miércoles, 28 de agosto de 2024

Sintransferencia

 

Sintransferencia 

Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo. El que era la luz ya estaba en el mundo y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció. Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron.

El único sistema que existe es el lenguaje y realmente no es un sistema sino un organismo vivo, a este organismo lo llamamos logos. 

Todo comienza en el silencio del logos el cual es un silencio eterno

Lo que viene después es el existir del caos y su reditus para encontrar la luz

Produciendo así la energía

La gran mayoría de la energía y la materia del universo no encuentran la luz

Esta transferencia de la luz le da orden al caos y crea el cosmos

En el ser esta la luz el no ser la recibe

El no ser en nosotros es la cadena de significantes que configura el campo de nuestro inconsciente 

Asimismo el ser es el significado

En nosotros el drama del caos, del no ser, de la cadena de significantes, tratando de redimirse, de encontrar el silencio, de retornar a la luz es sexual y es que en nuestra existencia tratamos de redimirnos en nuestra madre, es decir en nuestra carne, cuando la redención es espiritual y entonces se produce el tabu contra el incesto reprimiendo nuestro inconsciente para convertirnos al consciente y podamos religarnos espiritualmente, es ahí donde encontramos nuestra luz, nuestro ser, nuestro significado.

Este proceso no es individual, nadie se salva solo, recibimos la luz de nuestros padres, de nuestros maestros, no porque ellos sean la luz, sino porque la luz los traspasa transfiriéndose.            

 

,     

 

La transferencia es un concepto del psicoanálisis que designa tres aspectos muy relacionados pero diferenciables:

1.   La función psíquica mediante la cual un sujeto transfiere inconscientemente y revive, en sus vínculos nuevos, sus antiguos sentimientos, afectos, expectativas o deseos infantiles reprimidos, hacia otra persona.

2.   Específicamente, la herramienta fundamental con la que cuenta el analista (S. Freud, 1915), condición necesaria, para poder conducir el tratamiento.

3.   La neurosis de transferencia, descrita por Freud como momento prínceps del tratamiento, en la que todos los elementos de la neurosis son actuados en presencia del analista.

Se trata de afectos que habrán estado orientados originalmente hacia los padres, los hermanos u otras personas significativas en la infancia y que en la vida adulta mantienen su presencia y su efectividad psíquica, de modo que es posible transferirlos a escenarios actuales. Freud señala que este fenómeno ocurre de manera completamente espontánea en las relaciones entre seres humanos, pero cobran una relevancia especial en la relación analítica, convirtiéndose en su instrumento principal, para el cambio psíquico del analizante. Freud registró que sólo mediante la experiencia transferencial, en la actualidad del tratamiento, pueden ser vencidas las resistencias psíquicas del analizante, de manera de lograr que aquello reprimido o inconsciente, sea aceptado por el paciente, produciendo un cambio permanente en ese punto y su trama. En la técnica de tratamiento psicoanalítico la relación entre el psicoanalista y el analizado, por las particularidades del encuadre analítico, la transferencia y el análisis de la forma específica en que se presenta, ocupa, entonces, un lugar central para la cura. J. Laplanche y J. B. Pontalis lo definen así:

(...) el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos, dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos y, de un modo especial, dentro de la relación analítica. Se trata de una repetición de prototipos infantiles, vivida con un marcado sentimiento de actualidad. Casi siempre, lo que los psicoanalistas denominan transferencia, sin otro calificativo, es la transferencia en la cura. La transferencia se reconoce clásicamente como el terreno en el que se desarrolla la problemática de una cura psicoanalítica, caracterizándose ésta por la instauración, modalidades, interpretación y resolución de la transferencia.

Jean Laplanche & Jean-Bertrand Pontalis. Diccionario de Psicoanálisis.1

Fundamentos

[

Al comienzo de la obra freudiana, la transferencia fue de "cargas" (Q) entre representaciones. El término transfert de Huckel fue tomado por Freud para la "transferencia de cargas de una parte del cuerpo a otra". A partir de allí, propuso la conversión, como la forma típica de la histeria para la reversión de las cargas hacia representaciones corporales. Esta época fue prepsicoanalítica, cuando Freud utilizaba, primero la hipnosis que más tarde se convirtió en el método catártico de Breuer.

Fueron justamente los episodios que ocurrieron con la paciente denominada Anna O., a quien atendió Breuer, y los tratamientos de las pacientes histéricas que se registran en Estudios sobre la histeria los que empezaron a generar la hipótesis de que las transferencias eran "hacia la persona del médico".

Fue por primera vez, en 1905, al analizar las causas del fracaso terapéutico del tratamiento psicoanalítico de Ida Bauer (Caso Dora), que Freud definió la transferencia en relación estrecha a la resistencia, efecto de las fuerzas antagónicas que se habían opuesto al avance de la terapia de su joven paciente.2

El establecimiento de este lazo afectivo intenso es automático, inevitable e independiente de todo contexto de realidad. Freud pensó que ciertos sujetos, denominados narcisistas, no establecían relaciones trasferenciales, por lo que el psicoanálisis como técnica de tratamiento sería inadecuado o imposible en ellos. Más tarde esto se ha modificado, en parte, ya que ha quedado demostrado que los psicóticos pueden analizarse. Las estructuras perversas, en cambio, suelen no pedir tratamiento, a excepción de alguna fisura en la economía de su goce. En la lectura de Jacques Lacan, la "demanda de psicoanálisis" ya implica, en sí misma, una dimensión trasferencial: el paciente se dirige a alguien al que le supone un saber, si bien la transferencia -hablando estrictamente- implica no la 'suposición de un saber' sino de un 'sujeto al saber'.3

A través de su análisis personal, el analista se posiciona en condiciones de reconocer sus transferencias (contratransferencia) de modo de no interferir con los contenidos psíquicos del analizado. Esta es además, una condición sine qua non para que el analista esté disponible y a la escucha de lo inconsciente.

Tipos de transferencia:

1.   Transferencia positiva, que son los sentimientos amistosos y afectuosos hacia el analista. Freud señaló una diferencia entre una transferencia positiva débil, aquella que permite el avance del tratamiento; y otra "hiperintensa" o transferencia erotizada, que en los hechos, se comporta como negativa, ya que es sinónimo de resistencia, en cuanto se detienen las asociaciones del analizante.

2.   Transferencia negativa, caracterizada por la expresión de sentimientos hostiles y de enojo. Lacan sostuvo que conviene una transferencia negativa suave para el mejor fluir del tratamiento.

Será Carl Gustav Jung quien, ante el hecho incontestable de la Transferencia, plantee a Freud la necesidad de que todo analista estuviese a su vez analizado, siendo por tanto el primero en introducirlo, tal y como él mismo lo contempla: «Reconociendo estos hechos, el propio Freud aceptó mi exigencia de que el médico sea analizado».4

 

Nosotros concebimos la transferencia ontológicamente y desde esta base podemos trabajarla psicosocioculturalmente, así nosotros comprendemos que al existir se rompe la unidad, el caos material inorgánico recupera su unidad redimiéndose en la luz, los organismos logran su redención en su instinto, pero el hombre logra su redención espiritualmente, el psicoanálisis llega a comprender en Jung este proceso como un proceso de individuación, pero en si es el proceso religioso del hombre donde el encuentra su sentido, ese proceso religioso se recrea artísticamente, filosóficamente, científicamente, siendo en si un proceso transferencial de la luz que revela la unidad eterna, así cuando nosotros hablamos de transferencia hablamos de la experiencia del misterio pascual     1→0→1  el paso del ser al no ser para ser y de la experiencia del misterio dharmico 0←1←0  el paso del no ser al ser para no ser y la sintransferencia vendría a ser la síntesis de ambos misterios:

   0←1←0  ←→ 1→0→1

Ya contratransferencia el conflicto entre ambos misterios

  

1→0→1→←0←1←0  

Pero en el psicoanálisis la contratransferencia se refiere a la transferencia del psicoanalista al psicoanalizado  

Contratransferencia es un concepto de la teoría psicoanalítica que se utiliza para denominar las reacciones, actitudes, pensamientos e ideas que de manera inconsciente el psicoanalista produce en la relación con su paciente o analizando, particularmente aquellas que surgen como respuesta a la transferencia o a los «fenómenos transferenciales» que ocurren en este último.1

La contratransferencia en la definición de Sigmund Freud

[editar]

Sigmund Freud se refirió de manera directa al fenómeno de la contratransferencia solo en escasos pasajes de su obra. En 1910 , en su discurso inaugural del II Congreso de Psicoanálisis y hablando acerca de las innovaciones introducidas en la técnica psicoanalítica y de la necesidad de seguir desarrollándola, Freud señala que la contratransferencia «se instala en el médico por el influjo que el paciente ejerce sobre su sentir inconsciente»2​ y agrega que es necesario que el psicoanalista esté en condiciones de detectarla como tal y de dominarla. Fundamenta además que, al existir en 1910 un mayor número de personas que ejercen el psicoanálisis, se hacía posible concluir algunas cuestiones acerca de su trabajo, entre otras, determinar que «cada psicoanalista solo llega hasta donde se lo permiten sus propios complejos y resistencias interiores»3​ por lo que el autoanálisis como actividad inicial y su permanente profundización es para todo psicoanalista una condición imprescindible para ejercer su oficio. «Quien no consiga nada con ese autoanálisis puede considerar que carece de la aptitud para analizar enfermos».3​ Aunque algunos años más tarde a Freud ya no le parecerá suficiente el autoanálisis y postulará la necesidad del psicoanálisis didáctico, lo esencial se mantiene: la única manera de discernir y controlar el fenómeno de la contratransferencia es el análisis del propio analista.

