miércoles, 12 de marzo de 2025

Taller de Cibernética de desplazamiento y condensación

 

    Taller de Cibernética de desplazamiento y condensación 

 

 

El Dilema del libre Albedrío

El dilema del libre albedrío es uno de los problemas filosóficos más antiguos y complejos. Se pregunta si los seres humanos realmente tenemos la capacidad de tomar decisiones libres o si, por el contrario, nuestras elecciones están determinadas por factores externos o internos que escapan a nuestro control. Este debate tiene profundas implicaciones para la moralidad, la responsabilidad personal y la naturaleza de la conciencia.

Desde la antigüedad, los filósofos han discutido si el libre albedrío es real o una mera ilusión. Aristóteles sostenía que los humanos pueden actuar de manera voluntaria y deliberada, lo que implica cierta autonomía en la toma de decisiones. Por otro lado, los estoicos creían en una concepción del destino en la que todo está predeterminado, y la verdadera libertad consiste en aceptar el curso de los acontecimientos sin resistencia.

En la era moderna, este dilema ha sido abordado desde diferentes perspectivas. El determinismo sostiene que cada acción humana es el resultado inevitable de causas previas, ya sean leyes físicas, biológicas o psicológicas. Desde esta visión, si conociéramos todas las condiciones iniciales del Universo, podríamos predecir todas las acciones futuras con exactitud. Filósofos como Baruch Spinoza y científicos como Pierre-Simon Laplace defendieron esta idea, argumentando que la sensación de libertad es solo una ilusión creada por nuestra falta de conocimiento sobre las causas que influyen en nuestras decisiones.

Por otro lado, los defensores del libertarismo filosófico argumentan que los humanos tienen una capacidad genuina para elegir entre diferentes opciones. Jean-Paul Sartre, por ejemplo, defendió la idea de que el ser humano está "condenado a ser libre", ya que no hay un destino preestablecido que determine nuestras acciones. Para Sartre, cada individuo es responsable absoluto de sus elecciones y no puede excusarse en factores externos.

En un intento de conciliar ambas posturas, surge el compatibilismo, defendido por filósofos como David Hume y Daniel Dennett. Según esta visión, el libre albedrío y el determinismo no son necesariamente opuestos. Es posible que nuestras acciones estén determinadas por causas previas, pero si esas causas incluyen nuestros propios deseos, valores y razonamientos internos, entonces podemos considerarlas como libres. En este sentido, una acción es libre cuando es el resultado de nuestros propios procesos mentales y no de una imposición externa.

El dilema del libre albedrío sigue siendo un tema de intenso debate, especialmente con los avances en neurociencia. Estudios han demostrado que muchas decisiones pueden estar condicionadas por procesos cerebrales inconscientes antes de que seamos conscientes de ellas, lo que ha llevado a algunos científicos a cuestionar la existencia del libre albedrío. Sin embargo, otros sostienen que la conciencia y la reflexión pueden influir en nuestras decisiones, permitiéndonos ejercer cierto grado de control.

Este debate no es solo filosófico o científico; también tiene repercusiones en la ética y el derecho. Si nuestras acciones están determinadas, ¿somos realmente responsables de nuestros actos? ¿Podemos culpar a alguien por sus decisiones si en realidad nunca pudo haber elegido otra opción? Estas preguntas siguen abiertas y desafían nuestra comprensión sobre la naturaleza humana y la libertad.

 Juan Carlos Sahaja

 

 

Si yo puedo pasar de una condensación aun desplazamiento tengo libertad negativa y si puede pasar de una desplazamiento a una condensación tengo libertad positiva siempre y cuando este pasar haya sido decido y logrado intencionalmente pero cuando yo renuncio a luchar por mi libertad haga una decisión libre, una acción de mala fe diría Sartre y cuando simplemente soy determinado e indeterminado sin darme cuenta me puede sentir realmente libre y realmente no lo soy.    

 

Es en  ese punto donde entra la cibernética, porque el sistema realmente puede condensarnos y desplazarnos, en una acción tan compleja que solo después de un proceso de reflexión y análisis podemos llegar a darnos cuenta. 

Veamos este video:

 

https://www.facebook.com/100022926244681/videos/pcb.1872971356810388/1176371993997515

Las chicas en la protesta del 8 de marzo por el día de la mujer destruyen una protección de madera de un centro comercial para luego destruir el vidrio que la madera protegía.  

Causando en las redes diversos comentarios:

 

Oli Gutiérrez  · 

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Pobre señor talvez con mucho esfuerzo iso su negocio y estas mujeres bandalizando ,apoyo el movimiento pacifico pero estos ataques a negocio porque no tienen la culpa de lo que pasa en nuestro país, que triste ver lo que hacen

 

 

Yeimy Borbonio Reyes

De que manera puedes pedir justicia y respeto cuando tú no lo das, es una vergüenza ver esto, no apoyo en absoluto este tipo de situaciones y más viendo como hoy en día el mismo genero es el que te acosa, te discrimina, te critica, te insulta, te ofende te agrede, te priva de la libertad y hasta atentan contra tu vida, bien dicen que el peor enemigo de una mujer es otra mujer 

 

 

Myjoxi De García

Mi hija de 17 años, desde el año pasado quizo vivir está experiencia de participar en la marcha, siempre le refute el porque no debía hacerlo pues este tipo de acciones es bandalismo puro, ayer al fin decidimos si papá y yo acompañarla, desde que las encapuchadas y de negro les dicen que van para "protegerlas" , le expliqué a mi hija que una persona que exige sus derechos y que sabe que le asiste la razón,no tiene porque ocultar su rostro,que desde el primer momento en que decide uno participar estás aceptando los riesgos que lleva consigo. Ella tenía idealizado el movimiento, pero tristemente se decepcionó al ver cómo entre ella hacen un grupo formando un abanico para proteger a la que destruye,la que grafitea casas,vehículos, sin justificar el hecho que esas personas ni siquiera se meten con ellas. Fue entonces que ella razonó y me dijo : tienes razón mamá, quien lucha por el bien no se esconde,no destruye,construye e instruye a quienes le siguen.

 

A lo que respondimos:

 

Christian Franco Rodriguez

Sin destrucción no hay construcción pero lo que se tiene que destruir es aquello que simboliza la condensación del poder ilegitimo como lo que se tiene que construir y condensar son los desplazamientos que el poder ilegitimo hace.

 

Y de hecho si esta destrucción o construcción es simbólica en una guerra de imaginarios mucho mejor a nuestra mente venían los trabajos artísticos conceptuales de Lalo Quiroz:

 

http://arte-nuevo.blogspot.com/2006/05/se-vende-o-alquila-este-local.html  

 

Donde un grupo de artistas y activistas se van con carteles cada uno con una letra, formando la palabra se vende y se alquila este local, palabra que se leerá frente al palacio de Justicia, frente al congreso, frente a palacio de gobierno, dando un claro mensaje de deslegitimación   del poder político.

