"El cero derrotó a todos los
que se le opusieron y la humanidad nunca pudo encajarlo en alguna de sus
filosofías. En cambio, terminó dándole forma a la idea que los hombres tienen
del Universo y de la divinidad". Charle s Seife
Ante la caída de la modernidad y de toda unidad lo que
proponemos es desanudar el cero. Pero ¿Qué
es el cero? veamos su historia:
Hasta hace poco tiempo
no estaba claro el origen del cero, uno de los mayores inventos de la
humanidad. El enigma fue desvelándose a lo largo del siglo XX, y una reciente
datación arqueológica nos dice que el cero nació en
la India. Fueron los sabios indios los primeros en dibujar un símbolo
para representar el cero, un dígito que no aparece en los escritos griegos ni
entre los números romanos.
Ese simple símbolo
disparó la capacidad de los matemáticos para operar con números tan grandes
como quisiesen. Pero los grandes sabios del período clásico
de las matemáticas en la India fueron mucho más allá. No solo
usaron el cero como una simple cifra, con la que completar su sistema numérico
posicional, sino que lo convirtieron en un número
independiente y con entidad propia, que comenzaron a
emplear en operaciones aritméticas (suma, resta, multiplicación y división).
Apoyados en ese concepto del cero, aquellos sobresalientes matemáticos
realizaron durante casi mil años (del siglo IV al XIII) una sosegada revolución
matemática.
Herederos de los griegos, los indios recogieron su testigo en
la historia de las matemáticas para profundizar en la aritmética —separándola
de la geometría— y sentar las bases del álgebra (que luego desarrollaron los
árabes). Destacaron Aryabhata (siglo VI), Brahmagupta (siglo VII), Mahavira (siglo
IX) y Bhaskara II (siglo XII). En torno al año 500,
Aryabhata ideó un sistema decimal de numeración
posicional, que describe en
su tratado Aryabhatiya, un
poema escrito en sánscrito compuesto por 121 versos. Aunque no propone todavía
un símbolo para el cero, sí escribe la palabra kha en su
lugar.
NUMERACIÓN POSICIONAL
El sistema decimal
posicional con la inclusión del cero —el que usamos hoy en día— tiene la
ventaja de permitir escribir cualquier número con solo 10 dígitos diferentes
(0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9), lo que facilita
operar con cantidades muy grandes, frente por ejemplo al sistema
numérico romano (basado en las letras I, V, X, L, C, D y M, que representan los
números 1, 5, 10, 50, 100, 500 y 1.000).
En un sistema
posicional, el valor de cada dígito depende de su posición dentro del número.
Para números enteros, comenzando
de derecha a izquierda, el primer dígito se corresponde con las unidades, el
segundo corresponde a las decenas, el tercero a las centenas y así
sucesivamente (por ejemplo: 5.876 = 5.000+800+70+6). En los sistemas no
posicionales (como el romano) un símbolo siempre tiene el mismo valor, sin
importar la posición que ocupe —lo cual requiere tal cantidad de símbolos para
los números grandes que los hace poco prácticos para realizar operaciones con
ellos (por ejemplo: en números romanos, 5.876 es MMMMMDCCCLXXVI).
En el siglo VII, los
escritos del matemático Brahmagupta son
los primeros conocidos en los que se considera el cero como un número (no solo
un dígito marcador de posición) y se explica cómo operar con el cero. Él lo
definió como el resultado de restar un número de sí mismo y apuntó algunas
propiedades del nuevo número: cuando el cero se suma o se resta a una cantidad,
esta permanece inalterada. Brahmagupta también introdujo los números negativos en
sus escritos para indicar deudas, mientras los positivos
representaban fortunas. Así, por ejemplo, explica que una deuda
menos el cero es una deuda, una fortuna restada del cero es una deuda o el
producto de dos deudas es una fortuna.
LA APARICIÓN DEL SÍMBOLO
La aparición más
antigua que conocemos del símbolo “0” —como lo conocemos hoy en
día— es del siglo IX: está en una inscripción en piedra, que indica el año 876.