Discusión y desarrollo teórico ulterior

[

La contratransferencia es un tema controvertido al interior del psicoanálisis. La primera fuente de discusión es la definición misma: Mientras unos se inclinan por una noción ampliada, donde la contratransferencia designa todos los procesos inconscientes que gatilla el analizado en el analista o más aún, todo lo que desde el inconsciente del analista pueda intervenir en la cura, otros autores como Daniel Lagache, proponen un concepto más restringido, donde contratransferencia se referiría específicamente a la reacción del analista frente a la transferencia del paciente. Sin embargo, el asunto alcanza aquí una mayor complejidad, puesto que esta última definición da pie a la posibilidad de definir fenómenos de transferencia y de contratransferencia a ambos lados de la relación analítica, es decir tanto en el analizado como en el analista.4

También existen definiciones intermedias como la de Ralph Greenson, quien prefiere hablar de «reacciones transferenciales» y «reacciones contratransferenciales» pudiendo ser estas últimas causantes de fallas en la aplicación de la técnica cuando el analista reacciona ante su paciente como si este fuese una persona importante de su propia historia vital y no es capaz de detectar a tiempo que ello está ocurriendo. Para este autor, la contratransferencia es una reacción transferencial del analista ante un paciente, un espejo o contrapieza de la transferencia. El prefijo «contra» en «contratransferencia» significa «análogo», «doble», como «contra» en «contrapieza» y no como en «contraataque», donde significa opuesto o contrario.5

La segunda controversia se refiere a la manera en que deberían manejarse los fenómenos contratransferenciales durante el tratamiento psicoanalítico. Existen quienes abogan por la máxima eliminación o reducción de las manifestaciones de la contransferencia por medio del análisis personal, puesto que es lo único que garantizaría que en la relación analítica el analista ofrezca un espejo neutral en el que solo debe proyectarse la transferencia del paciente. Pero también hay analistas que prefieren utilizar activamente los fenómenos contratransferenciales (aunque controladamente) en el trabajo del análisis. Por último hay psicoanalistas que ponen el énfasis en la necesidad de posibilitar una comunicación «de inconsciente a inconsciente», lo que implicaría involucrar directamente en la interpretación las reacciones contratransferenciales del analista.

Y es desde  esta relación  de inconsciente a inconsciente desde la que nosotros comprendemos y realizamos la transferencia y de hecho es así como ha funcionado siempre en la experiencia religiosa, yantes en el juego,  hasta que el dogma y el rito exterior deja  de lado la transferencia para establecer el código del sistema de manera convencional  pero profundicemos más en la transferencia psicoanalítica para poder dar luz a nuestra transferencia ontológica.  

 

El siguiente trabajo se inscribe dentro del marco de la teoría psicoanalítica y forma parte de una labor de investigación personal acerca de la noción de transferencia en las obras de S. Freud y J. Lacan. Se propone como objetivo ubicar qué van entendiendo por transferencia los citados autores en los distintos momentos de su enseñanza. Para lograr tal fin se procede al examen de la bibliografía existente, haciendo un recorte de la misma, tomando diferentes hitos y jalones que - inevitablemente - no estarán por fuera del arbitrio y subjetividad por parte del autor. A partir de lo trabajado se sostiene que en la obra freudiana se mantiene cierta conexión de la noción con algunos factores, tales como el falso enlace, desplazamiento de cantidades de libido, sugestión, repetición y resistencia. Esta elaboración no llega a distinguir - a pesar del objetivo explícito de Freud - la transferencia de la sugestión. En la producción de Lacan se observan distintos abordajes, destacándose el que realiza a partir de la dialéctica hegeliana, como también el que se apoya en su estudio sobre el Banquete, hasta llegar a realizar un trabajo de demarcación y formalización con su matema del Sujeto supuesto Saber. Palabras Clave Transferencia, Saber, Repetición, Resistencia 

 

 