 

Una vez deslegitimado se debería pasar a condensar un poder legítimo alternativo y de hecho en eso estamos.

Otro trabajo que me viene a la mente es el de Juan Javier Salazar cubriendo la estatua de Francisco Pizarro que estaba en la plaza mayor de Lima.

https://juanjaviersalazar.pe/peliculas/pizarro-cubierto

Esto abrió un debate sobre porque el símbolo de una conquistador estaba presente en la plaza mayor de una república que supuestamente había surgido emancipándose de esta conquista y provoco a la larga el retiro de la estatua..

 

Y por último el trabajo que hicimos en Manco Capác en el contexto de la protesta generada por el secuestro de Pedro Castillo presidente del Perú y la matanza que se dio contra el pueblo que protestaba.

https://www.infobae.com/america/peru/2023/01/04/manifestante-se-subio-a-monumento-de-la-plaza-manco-capac-y-fue-intervenido-por-la-policia/

 

Habíamos estado concentrándonos en la plaza Manco Capac cuando la policía nos agredió  y a palos y gases lacrimógenos nos expulsó  de la plaza, en protesta por esta agresión subí a la parte media del monumento mientras distraía a la policía y mi compañero subió a la parte alta, denunciando asi el abuso con el que nos habían desplazado, la protesta creció  en todo el país   y fueron muchos los que se animaron a tomar la capital desde el interior pero la represión fue brutal se produjeron más muertos y la gran mayoría opto por soportar el gobierno de Dina mientras se armaban alternativas al poder ilegitimo.

 

¿Pero que es el poder legítimo e ilegítimo?

Pero sobre todo ¿Que es el poder? 

 

Para responder esto nada mejor que la cibernética de segundo orden de Niklas Luhman y la explicación que hace desde ella del poder en su libro:

Poder en el sistema:

https://www.academia.edu/44255702/Luhmann_Niklas_Poder_OCR 

 

 

Creemos poder decir sin exageración que la obra de Luh-

mann se perfila como el trabajo teórico de mayor enverga-

dura que haya sido elaborado en la sociología del presente

siglo. Por otra parte, al incluir elementos de otras áreas del

saber, tales como la cibernética, la biología, la matemática,

etc., ha permitido por vez primera observar el fenómeno so-

cial desde la perspectiva de su creación en el acto mismo de

conocer, superando así la vieja dicotomía entre sujeto y ob-

jeto. En esta propuesta el sujeto es reemplazado por el ob-

servador y el objeto por lo observado, pero no se trata ya

más de un observador que —como una placa fotográfica—

limita su acción a la mera pasividad, al simple hecho de

dejarse impresionar por el objeto observado. El observador

reconoce en esta teoría una posición más activa, conoce me-

diante esquemas de distinción, que ha incorporado autorre-

ferencialmente y que le permiten establecer diferencias reci-

biendo, por tanto, noticias de diferencia. Observador y ob-

servado quedan, por consiguiente, integrados en el acto crea-

tivo del conocimiento, donde —sin embargo— permanece un

punto ciego inmanente a toda observación: los esquemas de

distinción utilizados por el observador. Estos esquemas de dis-

tinción pueden ser, a su vez, vistos por el observador de se-

gundo orden, aquel que observa a un observador observan-

do, pero —nuevamente— este observador de segundo orden

no puede ser testigo de sus propios esquemas de distinción.

No existe, por tanto, un super observador científico poseedor

de la verdad absoluta y de allí se desprende que la teoría de

sistemas de Niklas Luhmann tenga la pretensión de ser apli-

cable a cualquier fenómeno social, pero que no pueda pre-

tender la exclusividad ni reclamar para sí la posición única

de observador último, dueño de la verdad definitiva.

A continuación trataremos de presentar un breve esbozo

de algunos momentos de la evolución de la teoría, con el

objeto de mostrar que ésta, a pesar de haber ido introdu-

ciendo, a lo largo de los años, conceptos y terminologías de

fuentes no estrictamente ancladas en la tradición sociológi-

ca, ha consistido fundamentalmente en el desarrollo del pen-

 Sarniento que puede encontrarse bosquejado en forma pro-

gramática en los primeros ensayos de este autor, que datan

de comienzos de la década de los sesenta.

Hacia fines de la década del cincuenta, la sociología se

encontraba en una crisis paradigmática de importancia. Las

propuestas teóricas funcionalistas que habían caracterizado

el quehacer sociológico —en Estados Unidos y, desde allí, en

el resto del mundo— ya no parecían ser capaces de explicar

los nuevos sucesos que preocupaban a los observadores de

lo social. El American Dream llegaba a su término y las ju-

ventudes de los países desarrollados se rebelaban «sin cau-

sa» ante los modelos que pretendían imponerles las genera-

ciones mayores. La guerra fría amenazaba —como en la cri-

sis de los misiles— momento a momento con perder su

frialdad y desembocar en un tercer y más cruento enfrenta-

miento mundial. Los fenómenos sociales se demostraban

como extremadamente complejos, por lo que no parecía

posible pretender comprenderlos desde un enfoque globali-

zador.

Es así como el funcionalismo se ve criticado desde dos

ángulos: uno interno y otro externo. Desde el interior de la

perspectiva funcionalista acaso la crítica más fecunda, por

los seguidores que encontró, haya sido la elaborada por Ro-

bert K. Merton, quien ya en 1949 sostenía, contra Parsons,

que era ilusorio, dado el estado de avance del conocimiento

sociológico, pretender elaborar una gran teoría capaz de dar

cuenta del fenómeno social en todas sus manifestaciones. Se

trata de la conocida propuesta mertoniana de construir teo-

rías de rango medio, apropiadas para acumular conocimien-

to empíricamente validado en ámbitos específicos y reduci-

dos de lo social, antes de emprender la tarea más ambiciosa

de develar, por medio de una super teoría, la base misma

del fenómeno social en su totalidad. Desde el exterior de la

teoría funcionalista, la crítica tenía un tinte más ideológico.

Se afirmaba que este enfoque era incapaz de —e incluso

más, no lo deseaba— comprender el fenómeno del conflicto

social. El conflicto parecía evidente, tanto al nivel de las so-

ciedades nacionales que se enfrentaban entre sí aisladamen-

te o como bloques, como al nivel interno, en que huelgas

laborales y estudiantiles se esparcían por doquier. La violen-

cia de los jóvenes que con chaquetas de cuero negro y moto-

cicletas asolaban los barrios de las grandes ciudades era algo

que no podía mantenerse sin encontrar una explicación ade-

cuada y el funcionalismo no parecía ser capaz de ofrecerla.

