
siguiendo el análisis hegeliano de la religión –esa forma cultural que Marx
consideraba ideológica par excellence–, Žižek caracteriza la
ideología (y su crítica) a partir de tres momentos básicos: la ideología en sí,
en tanto que conjunto de ideas; la ideología para sí, en su materialidad
(aparatos ideológicos del Estado); y la ideología en y para sí, cuando entra en
funcionamiento en las prácticas sociales (Žižek, en Žižek (comp.), 2003: 16-24).
Como
señala el autor, estos momentos conforman el funcionamiento efectivo de la
ideología; sin uno de ellos, la ideología no podría condensarse en prácticas
sociales concretas, ni podrían éstas generar doctrinas o creencias. Žižek se
interesa particularmente en el último momento –la ideología en y para sí–,
cuando la ideología, sin embargo, parece dejar de serlo. Este momento es, por
ejemplo, en el que se da el fetichismo de la mercancía: allí la fantasía
capitalista se plasma en práctica social, y por tanto se muestra como síntoma de
esa misma fantasía intersubjetiva.
La
ideología en y para sí es condición de posibilidad de la identidad, en tanto
que el sujeto se inserta en estructuras simbólicas que regulan sus prácticas y
representaciones; tal como señala este teórico, “en la red de relaciones
intersubjetivas, cada uno de nosotros es identificado y atribuido a cierto
lugar fantasmático en la estructura simbólica del otro” [5]. Es desde esta red simbólica (y
eventualmente contra ella) que el sujeto formula, en primera instancia, su
visión –necesariamente parcial– del mundo.
Žižek
ejemplifica la ideología en y para sí mediante el caso de la conciencia en la
sociedad ‘posideológica’ capitalista tardía, la cual implica una serie de presupuestos
ideológicos necesarios para la reproducción de las relaciones sociales
existentes, aunque éstos sean pensados por esa conciencia como motivaciones
estrictamente utilitarias y / o hedonistas. De este modo, la ideología funciona
como una “elusiva red de actitudes y presupuestos implícitos, cuasi
‘espontáneos’, que constituyen un momento irreductible de la reproducción de
las prácticas ‘no ideológicas’ (económicas, legales, políticas, sexuales)”
(Žižek, en Žižek (comp.), 2003: 24).
En
tanto que referida a las prácticas sociales concretas, la efectividad de este
momento de la ideología no depende de la ignorancia de quien la ejerce. La ideología
entonces no depende, según Žižek, de que en su praxis los seres humanos no
lo saben (que actúan en beneficio de ciertos grupos de poder), pero
lo hacen (cfr.
Marx, 1986: 41), sino que perfectamente pueden saberlo, pero
actúan como si no lo supieran. La ideología en y para sí no radica en el saber,
sino en el hacer: por ello, en las sociedades centrales
contemporáneas, la ideología por excelencia sería el cinismo [6].
Para
Žižek lo propio de la ideología es el modo por el cual su contenido se
relaciona con la posición subjetiva implicada por su mismo proceso de
enunciación; la ideología racionaliza (en sentido
freudiano) discursivamente los motivos profundos por los cuales el sujeto
piensa o actúa de determinado modo. En esta medida, la ideología implica
siempre un ocultamiento: “para ser efectiva, la lógica de la legitimación de
la relación de dominación debe permanecer oculta” (Žižek, en Žižek (comp.), 2003: 15.
Énfasis del original). Toda ideología tiene como trasfondo una
organización fantasmática; por ello, como veremos más adelante, la ruptura con
la ideología nos remite al tema lacaniano de atravesar el fantasma.
La interpelación ideológica
Como
había planteado Althusser, la ideología necesariamente funciona interpelando al
sujeto; más aún, subjetividad e ideología se constituyen mutuamente.
Según este teórico, “la categoría de sujeto […] es la categoría constitutiva de
toda ideología, cualquiera que sea la determinación y el momento histórico”, a
la vez que “toda ideología tiene la función (que la define) de ‘constituir’ en
sujetos a los individuos concretos” [7]. Es posible y necesario para el análisis
marxista, pues, historizar los mecanismos y dispositivos concretos (de poder)
en la producción de subjetividades [8].
Siguiendo a
Lacan –como Althusser–, para Žižek el sujeto tiene el status de
una respuesta de lo Real [9] a
la pregunta del Otro, el orden simbólico (cfr. Žižek, 1997: 231-232) [10].
El sujeto es por sí mismo un vacío; la función libidinal de la ideología es
suturar esa falta [11].
Justamente porque existe esa falta en la estructura es que todos los modos de
subjetivación intentan reprimirla o llenarla. Este antagonismo fundacional del
sujeto –que éste no sea capaz de reconocer plenamente el núcleo traumático de su
ser (cfr. Žižek, 2003: 264-265)– es el principio a partir del cual Žižek asume
su lectura hegeliana de Lacan; así como para éste el sujeto, en tanto que
sujeto en falta, es antagónico, para Hegel ese vacío es la negatividad que
define al sujeto [12].
Según esta comprensión del proceso dialéctico, la contradicción, lejos de ser
una constante de superación progresiva, se convierte en la condición interna de
toda identidad (inherentemente en falta). Por esto, según el esloveno la
dialéctica hegeliana abre una fisura que posteriormente algunas
interpretaciones marxistas intentarán cerrar, entre otras formas, con la teoría
de la ideología como falsa conciencia [13].