Introducción El siguiente trabajo se inscribe dentro del marco de la teoría psicoanalítica y forma parte de una labor de investigación personal acerca de la noción de transferencia en las obras de S. Freud y J. Lacan. Se propone como objetivo ubicar qué van entendiendo por transferencia los citados autores en los distintos momentos de su enseñanza. Para lograr tal fin se procede al examen de la bibliografía existente, haciendo un recorte de la misma, tomando diferentes hitos y jalones que - inevitablemente - no estarán por fuera del arbitrio y subjetividad por parte del autor. A partir de lo trabajado se postulará que en la obra freudiana se mantiene cierto vínculo de la noción con otras, tales como repetición y resistencia. Esta elaboración no llega a distinguir - a pesar del objetivo explícito de Freud - la transferencia de la sugestión. En la producción de Lacan se observan distintos abordajes, destacando nosotros aquel que lo hace a partir de la dialéctica hegeliana, como también el que se apoya en su estudio sobre El Banquete {1}, hasta llegar a realizar un trabajo de demarcación y formalización con su matema del Sujeto supuesto Saber. La transferencia: desde el núcleo patógeno hasta el máximo obstáculo Cuando abordamos el modo en el que Freud trata la noción de transferencia, nos encontramos con que está indisolublemente ligada a otras como resistencia y repetición. De acuerdo a cómo se articulen dichos conceptos podremos ver que Freud trata de manera ambigua la transferencia, funcionando como el máximo escollo en la práctica con los pacientes, así como también como el motor de la cura. Al sostener que atravesando la primera se llega a la segunda, proponemos aproximarnos a esta noción a partir de considerar estas fases por separado. Comenzaremos, de acuerdo a cómo se presentó cronológicamente en sus trabajos, a partir de su faz negativa. Para eso iremos a Estudios sobre la histeria {2}, en el cual plantea - junto a Breuer - que el síntoma es consecuencia de una vivencia traumática. Ésta deja como efecto un recuerdo almacenado como huella mnémica, funcionando como núcleo patógeno. A partir de allí entonces, la terapia analítica tendría como objetivo acceder al recuerdo de la vivencia, para lograr abreaccionar la carga afectiva que conlleva tal huella. A esta altura de su enseñanza Freud propone el aparato psíquico como un entramado de representaciones organizado alrededor del núcleo patógeno. Para llegar al núcleo, la asociación debe conducirse por el resto de las representaciones. Puede ocurrir que du rante ese trabajo, acercándonos al núcleo, comiencen a emerger afectos que no tengan representaciones, y como el analista es el más cercano, se anude dicho afecto con su persona. De esta manera, tendríamos una primera acepción de la transferencia, ligada fundamentalmente al falso enlace y a la resistencia, ya que este fenómeno - al obstruir la continuación del recorrido - impide arribar a la cura. El segundo jalón lo podemos ubicar en Fragmento de análisis de un caso de histeria {3}. En el Epílogo Freud aborda lo que denomina transferencias. En este momento ya considera a la vivencia traumática como contingente, y pone en primer plano, más bien, la fantasía. Postula al síntoma como una conjunción de dos elementos heterogéneos: lo pulsional y lo psíquico. Indica que cuando comienza el tratamiento analítico la neurosis no genera nuevos síntomas, no obstante su producción continúa. Así, las transferencias serían reediciones, reelaboraciones de las mismas mociones pulsiones y las fantasías que sostienen la sintomatología, pero ahora jugadas en el vínculo con el médico. Aquello experimentado con las personas significativas de la infancia, ahora se reactualizan con el médico. Esta reactualización funcionaría como obstáculo, e impediría la prosecución de la cura, que ahora tendría que ver con el análisis de tales mociones y fantasías. Transferencia entendida ahora como una resistencia, en la que aparece en primer plano la cuestión de la repetición. Un enfoque similar desplegará en su artículo Sobre la dinámica de la transferencia {4}. Ahora ya está trabajando con su teoría libidinal y las distintas fases de la represión - aunque lo formalizará más adelante. El síntoma es entendido otra vez como consecuencia de la represión ejercida sobre fantasías incestuosas. Por ende el tratamiento consistirá en analizar tales fantasías, y las mociones pulsionales puestas en juego. Freud propone que mientras se produce tal análisis, la libido comienza a desprenderse de los síntomas y trasladarse a la persona del analista. Esto produce una paralización en el avance del análisis, porque experimentar tales fenómenos con aquel al cual se le debe decir todo es difícil y tortuoso, lo cual puede producir el abandono de la cura. Transferencia como falso enlace, en la que la repetición está a los fines de la resistencia. La transferencia como motor de la cura Para ocuparnos de la faz positiva - la que se relacionaría con el motor de la cura - tendremos que conducirnos hasta Recordar, repetir y reelaborar {5}. En este texto Freud extrae las consecuencias de tomar al síntoma no sólo en su faz simbólica, lo que lo lleva a considerar que no todo puede ser recordado, que la rememoración tiene un límite. Aquello que no se recuerda, se actúa con el médico. Aquello pulsional que no puede hacerse conciente vía la palabra, se actúa con el médico. Lo positivo es que sólo a través de ese actuar se puede acceder a lo reprimido, justamente gracias al vínculo con el médico. Freud dirá que nadie puede ser ajusticiado en ausencia o en efigie, lo que determinará que sólo podrá tomarse el conflicto que contribuyó al armado sintomático si se aborda en el presente. Este procedimiento sólo se puede realizar a partir de que se trasladen los afectos a la relación con el médico, produciéndose de esta manera una auténtica neurosis de transferencia. Todos los síntomas, los rasgos de carácter y las inhibiciones en relación al médico. La labor del analista consistirá en anoticiar al enfermo de que lo que está actuando es lo reprimido inconsciente, lo que se denominará  interpretación de la transferencia. Sólo así el enfermo podrá darle otro destino a la pulsión. El otro texto que nos ayuda a pensar la transferencia como auxilio para la cura es la Conferencia 28 {6}. En ésta postula a la neurosis como la incapacidad de producir y gozar, consecuencia de la utilización de la libido en el mantenimiento de la represión y el armado sintomático. La única manera de que pueda volver a ser asequible es desprendiéndola de estos complejos. Para eso se cuenta con la persona del analista, que en un momento del tratamiento se apodera de toda la sintomatología, y gracias a la sugestión evita que el paciente vuelva a reprimir. De esta manera puede encontrar otro decurso a la libido, que le sea más satisfactorio para su vida. Luego, para diferenciarse de otras terapéuticas, la sugestión debe liquidarse vía el análisis de la transferencia. Esta última propuesta es paradójica, porque para poder analizar debe operar la transferencia positiva, que es la sugestión. Así, lo que puede analizarse es la transferencia negativa, nunca la positiva. Por eso en Freud no se puede encontrar un deslinde claro y preciso entre transferencia y sugestión. Lacan: Dialéctica hegeliana para abordar la transferencia Lacan aplica elementos de la dialéctica hegeliana para dilucidar lo que ocurre en un psicoanálisis, tomando como ejemplo el tratamiento de Dora. A esta altura de su enseñanza, considera lo que sucede en un psicoanálisis como una experiencia fundamentalmente simbólica, no remitiendo a ninguna propiedad misteriosa de la afectividad. Al hablar de dialéctica deja implícita la necesidad de la intersubjetividad en la relación paciente / analista, ya que juntos, a través de desarrollos de verdad e inversiones dialécticas, podrán llegar a la verdad de los síntomas. En este proceso puede ocurrir que el analista desee demasiado el bien del paciente obstaculizando la ortodramatización subjetiva, y es allí, en ese momento, que emergerá la transferencia como una marca de errancia del analista, así como también de orientación, como de un llamado al orden de su papel, que sería el de un no - actuar positivo para que advenga la subjetividad expresada en los síntomas. De esta manera, la transferencia se presenta cumpliendo un doble papel: por un lado, desde una faz resistencial, obstaculizando la cura; y por el otro, como brújula que indica por dónde se ubica el camino a seguir. Transferencia a la que Lacan propondrá interpretarla: llenar con un engaño ese punto muerto del avance, que aunque falaz, ese engaño da la posibilidad de relanzar el proceso. El Banquete: la metáfora del amor y la transferencia en el presente Durante todo un año Lacan se aboca a trabajar la cuestión de la transferencia {7}. Lo hace tomando como referencia el texto platónico {1} que pone en primer plano el amor. En su análisis plantea que en el amor existen dos posiciones asimétricas: el erastés (amante) y el erómenos (amado). Al aplicar estas posiciones a lo que ocurre en la praxis analítica señala que en una primera instancia el analista está en posición de amante, ya que es él quien pone su deseo de analizar, el que apuesta a un sujeto y un saber por venir en aquello que el paciente  - quien estaría en posición de amado - trae: “Dígame qué tengo”. Esta primera instancia finaliza con el advenimiento de la, llamada por él, metáfora del amor: sustitución de un lugar por otro. En dicha metáfora lo que se intercambian son los lugares, pasando el paciente a ser causado en su deseo - amor - por algo que genera la presencia del analista. Lacan toma como paradigma la posición de Sócrates con respecto a lo que ocurre con Alcibíades. Éste - erómenos por excelencia - busca muestras del deseo en Sócrates a partir de la seducción. Pero Sócrates, sistemáticamente se niega, ya que hacerlo significaría aceptar un intercambio de bienes - belleza por saber - y él se posiciona más bien como alguien que no sabe nada, por ende, no teniendo nada para dar. Esta posición es la que Lacan describe como la del sileno, aquel que con su fealdad recubre, sin embargo, un objeto valioso y atractivo en su interior - lo que lo llevará a postular la noción de agalma. Es la posesión de este objeto, o más bien nosotros diríamos que es la ubicación de Sócrates con respecto a la posesión y a la nada, la que causa el deseo en el otro. Es ese lugar de vacío que hace que emerja el deseo en el otro. Es en ese preciso instante en el que el deseo del paciente emerge, que la sustitución se produce, y a partir de ese momento el que trabajará para encontrar lo que le falta - lo que desea - es el paciente, transformándose en erastés. Y el analista estará en posición de objeto - amado, pero también lo que más adelante Lacan llamará objeto causa. El otro punto, de los tantos que hay destacables en dicho seminario, es el que Lacan desarrolla en su clase 12. En ella aborda lo que denomina la transferencia en el presente, para distinguirla de la repetición - demarcación no suficientemente realizada en la obra freudiana. Se destaca que en la relación analítica no se trata solamente de la presencia de un pasado que retorna, sino también la presencia en acto de algo que se crea, una ficción, para ese otro que nos está escuchando. No se trata solamente del retorno de un pasado, sino del acto creador para el analista - las formaciones del inconsciente. Para ejemplificar lo que sería una interpretación en el presente Lacan toma la escena que se produce en el final del Banquete, en la que Alcibíades propone hacer una confesión a su auditorio con respecto a lo que le ocurría con Sócrates. Y la interpretación la da Sócrates, al indicarle que lo que está haciendo está dirigido hacia Agatón, le marca hacia dónde está dirigido su deseo. Como se puede apreciar, no se trata del retorno de un pasado, sino más bien de lo que ocurre en el aquí y ahora en esa relación. Podríamos tomar la cuestión para diferenciar lo que se llamaba interpretar la transferencia - poner palabras donde antes sólo se actuaba - con lo que podríamos denominar ahora interpretar en transferencia - que sería el lugar desde el cual surge la interpretación, ya que el analista no está por fuera de lo que produce el paciente. Es con él con quien algo - esa ficción - se produjo. Es la cuestión de la transferencia en el presente lo que vamos a tomar como puente para arribar al último momento elegido en este recorrido, que es el que tendrá que ver con el matema desplegado en la Proposición del 9 de octubre de 1967 {8}. Pivote de la transferencia: Sujeto supuesto Saber Ya hemos indicado que la transferencia no se reduce a la repetición. Existen repeticiones en la vida, pero en la transferencia se produce algo más, relacionado con el presente, o más bien con lo novedoso 