Una primera propuesta trata de ser conciliadora buscando,

junto a Coser, las «funciones del conflicto social». Posterior-

mente, sin embargo, esto no parece suficiente y Ralf Dah-

rendorf plantea que se ha hecho necesario levantar una al-

ternativa teórica distinta —con supuestos centrales opues-

tos— al funcionalismo. Esta es la teoría del conflicto social

en que el conflicto deja de ser algo no tomado en cuenta o

considerado de manera marginal, para pasar a constituir el

núcleo central sobre el que se construye la sociedad. En

suma, los autores de la época, desanimados por la extrema

complejidad de una sociedad cada vez menos comprensible

y por el surgimiento de conflictos sociales de diversa índole,

niegan que la sociología esté en condiciones de abarcar el

tema en términos globales y que el funcionalismo sea una

posibilidad válida de explicación para una sociedad cuyas

contradicciones parecen evidentes.

En ese momento, Niklas Luhmann inicia su trabajo pro-

gramático de construcción teórica proponiéndose una tarea

sumamente ambiciosa y que, desde sus primeros esbozos,

provoca el desconcierto y la admiración de quienes se ven

expuestos a su lectura. Este asombro es por demás justifica-

do, si se considera que Luhmann retoma la crítica al funcio-

nalismo y a la teoría parsoniana, pero —como posteriormen-

te será habitual en él— desde una óptica totalmente diferen-

te a la que en ese momento constituye la tónica característi-

ca de los tiempos.

En efecto, la discusión que hace Luhmann del funciona-

lismo no sigue el camino hollado que consistía en demostrar

su inaplicabilidad como método de investigación de los pro-

blemas sociales. Por el contrario, su postura consiste en afir-

mar que el más grave problema del funcionalismo y de sus

cultores en el ámbito de las ciencias sociales, ha sido la falta

de radicalidad con que se ha hecho uso del análisis funcio-

nal. No se trata, por consiguiente, de que el método fun-

cional sea inadecuado, sino que no ha sido utilizado en su

verdadera potencialidad. Para hacerlo, es necesario radicali-

zar —en lugar de olvidar— el método funcional, entendien-

do función en el sentido lógico-matemático del término, vale

decir, como un esquema lógico-regulador que permita com-

parar entre sí, como equivalentes funcionales, sucesos que

desde otra perspectiva serían absolutamente incomparables.

Además de esto es necesario despojar al análisis funcional

de sus referencias ontológicas, que lo subordinan innecesa-

riamente al análisis causal siendo que la causalidad es antes

bien un caso de análisis funcional y no a la inversa el fun-

cionalismo un caso particular de causalidad.

Por otra parte, Luhmann no critica a la teoría parsoniana

en su pretensión de constituirse en una gran teoría, como

era habitual en la época, sino que la objeta porque su inten-

to globalizador fracasa al enfrentarse al tema de la sociedad,

dado que ésta sería un sistema omniabarcador —el sistema

de los sistemas— y —al mismo tiempo— un sistema que

debería definirse por sus límites respecto a un entorno. Apa-

rentemente, la teoría parsoniana no logra dar el paso defini-

tivo del paradigma todo/partes al paradigma sistema/entor-

no, que había sido señalado por la teoría de sistemas abier-

tos de Ludwig von Bertalanffy. Además de esto, Parsons su-

bordina el concepto de función al de estructura, lo que lleva-

rá a una forma de construcción teórica que limita sus pro-

pias posibilidades de expansión explicativa debido a que se

encuentra obligada a preguntarse por las condiciones nece-

sarias para la mantención de un sistema dado sin siquiera

ser capaz de plantearse el tema de la función cumplida por

el sistema o por el surgimiento de éste.

A partir de esta crítica, Luhmann define su postura teóri-

ca como funcional-estructuralismo la que, a diferencia del es-

tructural-funcionalismo parsoniano, no considera que haya

ciertas estructuras dadas que deban ser sostenidas por fun-

ciones requeridas, sino que es la función —que puede ser

cumplida por diversos equivalentes funcionales— la que an-

tecede a la estructura. Con esto es posible armar un entra-

mado teórico capaz de preguntarse incluso por la función de

la construcción de un sistema dado. Esta función —señala

Luhmann— consiste en la comprensión y reducción de la

complejidad. De esta manera, la teoría sociológica se ve en-

riquecida con una temática proveniente de la cibernética: la

complejidad, que en esta perspectiva no ha de ser vista

como un obstáculo ni una dificultad para la construcción de

un sistema, sino más bien como la condición misma que la

hace posible. Un sistema surge en un proceso de reducción

de complejidad; es menos complejo que su entorno y sus

límites respecto a él no son físicos, sino de sentido. El pro-

blema de la extrema complejidad del mundo, que había lle-

vado a que la sociología desistiera del intento de elaboración

de teorías universales pasa a ser, por consiguiente, precisa-

mente la condición que hace posible —y fructífero— este

intento.

Adicionalmente, esta teoría no se agota en la búsqueda

de explicación de lo dado, ni intenta dar por supuesto que lo

observado se encuentra allí por algún tipo de necesidad lógi-

ca u ontológica. Su interés se ubica precisamente en lo con-

tingente, en la pregunta por las otras posibilidades —que no

han sido actualizadas, pero que podrían haberlo sido— en

los equivalentes funcionales que podrían ofrecer soluciones

comparables a un mismo problema, en la improbabilidad de

la construcción sistémica y en las condiciones que hicieron

posible superar dicha improbabilidad para que un sistema

dado pudiera tener lugar. El tema del conflicto, por ejemplo,

que había sido descuidado en el funcionalismo de viejo cuño

y que había sido entronizado en la teoría del conflicto, pasa

a ser una posibilidad más, un equivalente funcional, para la

construcción —y aún para la mantención— de un cierto sis-

tema. Incluso en la cooperación —dice Luhmann— el con-

flicto se encuentra subyacente como mecanismo regulador

que permite establecer las condiciones sobre las cuales la

cooperación puede edificarse y mantenerse.

A comienzos de la década de los setenta se produce en el

mundo un interés creciente por utopías de diversa índole. El

año 1968 está marcado por los movimientos estudiantiles

que quieren hacer posible lo inalcanzable por las vías refor-

mistas internas al sistema establecido: «seamos realistas pi-

damos lo imposible» reza un conocido eslogan de los estu-

diantes franceses. Los Beatles cantanzyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPO All you need is love y el

fenómeno hippie se extiende por las principales ciudades del

mundo desarrollado.

Este es el momento de la conocida polémica entre Luh-

mann y Habermas. La pregunta que resume esta confronta-

ción teórica es precisamente acerca de las posibilidades que

ofrece la moderna teoría de sistemas. ¿Será, como se sospe-

cha, una tecnología social o podrá elaborarse —a partir de

sus elementos— una teoría de la sociedad capaz de interpre-

tar convincentemente los nuevos fenómenos que exigen de la

sociología una mayor capacidad explicativa? Los movimien-

tos juveniles, sociales y políticos habían dado por superados

los planteamientos de la Escuela de Francfort. El mismo

Adorno sufre el repudio de estudiantes que consideran insa-

tisfactorias sus respuestas. El tema recurrente es el del senti-

do —que es visto como ausente— el mundo, o mejor dicho,

la sociedad parece no tener sentido y, de allí que el hippismo

—por ejemplo— trate de encontrar una forma nueva, alter-

nativa, de otorgar sentido al quehacer social, apartándose de

los cauces de la sociedad vigente.

