Taller de Cibernética
de desplazamiento y condensación
El Dilema del libre Albedrío
El dilema del libre albedrío es uno de los problemas filosóficos más
antiguos y complejos. Se pregunta si los seres humanos realmente tenemos la
capacidad de tomar decisiones libres o si, por el contrario, nuestras
elecciones están determinadas por factores externos o internos que escapan a
nuestro control. Este debate tiene profundas implicaciones para la moralidad,
la responsabilidad personal y la naturaleza de la conciencia.
Desde la antigüedad, los filósofos han discutido si el libre albedrío es
real o una mera ilusión. Aristóteles sostenía que los humanos pueden actuar de
manera voluntaria y deliberada, lo que implica cierta autonomía en la toma de
decisiones. Por otro lado, los estoicos creían en una concepción del destino en
la que todo está predeterminado, y la verdadera libertad consiste en aceptar el
curso de los acontecimientos sin resistencia.
En la era moderna, este dilema ha sido abordado desde diferentes
perspectivas. El determinismo sostiene que cada acción humana es el resultado
inevitable de causas previas, ya sean leyes físicas, biológicas o psicológicas.
Desde esta visión, si conociéramos todas las condiciones iniciales del
Universo, podríamos predecir todas las acciones futuras con exactitud.
Filósofos como Baruch Spinoza y científicos como Pierre-Simon Laplace
defendieron esta idea, argumentando que la sensación de libertad es solo una
ilusión creada por nuestra falta de conocimiento sobre las causas que influyen
en nuestras decisiones.
Por otro lado, los defensores del libertarismo filosófico argumentan que
los humanos tienen una capacidad genuina para elegir entre diferentes opciones.
Jean-Paul Sartre, por ejemplo, defendió la idea de que el ser humano
está "condenado a ser libre", ya que no hay un destino preestablecido
que determine nuestras acciones. Para Sartre, cada individuo es responsable
absoluto de sus elecciones y no puede excusarse en factores externos.
En un intento de conciliar ambas posturas, surge el compatibilismo,
defendido por filósofos como David Hume y Daniel Dennett. Según esta visión, el
libre albedrío y el determinismo no son necesariamente opuestos. Es posible que
nuestras acciones estén determinadas por causas previas, pero si esas causas
incluyen nuestros propios deseos, valores y razonamientos internos, entonces
podemos considerarlas como libres. En este sentido, una acción es libre cuando
es el resultado de nuestros propios procesos mentales y no de una imposición
externa.
El dilema del libre albedrío sigue siendo un tema de intenso debate,
especialmente con los avances en neurociencia. Estudios han demostrado que
muchas decisiones pueden estar condicionadas por procesos cerebrales
inconscientes antes de que seamos conscientes de ellas, lo que ha llevado a
algunos científicos a cuestionar la existencia del libre albedrío. Sin embargo,
otros sostienen que la conciencia y la reflexión pueden influir en nuestras
decisiones, permitiéndonos ejercer cierto grado de control.
Este debate no es solo filosófico o científico; también tiene
repercusiones en la ética y el derecho. Si nuestras acciones están
determinadas, ¿somos realmente responsables de nuestros actos? ¿Podemos culpar
a alguien por sus decisiones si en realidad nunca pudo haber elegido otra
opción? Estas preguntas siguen abiertas y desafían nuestra comprensión sobre la
naturaleza humana y la libertad.
Juan
Carlos Sahaja
Si yo puedo pasar de
una condensación aun desplazamiento tengo libertad negativa y si puede pasar de
una desplazamiento a una condensación tengo libertad positiva siempre y cuando
este pasar haya sido decido y logrado intencionalmente pero cuando yo renuncio
a luchar por mi libertad haga una decisión libre, una acción de mala fe diría
Sartre y cuando simplemente soy determinado e indeterminado sin darme cuenta me
puede sentir realmente libre y realmente no lo soy.
Es en ese punto donde entra la cibernética, porque
el sistema realmente puede condensarnos y desplazarnos, en una acción tan
compleja que solo después de un proceso de reflexión y análisis podemos llegar
a darnos cuenta.
Veamos este video:
https://www.facebook.com/100022926244681/videos/pcb.1872971356810388/1176371993997515
Las chicas en la
protesta del 8 de marzo por el día de la mujer destruyen una protección de
madera de un centro comercial para luego destruir el vidrio que la madera
protegía.