 

que ocurre entre el paciente y el analista. Lacan indica en la clase 14 del seminario Problemas cruciales para el psicoanálisis {9} que el analista completa al síntoma. “Es enteramente evidente que en ese registro el psicoanalista se introduce en primer lugar como sujeto supuesto saber, es él mismo quien recibe y soporta el estatuto del síntoma” (LACAN 1964-1965 112). Lo que nos lleva a plantear que no habría síntoma en sentido estricto para el psicoanálisis si todavía no entró en la órbita de acción del analista. Aquello que es considerado síntoma para la medicina - desarreglo con respecto al funcionamiento normal del organismo - no lo es todavía para nosotros. Se considerará como tal cuando se evidencia para el consultante que allí, en eso que le pasa, hay saber en juego. Es esto lo que Lacan va a formalizar con el matema de la transferencia: St ------------àSq ------ s ( s1, s2, sn…) en la que se indica que un significante representa a un sujeto - con un saber - para otro significante. O también que el significante de la transferencia sub - pone un sujeto, al cual le va adjunto un saber, para un significante cualquiera. El significante de la transferencia es lo que instaura la transferencia como tal, que no va a tener que ver con suponerle saber a ese que fuimos a consultar, ese más bien será el efecto constituido, no lo constituyente. El significante al cual nos referimos es aquel que instituye el síntoma, cuando en eso se trata de un saber supuesto que deberemos develar. Cuando se supone que en eso hay saber, y un sujeto involucrado en un acto. Es ese tiempo de espera, de un significante por venir - que será un significante cualquiera - que durará el análisis, ya que éste subsiste sólo en tanto pervive la transferencia. Pero ésta entendida en el sentido de que en eso hay un sujeto y un saber involucrado - claro que no será un saber referencial sino más bien uno textual. Conclusión En Freud podemos localizar cierta constancia en la noción de transferencia, que tendrá que ver con la permanente relación establecida con la resistencia, la repetición y la sugestión. Propone abordarla siempre a partir de la interpretación, como si se tratara de un elemento más que produce el inconsciente. Si bien es el mayor obstáculo en la cura, es también el máximo motor cuando se la sortea. Así como nos impide la continuación de la emergencia del inconsciente, es gracias a ella que puede tratarse lo pulsional refractario a la rememoración. Y finalmente es aquello que permite que el analista se apodere de todo lo inconsciente para poder, sólo a partir de ello, operar, con el objetivo de producir un cambio en la economía pulsional. En Lacan el tratamiento de la noción es notoriamente heterogéneo. Si bien desde un principio se separa de Freud, en el sentido de no tomar la misteriosa afectividad y más bien propugnar el carácter eminentemente simbólico de la experiencia analítica, no obstante continúa ubicando a la transferencia como un retorno resistencial. Concepción que cambiará con el tratamiento que le prodigará en el Seminario: Libro 8, cuando desarrolle la transferencia en el presente, distinguiendo por primera vez - y yendo más allá de Freud – la  transferencia de la repetición. Hasta desembocar en su punto más logrado con la formalización, vía el matema, donde se tratará de un sujeto y un saber supuesto como posibilidad de análisis, lo que genera que la clínica psicoanalítica sea, fundamentalmente, una clínica transferencial.

 Notas 1- Platón. El Banquete. Barcelona, España, Ediciones Orbis, 1983. 2- Breuer, J. y Freud, S. (1893 - 95) “Estudios sobre la histeria”. En Obras completas, Avellaneda (Buenos Aires), Amorrortu Editores, 1997, Volumen 2. 3- Freud, S. (1901) “Fragmento de análisis de un caso de histeria”. En Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1978, VII, p. 1- 107. 4- Freud, S. (1912) “Sobre la dinámica de la transferencia”. En Obras completas, Avellaneda (Buenos Aires), Amorrortu Editores, 2001, XII, p. 93-105. 5- Freud, S. (1914) “Recordar, repetir y reelaborar”. En Obras completas, Avellaneda (Buenos Aires), Amorrortu Editores, 2001, XII, p. 145-157. 6- Freud, S. (1916-1917) “28ª Conferencia: La terapia analítica”. En Obras completas, Avellaneda (Buenos Aires), Amorrortu Editores, 2004, XVI, p. 408-421. 7- Lacan, J. (1960-1961): El Seminario. Libro 8: “La Transferencia”. Quilmes (Buenos Aires), Paidós, 2003. 8- Lacan, J. (1967) “Proposición del 9 de octubre de 1967”. En Ornicar?, Publicación periódica del Champ Freudien, Número 1, p.11-30. 9- Lacan, J. (1964-65): El Seminario. Libro 12: “Problemas cruciales para el psicoanálisis”, inédito. 

https://www.aacademica.org/000-072/716.pdf

 

Veamos la cuestión con Freud la transferencia negativa para nosotros es el conflicto de dos activos que terminan siendo dos pasivos desgarrados

1→←1  0   0  

¿Cómo paso esto?

Psicoanalíticamente diríamos represión, nuestro padre no nos dejó estar con nuestra madre, es decir se puso límite a nuestro significantes y se les trato de dar un significado impuesto, lo mismo que decir se puso limites a nuestro deseo, ahora el problema no es el limite sino que el acto alquímico de conversión no se llevó  acabo ¿Cuál es la solución? Pues analizo la contransferencia y la convierto en transferencia espiritual.

1→←1 → 0→1→1

El psicoanalista tendría que ser la madre que convierte al psicoanalizado al padre espiritual  Dios.       

Y entonces ya no hablamos de un psicoanalista sino de un biotejedor.

Lo que llama Freud transferencia negativa para nosotros es contra transferencia, es decir conflicto transferencial, no ha habido nadie que pueda convertir la libido la energía sexual en energía espiritual, es decir en logos  y llevar a este logos al silencio religador.

 

Ahora Freud nos dice que tenemos que lograr la transferencia positiva para analizar la transferencia negativa     pero nosotros desde nuestra experiencia comprendemos que solo entrando a la contra transferencia es decir a la transferencia negativa es que podemos superarla con la transferencia, claramente en el proceso religador no hay análisis es una relación emocional que se abre a la intuición  y en esta  se integra pero luego el biotejedor tiene que recrear artificialmente la experiencia, luego reflexionarla, configurar un sistema ye esto requiere de mucho análisis para dar paso conscientemente a la síntesis ye l proceso no es lineal más bien casi siempre empieza por una alteración de sistemas donde se corta un flujo transferencial o se inicia uno.

 

Con respecto a Lacan por supuesto lo que se transfiere son significantes cargados de libido, los cuales son convertidos a significados arquetípicos, siendo  el sujeto lo que un significante representa para otro significante más esta representación es el  intento por representar lo que no puede ser representado el arquetipo, es aquí  donde se juega quien va a dirigir la transferencia en la transferencia misma, lo que realmente se quiere es la luz, el ser, ese supuesto a saber que organizara los significantes, el amor es ese dar lo que no se tiene a quien no es, así la relación transferencial no es otra cosa que la relación amorosa base de todo el proceso filosófico, aquel que devele y esconda la luz ese llevara el proceso transferencial configurado la relación y todo el sistema, en una cibernética de primer orden hay uno que lleva el proceso , en una cibernética de segundo orden se sabe que no se puede salir de la transferencia y se pasa de la trascendencia a la inmanencia, pudiendo llevar cualquiera el proceso, en una cibernética de tercer orden se logra la coincidencia de opuestos es dec ri la sintransferencia.                   

 

Este proceso Jung lo ha develado desde el estudio alquímico siendo este texto de Psicologia transferencial fundamental para comprender la sintraferencia.

https://psicovalero.wordpress.com/wp-content/uploads/2014/11/jung-carl-gustav-la-psicologia-de-la-transferencia.pdf

 

SinTransferencia en Jung

Visita el interior de la tierra y purificando encontraras la piedra oculta

Máxima que deberá de comprenderse simbólicamente en el sentido de que solo podrá alcanzar la verdadera sabiduría aquel que penetre en lo más hondo de su ser y efectúe ahí una oculta purificación.   