0 0→1→←1→0 0→1→←1 Desde nuestra transferencia ontológica el
trauma está en la desintegración espiritual
y esa desintegración lleva aun pensamiento dual donde el otro es el enemigo a
confrontar así se articula desde la imaginación la idea en el hombre ya sea en el mito, en el
ideoelécto artístico en el concepto filosófico, en la formula científica y aun
en todo deconstruccipon y redeconstrucción pero tanto la desintegración como el
imaginario de confrontación se reprimen en una superación simbólica.1→0→10
Siendo
el sujeto una respuesta de lo Real, éste es, pues, la causa
ausente [14] a
partir de la cual el sujeto adquiere sus identificaciones (y alteridades)
ideológicas. En lo fundamental, lo Real produce una serie de efectos
estructurales como desplazamientos, repeticiones, etc.; es una entidad, dice
Žižek, que se ha de construir con posteridad para que podamos explicar las
deformaciones de la estructura simbólica. Lo Real es lo imposible, y es esta
imposibilidad la que se ha de captar a través de sus efectos (Žižek, 1992:
214).
Es precisamente
desde esta perspectiva que Žižek plantea la problemática de la lucha de clases:
más allá de lo específico de la formación económico-social en cuestión, la
constitución de la realidad social supone la represión primordial de
un antagonismo, de modo que la crítica a la ideología tiene como fundamento último
a lo Real reprimido de tal antagonismo (Žižek, en Žižek (comp.), 2003: 36). El
autor ejemplifica este aspecto con el clásico caso de la simbolización espacial
de los Bororos estudiados por Levi-Strauss: mientras que el subgrupo dominante
percibe su aldea como circular, el subgrupo subalterno la percibe como dos
espacios separados por una frontera invisible (cfr. Lévi-Strauss, 1976:
119-146). Lo Real no radica en ninguna de las dos perspectivas, ni en una
disposición “objetiva” de las casas de la aldea, sino en el núcleo traumático
que esos habitantes no pudieron simbolizar, un desequilibrio fundamental en las
relaciones sociales de su aldea.
La
lucha de clases no es, pues, un significante último que da sentido a todos los
fenómenos sociales, sino, en palabras del filósofo lacaniano-hegeliano, “un
cierto límite, una pura negatividad, un límite traumático que impide la
totalización final del campo social-ideológico” (Žižek, 1992: 214) [15].
A raíz de este trauma aparece la fantasía ideológica; para Žižek, en palabras
de Elliott (1995: 242), “la función de la ideología es proveer a hombres y
mujeres de una secuencia escénica fantaseada de la posibilidad de su propia
condición social. En síntesis, la ideología proporciona una visión idealizada
de una ‘sociedad’ que realmente no puede existir”.
Efectivamente,
para el esloveno, “la noción estándar con respecto al funcionamiento de la
fantasía en el contexto de la ideología es la de un escenario fantasmático que
opaca el verdadero horror de la situación; en lugar de una verdadera
descripción de los antagonismos que recorren nuestra sociedad, nos permitimos
una percepción de la sociedad como un todo orgánico, que se mantiene unida
gracias a las fuerzas de la solidaridad y la cooperación”. (Žižek, 1997: 15).
La fantasía
oculta el horror ante lo Real, pero también, de manera paralela, crea aquello
que pretende sustituir a lo que encubre, el factor reprimido que opera siempre
más allá de donde esperamos encontrarnos con él. En su relación con el sujeto,
dado que, como señala el autor, “la fantasía crea una gran cantidad de
‘posiciones de sujeto’, entre las cuales el sujeto está en libertad de flotar,
de pasar su identificación de una a otra” (Žižek, 1997: 16)[16],
es posible comprender las razones de por qué la identificación con el síntoma
tiene como correlato la constitución del fantasma. Esto, afirma Žižek, sucede
debido a que “por medio de una identificación de este tipo con el síntoma
(social) atravesamos y subvertimos el marco fantasmático que determina el campo
del sentido social, la autocomprensión ideológica de una sociedad dada, es
decir, el marco dentro del cual, precisamente, el síntoma aparece como una
intrusión ajena, perturbadora, y no como el punto de la irrupción de la verdad
del orden social existente, de otra manera oculta” (Žižek, 2000: 230).
Según
Žižek (cfr. 1992: 61), lo fundamental de la ideología no es que sea una ilusión
que enmascara el estado real de las cosas, sino que consista en una fantasía
(inconsciente) que estructura nuestra propia realidad social [17].
Por ello el papel de la fantasía es complejo; no sólo realiza un deseo de
manera alucinatoria, sino que contribuye a organizar el régimen de deseo del
sujeto. La crítica a la concepción de ideología como efecto de la carencia (á
la Feuerbach) es luego –como planteaba Foucault–, insuficiente: no
basta con señalar que los contenidos de la ideología surgen por la carencia
real de ellos; hay que determinar por qué la ideología se presenta precisamente
con esos contenidos. Es la fantasía la que “nos enseña cómo desear” (Žižek, 1997:
17, ss.), y, por tanto, esta función tiene implicaciones directamente
políticas.
El goce y (del)
gran Otro ideológico
En tanto que
remite a la fantasía que sostiene la identidad (y la “realidad” simbolizada por
el sujeto), la ideología se sustenta en el goce [18], y por ello tiende hacia la repetición
compulsiva, pues se reafirma a través de la satisfacción libidinal que el
sujeto obtiene de su síntoma (la identificación ideológica). Como sostiene
Eagleton respecto a la teoría de la ideología de Žižek, “la realidad y sus
apariencias se dan conjuntamente en la ideología. La ideología se apega a sus
diversos objetos con toda la ciega tenacidad del inconsciente; y un atractivo
importante que tiene sobre nosotros es su capacidad para producir gozo”
(Eagleton, 1997: 232) [19]. Más aún, para Žižek la ideología
comparte con el goce una característica atribuida por Lacan a éste: no sirve
para nada más allá de sus propios objetivos, y se convierte en un fin en sí
misma (Žižek, 1992: 122) [20].
El
goce es siempre un excedente; sin plus el goce no es posible
del todo (cfr. Žižek, 1992: 82-86). El
goce es el soporte último de la ideología, más allá del significado ideológico.