Luhmann, manteniéndose coherentemente en su progra-

ma de investigación, continúa desarrollando un marco con-

ceptual alejado de las modas pasajeras, pero ofreciendo res-

puestas inesperadas a los problemas conyunturales. La so-

ciedad mundial es para él un hecho indesmentible, el senti-

do es intersubjetivo, pero no presupone al sujeto y, además,

es una categoría innegable: el sin sentido no existe. La teoría

de sistemas debe desarrollarse paralelamente a una teoría de

la evolución, para que se haga posible llegar a la elaboración

de una superteoría capacitada de explicar no sólo la socie-

dad moderna globalizada, sino también las sociedades arcai-

cas y los diferentes momentos de su desarrollo. Adicional-

mente a esto, la teoría de los sistemas sociales debe com-

prender los diferentes tipos de sistemas —la interacción, las

organizaciones y la sociedad— así como las condiciones dis-

tintivas que les permiten surgir, en forma semejante a la au-

tocatálisis, a partir de la complejidad que han de reducir. A

diferencia con otras propuestas teóricas, no se ofrece en ésta

una utopía, una sociedad modelística ideal a la que se haya

de llegar a través de la negación y la superación de las con-

diciones que caracterizan a la sociedad del momento. La

teoría luhmanniana presenta, en cambio, un poderoso ins-

trumental analítico que permite comprender el funciona-

miento de la sociedad, sus subsistemas, las organizaciones y

las interacciones que tienen lugar en ella. Los mecanismos

de reducción de la complejidad, los códigos propios de los

diferentes subsistemas, los esquemas binarios de regulación

de las relaciones al interior de cada subsistema y de los in-

tercambios entre ellos, son escudriñados rigurosamente y en

detalle, de tal manera que con la ayuda de este aparataje

conceptual, se perfila gradualmente una visión extremada-

mente adecuada de las características de la sociedad moder-

na y los procesos que se suceden en sus diferentes niveles.

Se trata de una perspectiva aguda, teñida por un ligero es-

cepticismo frente a los fanatismos y las soluciones fáciles, en

que la ironía contribuye paso a paso a matizar el descarnado

análisis de los diversos aspectos del fenómeno social que son

puestos bajo su óptica.

Los años ochenta aparecen marcados por una gran des-

esperanza en el mundo. Las utopías no logran ya aglutinar

en torno suyo a las multitudes, ni tampoco a los grupos más

reducidos de autores que piensan en torno a lo social. El

fenómeno hippie, por ejemplo, en lugar de demostrar ser

una alternativa viable de creación de una sociedad al mar-

gen de la sociedad, construida sobre la base del amor y la

libertad, ha pasado a ser absorbido por la sociedad de con-

sumo; ha sido una moda y, como tal, pasajera. Los jóvenes

contestatarios del 68 se han transformado en ejecutivos efi-

cientes, en políticos establecidos o en hombres maduros reti-

rados de la vida pública. Hay una ola de pesimismo que

invade las diversas esferas. La guerra de Vietnam concluye,

dejando un saldo de muertes y pérdidas y sin que pueda

nadie reclamar para sí la victoria, ni la consecución de ideal

alguno. El pesimismo es la nota característica de una juven-

tud que no encuentra en el futuro opciones convincentes que

le permitan orientar sus acciones presentes. Se habla de fin

de las ideologías y la palabra más recurrente en los debates

y titulares de periódicos y revistas es crisis. Se vive una ola

de nostalgia en que se trata de reencontrar en el pasado in-

mediato —los años setenta y sesenta— o mediato —los años

cincuenta y cuarenta— las alternativas que el tiempo ha bo-

rrado. Se escucha música antigua, se reestrenan películas ya

largamente olvidadas, se rescata de los viejos roperos la

moda que en otra época fue actual y las piezas de los adoles-

centes se decoran con fotografías de personajes —del cine o

la vida cotidiana— que hace ya largo tiempo que han dejado

de constituir noticia.

En esta época, que tan pocas oportunidades parece ofre-

cer, Luhmann pone una nota de optimismo que —no podía

ser de otro modo— sin embargo mantiene un toque de iro-

nía escéptica. Incorpora en la década de los ochenta los con-

ceptos de autopoiesis, acoplamiento estructural, determinis-

mo estructural, etc., con los que su pensamiento puede ex-

presarse de manera más precisa, sin que para esto tenga que

hacer concesiones de ninguna especie. En efecto, como vere-

mos en los trabajos que se presentan en este volumen, la

obra de Niklas Luhmann ha evolucionado desarrollando

consistentemente el programa de trabajo propuesto a co-

mienzos de los años sesenta. Si se lee —haciendo uso de

conceptos tales como el de autopoiesis— artículos anteriores

a la fecha en que el propio Luhmann aplica dicho concepto,

el lector podrá descubrir que no se altera en nada el sentido

de lo expuesto por el autor. En otras palabras, la introduc-

ción de conceptos nuevos no lleva a que Luhmann modifi-

que sustancialmente su pensamiento (por lo que no sería

adecuado hablar de su obra temprana en comparación con

su obra de madurez), sino que simplemente le permite decir

con conceptos más afines, de mayor precisión y fundados

empíricamente, lo mismo que venía afirmando desde antes.

La antigua preocupación luhmanniana por el tema de la au-

torreferencia y la autoorganización puede —en el concepto

biológico de autopoiesis— encontrar una expresión mucho

más acabada, que le permitirá referirse a los sistemas socia-

les y psíquicos como poseyendo la característica de generar

los propios elementos que, los componen. Comienza a plas-

marse, en esta fértil década de la reflexión luhmanniana, la

concreción de su proyecto teórico: en 1984 publicazyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZ Sistemas

sociales y a fines de los años ochenta tiene ya bastante avan-

zada su Teoría de la sociedad.