 

Doctrina de la unidad

Uno es el todo, por él el todo,   para él el todo, en él el todo

La naturaleza comprendiendo al universo es una, y su origen no pude ser otro que la unidad eterna.

Dios, macrocosmos naturaleza, microcosmos hombre

Dios =Padre Hijo Espíritu Santo

 Naturaleza=Hanan pacha Kay pacha uku pacha

Hombre=Cuerpo, alma y Espíritu

Integración del anima y animus la piedra filosofal la unión de los contrarios incorruptible

Coniunctio oppositorum  unión mística    

 

 

Rosarium

I La fuente de mercurio el silencio

Cinco arquetipos

 II rey y reina  el incesto se realiza espiritualmente

III la verdad desnuda  la unificación del Espíritu

IV La inmersión en el  baño

V La coninuctio

VI La muerte 

VII la asención del alma  nacimiento del hombre interior 

VIII purificación del alma los libros deben ser destruidos el corazón es relacional

De lo emocional a la intuición

Enantiodromia convertir a algo en su opuesto  

IX El regreso del alma

 X El nuevo nacimiento 

 

 

 

Aquí nació  suntuosamente la nueva emperatriz

Los maestros la designan igual que a su hija

La que se multiplica hijos sin número alumbra

Qué  es pura y sin mancha alguna 

La reina detesta la muerte y la pobreza

Supera al oro a la plata y a las piedras preciosas 

Y a todos los remedios grandes y pequeños

Nada puede comparársele sobre la tierra 

Agradecemos por ello a Dios del cielo

Oh la fuerza me obliga mujer desnuda

Pues desventurado era mi cuerpo primero

Y no había llegado aun a ser madre

Hasta que por segunda vez nací

Entonces adquirí  las virtudes de todas la raíces y hierbas

Vencedora fui de todas las enfermedades

 Vi entonces a mi hijo

Y con el nací  al mismo tiempo

Pues de él quede embarazada y de a luz un prado estéril 

Fui madre y sin embargo permanecía doncella

Y tome cuidado de mi propio ser

Para que mi hijo fuera también mi padre

Como lo quiso Dios de esencial manera

La madre que me dio a luz

Por mi fue alumbrada en esta preciosa tierra

Considerar lo uno a la naturaleza unido 

Que la montaña magistralmente ha tragado

Luego vienen cuatro en uno

En nuestra piedra magistral

Y seis en triple concebido

Y de un modo esencial traído 

A aquel que es capaz de reflexión 

Por Dios la virtud es concedida

 Para expulsar las enfermedades todas

De los metales y humanos cuerpos

Sin ayuda de Dios que nadie ose 

Pues así mismo perderse puede

De mi tierra brota una fuente

Dos ríos de ella salen

El uno corre hacia el oriente

El otro hacia occidente

Dos águilas alzan desde ahí el vuelo y queman su plumaje

Y desnudas sobre la tierra caen

Y recobran de nuevo allí su plumas

El sol y la luna quedan sometidos

Oh Señor Jesucristo

 Tu que eres el dispensador de los dones 

Por tu Santo Espíritu tan bondadoso

Que todo lo tiene bajo su custodia

Aquel que lo recibe

Escucha las palabras de los maestros

Que reflexione que en la vida futura

Como cuerpo y alma será unido

Que flotan en el reino de su padre

Y el arte en la tierra se mantiene.  

 

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=GCuDBo4F-Ac  

 

 

jueves, 22 de agosto de 2024

Ética del compañero enemigo

 





Ética del compañero enemigo

 

Zaratustra-Sócrates he venido a sacarte el corazón, los hombres en nombre de la unidad riegan la muerte.

Sócrates-Zaratustra he venido a sacarte el corazón también, la mujeres en nombre de la multiplicidad se corrompen

(Ambos con sus manos desnudas arrancan el corazón del otro)

   Ahhhhhhhhh!!!!!!!!aggggggggg!!!!!

(Luego unes sus manos formando un solo corazón)

 Sócrates- Santo

Zaratustra- Santo

Juntos-Santo

 

--------------------------------------------------------------- 

 

(Sócrates saliendo de la caverna contemplando la idea de bien)

Sócrates-Bondad!!!! Tengo que volver a la caverna debo de salvarlos.

Zaratustra-Primero mata a Dios

Sócrates-Que!!!!!

Zaratustra-Sino matas Dios, volverás hecho un dogmático, crearas que tienes la razón y no los perdonaras

Sócrates-Olvidare la bondad.

Zaratustra-Si contemplaste con el corazón la bondad estará en ti

(Sócrates invierte la cruz y como anti cristo entre en la cueva)

________________________________________________

(Zaratustra en el eterno retorno va creando la diferencia)

Zaratustra-Vacío→koshi kene→Diversidad (anahatha)

Vacío→koshi kene→Diversidad  (vishudha)

Vacío→koshi kene→Diversidad  (ajña)

¿Vacio? …

    

Sócrates- Perdiste tu centro

Zaratustra-El centro está en todos lados

Sócrates-Si Dios está  en todas partes

Zaratustra-Yo mate a Dios

Sócrates- ja ja ja Dios resucita en cada creación

Zaratustra-Vació→Koshi kene→ Verbo  

 

https://youtu.be/EhnUovo3UfY Fuego 

https://youtu.be/tnSUg6o4hXk la inmanencia se redime en la inmanencia

https://youtu.be/mZeFdOtEO5E No importa de qué  color sea el gato

https://youtu.be/_Fm6Z0Jgfls Hoy te voy a enseñar la tristeza

https://youtu.be/H2aRS4PnEVY Todo es pacha 

https://youtu.be/lfGh9qrplA0 Waka  

https://youtu.be/ddBrRvOhuz4 ¿Cómo salgo de esta realidad virtual?

https://youtu.be/CQc_gkj55hQ Estoy conociendo

https://youtu.be/uURflBeODkY Psicópata

https://youtu.be/XC9vr7izztI ismos

https://youtu.be/DLuNobdNJHU Desgarro

https://youtu.be/riZUfOy8e3w  Reloj-Tiempo-Eternidad

 

https://youtu.be/yMwuLThNhTc ¿Hay pecado?

 

https://youtu.be/RdfjoSYdZVE Separándose del infinito

https://youtu.be/kxKHLeInQGc ¿Despertaron?  

https://youtu.be/gLT1Het07LU En el Perú no se pasa hambre

https://youtu.be/JgX085Vfo7w Tenemos una medalla de bronce 

https://youtu.be/jCWqKmNXLSo Abraham quiero conocer a tu Dios

https://youtu.be/XWm2XGZPT3k Sócrates retas al destino con tu Hibris 

https://youtu.be/UbKPJveg9bU Estas rota

https://youtu.be/bI1mrAnFwhk La existencia es mala

https://youtu.be/GySpMSHx_Wk Wlcome to parís 2024

https://youtu.be/TZlc8noN5mw Libertad

https://youtu.be/9Wp8lk7CC_A Lee todo esto

https://youtu.be/LhARgnFnBYE Mercancía

https://youtu.be/kBzkFCCpTG0 La conciencia baila en todo

https://youtu.be/lCeCew9ilAw Tu eres todos los seres

https://youtu.be/8gwC_ioE_7s Que lindo tu Kené

 

     

 

 

 

 

 

 

viernes, 16 de agosto de 2024

Hermenéutica de la revelación si desatamos los quipus koshi kene kensho

 

Hermenéutica de la revelación si desatamos los quipus koshi kene kensho

"Una vez, durante una noche tarde, en una sesión de Zazen, Ryujing dijo a los monjes: "Estudiar el Zen es soltar el cuerpo y la mente". Al escuchar estas palabras, el Maestro se despertó de improviso. Luego se personó en la habitación del Abad y encendió un incienso. Ryujing le preguntó: "¿Porqué has encendido el incienso?", Dogen respondió: "Cuerpo y mente se han soltado". Ryujing dijo: "Cuerpo y mente han dejado ir el abandono del cuerpo y la mente". Dogen dijo: “Es ésta una habilidad temporal; no me has de aprobar sin una razón". Ryujing replicó: "¡No te estoy aprobando sin razón alguna!" El Maestro preguntó: "¿Porqué no me estás aprobando sin una razón?". Ryujing dijo "¡Tu has soltado cuerpo y mente!". El Maestro se inclinó. Ryujing dijo:"Tu has soltado el soltar"35 

 

 

Hace 267 años, el 28 de julio de 1750, fallecía el monumenal genio alemán Johann Sebastian Bach.