Causando en las redes
diversos comentarios:
Seguir
Pobre
señor talvez con mucho esfuerzo iso su negocio y estas mujeres bandalizando
,apoyo el movimiento pacifico pero estos ataques a negocio porque no tienen la
culpa de lo que pasa en nuestro país, que triste ver lo que hacen
De
que manera puedes pedir justicia y respeto cuando tú no lo das, es una
vergüenza ver esto, no apoyo en absoluto este tipo de situaciones y más viendo
como hoy en día el mismo genero es el que te acosa, te discrimina, te critica,
te insulta, te ofende te agrede, te priva de la libertad y hasta atentan contra
tu vida, bien dicen que el peor enemigo de una mujer es otra mujer
Mi hija de
17 años, desde el año pasado quizo vivir está experiencia de participar en la
marcha, siempre le refute el porque no debía hacerlo pues este tipo de acciones
es bandalismo puro, ayer al fin decidimos si papá y yo acompañarla, desde que
las encapuchadas y de negro les dicen que van para "protegerlas"
, le expliqué a mi hija que una persona que exige sus derechos y que sabe que
le asiste la razón,no tiene porque ocultar su rostro,que desde el primer
momento en que decide uno participar estás aceptando los riesgos que lleva consigo.
Ella tenía idealizado el movimiento, pero tristemente se decepcionó al ver cómo
entre ella hacen un grupo formando un abanico para proteger a la que
destruye,la que grafitea casas,vehículos, sin justificar el hecho que esas
personas ni siquiera se meten con ellas. Fue entonces que ella razonó y me dijo
: tienes razón mamá, quien lucha por el bien no se esconde,no
destruye,construye e instruye a quienes le siguen.
Sin destrucción
no hay construcción pero lo que se tiene que destruir es aquello que simboliza
la condensación del poder ilegitimo como lo que se tiene que construir y
condensar son los desplazamientos que el poder ilegitimo hace.
Y de hecho
si esta destrucción o construcción es simbólica en una guerra de imaginarios
mucho mejor a nuestra mente venían los trabajos artísticos conceptuales de Lalo
Quiroz:
http://arte-nuevo.blogspot.com/2006/05/se-vende-o-alquila-este-local.html
Donde un
grupo de artistas y activistas se van con carteles cada uno con una letra,
formando la palabra se vende y se alquila este local, palabra que se leerá
frente al palacio de Justicia, frente al congreso, frente a palacio de
gobierno, dando un claro mensaje de deslegitimación del poder político.
Una vez
deslegitimado se debería pasar a condensar un poder legítimo alternativo y de
hecho en eso estamos.
Otro
trabajo que me viene a la mente es el de Juan Javier Salazar cubriendo la
estatua de Francisco Pizarro que estaba en la plaza mayor de Lima.
https://juanjaviersalazar.pe/peliculas/pizarro-cubierto
Esto abrió
un debate sobre porque el símbolo de una conquistador estaba presente en la
plaza mayor de una república que supuestamente había surgido emancipándose de
esta conquista y provoco a la larga el retiro de la estatua..
Y por
último el trabajo que hicimos en Manco Capác en el contexto de la protesta
generada por el secuestro de Pedro Castillo presidente del Perú y la matanza
que se dio contra el pueblo que protestaba.
Habíamos
estado concentrándonos en la plaza Manco Capac cuando la policía nos agredió y a palos y gases lacrimógenos nos
expulsó de la plaza, en protesta por
esta agresión subí a la parte media del monumento mientras distraía a la
policía y mi compañero subió a la parte alta, denunciando asi el abuso con el
que nos habían desplazado, la protesta creció
en todo el país y fueron muchos
los que se animaron a tomar la capital desde el interior pero la represión fue
brutal se produjeron más muertos y la gran mayoría opto por soportar el
gobierno de Dina mientras se armaban alternativas al poder ilegitimo.
¿Pero que
es el poder legítimo e ilegítimo?
Pero sobre
todo ¿Que es el poder?