La discusión en torno a la teoría de Luhmann trasciende

los límites de la lengua alemana. Múltiples traducciones se

suceden en un lapso relativamente corto. Se hace accesible

así a la sociología mundial una propuesta teórica cuyas am-

biciones universalistas —en el sentido señalado anteriormen-

te— van siendo justificadas al ampliar el propio autor sus

esquemas interpretativos a diversos ámbitos del quehacer

social. Tanto los subsistemas societales —la Educación, la

Religión, la Economía, la Ciencia, la Familia, el Derecho,

etc.— como las preocupaciones que afectan a la sociedad

moderna —la ecología, las autoobservaciones de la socie-

dad moderna que tratan de comprenderla como «post-mo-

derna», los efectos de una comunicación globalizada, etc.—

son abordados por Luhmann con sistematicidad, profundi-

dad e ironía. Más de cuarenta libros evidencian la potencia-

lidad del proyecto iniciado en los años sesenta. La crítica,

por su parte, cambia sus perspectivas siguiendo los vaivenes

coyunturales de una modernidad que en su evolución pre-

senta aristas que no habían podido ser anticipadas por la

sociología de cuño tradicional. La incomprensión del trabajo

de Luhmann trata de superarse mediante intentos de encasi-

liarlo en los parámetros habituales característicos de la tra-

dición sociológica o, incluso, de las ideologías que van que-

dando obsoletas por los cambios experimentados por la pro-

pia sociedad. Así, resulta curioso encontrar que antiguos de-

tractores se transforman en nuevos seguidores, aunque in-

tenten mantener una cierta distancia con un pensamiento

que, todavía, les parece poco ortodoxo.

Luhmann, por su parte, reacciona con modestia, pero

con firmeza frente a la crítica y la alabanza. Su opinión es

que el pensamiento sociológico contemporáneo ha quedado

entrampado en un camino sin salida. La revisión, repetida

hasta el cansancio, de la obra de los clásicos constituye una

aporía de la cual no pueden surgir propuestas teóricas capa-

ces de comprender los fenómenos sociales resultantes de la

evolución de un siglo. Los clásicos de la sociología han ci-

mentado las bases de la disciplina y eso no hay quien lo

dude, pero la única forma de poder construir sobre esa base

consiste en atreverse a romper con la continuidad del pensa-

miento clásico cuando éste ya no resulta fructífero para el

análisis de fenómenos que no pudieron ser avisorados en el

momento en que los padres de la sociología —y sus antece-

dentes en la filosofía viejo europea— reflexionaron sobre la

sociedad de su época. El sendero que se abre ha de ser, por

lo tanto, de continuidad y ruptura: continuidad para estable-

cer las vinculaciones necesarias con las preguntas que han

ocupado la atención de la sociología y la han caracterizado

como disciplina, pero —al mismo tiempo— ruptura, para

desembarazarse sin sentimientos de culpa de las respuestas

ofrecidas por los primeros sociólogos y que ya no son ade-

cuadas para la comprensión cabal de una sociedad cuya

complejidad requiere de respuestas acordes a ella. Como

ejemplo de esto, podríamos señalar su decidida separación

—que ningún otro sociólogo ha osado— de la teoría de la

acción, reemplazándola por una teoría de la comunicación.

En efecto, si se sigue a Parsons, el pensamiento social —pre-

vio a la creación de la sociología como ciencia social autó-

noma y posterior a ella— ha quedado caracterizado por el

estudio de la acción social como el elemento fundante de

todo lo social. El propio Parsons se inscribe en esta línea de

trabajo y su aporte —como el mismo Parsons lo indica—

consistirá en dar un paso adelante al tratar de proponer una

teoría de la acción que haga compatibles las diversas con-

ceptualizaciones acuñadas para comprender la acción social,

superando así la versión utilitarista de la acción que había

concluido en el paso anterior: en el trabajo de Spencer.

Pero Parsons, indica Luhmann, ya se ha transformado en

un clásico, de tal manera que los sociólogos actuales, ante la

evidente incapacidad de elaborar propuestas teóricas nuevas,

vuelven su mirada también a la obra de este tan discutido

sociólogo del sigloZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA XX , tratando de encontrar en él —a través

de trabajos exegéticos— pistas que les permitan comprender

los sucesos de la modernidad y sin caer en el «anything

goes» propuesto por quienes creen haber encontrado el sen-

tido en el sin sentido. Al relativismo extremo para el que no

existe verdad alguna, ni —tampoco— posibilidad alguna de

acuerdo, como no sea la de la mutua tolerancia en el caos,

en el «tarro de basura», sin orden aparente, se opone un

consenso racionalmente fundado, en que poca cabida hay

para el disenso el que —ya lo señalaba Durkheim— puede

ser mucho más condenable, por su irracionalidad. Luhmann

estima que la teoría de la acción ya ha cumplido su ciclo y

que debe ser reemplazada decididamente por una teoría de

la comunicación (y no tímidamente complementada por una

teoría de la acción «comunicativa»), si se quiere avanzar en

la elaboración de conceptos capaces de dar cuenta efectiva-

mente de las características de la sociedad moderna.

Los años noventa ofrecen un mundo enteramente cam-

biado. La década anterior, caracterizada por la desesperan-

za y la nostalgia, por la búsqueda del sentido perdido, culmi-

na sorprendentemente con una serie de sucesos inesperados

—tales como el derrumbe de los países europeo orientales y

la caída del muro de Berlín—, lo que deja prácticamente sin

referentes a parte importante de las elaboraciones teóricas

más populares. Lo más admirable, sin embargo, es la inca-

pacidad demostrada por la teoría sociológica para vislum-

brar los fenómenos que estaban ocurriendo ante sus propios

ojos: la autonomización de los subsistemas, la globalización

de los procesos sociales, la pérdida de prioridad de un sub-

sistema sobre los otros, etc., eran síntomas más que claros

para poder contemplar sin extrañeza un cambio que no con-

sistía en más que en la concreción práctica de un proceso

que se venía anunciando. En efecto, la economía y la políti-

ca se autonomizan y ya no se puede continuar pensando en

dirigir una desde la otra; los procesos sociales tienen una

incidencia que va más allá de las fronteras nacionales, de tal

modo que la sola pretensión de mantener aislado artificial-

mente un sector de la sociedad mundial es —por decir lo

menos— ingenuo y sin perspectivas; las comunicaciones tras-

cienden todos los límites y cualquiera —en cualquier lugar

del mundo— puede asistir como espectador, que acaso qui-

siera ser actor, al espectáculo de las profundas transforma-

ciones que han caracterizado la segunda mitad de este siglo.

Los años noventa comienzan con una ola de entusiasmo.

La falta de perspectivas que parecía caracterizar los años

ochenta se ve deslumbrada por la amplitud del espectro de

posibilidades que engañosamente ofrece el advenimiento de

la nueva década. Pronto, sin embargo, comienza a hacerse

visible la otra cara de la medalla y al entusiasmo inicial, a

los abrazos fraternos que unen a quienes por espacio de lar-

gos años habían estado separados ideológica y físicamente

por un muro, se sigue una secuela de problemas e intereses

contrapuestos que hacen poner en duda la alegría y la con-

fianza en el consenso y la solidaridad mundial. Resurgen,

con una fuerza inusitada, los regionalismos y reivindicacio-

nes culturales que largamente acalladas cobran nueva fuerza

y presencia mundial.