En ella se explica que en la ciudad de Gwalior (400 km al sur de Delhi) “se
plantaron unos jardines de 187 por 270 hastas (medida india que equivale a casi
medio metro), de manera que podrían producir suficientes flores como para dar
50 guirnaldas al día a los empleados del templo Chaturbhuj”. Tanto el 270 como
el 50 están anotados casi como los escribiríamos en la actualidad, pero el 0 es
algo más pequeño y está ligeramente elevado, casi como un superíndice.
Sin embargo, esa
inscripción por sí sola no prueba el origen del cero en la India. Como en el
siglo IX ya había un amplio contacto
comercial entre el mundo árabe, el europeo y el asiático,
la inscripción no es lo suficientemente antigua como para demostrar que la
cifra se inventó allí. De hecho hay una
inscripción anterior —realizada en el año 683 en el idioma
jemer, de Camboya— que contiene otro símbolo similar para el cero, según
explica el matemático
Amir Aczel en su libro En
busca del cero.
Son escritos previos,
como los de Aryabhata y Brahmagupta, los que apuntan a un origen indio. Y
tirando de ese hilo llegamos al manuscrito Bakhshali,
el más antiguo texto matemático indio, que fue hallado en 1881 y que comprende
multitud de fragmentos escritos desde el siglo III hasta el siglo X. La más reciente
y precisa datación arqueológica, realizada en 2017 con la técnica del carbono-14,
confirma que ese manuscrito contiene el símbolo para el cero más antiguo
conocido: un punto impreso en una corteza de abedul, entre los siglos III y IV.
LAS OPERACIONES CON EL CERO
Aclarado su nacimiento
en la India, allí siguió creciendo como concepto. En el siglo IX, Mahavira
profundiza en las operaciones con el cero, indicando que la multiplicación de
un número por cero es cero; pero no acierta en la fracción, al asegurar que si
un número se divide por cero permanece invariable. Sin embargo Bhaskara II, el
último de los matemáticos clásicos de la India, ya dice en el siglo XII
que una fracción con
denominador cero designa una cantidad infinita. Bhaskara II también
es conocido por proponer un procedimiento para resolver las ecuaciones polinómicas de
segundo grado (ax2+bx+c=0)
muy similar al que utilizaría hoy en día cualquier estudiante de Secundaria.
Durante la revolución
matemática que los sabios indios llevaron a cabo a lo largo de varios siglos
también operaron con las raíces
irracionales de otros números —como √2 ó √3—, de la misma
manera que lo hacían con los números racionales. En
parte porque su aritmética era completamente independiente de la geometría, al
contrario de lo que les sucedía a los griegos, quienes no concebían los números
irracionales como verdaderos números, ya que no se podían comparar o medir
mediante una proporción de números enteros. Los matemáticos indios, por su
parte, no llegaron a profundizar en esta diferenciación entre magnitudes
conmensurables e inconmensurables de la aritmética griega.
También realizaron progresos relacionados con el álgebra. Usaron abreviaturas
de palabras y símbolos para describir operaciones. Para las incógnitas, cuando
había más de una, usaban nombres de colores: negro, azul y amarillo.
El cero nació en la
India, pero se bautizó en Europa. Fue el
matemático italiano Fibonacci quien
popularizó en Occidente el sistema decimal nacido en la India y quien comenzó a
usar la palabra zero para designar el símbolo de la nada. El
término sifr, vacío en árabe, derivó en el latín zephyrum,
que acabó convirtiéndose en el zefiro italiano y contraído en
el zero veneciano, con el que Fibonacci decidió nombrar al
“0”.
Más esto sería contar una historia lineal del cero con lo cual
no estaríamos siendo consistentes con la multiplicidad que el cero nos exige.
El cero también surgió en Masoamérica, civilizaciones Olmecas
y Mayas, alrededor del 36 a. C., existiendo documentación que lo comprueba.
Los mayas alrededor del año 36 a.
C. utilizaban un sistema de numeración vigesimal (de base 20) con la inclusión
de un símbolo para el número cero.