Bach es recordado por su innovación en la música, particularmente por sus contrapuntos, armonías y su fascinación por la simetría.

Se ha dicho que la música de Bach está más cerca de la perfección matemática que ninguna otra y él mismo realizó pequeños acertijos matemáticos en algunas de sus piezas.

Bach, así mismo, fue un gran devoto e hizo de su obra una ofrenda a la divinidad que ordenó el cosmos como una inmensa armonía.

El siguiente video fusiona la obra de Bach, su arte de la fuga, con algunos de los conjuntos del matemático francés Benoit Mandelbrot, los cuales se iteran de manera autosemejante hasta el infinito. El video tiene el curioso y atinado nombre de MandelBach. Como dice un youtuber, "este video suena y se ve, los dos, como Dios".

https://www.youtube.com/watch?v=d6PBFa3VozE

Según el músico Harlan J. Brothers, el fraseo musical en la composición Cello Suite No. 3 de Bach contiene una estructura fractal. La autosimilitud de la suite se refleja en que los patrones de notas cortas y largas reaparecen como patrones de frases a una escala mayor.

Según Brothers, la obra refleja una notable semejanza al Cantor Comb, una visualización de un fractal del conjunto de Cantor (el cual fue descrito por Georg Cantor en 1883, casi 1 siglo antes de que Mandelbrot introdujera el concepto de fractales).

https://www.youtube.com/watch?v=vY5FYyTPoyA

El "Cánon del cangrejo", según Douglas Hofstadter en su libro Gödel, Escher y Bach, es una especie de palíndromo musical, un espejo del tema musical en el tiempo. Hofstadter explica que estas estructuras también se hallan en el ADN; una estructura similar a un extraño bucle que se encuentra en los dibujos de escaleras reversibles de Escher, en las matemáticas de Gödel, en la música de Bach y en la naturaleza. Hofstadter aplica este mismo principio a sus diálogos paradójicos entre la Tortuga y Aquiles.

https://www.youtube.com/watch?v=xUHQ2ybTejU

La música de Bach es matemática y estéticamente sublime. 

 

 

Siempre he tratado de revelar a Dios, pero justamente este esfuerzo por revelar A Dios impedía revelar a Dios y este era un problema que no podía solucionar, este no es otro que problema de Platón, él logra salir de la caverna y se anuda con la idea de Bien, pero luego no puede desanudar el nudo que ha hecho y en vez de liberar a los engañados por las sombras, los esclaviza aún más y es que Platón a diferencia de su maestro no sabía el arte del Koshi kene el de desanudar lo determinado, justamente para que la idea se devele, así no hay mejor manera de develar a Dios que matando al Dios revelado en un idea, para comprender esto la redención dela inmanencia en la inmanencia hay que dejar de lado el afán de comprender, para dejar de lado el afán de comprender, tenemos que ser poseídos por este afán, así que el caminos siempre es largo y tortuoso, al menos claro que sea un niño y te quedes mirando una colina.             

 

Keido Fukushima, un Abad Rinzai del siglo xx, dio la siguiente descripción:

“En Nanzenji había una pequeña colina. Con frecuencia paseaba por allí cerca, la observaba y, a menudo, sonreía a los escolares que caminaban a mi lado. Un día, mientras caminaba, miré la colina, y fue verdaderamente maravilloso: me perdí totalmente, como si no existiera un "yo". Permanecí inmóvil, mirando fijamente la colina. Algún estudiante paseaba, y uno de ellos dijo algo como: "¡Mira ese monje loco!". Al final salí de ello. La vida no fue nunca más igual para mí. Era libre...”

 

Pero como no somos como niños vamos por el camino Tortuoso:   

 

  La actualidad de Emil Cioran, un maestro nihilista para habitar el presente: «el hecho de que la vida no tenga ningún sentido es una razón para vivir»

Por Carlos Javier González Serrano

A continuación se transcribe la traducción de la entrevista que Rodrigo Menezes realizó en Brasil a Carlos Javier González Serrano, presidente de la Sociedad de Estudios en Español sobre Schopenhauer, profesor de Filosofía y Psicología, especialista en la obra de Emil Cioran y autor del libro Una filosofía de la resistencia (Destino, 2024).

Rodrigo Menezes (RM). Estimado Carlos Javier, le agradezco mucho por concederme esta entrevista. Sigo su trabajo autoral, docente y editorial desde hace muchos años. Me interesa pensar la relación histórico-filosófica de Cioran con los autores alemanes a los que usted se dedica, como Schopenhauer y, aún más, Mainländer (por su oscuridad y marginalidad). De manera general, ¿dónde ubica usted a Cioran entre Schopenhauer, Mainländer y Nietzsche en la historia de la filosofía? En su interpretación, ¿a cuál de ellos se acercaría más el filósofo rumano?

Carlos Javier Gonzáles Serrano (CJGS). Es cierto que Cioran suele ser adscrito, con cierta facilidad, al grupo de los «pesimistas filosóficos». Sin embargo, es muy conveniente matizar esta postura que puede resultar natural. Es indudable que, en el panorama decimonónico, Arthur Schopenhauer inauguró lo que podríamos llamar «pesimismo moderno», y sin duda es el autor más conocido de la corriente pesimista. Ahora bien, el pesimismo de Schopenhauer surge, sobre todo, como un resultado metafísico de la observación del mundo; su filosofía guarda aún el anhelo kantiano de dar sistematicidad (si bien orgánica) a la experiencia en su conjunto. Como él mismo apuntó, la realidad es un jeroglífico que hay que descifrar, cuya clave interpretativa (o llave, Schlüssel) es la voluntad (Wille). Esta voluntad hace de nosotros seres escindidos entre el entendimiento o inteligencia (Verstand), cuyo correlato físico es el cerebro, y el deseo. Pero más allá de esta caracterización física, lo relevante en Schopenhauer es su posición manifiestamente metafísica: la voluntad no es sólo lo que nos constituye como individuos, sino también la sustancia que subyace a toda la realidad. Es su fundamento (Grund), si bien irracional, que sólo desea y, por tanto, y esto es fundamental, también nos aboca a abismos (Abgrund) de todo tipo. En este sentido, la negación de la voluntad se sitúa como la acción más digna que puede llevar a cabo un ser humano.

En Philipp Mainländer, discípulo crítico y radical de Schopenhauer, se mantiene este ahínco metafísico, pero a diferencia del maestro, en quien la voluntad es una e indivisible, en Mainländer asistimos a su descomposición: cada uno de los individuos es una parte de una unidad primigenia (Dios) que, en un primer momento, decidió darse muerte a sí misma para constituir así la vida del mundo («Gott ist gestorben, und sein Tod war das Leben der Welt»). Por tanto, en el sistema de Mainländer, todo se aboca a una desaparición que ya está predeterminada desde el inicio de los tiempos: somos fragmentos de una sustancia primordial y, como parte de su proceso de descomposición, también nosotros estamos encaminados hacia la Nada (Nichts). En su sistema, el suicidio queda así justificado, a diferencia de Schopenhauer, quien defendió que el suicidio supone una rendición ante las garras de la voluntad, que nos espolea continuamente. Al contrario, en Mainländer, el suicidio (Selbstmord) se conceptualiza como una suerte de lucidez que no se debería condenar: quien comete suicidio es porque ha llegado a comprender el natural desenvolvimiento del mundo. Él mismo se dio muerte a sí mismo tras recibir los primeros ejemplares de su obra magna, la Filosofía de la redención (Philosophie der Erlösung) en 1876. Aunque no es la meta mainländeriana, o al menos no la única: para el pensador de Offenbach am Main, existe una figura fundamental, central en su pensamiento y en la historia humana, el héroe sabio (weise Held), que ha llegado a comprender la dinámica de la realidad y que, en este sentido, persevera en la existencia para ayudar al resto a comprenderla y asumirla, a pesar de los sufrimientos que esta conciencia puede llegar a suponer.

En Cioran, a pesar de su tendencia místico-religiosa (que siempre tuvo presencia en su vida y en su obra), no existe este anhelo metafísico ni mucho menos sistemático. En numerosos pasajes arremete contra la necesidad de desarrollar un sistema cerrado: cualquier biografía se desarrolla en un continuo fluir que no puede quedar supeditado a la rigidez de un sistema. Además, el pesimismo de Cioran no esconde un fundamento metafísico, sino que tiene que ver con las vivencias cotidianas, sumidas en el absurdo (en este punto, su pensamiento queda en parte hermanado con el de Albert Camus).