En este momento, Luhmann ofrece una versión anticipa-

da de lo que ha de ser su teoría de la sociedad. Se publica

en italiano en 1992 y es traducida inmediatamente, en 1993,

al castellano, gracias al empuje y la iniciativa del Dr. Torres

Nafarrate, que concita el apoyo de las Universidades Iberoa-

mericana, de Guadalajara y del Instituto Tecnológico y de

Estudios de Occidente. LazyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPONMLKJIH Teoría de la sociedad no sólo

muestra las características de la sociedad moderna, como

una sociedad funcionalmente diferenciada, sino que abre

—desde la comunicación— vías para entender las posibilida-

des y dificultades de una comunicación que no es dada por

evidente, sino como altamente improbable. Toda comunica-

ción tiene lugar en la sociedad y la reproduce, pero esto no

implica una comunicación a-problemática, ideal, razonable

y consensual, sino precisamente una comunicación que pue-

de ser conflictiva, irracional y conducir al disenso, aunque

en todos estos casos contribuya a la mantención de la auto-

poiesis de un sistema societal complejo que da cabida al

conflicto y a la incomprensión y que, a pesar de esto, conti-

núa reproduciéndose como un sistema que autogenera sus

propios elementos constituyentes.

No escapa a la mirada de Luhmann, la situación vivida

por amplios sectores de la población mundial que —en lugar

de lo afirmado por el concepto de inclusión de Parsons, en

el sentido de tener acceso, por la vía de los roles comple-

mentarios, a todos los subsistemas de la sociedad (no todos

pueden ser médicos, pero todos pueden ser pacientes; no to-

dos pueden ser profesores, pero todos pueden tener acceso a

la enseñanza; no todos pueden ser vendedores, pero todos

pueden ser compradores)— se ven excluidos de las diferen-

tes alternativas que los sistemas funcionales ofrecen: no

cuentan con educación, ni con servicios de salud e —inclu-

so— no cuentan con existencia legal, dado que ni siquiera

tienen la cédula de identidad que los acredita como ciudada-

nos. Este es el tema complementario al de la inclusión; es el

fenómeno de la exclusión y no se trata en él simplemente de

una marginación, de una falta de integración. Estos grupos

pueden estar —y lo están— fuertemente integrados, pero re-

sultan invisibles para los subsistemas funcionales porque no

cuentan con las condiciones mínimas para ser considerados.

Este es el tema que ocupa hoy por hoy el pensamiento de

Niklas Luhmann, con lo que intenta comprender aspectos de

la sociedad mundial que en lugares de India, o en las favelas

y villas miseria de países subdesarrollados, permanecen jun-

to al desarrollo, riqueza y crecimiento acelerado de la econo-

mía. Como se puede ver, el esquema arquitectónico de la

teoría sigue siendo el mismo: una mirada que conoce a par-

tir de la diferencia, que contempla las otras posibilidades, la

contingencia de lo social y que descubre que siempre en lu-

gar de estar en el mejor de los mundos posibles, nos encon-

tramos en un mundo pleno de mejores posibilidades.

En su trabajo sobre elZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA PODER, cuya versión original ale-

mana es de 1975, continúa Luhmann su preocupación por

los medios de comunicación simbólicamente generalizados.

A través del estudio del poder pretende, por consiguiente, no

sólo clarificar el concepto de poder mismo, sino además

compararlo con otros medios.

En este libro, Luhmann señala con nitidez la opción teóri-

ca que caracteriza toda su obra: los sistemas sociales se cons-

truyen a partir de la comunicación y ésta sólo tiene lugar

cuando la selectividad de una notificación es entendida y

puede ser utilizada para la selección de un estado propio del

sistema. Todos los sistemas sociales son conflictos potencia-

les y sólo varía la medida de la actualización de este poten-

cial de conflicto, con el grado de diferenciación sistémica y

con la evolución societal. Los medios de comunicación pue-

den constituirse cuando la forma de selección de Alter al mis-

mo tiempo sirve como estructura motivacional de Ego. Esto

implica que la selección de Alter debe diferenciarse de la de

Ego, dado que ambas plantean —en el caso del poder— pro-

blemas diferentes. Alter dispone de más de una alternativa y,

por lo tanto, puede, en relación a su elección, generar y eli-

minar inseguridad en Ego. Desde el punto de vista de Ego,

que está subordinado al poder de Alter, el poder supone la

capacidad de disposición de otras alternativas de acción. El

poder de Alter será mayor, en la medida que pueda imponer-

se frente a alternativas atractivas de acción —o inacción—

por parte de Ego, de tal manera que sólo puede crecer en

conjunto con el aumento de la libertad del subordinado.

De esta forma, Luhmann estima que es necesario distin-

guir el poder de la obligación, de la coerción, de la violencia,

que lleva a actuar de una manera determinada y concreta.

En el caso límite, la coerción conduce a la violencia física y,

con ella, a la sustitución de la acción deseada y no consegui-

da del otro por la acción violenta propia y no querida. Así, el

ejercicio de la violencia demuestra incapacidad de poder.

La función de un medio de comunicación simbólicamen-

te generalizado consiste en la transmisión de complejidad

reducida. Así, basta con entender al poder —como a cual-

quier otro medio de comunicación simbólicamente generali-

zado— en términos de limitación del ámbito de selección del

otro. La causalidad del poder se basa en la neutralización de

la voluntad del otro y no necesariamente en doblegar la vo-

luntad de éste.

Al tratarse de un medio de comunicación simbólicamen-

te generalizado, el poder no es concebible como una propie-

dad o capacidad de uno solo de los involucrados en la rela-

ción. Antes bien, el poder ha de ser entendido como una

comunicación dirigida por un código. Como consecuencia

de esto, la función del poder no queda adecuadamente des-

crita si se piensa que consiste simplemente en movilizar al

subordinado a aceptar las órdenes del superior. También el

poderoso debe movilizarse para ejercer su poder y en esto

radica, a menudo, la mayor dificultad. El subordinado ha de

estar capacitado para elegir su propio comportamiento y,

por lo tanto, ha de poseer la posibilidad de autodetermina-

ción; sólo por esta razón se le aplican medios de poder, tales

como las amenazas, con el objeto de dirigirlo en esta elec-

ción propia. De este modo, cuando se postula un poder ab-

soluto, se trata de un poder escaso y limitado, porque en él

no hay situaciones de elección de Ego en las que Alter pueda

influir. Esta definición de poder se aparta bastante de las

conceptualizaciones habituales en sociología y recuerda, en

cambio, a Saint Exupery (no se puede ordenar a alguien

algo que no le sea posible realizar) y a Maturana, cuando

plantea que el poder implica una concesión del sometido.