Para
responder esto nada mejor que la cibernética de segundo orden de Niklas Luhman
y la explicación que hace desde ella del poder en su libro:
Poder en el
sistema:
https://www.academia.edu/44255702/Luhmann_Niklas_Poder_OCR
Creemos poder decir sin exageración que la obra de Luh-
mann se perfila como el trabajo teórico de mayor enverga-
dura que haya sido elaborado en la sociología del presente
siglo. Por otra parte, al incluir elementos de otras áreas
del
saber, tales como la cibernética, la biología, la
matemática,
etc., ha permitido por vez primera observar el fenómeno so-
cial desde la perspectiva de su creación en el acto mismo de
conocer, superando así la vieja dicotomía entre sujeto y ob-
jeto. En esta propuesta el sujeto es reemplazado por el ob-
servador y el objeto por lo observado, pero no se trata ya
más de un observador que —como una placa fotográfica—
limita su acción a la mera pasividad, al simple hecho de
dejarse impresionar por el objeto observado. El observador
reconoce en esta teoría una posición más activa, conoce me-
diante esquemas de distinción, que ha incorporado autorre-
ferencialmente y que le permiten establecer diferencias
reci-
biendo, por tanto, noticias de diferencia. Observador y ob-
servado quedan, por consiguiente, integrados en el acto
crea-
tivo del conocimiento, donde —sin embargo— permanece un
punto ciego inmanente a toda observación: los esquemas de
distinción utilizados por el observador. Estos esquemas de
dis-
tinción pueden ser, a su vez, vistos por el observador de
se-
gundo orden, aquel que observa a un observador observan-
do, pero —nuevamente— este observador de segundo orden
no puede ser testigo de sus propios esquemas de distinción.
No existe, por tanto, un super observador científico
poseedor
de la verdad absoluta y de allí se desprende que la teoría
de
sistemas de Niklas Luhmann tenga la pretensión de ser apli-
cable a cualquier fenómeno social, pero que no pueda pre-
tender la exclusividad ni reclamar para sí la posición única
de observador último, dueño de la verdad definitiva.
A continuación trataremos de presentar un breve esbozo
de algunos momentos de la evolución de la teoría, con el
objeto de mostrar que ésta, a pesar de haber ido introdu-
ciendo, a lo largo de los años, conceptos y terminologías de
fuentes no estrictamente ancladas en la tradición sociológi-
ca, ha consistido fundamentalmente en el desarrollo del pen-
Sarniento que puede
encontrarse bosquejado en forma pro-
gramática en los primeros ensayos de este autor, que datan
de comienzos de la década de los sesenta.
Hacia fines de la década del cincuenta, la sociología se
encontraba en una crisis paradigmática de importancia. Las
propuestas teóricas funcionalistas que habían caracterizado
el quehacer sociológico —en Estados Unidos y, desde allí, en
el resto del mundo— ya no parecían ser capaces de explicar
los nuevos sucesos que preocupaban a los observadores de
lo social. El American Dream llegaba a su término y las ju-
ventudes de los países desarrollados se rebelaban «sin cau-
sa» ante los modelos que pretendían imponerles las genera-
ciones mayores. La guerra fría amenazaba —como en la cri-
sis de los misiles— momento a momento con perder su
frialdad y desembocar en un tercer y más cruento enfrenta-
miento mundial. Los fenómenos sociales se demostraban
como extremadamente complejos, por lo que no parecía
posible pretender comprenderlos desde un enfoque globali-
zador.
Es así como el funcionalismo se ve criticado desde dos
ángulos: uno interno y otro externo. Desde el interior de la
perspectiva funcionalista acaso la crítica más fecunda, por
los seguidores que encontró, haya sido la elaborada por Ro-
bert K. Merton, quien ya en 1949 sostenía, contra Parsons,
que era ilusorio, dado el estado de avance del conocimiento
sociológico, pretender elaborar una gran teoría capaz de dar
cuenta del fenómeno social en todas sus manifestaciones. Se
trata de la conocida propuesta mertoniana de construir teo-
rías de rango medio, apropiadas para acumular conocimien-
to empíricamente validado en ámbitos específicos y reduci-
dos de lo social, antes de emprender la tarea más ambiciosa
de develar, por medio de una super teoría, la base misma
del fenómeno social en su totalidad. Desde el exterior de la
teoría funcionalista, la crítica tenía un tinte más ideológico.