En nuestro cotidiano vivir asistimos sentimentalmente a un desfondamiento de la realidad: nada de cuanto existe tiene una razón por la que es, salvo la de estar en el mundo, es decir, su pura facticidad. Por tanto, estamos sujetos a un azar imposible de sortear, y la vida, en su carnalidad, nos expone a un tránsito del que no podemos dar razón. Al contrario de lo que suele decirse, en Cioran este sometimiento a lo azaroso se convierte en un humanismo radical: al darme cuenta de mi propio sufrimiento, también lo supongo en los demás, e intento mitigarlo para no hacer de este mundo un valle de lágrimas. Al menos, para no acrecentar el dolor y el sufrimiento. Frente al absurdo que Albert Camus presenta en El mito de Sísifo, que nos enfrenta al abismo de nuestra libertad y que se supera a través de la acción comprometida (con el mundo, con el otro, con la sociedad y mediante el empeño por alcanzar la justicia), en Cioran, al contrario, todo está perdido desde el principio para quien conoce la dinámica del mundo. Aquí reside la valentía de su pensamiento, su heroica propuesta como filósofo del absurdo que, lejos de dar un no a la vida, le planta cara (con todos sus miedos, pesadumbres, incertidumbres y pesares) y –en parte con humor, en parte con un ácido sarcasmo– decide afirmarla hasta sus últimas consecuencias. Surge así lo que Cioran llama «el método de la agonía».

Se puede existir de muchas formas; pero para vivir, humana y plenamente, sólo existe un camino: asumiendo el sentimiento de lo irreparable, de lo irremediable, que acompaña siempre a la conciencia despierta. Por tanto, la filosofía de Cioran encierra un rotundo sí a la vida… a pesar de todo. Ya escribió el autor rumano que «Vivir es tan sólo no pedir ni esperar nada más de la vida. […] Los grandes solitarios no se retiraban para prepararse para la vida, sino para soportar, interiorizados y resignados, la liquidación de la misma». Al fin y al cabo, pisar el abismo puede permitir, precisamente, tener un suelo que pisar: cuando todo está perdido no hay nada que perder ni que ganar. La vida se conquista en su radical asunción. Tal es el gran legado de Cioran. Un legado que no se ha sabido entender (y que sigue malinterpretándose) pero que llama a una lucidez que no atemoriza, sino que calma y nos hace reposar en la certeza de que, en esta vida, nada se resuelve. ¿Necesitamos, acaso, alguna otra certidumbre?

R.M. ¿Cómo pensar hoy la relación entre optimismo y pesimismo en los tiempos modernos? Considero estas nociones sobre todo en términos filosóficos, pero también en términos culturales generales, más allá de las teorías filosóficas. La Modernidad suele ser considerada un proyecto civilizatorio cuyo objetivo es la realización perfecta de la felicidad y la optimización del bienestar humano en el mundo, con medios eminentemente humanos (fundamentalmente, un proyecto secular y tecnocientífico de la Razón). La Modernidad sería, pues, instintivamente antipesimista, «alérgica», por así decirlo, a ideas y contenidos de tipo trágico-pesimista (por ejemplo, la doctrina del pecado original, o la Caída, según Cioran). Leibniz, Spinoza y Hegel suelen ser considerados filósofos optimistas de los tiempos modernos, mientras Schopenhauer, Mainländer y Cioran, pesimistas. ¿Cuál es hoy la relevancia de estos pensadores para nuestra cultura globalizada? ¿Cuál es la importancia del (de los) pesimismo(s) filosófico(s) en estos tiempos de «positividad tóxica»?

C.J.G.S. He escrito por extenso en prensa y hablado en radio y televisión sobre este asunto y lo he tratado en muchas conferencias; siempre reivindico la necesidad de pensar las relaciones entre pesimismo y vida buena. Nuestra vida está absolutamente contaminada por un imperativo de felicidad que nos conduce a pensar la realidad en términos de (entera) disponibilidad, como si todo estuviera a nuestro alcance, como si no hubiera impedimentos estructurales y sistémicos que pudieran trastocar nuestras ilusiones de felicidad. El fracaso y la frustración están vetados del universo humano, al igual que la muerte, y todo lo oneroso y doloroso tiende a ocultarse. Cada vez se esconden más en las ciudades lugares como hospitales, tanatorios o residencias de mayores. Además, y es lo más peligroso, desde la autoayuda, numerosos gurús invaden la esfera emocional de la población y fomentan la creación de lo que llamo “pensamiento mágico”, es decir, pensar que las cosas van a ir bien porque así lo creamos o deseemos. Nuestro deseo no se aviene a la realidad, y es conveniente tenerlo en cuenta.

Por otro lado, en una línea que podría suscribir Cioran, ser conscientes del propio mal (y del mal ajeno, del sufrimiento y del dolor que somos y que habita en y entre nosotros) es comenzar a ser conscientes de nuestra realidad. Sin reflexionar sobre el mal, sobre el sufrimiento, sobre los males de nuestro tiempo, nos resulta imposible cambiar las cosas. O, al menos, preguntarnos si podemos cambiarlas. Al contrario, el optimismo tiende a dejar todo en su sitio, es un mecanismo de pensamiento que nos hace estáticos, que nos deja inermes: todo es tan bueno como puede ser.

El pesimismo y su ejercicio es, o puede llegar a ser, revolucionario: nos hace ver qué va mal y analiza qué puede cambiarse, permite comprobar e investigar aquellas estructuras (sean biológicas, sociológicas, políticas o antropológicas) que hacen que el sufrimiento continúe su camino libremente. El pesimismo nos invita permanentemente a pensar y, sobre todo, a pensarnos.

De hecho, si echamos un vistazo a la historia de las ideas, en el pesimismo rastreamos la raíz del pensamiento e incluso de la filosofía. Esto se ve ya en uno de los grandes libros sapienciales de la Biblia, el libro de Job, en el que el mismísimo Yahvé es tentado por el diablo para probar a su más leal siervo, Job, que se ve cuestionado por sus amigos más cercanos. O en el Eclesiastés, uno de los más hermosos textos de la literatura universal, que nos hace ver el mundo como un valle de lágrimas.

Por tanto, defiendo que el pesimismo es una auténtica revolución, frente al imperativo de la felicidad con el que intentan endulzar nuestras emociones y aplacar nuestra potencia individual y comunitaria para cambiar las cosas. Hasta bien entrado el siglo XVIII, salvo algunas excepciones, y bajo el dominio del pensamiento teológico occidental, se pensaba que el mundo era como debía ser; Dios se esconde tras todo acto y, en este sentido, todo guarda un significado que desconocemos. Cabe preguntarse (y así lo hacían los pensadores de aquellos tiempos): si Dios es bueno, ¿puede querer nuestro mal? Y sin embargo, el mal existe. El pesimismo cuestiona, ya desde Voltaire en su breve y fantástica novela Cándido, ese trono divino. No por esperar que todo vaya a salir bien crearemos un mundo mejor. Todo lo contrario. El mundo, lo queramos o no, es como es, y tenemos que pensarlo como es. No sirven excusas. El pesimismo no llama a la rebelión, pero sí a la revolución intelectual: vivimos invadidos por un meloso y muy peligroso imperativo de felicidad, rodeados de libros de autoayuda que nos hacen creer que hemos nacido para ser felices.

Están creando seres humanos muy poco humanos, poco preparados para sufrir: se está patologizando todo lo que tiene que ver con el dolor y el sufrimiento, cuando la insoslayable realidad es que todos sufrimos pérdidas, rompemos con nuestra pareja, tenemos crisis con los amigos o en el trabajo, y, sin embargo, nos están abocando a una sociedad medicalizada, torturada porque no sabe que en el meollo de la existencia también se encuentra el sufrimiento. El pesimista no dice que tenemos que sufrir, sino que debemos estar preparados para sufrir. En este sentido, el pesimista es un revolucionario: no quiere dejar el mundo como es, pero tampoco crea falsas expectativas. Nos sitúa en él como privilegiados y muy realistas espectadores.

R.M. ¿Usted está de acuerdo con Brunetière en que el optimismo es ante todo una metafísica, mientras que el pesimismo es por principio una moral, antes de ser una metafísica? A propósito de la inevitable implicación entre metafísica, moral (o ética) y política, el pesimismo suele ser considerado una actitud y perspectiva filosófica reaccionaria, mientras una actitud moderna, progresista, o aun revolucionaria, debe ser opuestamente optimista. ¿Es posible ser filosóficamente pesimista (hasta en el plano metafísico de especulación, antropológico y ontológico) y, sin embargo, no ser ni querer ser reaccionario, su antípoda?