El poder recurre a una alternativa de evitación, lo que

quiere decir, que en la notificación comunicativa, el podero-

so amenaza con recurrir —en caso que sea necesario— a

una alternativa desagradable, que preferiría evitar, pero que

está dispuesto a utilizar en el caso que su comunicación sea

rechazada por el subordinado. Ejemplos de este tipo de al-

ternativas de evitación son: la violencia física, el despido, un

castigo, etc. El supuesto subyacente es que el subordinado

teme que esta amenaza se concrete. En otras palabras, el

poderoso espera que el sometido desee —aún más que él—

evitar llegar al caso de utilización de la alternativa de evita-

ción. Sólo así puede funcionar efectivamente el poder dado

que —en caso contrario— el superior puede verse obligado

a actuar haciendo uso de la alternativa de evitación: de la

violencia física, del despido, del castigo, y sin conseguir la

obediencia requerida, con lo que queda en claro su falta de

poder.

En el sistema organizacional, Luhmann distingue dos ti-

pos de poder que se basan en la capacidad de disposición

sobre la contingencia, en relación con roles deseados. Estos

tipos son el poder organizacional, referido a la pertenencia

misma a la organización. El hecho que la organización pue-

da condicionar la pertenencia y pueda despedir a quienes no

cumplan con lo exigido, constituye el elemento central del

poder organizacional. El poder personal, por su parte, tiene

que ver con las posibilidades ofrecidas por la organización

para hacer carrera en ella, es decir, de obtener puestos mejo-

res dentro de ella.

También los subordinados pueden disponer de poder, lo

que no ocurre necesariamente —como podría suponerse

desde el viejo concepto del poder como una suma constan-

te— a costas del poder de los superiores. Sin embargo, en

las organizaciones pueden diferenciarse las fuentes de poder,

pero no los temas en que el poder se encuentra en juego. De

esta manera, cualesquiera que sean las fuentes de poder en

que se basan superiores y subordinados, ambos deben refe-

rirse a un ámbito relativamente reducido. Por otra parte, se-

ñala Luhmann, es equivocado el confundir niveles de cons-

trucción sistémica, como lo ha hecho la Escuela de Relacio-

nes Humanas. El poder que ocurre en una organización tie-

ne lugar en un sistema cuyos criterios de constitución son

diversos a los que orientan la autoselección de un sistema

interaccional. Así, puede conducir a errores conceptuales y

prácticos de importancia el pretender mezclar en el análisis

del poder, sus fuentes y sus temas, que se plantea en el deve-

nir organizacional, con el poder generado en las interaccio-

nes entre individuos, razón por la cual es conveniente tener

presentes las diferencias entre Interacción y Organización,

para evitar que la confusión de niveles conduzca a conclu-

siones también erradas y confusas respecto al poder y sus

resultados. 

 

Pero en definidas cuentas ¿Que es el poder para Luhmann? 

 

Es seleccionar las opciones sobre las que se va a decidir e influenciar la decisión, neutralizando la voluntad del que decide, haciendo que el cogido del sistema se cumpla.

 

Nosotros partimos de la cibernética sociológica de segundo orden  de Luhmann, pero damos el salto  a una cibernética de tercer orden donde no se trata de comunicar sino de transferencias ontológicas, en las cuales se condensan y desplazan conciencias alterando y contra alterando sistemas  en un proceso biodramaturgico, veamos con un ejemplo:

 

https://www.youtube.com/watch?v=HX9mfcsRxHk

 

La Madre tiene un doble vínculo con la niña, una relación  donde la madre transfiere la herida ontológica a su hija. 

 

Madre       1→0 0→1/2→0→1→←1→1/6    Hija

 

Pero no lo hace directamente, sino a través de otra niña creando una relación contratransferencial entre la otra niña y su hija.

 

Madre →Niña→Hija

Hija→←Niña

La hija para lastimar a la otra niña roba un bebe para que inculpen a este niña del secuestro y muerte de la bebe.

 

Pero esta niña confiesa todo lo ocurrido a la madre y la madre le hace poner a la niña una caja de sorpresas de su hija, para que su hija sea también inculpada y así encarcelada y destruida.

La madre es una maestra transferencial maligna, perfectamente interpretada sin ningún esteriotipo, condesa y desplaza las conciencias tanto de su hija como de la otra niña provocando eventos que hacen que la herida se transfiera de la manera más efectiva.

 

Las dos niñas van a la cárcel, en la cárcel su hija tiene relaciones sexuales con un guardia, se embaraza teniendo una niña.

La madre le quita a su hija su bebe llevándola para que la adopten, es aquí donde la madre logra transferir la herida, haciendo una daño a su hija incurable.

Al salir de su casa la hija camina y camina buscando a su bebe y es que la madre le describe como era su bebe y el sector de la ciudad donde ella vivía, lo que provoca que su hija se desplace continuamente buscando a su bebe.

 

Un día la hija cree encontrar a su bebe y lo secuestra junto con el guardia de la prisión.

 

Los detectives investigan este nuevo caso de secuestro y llegan a dar con la hija, desenredando el hilo transferencial maligno que había biotejido la madre, logran salvar a la bebe secuestrada, pero libran de toda culpa a la hija y a la madre, la otra niña ya mayor interpretada por Dakota Fanning se suicida, mientras que la madre y la hija se empoderan en un mundo que saben que pueden condesar y desplazar como les dé la gana.

 

Claro esta es solo una película, pero el poder funciona así, con una manipulación del inconsciente  donde se transfieren heridas espirituales, que lo  único que buscan es liberarse del dolor transfiriéndolo. Así la madre y la hija no se suicidan, sino que transfieren el mal, haciendo daño a quienes se relacione con ellas. 

¿Qué  es entonces el poder para nosotros?  

 

Desde una cibernética de tercer orden el poder es poder curar la herida ontológica espiritual psicológica liberándonos de los sistemas donde la transferencia de la herida configura al mundo.

 

Así hay el poder maligno de la transferencia de la herida que realmente no es poder sino que resulta de la impotencia ante el dolor interno, quedando solo su transferencia y el poder que cura y libera de la herida, del pecado.

 

Así el poder ilegitimo es el poder maligno de la transferencia de la herida y el poder legítimo es el de la curación, liberación y salvación.

 

De lo que se trata es un cibernética de tercer orden es de complementar el poder, de integrar el cuerpo místico.

Así en vez de tener un observador o dos observadores que con su observación hacen el cierre operativo del sistema, tenemos a dos observadores que se alteran y contra alteran superando el cierre operativo del sistema abriéndose al campo ontológico.

 

¿Hay entonces libre albedrio?

Lo hay pero una vez heridos, lo perdemos, de lo que se trata este taller es de recuperar ese libre albedrio curando la herida.

 

Así que lo primero y último es aprender a Respirar ontológicamente

 

https://teatrolocoteorico.blogspot.com/2025/02/aprendiendo-respirar-en-el-logos.html

 

Se verá que hay problemas para poder respirar así que lo segundo que hay que aprender es el análisis ontológico transferencial para detectar el problema.