Se afirmaba que este enfoque era incapaz de —e incluso
más, no lo deseaba— comprender el fenómeno del conflicto
social. El conflicto parecía evidente, tanto al nivel de las
so-
ciedades nacionales que se enfrentaban entre sí aisladamen-
te o como bloques, como al nivel interno, en que huelgas
laborales y estudiantiles se esparcían por doquier. La
violen-
cia de los jóvenes que con chaquetas de cuero negro y moto-
cicletas asolaban los barrios de las grandes ciudades era
algo
que no podía mantenerse sin encontrar una explicación ade-
cuada y el funcionalismo no parecía ser capaz de ofrecerla.
Una primera propuesta trata de ser conciliadora buscando,
junto a Coser, las «funciones del conflicto social».
Posterior-
mente, sin embargo, esto no parece suficiente y Ralf Dah-
rendorf plantea que se ha hecho necesario levantar una al-
ternativa teórica distinta —con supuestos centrales opues-
tos— al funcionalismo. Esta es la teoría del conflicto
social
en que el conflicto deja de ser algo no tomado en cuenta o
considerado de manera marginal, para pasar a constituir el
núcleo central sobre el que se construye la sociedad. En
suma, los autores de la época, desanimados por la extrema
complejidad de una sociedad cada vez menos comprensible
y por el surgimiento de conflictos sociales de diversa
índole,
niegan que la sociología esté en condiciones de abarcar el
tema en términos globales y que el funcionalismo sea una
posibilidad válida de explicación para una sociedad cuyas
contradicciones parecen evidentes.
En ese momento, Niklas Luhmann inicia su trabajo pro-
gramático de construcción teórica proponiéndose una tarea
sumamente ambiciosa y que, desde sus primeros esbozos,
provoca el desconcierto y la admiración de quienes se ven
expuestos a su lectura. Este asombro es por demás justifica-
do, si se considera que Luhmann retoma la crítica al funcio-
nalismo y a la teoría parsoniana, pero —como posteriormen-
te será habitual en él— desde una óptica totalmente diferen-
te a la que en ese momento constituye la tónica
característi-
ca de los tiempos.
En efecto, la discusión que hace Luhmann del funciona-
lismo no sigue el camino hollado que consistía en demostrar
su inaplicabilidad como método de investigación de los pro-
blemas sociales. Por el contrario, su postura consiste en
afir-
mar que el más grave problema del funcionalismo y de sus
cultores en el ámbito de las ciencias sociales, ha sido la
falta
de radicalidad con que se ha hecho uso del análisis funcio-
nal. No se trata, por consiguiente, de que el método fun-
cional sea inadecuado, sino que no ha sido utilizado en su
verdadera potencialidad. Para hacerlo, es necesario
radicali-
zar —en lugar de olvidar— el método funcional, entendien-
do función en el sentido lógico-matemático del término, vale
decir, como un esquema lógico-regulador que permita com-
parar entre sí, como equivalentes funcionales, sucesos que
desde otra perspectiva serían absolutamente incomparables.
Además de esto es necesario despojar al análisis funcional
de sus referencias ontológicas, que lo subordinan innecesa-
riamente al análisis causal siendo que la causalidad es
antes
bien un caso de análisis funcional y no a la inversa el fun-
cionalismo un caso particular de causalidad.
Por otra parte, Luhmann no critica a la teoría parsoniana
en su pretensión de constituirse en una gran teoría, como
era habitual en la época, sino que la objeta porque su
inten-
to globalizador fracasa al enfrentarse al tema de la
sociedad,
dado que ésta sería un sistema omniabarcador —el sistema
de los sistemas— y —al mismo tiempo— un sistema que
debería definirse por sus límites respecto a un entorno.
Apa-
rentemente, la teoría parsoniana no logra dar el paso
defini-
tivo del paradigma todo/partes al paradigma sistema/entor-
no, que había sido señalado por la teoría de sistemas abier-
tos de Ludwig von Bertalanffy. Además de esto, Parsons su-
bordina el concepto de función al de estructura, lo que
lleva-
rá a una forma de construcción teórica que limita sus pro-
pias posibilidades de expansión explicativa debido a que se
encuentra obligada a preguntarse por las condiciones nece-
sarias para la mantención de un sistema dado sin siquiera
ser capaz de plantearse el tema de la función cumplida por
el sistema o por el surgimiento de éste.
