“Tenemos diversos y curiosos Relojes, y otros que realizan movimientos alternativos...
Y también tenemos casas de los engaños de los sentidos, donde efectuamos todo tipo
de manipulaciones, falsas apariencias, imposturas e busiones... Estas son, hijo mío, las
Riquezas de la Casa de Salomón”.
¿Cómo leer el Zohar?
https://www.suneo.mx/literatura/subidas/HUmberto%20Eco%20El%20P%C3%A9ndulo%20de%20Foucault.pdf
1 comentario:
Ante todo, la abundancia de espejos. Donde hay espejo hay estadio humano, quieres verte.
Pero no te ves. Te buscas, buscas la posición en el espacio en la que el espejo te diga “estás
ahí, y ése eres tú”. Tanto sufrimiento, tanta inquietud para que los espejos de Lavoisier, ya
sean cóncavos o convexos, te engañen, se burlen de ti: retrocedes y te encuentras, pero te
mueves y te pierdes. Aquel teatro catóptrico había sido montado para arrebatarte toda
identidad y hacerte desconfiar de tu posición. Una manera más de decirte: no eres el
Péndulo, ni estás en la posición del Péndulo. La inseguridad te atenaza, no sólo con respecto
a ti mismo, sino también acerca de los mismos objetos situados entre tú y otro espejo. Sí
claro, la física te explica de qué se trata y cómo funciona: un espejo cóncavo recoge los rayos
que proceden de determinado objeto, en este caso un alambique sobre una olla de cobre, y
los refracta de manera que no veas el objeto nítidamente en el espejo; sólo lo intuyes
fantasmal, invertido, suspendido en el aire y fuera del espejo. Desde luego, bastará con
cambiar de posición para que desaparezca el efecto.
Pero de pronto me vi, invertido, en otro espejo.
Insoportable
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