C.J.G.S. Creo, más bien, lo contrario. Que el optimismo es una actitud natural en todos los seres humanos. Es imposible vivir sin un horizonte de sentido, sin un mañana al que proyectarnos. Inevitablemente, tenemos que pensar que mañana sobreviviremos, que seguiremos en disposición de intervenir en nuestros asuntos y que (en parte) estará en nuestra mano determinar las condiciones en que nuestra vida se desarrollará. Ahora bien, tras este inevitable optimismo biológico (al que podemos aludir como “actitud natural”) se esconden numerosas corrientes que intentan hacer pasar el optimismo como una imposición ante cualquier tipo de adversidad.

A lo largo de nuestra vida, las circunstancias se nos ponen en contra en multitud de ocasiones, y pensar que “todo acabará por ir bien” puede desembocar en frustraciones y posiciones patológicas como la ansiedad, la obsesión o incluso la paranoia o la psicosis. El optimismo ha arraigado en nuestro tiempo como posición metafísica porque nos han acostumbrado, desde instancias políticas y económicas, a vivir en la precariedad y en la crisis constante. Deberíamos cuestionar, más bien, cuáles son las estructuras sistémicas que facilitan (e imponen) este tipo de posiciones, es decir, reflexionar sobre por qué deberíamos estar obligados a pensar de manera optimista sobre nuestra vida. Optimismo y felicidad no son sinónimos. Cuando se nos pide que nos mostremos continuamente optimistas olvidan que el fracaso es una vivencia inevitable en toda biografía. El pensamiento mágico («si crees, sucederá») esconde una tiranía psicológico-emocional, sobre todo para la clase trabajadora. Al contrario, el pesimista no espera de manera inocente a que las cosas cambien, sino que, a la vista de lo inevitable del mal, pone remedio para saber encajarlo sin rencor. Aquí podemos recurrir a nuestro maestro Cioran.

Cioran siempre imprime valor frente al sinsentido: «El hecho de que la vida no tenga ningún sentido es una razón para vivir, la única en realidad», escribió. El pesimismo es humanista porque, lejos de vender humo felicifoide, nos expone a -y hermana en- la intemperie, que es el escenario natural en el que transcurre la vida.

El pesimismo, siguiendo también a Cioran, es lo contrario del conservadurismo, de ser reaccionario. Escribió algo muy bello al respecto el autor rumano: «Los fracasos de la vida son de una fecundidad impresionante. Éstos no destruyen sino a aquellos seres faltos de consistencia que no viven intensamente, que no pueden renacer». El pesimismo no quiere que las cosas vayan mal: asegura que, muy seguramente, nunca irán mejor y que, por eso, quizá sea preferible tender la mano al otro en vez de resguardarnos en estupidizantes utopías felicifoides.

Al fin y al cabo, lejos de sumirnos en un inoperante quietismo o en un vacuo derrotismo, un sabio pesimismo nos invita a encarar el mundo sin esquivar ninguna de sus aristas, por oscuras o inciertas que puedan resultarnos. Y reinaugura la posibilidad de un necesario humanismo.

 

 

Esta agonía en Ciorán nosotros la interpretamos como la agonía al desanudar el quipu es decir al dejar la idea y su artificio su símbolo religioso, su ideoelecto artitico, su concepto filosófico su fórmula científica aun su descontrucción que seria anudar el quipu en distintas voluntades a la voluntad que se establecia hegemónica en el centro  y entonces todas las realidades virtuales desaparecen y por fin podemos develar a Dios

 

 

  

"Sobre la medianoche de la séptima e última vigilia de mi práctica, el repicar de la campana de un templo lejano llegó a mis oídos: repentinamente, mi cuerpo y mi mente se esfumaron por completo. Pude percibir claramente hasta el polvo más sutil. Superado por el gozo, horadé hasta el fondo de mis vísceras, "¡El viejo Yen Tou está vivo y coleando!". Después de aquello, sin embargo, me convertí extremadamente orgulloso y arrogante"

Este tipo de Kensho no fue reconocido por el Maestro Shoju Rojin, que sometió a Hakuin a un ulterior adiestramiento con koans. Hakuin tuvo éxito, sin embargo, con un segundo Kensho, después del que habría dejado a su Maestro. Ocurrió cuando tenía cuarenta y un años, obteniendo así su “Gran Iluminación final".

"Cuando Shoju le preguntó por el motivo por el que se había hecho monje, su respuesta – Lo había hecho porque tenía miedo de terminar en el infierno – había llevado al Maestro a hacer el desdeñoso comentario: "¡Eres una carroña egocéntrica!". No antes de dieciocho horas más tarde, con motivo de la obtención de su gran Iluminación total, Hakuin, a la edad de cuarenta y un años, habría aferrado el significado del reproche de Shoju, y con éste, el significado de "práctica después del Satori". Años más tarde, cuando Hakuin hizo a su propio discípulo Torei la misma pregunta, la respuesta del monje – Operar para la salvación de los seres que me son próximos - suscitó una carcajada en el Maestro: "¡Una mejor motivación que la mía!"

 

 

Algunas veces, se da testimonio del Kensho obtenido sin la ayuda de un Maestro. Por ejemplo, Richard Clarke, que estudió con Philip Kapleau, afirmó haber obtenido Kensho espontáneo a la edad de 13 años.web 2​Dennis Genpo Merzel, a su vez, cuenta su experiencia del despertar en 1971:web 3

"Fue en febrero de aquél año, yo tenía la edad de veintiséis. Había terminado mi segunda relación seria, y me sentía verdaderamente deprimido y en conflicto. Tenía la necesidad de encontrar un espacio propio así que, durante un fin de semana, me fui de camping con dos amigos al Desierto de Mojave. El viernes, escalé una montaña, solo. No sabía absolutamente nada sobre meditación o espiritualidad. Me senté allí, pensando en aquello que le estaba ocurriendo a mi vida. Me sentía mal, dada mi corta edad. Desde allí, podía ver mi roulotte Volkswagen aparcada a algunas millas, así como la casa alquilada para el fin de semana. Pero, al mismo tiempo, era consciente de que mi casa estaba aún más lejos, en Long Beach, California. Me vino a la mente, de modo natural, un koan: “¿Dónde está la casa?”. Improvisadamente, tuve una especie de intuición. Me sentí caer, y me hice uno con el Cosmos, con el Universo, con todas las cosas. En aquél momento, comprendí que mi casa estaba en todas partes, y que yo me encontraba más allá de cualquier descripción. Podríamos decir que obtuve la Gran Mente. Desde aquél momento, mi vida cambió por completo".

 

 

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=-qrymLVHCfU

 

Un trueno bajo el claro cielo azul

Todos los seres en la tierra abren sus ojos;
Todas las cosas bajo el cielo se inclinan juntas;

El monte Meru salta y baila.

 

 

Pero producido el Koshi kene revelada la eternidad en el Kensho ¿Hemos logrado el satori?  No lo creo el kensho es un despertar pero para lograr el satori hay que volver a amarrar veamos Nishida Kitaro en su indagación del bien reconoce el bien como un placer  egoísta luego anuda y dice no es un placer egoísta es un placer colectivo sentimos placer al ayudar a la comunidad, luego anuda y dice no es un placer colectivo es una razón una idea, un deber espiritual ye s que en el hombre las pulsiones se revelan en arquetipos y estos en representaciones ideas, así no  se trata de lo uno y lo múltiple, lo uno esta en el corazón es el  mediador del koshí kene el poder de desanudar y del chaupi quipu el poder de anudar y entonces hay ideas multiplicidades de lo uno los quipus y hay acciones multiplicidades del vacío, en la conciencia  anudamos en la voluntad desanudamos, la conciencia se libera de la incertidumbre anudando el quipu la voluntad se libra de certidumbre desanudando el quipu soltando el kene   pero el proceso no termina en soltar el kene que no es otro cosa que el nudo del quipu sino que hay que volver a amarrar y entonces Dios Resucita y el desamarra su cuerpo a su esposa para tener el Tinkuy entre el quipu y el kene.

https://www.youtube.com/watch?v=DeI9HAwUZTI

https://www.youtube.com/watch?v=hGamDCSCWYs&t=253s

Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que desea, que tome gratuitamente del agua de la vida.