El plus que se produce mediante la renuncia al goce es el
objeto a, la encarnación del plus-de-goce (Žižek, 1992: 119), el
cual es descrito por el esloveno –de nuevo, desde un Lacan prácticamente
literal– como “el objeto causa del deseo: un objeto que, en cierto sentido, es
puesto por el deseo mismo. La paradoja del deseo es que pone retroactivamente
su propia causa: el objeto a es un objeto que sólo puede
percibir una mirada ‘distorsionada’ por el deseo, un objeto que no
existe para una mirada ‘objetiva’.
En
otras palabras, siempre, por definición, el objeto a es
percibido de manera distorsionada, porque fuera de esta distorsión, ‘en sí
mismo’, él no existe, ya que no es nada más que la
encarnación, la materialización de esta distorsión, de este excedente de
confusión y perturbación introducido por el deseo en la denominada ‘realidad
objetiva’” (Žižek, 2000: 29-30). El objeto a es, pues, un
residuo de la falta fundamental constitutiva del sujeto y que, al funcionar
como un agujero en el orden de lo Real, pone en movimiento la simbolización
mediante la cual toda la operación ideológica consiste en ocupar el “lugar
vacío imposible / real en el que las palabras ya no obligan, donde
su facultad performativa queda en suspenso” (Žižek, 1994: 53).
El
gran Otro es contraparte del objeto a, pues, mientras que éste está
siempre ligado con el yo como causa del deseo y pertenece al orden de lo
imaginario, el gran Otro representa la alteridad radical arraigada en el orden
de lo simbólico. Al referirse la ideología al problema de las relaciones entre
identidad y alteridad, y en particular a las implicaciones que ello conlleva
respecto al tema del poder, Žižek afirma que el gesto elemental de la ideología
consiste en el acto de presuposición que hace existir al gran Otro (cfr. Žižek,
1994: 79). No es de extrañar, por consiguiente, que en el discurso
ideológico, “la agencia del gran Otro está presente en dos modalidades
recíprocamente excluyentes. Antes que nada, el ‘gran Otro’ aparece como una
agencia oculta ‘que mueve los hilos’, que maneja el espectáculo entre
bastidores: la Divina Providencia en la ideología cristiana, la ‘astucia de la
Razón’ hegeliana [...], la ‘mano invisible del mercado’ en la economía
mercantil, la ‘lógica objetiva de la historia’ en el marxismo-leninismo, la
‘conspiración judía’ en el nazismo, etc.”. Pero, por otra parte, “el gran Otro
ideológico funciona al mismo tiempo como exactamente lo opuesto al
agente oculto que mueve los hilos: la agencia del puro aspecto exterior, de una
apariencia que es, no obstante, esencial, es decir, que debería
preservarse a cualquier precio” (Žižek, 1994: 56-57).
Como
señalábamos anteriormente, es el orden simbólico (el lenguaje como gran Otro)
el que asigna los lugares sociales, estando la fantasía relacionada
directamente a través de él con la identidad del sujeto; de ahí que la
ideología, en cualquiera de los tres momentos planteados por Žižek (en sí, para
sí, en sí y para sí) se refiere a este gran Otro. El punto de acolchado, el
mecanismo fundamental para el funcionamiento de la ideología según Žižek,
funciona en el orden de lo simbólico. El punto de acolchado (point de
capiton), de central importancia para la teoría lacaniana, le permite a
este autor explicar la incorporación de nuevos elementos dentro de las
ideologías existentes.
El
punto de acolchado es el que posibilita ubicar a los elementos protoideológicos
que, mientras no estén estructurados en una ideología, son solamente
“significantes flotantes”; en tanto que no conozcamos el contexto discursivo en
el cual aparece un concepto, su significado permanece abierto y
sobredeterminado. Así, por ejemplo, ecologismo designa un
concepto diferente, según lo pensemos desde una posición estatista, socialista
o conservadora [21].
La operación ideológica elemental consiste, pues, en una “conversión de la
forma” que permite el funcionamiento de ésta en el espacio ideológico. Un nuevo
símbolo (en este caso, el término ecologismo) no añade ningún nuevo
sentido a la ideología, pero reorganiza los que ya estaban en ella (cfr. Žižek,
1994: 164-165).
Según
el filósofo esloveno, “el point de capiton es el punto a
través del cual el sujeto es ‘cosido’ al significante, y al mismo tiempo, el
punto que interpela al individuo a transformarse en sujeto dirigiéndole el
llamado de un cierto significante amo (‘Comunismo’, ‘Dios’, ‘Libertad’,
‘Estados Unidos’)” (Žižek, 1992: 142-143). Este significante amo condensa toda
la riqueza semiótica del campo semántico (ideológico) al que se refiere; en
esta medida es un “punto nodal”, un “nudo de significados” (Žižek, 1992: 135)
que define la identidad de los significantes subordinados. El punto de
acolchado es el punto de subjetivización de la cadena de significantes, ya que
es él el que interpela al individuo a convertirse en sujeto a través del
llamado del significante amo (Žižek, 1992: 156). Y es precisamente el punto de
acolchado el que detenta el lugar del gran Otro en la cadena diacrónica del
significante, pues, actuando como un “designante rígido” totaliza una
ideología, deteniendo el deslizamiento metonímico de sus significados (cfr.
Žižek, 1992: 135-141)
La
dinámica de la ideología sería, pues, la misma que Freud planteaba respecto al
sueño: en éste, en efecto, el sujeto durmiente puede percibir estímulos
externos, pero estos estímulos son asumidos dentro de la lógica del mismo sueño
y explicados por éste. Es el sueño el que en la mente del durmiente le da
sentido al estímulo. En concordancia, según Žižek, “una ideología en realidad
triunfa cuando incluso los hechos que a primera vista la contradicen empiezan a
funcionar como argumentaciones en su favor” (Žižek, 1992: 80).