A partir de esta crítica, Luhmann define su postura teóri-
ca como funcional-estructuralismo la que, a diferencia del
es-
tructural-funcionalismo parsoniano, no considera que haya
ciertas estructuras dadas que deban ser sostenidas por fun-
ciones requeridas, sino que es la función —que puede ser
cumplida por diversos equivalentes funcionales— la que an-
tecede a la estructura. Con esto es posible armar un entra-
mado teórico capaz de preguntarse incluso por la función de
la construcción de un sistema dado. Esta función —señala
Luhmann— consiste en la comprensión y reducción de la
complejidad. De esta manera, la teoría sociológica se ve en-
riquecida con una temática proveniente de la cibernética: la
complejidad, que en esta perspectiva no ha de ser vista
como un obstáculo ni una dificultad para la construcción de
un sistema, sino más bien como la condición misma que la
hace posible. Un sistema surge en un proceso de reducción
de complejidad; es menos complejo que su entorno y sus
límites respecto a él no son físicos, sino de sentido. El
pro-
blema de la extrema complejidad del mundo, que había lle-
vado a que la sociología desistiera del intento de
elaboración
de teorías universales pasa a ser, por consiguiente,
precisa-
mente la condición que hace posible —y fructífero— este
intento.
Adicionalmente, esta teoría no se agota en la búsqueda
de explicación de lo dado, ni intenta dar por supuesto que
lo
observado se encuentra allí por algún tipo de necesidad
lógi-
ca u ontológica. Su interés se ubica precisamente en lo con-
tingente, en la pregunta por las otras posibilidades —que no
han sido actualizadas, pero que podrían haberlo sido— en
los equivalentes funcionales que podrían ofrecer soluciones
comparables a un mismo problema, en la improbabilidad de
la construcción sistémica y en las condiciones que hicieron
posible superar dicha improbabilidad para que un sistema
dado pudiera tener lugar. El tema del conflicto, por
ejemplo,
que había sido descuidado en el funcionalismo de viejo cuño
y que había sido entronizado en la teoría del conflicto,
pasa
a ser una posibilidad más, un equivalente funcional, para la
construcción —y aún para la mantención— de un cierto sis-
tema. Incluso en la cooperación —dice Luhmann— el con-
flicto se encuentra subyacente como mecanismo regulador
que permite establecer las condiciones sobre las cuales la
cooperación puede edificarse y mantenerse.
A comienzos de la década de los setenta se produce en el
mundo un interés creciente por utopías de diversa índole. El
año 1968 está marcado por los movimientos estudiantiles
que quieren hacer posible lo inalcanzable por las vías
refor-
mistas internas al sistema establecido: «seamos realistas
pi-
damos lo imposible» reza un conocido eslogan de los estu-
diantes franceses. Los Beatles
cantanzyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPO All you need is love y el
fenómeno hippie se extiende por las principales ciudades del
mundo desarrollado.
Este es el momento de la conocida polémica entre Luh-
mann y Habermas. La pregunta que resume esta confronta-
ción teórica es precisamente acerca de las posibilidades que
ofrece la moderna teoría de sistemas. ¿Será, como se sospe-
cha, una tecnología social o podrá elaborarse —a partir de
sus elementos— una teoría de la sociedad capaz de interpre-
tar convincentemente los nuevos fenómenos que exigen de la
sociología una mayor capacidad explicativa? Los movimien-
tos juveniles, sociales y políticos habían dado por
superados
los planteamientos de la Escuela de Francfort. El mismo
Adorno sufre el repudio de estudiantes que consideran insa-
tisfactorias sus respuestas. El tema recurrente es el del
senti-
do —que es visto como ausente— el mundo, o mejor dicho,
la sociedad parece no tener sentido y, de allí que el
hippismo
—por ejemplo— trate de encontrar una forma nueva, alter-
nativa, de otorgar sentido al quehacer social, apartándose
de
los cauces de la sociedad vigente.