En el mundo precolombino, que considera
el tiempo concreto, no debe sorprendernos que el concepto de cero no represente
la nada como nuestro cero, sino también algo concreto. El símbolo cero entre
los Incas y Mayas es algo tangible: es un colgante sin nudos para los Incas, es
un caracol para los Mayas y una mazorca para los Aztecas. Según investigaciones
realizadas se observó que en el antiguo idioma nahuatl no había una palabra
para decir cero, pero si había un “lugar” para el cero porque de acuerdo con la
manera de contar los días pasados, el cero era el primer día de la semana,
generando el resto. Además la Luna parece haber sido la diosa del “cero” en
Mesoamérica con toda su carga de fertilidad. Así como también los otros
símbolos, el caracol y la mazorca, estaban conectados con la fecundidad
terrestre que a su vez estaba relacionada con la Luna. Los datos etnohistóricos
hacen suponer que el concepto de cero concreto, que con su fecundidad genera
otros números, puede ser de origen calendárico y esté ligado con la Luna,
puesto que en la actualidad, los Andinos como los Mesoamericanos que viven en
el campo, computan los meses lunares y cuando esta no se ve (Luna Nueva) es
considerada ausente, es decir, cero. Por ejemplo, suponiéndose que hoy sea
domingo, para un Maya o Nahua de hoy, sería el día “cero”, porque ya está
transcurriendo, mientras que el primer día será el lunes y así hasta dentro de
siete días y no ocho, como decimos nosotros,será nuevamente domingo. Esto
significa que para ellos, el concepto de cero no es igual a la nada, sino que
equivale a algo que antes era y al momento falta, (ejemplo la Luna Nueva), es
decir, no solo el principio y el fin de una cuenta sino el centro y la madre de
todas las cosas: eso genera el tiempo.
Más esta es la historia pero lo que necesitamos es la
gnoseología del cero para realmente saber cómo apareció y poder recrear esa
experiencia veamos primero el alcance epistemológico de Piaget en su psicología cognitiva:
El niño está rodeado de números y los conoce. Recita los
números hasta grandes cantidades a una edad muy temprana pero el concepto de
cantidad y la noción de cardinalidad lo adquiere en los primeros años de la
escuela primaria. El niño de 4 o 5 años ( Etapa Pre operacional, según Piaget)
tiene adquirido los principios de orden y de correspondencia biunívoca, es
decir, sabe correctamente la secuencia numérica oral hacia adelante y establece
correspondencia uno a uno entre la palabra-número y el objeto contado. Sin
embargo si se le pide que cuente una cierta cantidad de objetos (por ejemplo
cinco lápices) y se le pide que diga cuántos hay, éste contestará en forma
incorrecta diciendo que hay ocho, por ejemplo. Esto sucede porque el principio
de cardinalidad, que está relacionado con la cantidad, es muy difícil de
adquirir para el niño porque es muy abstracto. Lo abstracto es, precisamente,
la representación de la cantidad mediante un número (expresado en forma oral
mediante una palabra-número, o escrita mediante cifras). La enorme dificultad para el niño es
el salto que debe dar de contar uno por uno los elementos del conjunto –el
elemento uno, el elemento dos, el elemento tres, el elemento cuatro, el
elemento cinco–, a decir la cantidad que hay en el conjunto: cinco. Se trata de
un gran paso hacia la abstracción: se debe dar cuenta de que la palabra-número
(cinco) que corresponde al último elemento de este conjunto es, también, la
palabra numérica que va a representar a la totalidad del conjunto, y que va a
indicar la cantidad (cinco). Saber contar y tener noción de cantidad son
aspectos distintos en el desarrollo de la noción de número, y evolucionan, al
principio, de manera independiente. Incluso podemos decir que se desarrollan a
distinto ritmo: es probable que un niño de 5 o 6 años, que domina con habilidad
el conteo hasta 30, no pueda decir cuál de dos números consecutivos en ese
intervalo es mayor, por ejemplo: ¿Cuál es mayor, 19 o 20? Tal vez el niño diga
que el 19 es mayor porque centra su atención en el nueve. O, aun habiendo
contestado correctamente, es poco probable que explique cuál es mayor en
términos de cantidad. Es posible que diga que 20 es mayor que 19 porque viene
después en la secuencia numérica, pero esta explicación no da cuenta de la
cantidad. Podemos decir entonces que un niño está adquiriendo la noción de
cantidad cuando: • Puede resolver problemas que le pregunten por la cantidad. •
Puede hacer comparaciones de conjuntos: mayor, menor, igual. • Puede decir en
cuánto es más grande una cantidad que otra. • Tenga noción de que cada cantidad
representada por un número en la secuencia numérica es mayor en un elemento a
la cantidad representada por el número anterior en ésta. Expresemos esto en
términos cotidianos: cuando los niños puedan explicar en sus propias palabras
que cada número de la secuencia
numérica se forma porque agregamos uno al anterior. O, como explicó un niño de
primer grado a su maestra: “Porque a un número le ponemos uno más y nos da el
que sigue”. Entonces el niño adquiere el concepto de número en forma definitiva
en la etapa de las Operaciones Concretas ( según Piaget) alrededor de los 7
años. De lo expuesto previamente, que es un resumen de lo encontrado sobre el
concepto de número, en ninguna parte se hace referencia al concepto del número
cero propiamente dicho. Por otro lado, en mi experiencia como docente, he
observado que el concepto de cero aparece en la resolución de operaciones
concretas de suma o resta donde el mismo representa la ausencia “de lo que se
va a repartir”; ej: tengo 5 caramelos y Pedro se comió 5 ¿cuántos me quedan?