La
pregunta que surge, una vez caracterizada esta dinámica de la ideología, es la
de cómo sea posible salir de este universo de sentido, aparentemente cerrado.
Dado que la fantasía funciona como elemento que opaca el campo real de los
antagonismos en que se desenvuelve el sujeto, atravesar la ideología como
fantasía social es el objetivo político de la formulación de Žižek.
Atravesar la
ideología
El
planteamiento de este autor supone, por tanto, la posibilidad de un más allá de
la ideología. Contra la solución “posmoderna” de afirmar que la única posición
no ideológica es renunciar a la idea de una realidad extraideológica y suponer
que sólo existe una pluralidad de universos discursivos y ficciones simbólicas
–una solución netamente ideológica, por demás–, como la de Butler y de la
granmayoria de progresistas pos modernos, Žižek plantea que la crítica de
la ideología debe darse desde un lugar vacío, no definido positivamente; darle
un lugar positivo a la crítica es recaer en la ideología [22]. El único modo de no incurrir en el
pensamiento ideológico es, pues, mantener la tensión entre ideología y
realidad [23], aunque una y otra no puedan separarse
claramente (cfr. Žižek, en Žižek (comp.), 2003: 26) [24].
El objetivo
fundamental de la fantasía ideológica es acallar el antagonismo social. Por
ello, si, como afirma este autor, la fantasía es el medio que tiene la
ideología de tener en cuenta de antemano su propia falla, es necesario
enfatizar el tema del antagonismo, mostrando cómo la ideología encubre el
trauma de la imposibilidad de la sociedad como una totalidad cerrada y
homogénea (cfr. Žižek, 1992: 173-174). Por ello es necesario retomar el
síntoma, pues éste es el mecanismo por el cual la fantasía justifica la falta
fundante; no pertenece al orden de aquellas cosas que perturban al sujeto desde
fuera, sino que es la manifestación que torna visible el antagonismo del cual
depende la constitución de éste.
Atravesar la
fantasía ideológica implica pasar por la identificación con el síntoma, en
tanto que éste es un punto de fuga para eludir la imposibilidad del deseo del
propio sujeto. Siguiendo la explicación de Žižek, el judío es el síntoma del
corporativismo fascista; para América Latina, podemos agregar nosotros, el
indio y el comunista han sido los síntomas sobre los cuales la fantasía
ideológica ha explicado la imposibilidad (inherente y fundante) de la nación en
el capitalismo dependiente. Del mismo modo como Marx explicaba como productos
necesarios del propio capitalismo lo que para la economía política y la
sociología burguesas eran “disfunciones” del sistema, la crítica ideológica
debe mostrar cómo el síntoma revela el verdadero funcionamiento tras la
interpelación ideológica (cfr. Žižek, 1992: 175). De allí que al identificarse
con su síntoma el sujeto se confronte con lo Real de su deseo.
Lo anterior
implica que para salir de la clausura ideológica es además necesario “deshacer”
el gesto ideológico fundante –el que posibilita la interpelación ideológica–;
es necesario suspender el (presu)poner al gran Otro, (cfr. Žižek, 1994: 79), lo
cual es posible gracias a que, si bien el sujeto lacaniano está escindido, lo
mismo es también cierto del gran Otro [25]. Debido a que el gran Otro está en falta
es posible la desenajenación del sujeto: de la posibilidad de identificar su
propia falta con la falta del Otro (cfr. Žižek, 1992: 168). Este es el camino
de la destitución subjetiva.
Aquí resalta el
carácter antisacrificial de la propuesta que retoma de Lacan el filósofo
esloveno, y por la cual se hace más manifiesto su carácter radical de
izquierda; mientras que el fascismo –como el prototipo según Žižek de
ideología– asume y se identifica con el gran Otro simbólico, la crítica
ideológica debe, por el contrario, suspenderlo. La destitución subjetiva
supone, en palabras de Žižek, asumir que “el Otro no posee lo que al sujeto le
falta, y ningún sacrificio puede compensar esta falta de aquél” (Žižek, 1994:
78) [26].
El
psicoanálisis no tiene como objetivo, pues, que el analizante sea capaz de
aceptar su propia renuncia como condición de acceso al deseo; más que asumir la
propia falta, el sujeto debería asumir la falta del gran Otro –lo cual, como
propone Žižek, es incomparablemente más insoportable [27]–. Al ser el gran Otro la (presu)posición
de un orden inmaterial e ideal, su función (libidinal) es garantizar el sentido
y la consistencia últimos de la experiencia del sujeto; esta retirada respecto
de este gran Otro no es un sacrificio –pues el sacrificio se dirige siempre
hacia el Otro–, sino “un acto de abandono que sacrifica el sacrifica el
sacrificio mismo” (Žižek, 1994: 79).
Consecuentemente,
el fin último de la crítica ideológica es el de poner al sujeto histórico
(barrado, por supuesto) frente a la posibilidad de su propia acción frente al
Otro que se estimaba completo. Lejos de preparar para la aceptación de un orden
simbólico totalitario, la crítica ideológica lacaniana sería una propedéutica
para la libertad y la ruptura con un status quo inherentemente
atravesado por el conflicto de lo Real [28].
Visibilizar el
conflicto y asumirlo como fundante es, de este modo, parte fundamental de la
ruptura con la ideología. Consecuentemente, según Žižek la izquierda “debe
preservar las huellas de todos los traumas, sueños y catástrofes históricos que
la ideología imperante del ‘fin de la historia’ preferiría obliterar; debe
convertirse en monumento vivo, de modo que mientras esté la izquierda, esos
traumas sigan marcados. Esta actitud, lejos de confinar a la izquierda en un
enamoramiento nostálgico del pasado, es la única posible para tomar distancia
sobre el presente, una distancia que nos permita discernir los signos de lo
Nuevo” (Žižek, 1998: 352-353).