Luhmann, manteniéndose coherentemente en su progra-
ma de investigación, continúa desarrollando un marco con-
ceptual alejado de las modas pasajeras, pero ofreciendo res-
puestas inesperadas a los problemas conyunturales. La so-
ciedad mundial es para él un hecho indesmentible, el senti-
do es intersubjetivo, pero no presupone al sujeto y, además,
es una categoría innegable: el sin sentido no existe. La
teoría
de sistemas debe desarrollarse paralelamente a una teoría de
la evolución, para que se haga posible llegar a la
elaboración
de una superteoría capacitada de explicar no sólo la socie-
dad moderna globalizada, sino también las sociedades arcai-
cas y los diferentes momentos de su desarrollo. Adicional-
mente a esto, la teoría de los sistemas sociales debe com-
prender los diferentes tipos de sistemas —la interacción,
las
organizaciones y la sociedad— así como las condiciones dis-
tintivas que les permiten surgir, en forma semejante a la
au-
tocatálisis, a partir de la complejidad que han de reducir.
A
diferencia con otras propuestas teóricas, no se ofrece en
ésta
una utopía, una sociedad modelística ideal a la que se haya
de llegar a través de la negación y la superación de las
con-
diciones que caracterizan a la sociedad del momento. La
teoría luhmanniana presenta, en cambio, un poderoso ins-
trumental analítico que permite comprender el funciona-
miento de la sociedad, sus subsistemas, las organizaciones y
las interacciones que tienen lugar en ella. Los mecanismos
de reducción de la complejidad, los códigos propios de los
diferentes subsistemas, los esquemas binarios de regulación
de las relaciones al interior de cada subsistema y de los
in-
tercambios entre ellos, son escudriñados rigurosamente y en
detalle, de tal manera que con la ayuda de este aparataje
conceptual, se perfila gradualmente una visión extremada-
mente adecuada de las características de la sociedad moder-
na y los procesos que se suceden en sus diferentes niveles.
Se trata de una perspectiva aguda, teñida por un ligero es-
cepticismo frente a los fanatismos y las soluciones fáciles,
en
que la ironía contribuye paso a paso a matizar el descarnado
análisis de los diversos aspectos del fenómeno social que
son
puestos bajo su óptica.
Los años ochenta aparecen marcados por una gran des-
esperanza en el mundo. Las utopías no logran ya aglutinar
en torno suyo a las multitudes, ni tampoco a los grupos más
reducidos de autores que piensan en torno a lo social. El
fenómeno hippie, por ejemplo, en lugar de demostrar ser
una alternativa viable de creación de una sociedad al mar-
gen de la sociedad, construida sobre la base del amor y la
libertad, ha pasado a ser absorbido por la sociedad de con-
sumo; ha sido una moda y, como tal, pasajera. Los jóvenes
contestatarios del 68 se han transformado en ejecutivos efi-
cientes, en políticos establecidos o en hombres maduros
reti-
rados de la vida pública. Hay una ola de pesimismo que
invade las diversas esferas. La guerra de Vietnam concluye,
dejando un saldo de muertes y pérdidas y sin que pueda
nadie reclamar para sí la victoria, ni la consecución de
ideal
alguno. El pesimismo es la nota característica de una juven-
tud que no encuentra en el futuro opciones convincentes que
le permitan orientar sus acciones presentes. Se habla de fin
de las ideologías y la palabra más recurrente en los debates
y titulares de periódicos y revistas es crisis. Se vive una
ola
de nostalgia en que se trata de reencontrar en el pasado in-
mediato —los años setenta y sesenta— o mediato —los años
cincuenta y cuarenta— las alternativas que el tiempo ha bo-
rrado. Se escucha música antigua, se reestrenan películas ya
largamente olvidadas, se rescata de los viejos roperos la
moda que en otra época fue actual y las piezas de los
adoles-
centes se decoran con fotografías de personajes —del cine o
la vida cotidiana— que hace ya largo tiempo que han dejado
de constituir noticia.