 

https://teatroloco.blogspot.com/2025/02/analisis-ontologico-transferencial.html

 

Lo tercero es lograr la síntesis y asíntesis noúmenologica

 

https://exaltacionalmiedo.blogspot.com/2025/03/sintesis-noumenologica.html 

 

Para lograr esto hay que aprender a mediar la transferencia y retrasferencia.

 

https://apologiaalatristezateatroloco.blogspot.com/2025/03/quien-media.html

 

Una herramienta que nos da la ciencia del logos es la matemática transferencial

 

https://adagioalamor.blogspot.com/2025/03/matematica-transferencial.html

 

Donde por medio de ecuaciones complementaria logramos la cibernética de tercer orden

http://teatrolocoteorico.blogspot.com/2025/03/ecuaciones-complementarias.html

 

El taller es permanente nos pueden escribir al biotejido Teatro loco A.S en facebook  o a nuestro correo teatrolocoas@gmail.com

Y podemos empezar chateando donde pasamos varios documentos

En sesiones en vivo por internet  

Y sobre todo presencialmente, vamos donde nos llamen solo necesitamos que se cubra el pasaje y la estadía.

El pago del taller es una ofrenda voluntaria que se da después de cada sesión.

El taller culmina cuando uno lo desea y con cada participante es muy distinto, pudiendo darse a una persona o a grupos hasta de 21 personas, aunque también podemos dar clases maestras o muestras de nuestros trabajos a cientos y miles.

Somos el biotejido Teatro Loco A.S con casi treinta años de investigación ontológica  en este link   https://adagioalamor.blogspot.com/2024/09/biotejido-teatro-loco-as.html damos cuenta de todo nuestro proceso.  

  Creemos que un taller como este es urgente si realmente queremos recuperar nuestra libertad y la de los seres que amamos.   

 


11 comentarios:

Christian Franco dijo...

Cuanto más buena es el alma de un hombre, menos sospecha la maldad en los otros.
Séneca

Cuanto más sabia es el alma de un hombre, es menos vulnerable a la proyección de maldad o bondad que quieran ejercer sobre él.
https://www.facebook.com/photo?fbid=10234507045311407&set=a.3522555016587

Christian Franco dijo...

Fenomenología del sádico
Jean Paul Sartre: ‘’El ideal del sádico consistirá, pues en alcanzar el momento en que el otro sea ya carne sin dejar de ser instrumento, carne que ha de nacer de la carne; el momento en que los muslos, por ejemplo, se ofrecen, ya en una pasividad obscena y expansiva y son aun instrumentos a los que se maneja, a los que se separa o se doblega, para hacer resaltar más los glúteos y para encarnarlos a su vez. Pero no nos engañemos: lo que el sádico busca con tanto encarnizamiento, lo que quiere modelar entre sus manos y doblegar bajo su puño es la libertad del otro: ella está ahí, en esa carne, ella es esa carne. Puesto que hay una facticidad del otro; de ella, pues intenta el sádico apropiarse; el esfuerzo del sádico aspira a enviscar al prójimo en su carne por la potencia y el dolor, apropiándose del cuerpo del otro, al tratarlo como carne que hay que hacer nacer de la carne; pero esa apropiación trasciende el cuerpo del que se apropia, pues no quiere poseerlo sino en tanto que ha enviscado en el la libertad del otro (…)
Sin embargo, el propio sadismo, así como la indiferencia ciega y el deseo, encierra en si el principio de su fracaso. En primer lugar, hay una incompatibilidad profunda entre la aprehensión del cuerpo como carne y su utilización instrumental. Si de la carne hago un instrumento, ella me remite, a otros instrumentos y a otras potencialidades, en suma, a un futuro, esta parcialmente justificado su ser ahí por la situación que he creado en torno mío, como la presencia de los clavos y de la estera que de clavar en la pared justifica la existencia del martillo. Por eso mismo, su naturaleza de carne, es decir, su facticidad inutilizable, deja lugar a la cosa utensilio. El complejo carne – utensilio que el sádico ha intentado crear se disgrega…’’
Explicación:
El intento de apropiarse de la libertad del otro
Para Sartre, la gran paradoja del sadismo es que lo que realmente se busca no es el cuerpo en sí, sino la libertad encarnada en ese cuerpo. El sádico no solo quiere controlar la carne del otro, sino que aspira a capturar su ser, a reducir su subjetividad a una mera objetividad manipulable. Quiere que el otro sea libre solo para poder someterlo.
El fracaso del sadismo
Sin embargo, este intento está destinado al fracaso porque hay una contradicción fundamental: no se puede convertir completamente al otro en una cosa sin perder lo que lo hacía un otro. Sartre explica que cuando el sádico usa el cuerpo del otro como un instrumento (como si fuera una herramienta), este deja de ser pura carne y se convierte en un objeto con una función en un contexto determinado. Pero si lo ve solo como carne pasiva, pierde su utilidad y deja de ser algo manipulable. Así, el equilibrio que busca el sádico entre carne y utensilio se desmorona.
La imposibilidad de poseer al otro completamente
En última instancia, el sadismo fracasa porque no puede atrapar la libertad del otro: si el otro sigue siendo libre, nunca será un objeto completamente sometido; pero si el otro se convierte en un objeto, deja de tener la libertad que hacía valiosa su sumisión. Esta paradoja revela una de las ideas centrales del pensamiento sartreano: la libertad humana es inasible, no puede ser reducida a la condición de cosa sin perder su esencia.
(Sartre, 1943, pp. 385-386) ''El ser y la nada''

Christian Franco dijo...

https://exaltacionalmiedo.blogspot.com/2025/03/meta-historia.html

Christian Franco dijo...

https://apologiaalatristezateatroloco.blogspot.com/2025/03/el-caso-pedro-castillo-y-las-tres.html

Christian Franco dijo...

https://adagioalamor.blogspot.com/2025/03/que-es-el-comunismo-complementario.html

Christian Franco dijo...

Fundamentación epistemológica de la ciencia del logos https://teatrolocoteorico.blogspot.com/2025/03/fundamentacion-epistemologica-de-la.html

Christian Franco dijo...

http://teatroloco.blogspot.com/2025/03/mi-camino-atravesando-marx.html

Christian Franco dijo...

https://exaltacionalmiedo.blogspot.com/2025/03/ser-en-si-10-ser-para-si-ser-en-si-y.html

Christian Franco dijo...

https://apologiaalatristezateatroloco.blogspot.com/2025/03/chaupi-quipu-koshi-kene.html

Christian Franco dijo...

http://adagioalamor.blogspot.com/2025/03/el-factor-religioso-sumak-kausay.html

Christian Franco dijo...

https://teatrolocoteorico.blogspot.com/2025/03/las-5-pruebas-del-ser-en-si-de-dios.html
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http://apologiaalatristezateatroloco.blogspot.com/2025/04/la-contra-transferencia-del-en-si-y-del.html
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