Pero cuál es el
problema en Zizek retraspasamos al otro:
10←1←0←1→0→1→←0←1←0
Y ¿Que tenemos?
La escuela de Kioto diría una
experiencia pura, una iluminación y aun mas dirían el fondo ontológico de Dios
mismo la nada absoluta.
Zizek diría ha vuelto a recrear la ideología
vayamos a debelar el trauma nuevamente para re re traspasar la ideología pero
si hacemos eso ¿Qué posibilidad de
acción tenemos? Ninguna al luchar contra
toda construcción ideológica hemos
perdido toda posibilidad de integración y entonces lo único real fuera del
lenguaje es el trauma.
Pero para nosotros lo real es también
la sintransferencia donde la nada y el ser se integran:
01←0←1←→0→1→10
¿Estamos recreando otra vez la ideología?
No el ser ha sido retraspasado por el
no ser como ene l misterio dhramico
10←1←0←1→0→1→←0←1←0
Pero el ser también
ha traspaso el no ser como en el misterio pascual
1→0→1→←0←1←0→1→0→10
Y sobre todo ambos han experimentado el
trauma de la desintegración
1→ 0 0 0 ←1→←1
Logrando integrarse
01←0←1←→0→1→10
¿Esto no es real?
Por supuesto que lo es porque se ha
recreado se ha vivido hay una comunión más alla de toda ideología, Zizek nos
dirá que esto es justamente la ideología porque se objetiva en el en si para sí
y nosotros responderemos no se objetiva está más allá de todo sistema porque Dios se ha hecho
vacío y el vacío Dios, no es que el vacío se haya llenado, sino que la angustia
se ha hecho plena luz.
Así estoy biotejido con los otros por
la herida por el trauma compartido del salto a la conciencia como por la
conciencia misma de ese dolor el cual nos integra santificándonos.
El camino del amor
No es un discurso sutil.
La puerta que a él lleva es la
devastación
Las aves con su libertad trazan
inmensos círculos celestes
¿Cómo aprenden a hacerlo?
Caen, y al caer
Se les dan alas.
Epílogo
La
teoría crítica de la ideología de Žižek, sin alejarse del psicoanálisis
lacaniano, hace aportes muy significativos para la comprensión de los fenómenos
contemporáneos. Žižek cambia la perspectiva en un objeto supuestamente conocido
previamente (el psicoanálisis lacaniano) y nos muestra una perspectiva que,
estando ya antes ahí, era necesario poner de manifiesto; de lo que trata su
teorización no es de plantear algo nuevo, sino de hacer al lector consciente de
un lado inquietante de algo que ya conocía (cfr. Žižek, 2006, x).
Llama
la atención cómo este autor, partiendo de la crítica freudiana de la ilusión,
articula la crítica lacaniana de la ideología en términos dialécticos,
partiendo de una lectura cruzada de Hegel con Lacan. Alain Badiou recordaba la
analogía (lacaniana) entre Lacan / Freud y Lenin / Marx [29],
señalando la similitud estructural de ambas tradiciones de pensamiento,
así como la posibilidad de que cada una “aprenda” de la otra; en este sentido,
la teoría de la ideología de Žižek es un ejemplo pertinente de cómo la teoría
psicoanalítica converge fructíferamente con la teoría política marxista.
Por otra parte,
la producción de Žižek en el campo de la crítica de la ideología, en tanto que
planteamiento conceptual que permite una aproximación a la complejidad de los
fenómenos contempóraneos, rebate las tesis sobre el predominio de un universo
posideológico en la época actual [30].
Lo que se ha agotado no es la crítica ideológica, sino cierta crítica, fundamentalmente
aquella ligada con la concepción más estrecha de ideología como falsa
conciencia. Al situar el tema de la ideología en el ámbito del hacer y
no del saber (como lo planteó, correctamente, Marx respecto al
fetichismo de la mercancía), la ideología, tal y como la plantea Žižek, no se
basa en una pretensión de verdad inherente a su discursividad o práctica; se
fundamenta en ese plus que le permite al sujeto sostener la armazón de una
razón cínica [31] dejando
intacto el campo en que la ideología estructura la realidad social: el campo de
la fantasía ideológica.
El marxismo
clásico no podía ni pretendía prever los fenómenos futuros que obligarían a la
reconceptualización de esta temática. Por ello, según Žižek mientras el
marxismo destaca la ideología como perspectiva parcial (mirada de clase) [32], la perspectiva lacaniana se esfuerza
por mostrarla como una totalidad que intenta borrar la huellas de su propia
imposibilidad. Mientras los marxistas ponen el acento en una especie de falsa
universalización y su crítica pretende develar el carácter burgués y
capitalista de estos contenidos, en la perspectiva lacaniana se trataría más
bien de comprender una especie de historización hiperrápida que nos ciega al
núcleo de una repetición insistente de las diversas historizaciones /
simbolizaciones.
Lo fundamental
de la propuesta de Žižek está en su reconceptualización de la problemática de
la ideología, con lo cual no solamente revigoriza la teoría marxista de la
ideología, sino que, sobre todo, plantea al psicoanálisis lacaniano como una
corriente indefectiblemente contestataria. Contra las interpretaciones que han
presentado a Lacan como un fatalista, Žižek recupera la criticidad de la
propuesta de ese teórico frente al statu quo, mostrando cómo la
destitución subjetiva ha de romper necesariamente con la fantasmática
ideológica, confrontando al sujeto con su propio deseo.
