Ahora bien en Hegel, la simplicidad de esencia, es la esencia y la forma es el proceso de A = B, A = C , A = D
es decir en Hegel la forma esta cambiando, en fin. Estimado, esto son mis impresiones de la lectura, aunque
como te digo el tema del ''contenido'' me ha explotado la cabeza. Sin embargo lo que descubrí es que
Devoremos pues las cosas es decir démosle su destino.
El yo se entrega, en Hegel, al ser «otro» de las cosas, con
lo que estas dejan de ser un «otro». El medio psicologico para conseguir esto
es, en primer lugar, la atención que se concentra por entero en la cosa. Pero
no se crea que esta atención es, de por si, nada facil: «Requiere, lejos de
ello, un esfuerzo, ya que el hombre, cuando trata de captar un objeto, tiene
que abstraerse de
las mil cosas
que se mueven
en su cabeza, de
sus otros intereses,
incluso de su
propia persona, para dejar que impere la cosa de que se
trata. La atención implica, pues, la negación del hacerse valer a si mismo y la
entrega de uno a la cosa; dos aspectos necesarios para la actividad del espíritu.»
(Enciclopedia, § 448, adicion.)Y
esto, segun Hegel,
no es solamente
un proceder objetivo, sino, ademas,
algo que permite
recrearse en el
universo, gozar de el, ser devoto para con el, en un sentido
absolutamente goethiano. En esta
actitud se percibe
en toda la potencia del animo un rasgo decidida-
mente vuelto hacia
el exterior, catolico-objetivista, si se quiere:
«La atencion —habia dicho ya Malebranche— es la natural plegaria
del alma.» En la atención, tal como Hegel la concibe, se hunde el yo en la
cosa, pero se hunde también la cosa en el yo, se incorpora a el; de aqui
que Hegel emplee desde muy pronto, para
expresar esta relación, el concepto
y hasta la
intuición del devorar. «Todo
esta ahi para ser devorado —había dicho el joven Hegel, con motivo de un banquete celebrado en
Jena, dando a la palabra devorar un doble sentido que quienes entonces lo
escuchaban por vez primera supieron comprender perfectamente—: demosle su
destino.» Y es que los actos de comer y beber superan del modo mas palpable la
llamada inaprehensibilidad del
interior de la
naturaleza y, por
tanto, todos los
problemas agnosticos
fantasmagoricos. Hegel, con un
sesgo muy robusto,
invoca en contra del supuesto abismo, insondable, entre el sujeto y el
objeto el apetito de las bestias cuando se abalanzan agilmente sobre el objeto
y lo devoran. La «cosa en si» es
captada inmediatamente por
ellas como lo
que es, como «cosa para nosotros»; captada,
concretamente, con los dientes. Y si quedan, como residuos,
huesos que se resisten al diente del concepto, Hegel, orgulloso de su razon,
los arroja desdeñosamente a un lado, como carentes de valor, y no los
adora como algo impenetrable. La
sed de saber y el hambre de conocimiento
son siempre en Hegel los medios de que
disponemos para compartir el
universo, para explayarnos sobre
el en toda su riqueza objetiva. Es asi como, para decirlo con las solemnes
palabras finales de la Fenomenologia, «tiene el yo que penetrar
y digerir toda
esta riqueza de
su sustancia». Hasta remontarse a la
cancelacion de la suprema
antitesis, lo que el viejo mistico silesiano
Angelo Silesio expresa asi,
en un sentido
completamente hegeliano: «Amigo, ya es bastante. Si quieres leer mas, se
tu mismo la Escritura,
se tu mismo
la Esencia.wEl «devorar» es,
pues, el nexo entre el yo y la cosa, entre lo interior y lo exterior, mediante
el cual ambos terminos pierden lo que tienen de abstracto. Lo interior y lo exterior
no ofrecen, uno y otro, más que la «apariencia del ser»; al entrelazarse, surge
lo real, pues lo real es «la unidad de lo
interior y lo
exterior. La actividad
del espíritu, en Hegel,
es, pues, como
actividad creadora, una
actividad que, al mismo tiempo, se apodera del contenido
creado, lo mismo que este se apodera
del sujeto. La
finalidad de la conjuncion del
conocer consiste «en destruir
también la apariencia de que
el objeto es algo exterior al esplritu»
(Enciclopedia, § 447, adicion).
Hasta que todo este
dispuesto para «ser
para si» en
el autoconocimiento, hasta que este privilegiado hijo de los
dioses pueda remontar los escalones de la conciencia, los escalones del mundo
mediado por ella. El yo y la cosa coinciden aqui, en el laconismo de la dicha y
de la reconciliacion (teoricamente
senalada). En esto
consiste, para Hegel,
el auto- conocerse como
autodevenir; y, segun
la creencia de
este pensador optimista y hasta
apologetico, todas las cosas deben redundar en su favor.Este conocimiento de si
mismo no es, pues, como corresponde a los anchos comienzos
y también a
la marcha en
avenida, un proceso psicologico-individual, ni tiene, en
general, nada de psicológico, pero si se hace pasar por un proceso de la
conciencia que se indica como activa en todos nosotros y hasta en todo el
universo que es mediado para nosotros. Este conocimiento es, por tanto, como en
el título de la primera obra de Hegel,
en la Fenomenologia, historia de la aparición del espíritu; pues
el yo no es,
aquí, otra cosa que el espíritu que se comprende a si mismo.
Lo cual significa concretamente (puesto sobre los pies): el yo es el hombre
trabajador que, a la postre, comprende su producción y
la arranca a
su autoenajenacion
«Una vez, cargo el acento sobre mi conciencia empirica
finita, y me enfrento con lo infinito; otra vez, me cierro a mi mismo, me
condeno, doy la supremacia
a la conciencia infinita. No
son las Columnas de Hercules, que aparecen
tajantemente enfrentadas la una con la otra. Yo soy, y esta pugna y
esta unidad existen en mi y para mi; soy ante mi mismo algo
infinito frente a mi como
ser finito, conciencia infinita contra mi, contra mi pensamiento,
una conciencia determinada como infinita.
Soy la composición
de estos terminos,
el esfuerzo de
este componer, el trabajo del ánimo para dominar esta contraposición,
que existe también para mí. Soy la
lucha, pues lucha es, cabalmente, esta pugna que no es indiferencia de ambos
terminos como distintos, sino el estar vinculados ambos. Yo no soy uno de los que luchan, sino que soy
ambos contendientes a un tiempo, soy la lucha misma.»
Soy la biodramaturgia
«Todo lo que
acaece en el
cielo y en
la tierra, lo
que acaeceeternamente, la vida de
Dios y todo lo que se hace en el tiempo, tiendesolamente hacia un fin:
que el esplritu se conozca a si mismo, que sehaga objeto para si mismo,
que se encuentre, devenga para si mismo,que
confluya consigo mismo.»
«desplegar el puño apretado en una mano abierta». La mano
abierta, aquí, es una especie de
abreviatura, que reaparece al final:
Hegel lo llama, entre los hombres, amor; en saber, historia comprendida;
en el devenir para si
en su totalidad,
libertad.
1 comentario:
«La ciencia exige, por su parte, de la autoconciencia que se eleve en este eter, para poder vivir con ella y en ella y para vivir. Y, a la inversa, el individuo tiene derecho a exigir que la ciencia le ponga la escalera para subir a este punto de vista y se la muestre dentro de si mismo.»
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