En esta época, que tan pocas oportunidades parece ofre-
cer, Luhmann pone una nota de optimismo que —no podía
ser de otro modo— sin embargo mantiene un toque de iro-
nía escéptica. Incorpora en la década de los ochenta los
con-
ceptos de autopoiesis, acoplamiento estructural, determinis-
mo estructural, etc., con los que su pensamiento puede ex-
presarse de manera más precisa, sin que para esto tenga que
hacer concesiones de ninguna especie. En efecto, como vere-
mos en los trabajos que se presentan en este volumen, la
obra de Niklas Luhmann ha evolucionado desarrollando
consistentemente el programa de trabajo propuesto a co-
mienzos de los años sesenta. Si se lee —haciendo uso de
conceptos tales como el de autopoiesis— artículos anteriores
a la fecha en que el propio Luhmann aplica dicho concepto,
el lector podrá descubrir que no se altera en nada el
sentido
de lo expuesto por el autor. En otras palabras, la introduc-
ción de conceptos nuevos no lleva a que Luhmann modifi-
que sustancialmente su pensamiento (por lo que no sería
adecuado hablar de su obra temprana en comparación con
su obra de madurez), sino que simplemente le permite decir
con conceptos más afines, de mayor precisión y fundados
empíricamente, lo mismo que venía afirmando desde antes.
La antigua preocupación luhmanniana por el tema de la au-
torreferencia y la autoorganización puede —en el concepto
biológico de autopoiesis— encontrar una expresión mucho
más acabada, que le permitirá referirse a los sistemas
socia-
les y psíquicos como poseyendo la característica de generar
los propios elementos que, los componen. Comienza a plas-
marse, en esta fértil década de la reflexión luhmanniana, la
concreción de su proyecto teórico: en 1984
publicazyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZ Sistemas
sociales y a fines de los años ochenta tiene ya bastante
avan-
zada su Teoría de la sociedad.
La discusión en torno a la teoría de Luhmann trasciende
los límites de la lengua alemana. Múltiples traducciones se
suceden en un lapso relativamente corto. Se hace accesible
así a la sociología mundial una propuesta teórica cuyas am-
biciones universalistas —en el sentido señalado anteriormen-
te— van siendo justificadas al ampliar el propio autor sus
esquemas interpretativos a diversos ámbitos del quehacer
social. Tanto los subsistemas societales —la Educación, la
Religión, la Economía, la Ciencia, la Familia, el Derecho,
etc.— como las preocupaciones que afectan a la sociedad
moderna —la ecología, las autoobservaciones de la socie-
dad moderna que tratan de comprenderla como «post-mo-
derna», los efectos de una comunicación globalizada, etc.—
son abordados por Luhmann con sistematicidad, profundi-
dad e ironía. Más de cuarenta libros evidencian la potencia-
lidad del proyecto iniciado en los años sesenta. La crítica,
por su parte, cambia sus perspectivas siguiendo los vaivenes
coyunturales de una modernidad que en su evolución pre-
senta aristas que no habían podido ser anticipadas por la
sociología de cuño tradicional. La incomprensión del trabajo
de Luhmann trata de superarse mediante intentos de encasi-
liarlo en los parámetros habituales característicos de la
tra-
dición sociológica o, incluso, de las ideologías que van
que-
dando obsoletas por los cambios experimentados por la pro-
pia sociedad. Así, resulta curioso encontrar que antiguos
de-
tractores se transforman en nuevos seguidores, aunque in-
tenten mantener una cierta distancia con un pensamiento
que, todavía, les parece poco ortodoxo.
Luhmann, por su parte, reacciona con modestia, pero
con firmeza frente a la crítica y la alabanza. Su opinión es
que el pensamiento sociológico contemporáneo ha quedado
entrampado en un camino sin salida. La revisión, repetida
hasta el cansancio, de la obra de los clásicos constituye
una
aporía de la cual no pueden surgir propuestas teóricas capa-
ces de comprender los fenómenos sociales resultantes de la
evolución de un siglo. Los clásicos de la sociología han ci-
mentado las bases de la disciplina y eso no hay quien lo
dude, pero la única forma de poder construir sobre esa base
consiste en atreverse a romper con la continuidad del pensa-
miento clásico cuando éste ya no resulta fructífero para el
análisis de fenómenos que no pudieron ser avisorados en el
momento en que los padres de la sociología —y sus antece-
dentes en la filosofía viejo europea— reflexionaron sobre la
sociedad de su época. El sendero que se abre ha de ser, por
lo tanto, de continuidad y ruptura: continuidad para
estable-
cer las vinculaciones necesarias con las preguntas que han
ocupado la atención de la sociología y la han caracterizado
como disciplina, pero —al mismo tiempo— ruptura, para
desembarazarse sin sentimientos de culpa de las respuestas
ofrecidas por los primeros sociólogos y que ya no son ade-
cuadas para la comprensión cabal de una sociedad cuya
complejidad requiere de respuestas acordes a ella. Como
ejemplo de esto, podríamos señalar su decidida separación
—que ningún otro sociólogo ha osado— de la teoría de la
acción, reemplazándola por una teoría de la comunicación.