La
confrontación con el horror fundacional del sujeto –lo cual, en términos de
crítica ideológica, significa reconocer la fractura constituyente de la
sociedad– es, pues, condición necesaria para asumir prácticas políticas
contrarias a la alienación y los fetichismos impuestos por el sistema-mundo del
actual capitalismo, y frente a las subjetividades –formadas en el sometimiento
y el goce de la autodestrucción– producidas por ese orden social. Žižek es bien
consciente de que mientras persista el capitalismo será necesaria su crítica;
su mérito está en desarrollar las posibilidades políticas del psicoanálisis
lacaniano para esta decisiva lucha.
Bibliografía:
Adorno,
T.W. Dialéctica negativa. Madrid: Taurus, 1986.
Althusser,
Louis. La filosofía como arma de la revolución. México: Siglo XXI,
1989.
Badiou,
Alain. Política y psicoanálisis. En: Página literal.
Revista de psicoanálisis. (2) 2004.
Braunstein, Néstor. Goce.
México: Siglo XXI, 2005.
Deleuze, Gilles. Foucault.
Barcelona: Paidós, 1987.
Eagleton, T. Ideología. Una introducción. Barcelona: Paidós,
1997.
Eagleton,
Terry. The subject of literature. En: Cultural critique. Universidad de Minesotta (2)
Invierno, 1985-1986.
Elliott, Anthony. Teoría
social y psicoanálisis en transición. Sujeto y sociedad de Freud a Kristeva.
Bs. Aires: Amorrortu, 1995.
Evans, Dylan. Diccionario
introductorio de psicoanálisis lacaniano. Bs. Aires: Paidós, 1996.
García, George I. Sujeto
y teoría del valor en Jean Baudrillard. En: Hoja filosófica.
Revista Latinoamericana de filosofía. (11) Noviembre de 2004.
Goffmann, Erving. La
presentación de la persona en la vida cotidiana. Bs. Aires: Amorrortu,
1971.
Griffiths, Sian. Predicciones.
Madrid: Taurus, 2000.
Jameson, Fredric. Documentos
de cultura, documentos de barbarie. La narrativa como acto socialmente
simbólico. Madrid: Visor, 1989.
Jameson, Fredric. Imaginario
y simbólico en Lacan. Bs. Aires: El Cielo por Asalto, s.f.
Kant, E. ¿Qué
es la Ilustración?. En: Filosofía de la historia. México:
Fondo de Cultura Económica, 2002.
Kolakowsky, Leszek. El
hombre sin alternativas. Madrid: Alianza, 1970.
Lacan,
Jacques. El seminario de Jacques Lacan. La ética del psicoanálisis
1959-1960: libro 7. Bs. Aires: Paidós, 1981.
Lévi-Strauss, Claude. Antropología
estructural. Bs. Aires: EUDEBA, 1976.
Marx,
Carlos. El capital. Crítica de la economía política. La
Habana: Ed. de Ciencias Sociales, 1986.
Sartre, Jean-Paul. El
ser y la nada. Bs. Aires: Losada, 1972.
Schütz, Alfred. Fenomenología
del mundo social. Bs. Aires: Paidós, 1972.
Sloterdijk, Peter. Crítica
de la razón cínica. Madrid:
Siruela, 2003.
Žižek, Slavoj. The
parallax view. Cambridge: MIT Press, 2006.
Žižek, S. Repetir
Lenin. Trece
tentativas sobre Lenin. Madrid: Akal, 2004.
Žižek,
S. (comp.) Ideología. Un mapa de la cuestión. Bs. Aires: Fondo de
Cultura Económica, 2003.
Žižek, S. Las metástasis
del goce. Seis ensayos sobre la mujer y la causalidad. Bs. Aires: Paidós,
2003.
Žižek, S. Mirando
al sesgo. Una introducción a Jacques Lacan a través de la cultura popular.
Bs. Aires: Paidós, 2000.
Žižek, S. Porque no
saben lo que hacen. El goce como un factor político. Bs. Aires: Paidós,
1998.
Žižek, S. El acoso
de las fantasías. México: Siglo XXI, 1997.
Žižek, S. ¡Goza tu
síntoma! Jacques Lacan dentro y fuera de Hollywood. Bs. Aires: Nueva
Visión, 1994.
Žižek, S. El
sublime objeto de la ideología. México: Siglo XXI, 1992.
[1] Terry
Eagleton se burla del desprecio de una parte de la teoría social contemporánea
hacia el concepto de ideología, ejemplificándolo con uno de los más reputados
representantes de la filosofía actual: en Contingencia, ironía y
solidaridad, Rorty afirma la inutilidad de la noción de ideología, tras
hacer alarde de la necesidad moral y política de considerar a los jóvenes
negros de Estados Unidos como compatriotas estadounidenses.
Efectivamente, si esto no es ideología, ¿qué lo sería? Cfr.
Eagleton, 1997.
[2] Esta
clausura es relativa puesto que está abierta a lo Real. Al igual que en el caso
de Foucault según Deleuze, esta apertura a lo Real permite aproximarse a lo
simbólico en términos de diagrama, más que de estructura.
Cfr. Jameson, 1989: 49; Deleuze, 1987.
[3] Del mismo
modo, para Marx la ideología no es un asunto epistemológico, sino práxico, y
por ello político. Kolakowski ilustra el carácter irreductible de la ideología
a criterios epistémicos al apuntar que, por ejemplo, el Manual del
materialismo histórico de Konstantinov, a pesar de contener un gran
número de enunciados verdaderos, es tan ideológico como La ciudad de
Dios de San Agustín. Cfr. Kolakowsky, 1970: 25-45.
[4] En este sentido,
teóricos contemporáneos como Foucault y Bourdieu no han fundado en la
corporalidad un nuevo objeto de estudio, aunque sí han profundizado y
refundamentado los planteamientos de los maestros de la sospecha.