Por lo tanto, podemos inferir que el concepto de cero, como número y como nada,
lo adquieren en la etapa de las operaciones concretas.
Pero ¿Es cierto esto´? No será
que el cero es más bien la condición de todo aprendizaje veamos ahora la
concepción dela nada que está detrás del
cero:
Cuentan que un día
hace casi 2.300 años, Alejandro Magno, tras conquistar Persia, llegó a orillas
del río Indo y encontró lo que llamó un gimnosofista, o sea, un sabio desnudo,
sentado en una roca mirando al cielo.
"¿Qué estás
haciendo?" preguntó Alejandro.
"Experimentando
la nada. Y tú, ¿qué estás haciendo?", respondió el gimnosofista.
"Conquistando
el mundo", respondió Alejandro.
Ambos rieron, cada uno pensando que el otro
era un tonto y estaba desperdiciando su vida.
Ese es un relato que
narra el renombrado mitologista Devdutt Pattanaik para
ilustrar las diferencias entre la cultura occidental y la india.
Pero nos habla también
de cuán filosóficamente abiertos estaban en India al concepto de la nada mucho
antes de que se escribiera el primer 0.
“Lo que es interesante es que hay una gran
cantidad de shunya (vacío, termino para designar el cero en la india)
apareciendo en todas partes; estaba flotando desde aproximadamente 300
a.C.", comentó, en conversación con la BBC, el historiador de matemáticas
George Gheverghese Joseph.
Señaló que ese shunya
estaba presente desde en "manuales arquitectónicos, que decían que lo
importante no eran las paredes, sino el espacio entre ellas" hasta
"la creencia que existe en el budismo, el jainismo, y en la religión
temprana y básica de que tienes que alcanzar un estado particular llamado
Nirvana, en el que todo es borrado".
"Era un ambiente
muy fértil para que alguien, cuyo nombre no sabemos, pensara que ese concepto
filosófico y cultural también sería útil en un sentido matemático".
Para la matemática
Renu Jain, vicecanciller de la Universidad Devi Ahilya Vishwavidyalaya, no hay
duda alguna de que la idea espiritual de la nada inspiró la idea
matemática de 0.
"Cero no denota
nada, pero en India se deriva del concepto de shunya, una especie de salvación,
la culminación cualitativa de la humanidad, en cierto sentido.
"Cuando todos
nuestros deseos se cumplen, no tenemos ningún deseo, entonces vamos al Nirvana
o shunya".
Así que la nada lo es
todo.
"Muchas de las
palabras que se usan para codificar verbalmente 0 en sánscrito significan cielo
o vacío. Entonces, en la medida en que el cielo está representado por el
círculo de los cielos, es un símbolo muy apropiado para 0".
"Según las
religiones de India, el universo nació de la nada y la nada es el
objetivo final de la humanidad", dijo el matemático Marcus du Sautoy
en su programa "El genio de Oriente", de la BBC.