[5] Žižek,
1994: 18. El énfasis sobre los
lugares de los sujetos en una estructura simbólica intersubjetiva nos remite
inmediatamente –a pesar de las discrepancias existentes entre el psicoanálisis
y estas corrientes– a la fenomenología de Schütz y a la teoría de los roles de
Goffman. Cfr. Schütz, 1972; Goffmann, 1971.
[6] Políticamente
hablando, en el cinismo no importa tanto la consciencia del sujeto, sino sus
prácticas concretas. Žižek ilustra esto con la exortación kantiana a la
obediencia al emperador, adecuada a los imperativos académicos en boga: “en
teoría (en la práctica académica de la escritura), deconstruye tanto como
quieras y todo lo que quieras, pero en tu vida cotidiana participa del juego
social predominante”. Žižek, 1994: 11; Cfr. Kant, 2002: 37.
[7] Althusser,
Louis. Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Notas para una
investigación. En: Althusser, 1989: 139. En un sentido similar planteaba
Adorno su tesis de que la identidad es la forma originaria de la ideología.
Cfr. Adorno, 1986.
[8] Así lo
intentaba Eagleton a través de su categoría de un modo de producción de
sujetos. Cfr.
Eagleton, 1985-1986.
[9] La
caracterización de Žižek de lo Real se ciñe al concepto lacaniano: “lo ‘Real’
lacaniano denota, en última instancia, ese resto no mediado que sirve como
sostén de la estructura simbólica en su pureza formal”. Žižek, 1994:
110. Debe notarse que, precisamente por esta apertura hacia lo Real, los
planteamientos de Lacan escapan de la trampa de la autorreferencialidad del
lenguaje supuesta por las posiciones antifundacionalistas posmodernas.
[10] "El
sujeto es una respuesta de lo Real (del objeto, del núcleo traumático) a la
pregunta del Otro. La pregunta como tal produce en su destinatario un efecto de
vergüenza y culpa, lo divide, lo histeriza, y esta histerización es la
constitución del sujeto: el estatuto del sujeto como tal es histérico. El
sujeto como tal se constituye a través de esta división, escisión, con
referencia al objeto en él; este objeto, este núcleo traumático, es la
dimensión que ya hemos denominado como la de ‘una pulsión de muerte’, de un
desequilibrio traumático, de una extirpación". Žižek, 1992: 235.
[11] El
soporte del sujeto es puramente fantasmático; el mismo sujeto no es poseedor
sino de un vacío surgido de la imposibilidad de responder la pregunta del Otro.
Esta pregunta es constitutiva del sujeto, en tanto que se dirige al núcleo
mismo del sujeto, al objeto que en él lo escinde, ya que lo atrae (ofrecida
cierta consistencia) y lo repele (en razón de su imposibilidad de respuesta).
[12] Para Žižek, este sujeto descentrado (“barrado” en la grafía lacaniana) surge
con Kant, al diferenciar éste al yo como apercepción trascendental del yo como
noúmeno. Más aún, Žižek considera que el objeto trascendental es la versión
kantiana del objeto a lacaniano. Cfr. Žižek, 2003: 275-278.
[13] Posición
que, como hemos señalado anteriormente, no corresponde a la formulación de Marx
y Engels. No es casual, en todo caso, que la crítica ideológica de la
Ilustración sí se emarque en la problemática de la representación: el
proyecto de subjetividad propio de la filosofía clásica burguesa se enmarca
claramente en este intento de suturar la falta constitutiva. De allí su
evidente carácter ideológico.
[14] Žižek
asume la misma postura que Jameson, también inspirado en Lacan y Hegel, frente
al tema de la causalidad. Cfr. Jameson, 1989: 20-30.
[15] Nótese el papel
privilegiado que Žižek –más adorniano que lo que él seguramente
admitiría– le otorga a la negatividad. Allí radica, de hecho, la imposibilidad
de una totalización consistente, como una esencial incapacidad de lo Simbólico
por clausurar el sentido de lo Real.
[16] Acá Žižek
habla de ‘posiciones de sujeto’ especificadas en la trama ideológica,
señalando, en todo caso, que la vacuidad del sujeto es condición fundante y
necesaria de ellas. Por otra parte, debe entenderse que el fantasma “como
ficción que oculta una falta, una inconsistencia en el orden simbólico, es
siempre particular; su particularidad es absoluta, resiste a la mediación, no
se la puede incorporar a un ámbito más amplio, universal, simbólico”. Žižek,
2000: 259. De ahí la relación del fantasma con el objeto a.
[17] La
ideología “es una construcción de la fantasía que funge de soporte para nuestra
‘realidad’: una ‘ilusión’ que estructura nuestras relaciones sociales
efectivas, reales, y por ello encubre un núcleo insoportable, real, imposible
[…] La función de la ideología no es ofrecernos un punto de fuga de nuestra
realidad, sino ofrecernos la realidad social misma como una huída de algún
núcleo traumático, real” (Žižek, 1992: 76).
[18] Recordemos que
este plus de goce es un placer que genera malestar, según lo
desarrolla Lacan en el Seminario VII. Cfr. Lacan, 1981; Braunstein, 2005.
[19] La
traducción que guarda el sentido propio del discurso psicoanalítico es goce,
y no gozo, como aparece en el texto citado.
[20] En este
sentido, señala Žižek, “la prohibición del deseo, con el fin de lograr la
eficacia, ha de tornarse erótica. La regulación del deseo conduce al deseo de
la propia regulación”. Citado en Griffiths, 2000: 384.
[21] En este
aspecto, Žižek se remite a los planteamientos de Laclau y Mouffe. Cfr. Žižek,
1992: 125-126.
[22] De nuevo, el
enfoque de Žižek muestra su
convergencia con la dialéctica negativa adorniana.
[23] Esta realidad no
debe ser entendida en sentido de una experiencia cotidiana “preideológica”,
pues la vivencia cotidiana está ya de por sí inmersa en la ideología, sino como
la idea (en sentido kantiano) de una objetividad rectora. Romper con la ideología no es posible a través de la confrontación de los
ideologemas con la “realidad” perceptible, pues lo que caracteriza a la
ideología no es plantear enunciados falsos, sino el modo por el cual pretende
invisibilizar lo Real de nuestro deseo. Como hemos observado anteriormente, la
ideología funciona plenamente cuando el sujeto no siente ninguna oposición
entre ella y la realidad.
[24] Para una
interesante crítica al posestructuralismo y la hermenéutica gadameriana,
cfr. Žižek, 1992: 201-204.
[25] Recordemos
que el interés de Žižek está ante todo enfocado sobre la garantía mínima de
consistencia fantasmática que el objeto a le provee al sujeto,
gracias al cual éste se percibe como digno del deseo del Otro.
[26] Este cuestionamiento
al lenguaje hace que Lacan no participe de la idea posestructuralista de que no
hay fuera del lenguaje, lo cual, por ejemplo en el caso de Baudrillard, lleva a
una sobrevaloración de las capacidades de cooptación del sistema y a una
actitud fatalista en política. Cfr. García, 2004.
[27] Nótese la
similitud de este planteamiento con la categoría de mala fe de
Sartre, como la renuncia a asumir la propia e ineludible libertad. Cfr. Sartre,
1972. La convergencia entre el planteamiento lacaniano y el sartreano es
producto de la formación hegeliana de ambos, a cargo de Kojéve en los años
treinta.
[28] De allí,
en particular, la importancia que Žižek le atribuye a Lenin como
revolucionario. Sobre su interesante interpretación del bolchevismo, cfr.
Žižek, 2004.
[29] El propio
Žižek ha planteado que la relación entre psicoanálisis y marxismo consiste en
que comparten “la paradoja de un saber ilustrado no tradicional, fundado en la
relación transferencial con la insuperable figura del fundador (Marx, Freud):
el conocimiento no progresa a través de refutaciones y reformulaciones
graduales de las hipótesis iniciales, sino a través de una serie de ‘retornos
a… (Marx, Freud)’”. Žižek, 2003: 270.
[30] Al
respecto, por ejemplo, resaltan –de nuevo– los planteamientos de Rorty. Cfr.
Rorty, Richard. “Feminismo, ideología y deconstrucción: una perspectiva
pragmatista”. En: Žižek, S. (comp.), 2003.
[31] Sobre el tema del
cinismo, en interlocución con Sloterdijk, cfr. Žižek, 1992: 35-86.
[32] En
realidad para el marxismo la mirada no es parcial, sino parcializada y solo se
transforma en parcial por contraposición respecto a la totalidad de las
relaciones sociales.
Pero no solo la izquierda ha leído a Zizek mira cómo actúa desde
una metafísica de la violencia este sujeto de derecha publicando esto en su
muro:
Cuando Mises te dice en
una línea lo que Freud hubiera tardado tres volúmenes en explicar. En el fondo,
¿será que el socialismo no es más que la terapia grupal de aquellos que nunca
confiaron en su propio potencial?
Mauricio Benavides
En el fondo de toda
fanática apelación al planificación y al socialismo (no existe otra cosa que el
intimo reconocimiento de la propia inferioridad.
Ludwing Von Mises
Estamos pues en una
guerra de imaginarios y los de derecha
no tendrán ningún escrúpulo en tocar el trauma fundante de los de izquierda y
viceversa cuando de lo que se trata es de una mirada compasiva al trauma que
configura toda idea ¿Por qué los liberales ponen toda su fe en el capital? ¿Es porque
en el fondo se saben nada y necesitan llenar ese vacío con dinero? Pues en el fondo todos estamos vacíos basta
de seguir hiriéndonos, soplare sobre ti y tú soplaras sobre mí para sabernos un
mismo espíritu.
3 comentarios:
Abner Oropeza
Colaborador estelar
Perspectiva:
La solución está en entenderse, entendernos, entender.
Son muchos lenguajes en un idioma, usted puede presentar una propuesta donde una persona de competencia la convertirá en derrota, donde una persona violenta le destruirá, donde una persona obsesiva le deformará y una de poder la comprará para quemarla prendiendo una pipa.
Entendernos en un lenguaje soluciona, la paz es haberse entendido.
Puede hablar de muchos libros, con palabras extraordinarias y solo seguirá siendo alguien que impresiona de vez en cuando, a personas que no los han leído y no le entienden.
Estando en paz, en conocimiento y amor, puede aprender muchos lenguajes (aprender a entender), después la solución la verá a lado de su paz y ahí la verdadera decisión. (mi respuesta) No no entender es caer en la ideología del otro, hay que hacer un mayor esfuerzo y reflexionar.
Abner Oropeza
Colaborador estelar
Christian Franco Rodriguez ¿entonces usted ya cayó en su ideología?
3 minutos
Responder
Compartir
Christian Franco Rodriguez
Autor
Colaborador en ascenso
Abner Oropeza Esa es una muy buena pregunta pero para responderla haz el esfuerzo por comprender mi ideología, dialoguemos y veremos si caigo y lo mas importante si puedo levantarme y salir de ella.
Abner Oropeza
Colaborador estelar
Christian Franco Rodriguez pero si no me entiende (no caer en mi ideología) ¿qué dialogamos?
3 minutos
Responder
Compartir
Christian Franco Rodriguez
Autor
Colaborador en ascenso
Abner Oropeza Es cierto no se puede reflexionar sin entender primero por eso le pido no quedarse en el entender, no que no haga el esfuerzo por entender sino que haga un esfuerzo mayor reflexionando.
Publicar un comentario