"Entonces, tal
vez no sea sorprendente que una cultura que acogió con tal entusiasmo el vacío
pudiera acomodar sin problema la noción del cero"
Nunca se podrá afirmar
con completa certitud pero, a juzgar por las opiniones de varios expertos, es
probable que algo de la sabiduría espiritual de India llevó a la
invención del cero.
Y hoy el cero nos
devuelve a la concepción de la nada como el inicio del universo:
Antes
de la creación del Universo, hace unos 13.800 millones de años, no existían ni
la materia, ni el tiempo, ni el espacio. Para los creyentes sólo existía Dios.
Los astrofísicos han llegado a la conclusión de que el Universo surgió de la
llamada “energía del vacío”. Explican que en esa inmensa “nada” aparecían
súbitamente minúsculas “burbujas” de energía que luego desaparecían. Hace unos
13.800 millones de años, una de esas “burbujas”, extremadamente condensada y
muchísimo más pequeña que un átomo, estalló repentinamente. Esa explosión, el
Big Bang, desató una temperatura altísima, y desde ese instante el Universo se
fue extendiendo, creando al mismo tiempo el espacio y el tiempo. Al expandirse,
su temperatura empezó a descender y en ese “magma” primitivo surgieron las
primeras partículas elementales de materia que lo fueron poblando. En
astrofísica, energía y materia son la misma cosa. Durante sus primeros
instantes, el Universo era una especie de “plasma”, muy denso y caliente,
compuesto de cuarks y anti cuarks (materia y antimateria) que se inhibían entre
sí, quedando un excedente de cuarks. Éstos, que son los elementos más pequeños
en que se divide la materia, se combinaron con nuevas partículas elementales
para terminar formando átomos de hidrógeno y helio, los dos elementos
principales que componen el Universo. Tres minutos después del Big Bang, la
temperatura descendió a unos mil millones de grados Kelvin y el Universo siguió
enfriándose y expandiéndose. Posteriormente, el Universo se “estabilizó” y
quedó, en un 99%, compuesto por dos tercios de hidrógeno y un tercio de helio.
Unos 380.000 años después de la explosión inicial, y al seguir bajando la
temperatura, los fotones –que son las partículas que transportan la energía en
forma de luzse liberaron y salieron disparados en todas direcciones. El
Universo, que hasta entonces era opaco, se tornó luminoso.
¿Pero
no es así como aparece realmente nuestra
conciencia? no es lo que nos enseña ¿Hegel en su ciencia de la lógica? ¿No es este el principio que al mismo tiempo
es el final absoluto?
Pero
en Hegel el concepto se devela como un proceso orgánico en permanente devenir
que culmina con la idea absoluta en
cambio en Nishida Kitaro todo parte del Basho y termina en el basho en un
empirismo puro, ¿Más no son en el fondo lo mismo? Es decir el ser en Hegel
vendría a ser el alcanzar la idea de la nada que es la idea del espíritu como
libertad que supera toda determinación volviendo a lanada misma y en Nishidha Kitaro sería el experimentar
esa nada como un flujo de acción que se desanuda para acontecer múltiplemente
en el vacío.
Y entonces ¿De qué se trata el desanudar el cero?
Pues de un eterno
retorno de acontecer en el vacío en el
Mu
0→1→0
Pero ese acontecer
exige el desanudar del ser y ¿Que es el ser? La luz transferida por el espíritu
que nos permite concebir la idea, así la
idea desanudada se hace energía, trabajo acción, alterando todos los sistemas.
0←1←0→1→0
Koshi kene el quipu ha
sido desanudado cualquier ley, creencia, metáfora, es traspasada por el
misterio dhármico he aquí el súper hombre de Nietzsche y su eterno retorno de
lo mismo para develar lo diferente en la nada todo queda biotejido y en el
biotejido el reino de dios queda develado, porque el quipu no es otra cosa que
el misterio pascual.
CERO
Me indicas muchas cosas
Como que no tengo nada
Me muestras indiferente
Que estoy en el mismo lugar.
¿Qué
quieres de mí?
Si
no tengo nada
¿Qué
buscas en mí?
Si mi límite es la inversa del infinito.
Yo no se que te pido cero
Si la nada vale más
que
infinitos espacios
porque si no hay nada
seguro que si hay algo más.
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