En efecto, si se sigue a Parsons, el pensamiento social
—pre-
vio a la creación de la sociología como ciencia social autó-
noma y posterior a ella— ha quedado caracterizado por el
estudio de la acción social como el elemento fundante de
todo lo social. El propio Parsons se inscribe en esta línea
de
trabajo y su aporte —como el mismo Parsons lo indica—
consistirá en dar un paso adelante al tratar de proponer una
teoría de la acción que haga compatibles las diversas con-
ceptualizaciones acuñadas para comprender la acción social,
superando así la versión utilitarista de la acción que había
concluido en el paso anterior: en el trabajo de Spencer.
Pero Parsons, indica Luhmann, ya se ha transformado en
un clásico, de tal manera que los sociólogos actuales, ante
la
evidente incapacidad de elaborar propuestas teóricas nuevas,
vuelven su mirada también a la obra de este tan discutido
sociólogo del sigloZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA XX , tratando
de encontrar en él —a través
de trabajos exegéticos— pistas que les permitan comprender
los sucesos de la modernidad y sin caer en el «anything
goes» propuesto por quienes creen haber encontrado el sen-
tido en el sin sentido. Al relativismo extremo para el que
no
existe verdad alguna, ni —tampoco— posibilidad alguna de
acuerdo, como no sea la de la mutua tolerancia en el caos,
en el «tarro de basura», sin orden aparente, se opone un
consenso racionalmente fundado, en que poca cabida hay
para el disenso el que —ya lo señalaba Durkheim— puede
ser mucho más condenable, por su irracionalidad. Luhmann
estima que la teoría de la acción ya ha cumplido su ciclo y
que debe ser reemplazada decididamente por una teoría de
la comunicación (y no tímidamente complementada por una
teoría de la acción «comunicativa»), si se quiere avanzar en
la elaboración de conceptos capaces de dar cuenta efectiva-
mente de las características de la sociedad moderna.
Los años noventa ofrecen un mundo enteramente cam-
biado. La década anterior, caracterizada por la desesperan-
za y la nostalgia, por la búsqueda del sentido perdido,
culmi-
na sorprendentemente con una serie de sucesos inesperados
—tales como el derrumbe de los países europeo orientales y
la caída del muro de Berlín—, lo que deja prácticamente sin
referentes a parte importante de las elaboraciones teóricas
más populares. Lo más admirable, sin embargo, es la inca-
pacidad demostrada por la teoría sociológica para vislum-
brar los fenómenos que estaban ocurriendo ante sus propios
ojos: la autonomización de los subsistemas, la globalización
de los procesos sociales, la pérdida de prioridad de un sub-
sistema sobre los otros, etc., eran síntomas más que claros
para poder contemplar sin extrañeza un cambio que no con-
sistía en más que en la concreción práctica de un proceso
que se venía anunciando. En efecto, la economía y la políti-
ca se autonomizan y ya no se puede continuar pensando en
dirigir una desde la otra; los procesos sociales tienen una
incidencia que va más allá de las fronteras nacionales, de
tal
modo que la sola pretensión de mantener aislado artificial-
mente un sector de la sociedad mundial es —por decir lo
menos— ingenuo y sin perspectivas; las comunicaciones tras-
cienden todos los límites y cualquiera —en cualquier lugar
del mundo— puede asistir como espectador, que acaso qui-
siera ser actor, al espectáculo de las profundas transforma-
ciones que han caracterizado la segunda mitad de este siglo.
Los años noventa comienzan con una ola de entusiasmo.
La falta de perspectivas que parecía caracterizar los años
ochenta se ve deslumbrada por la amplitud del espectro de
posibilidades que engañosamente ofrece el advenimiento de
la nueva década. Pronto, sin embargo, comienza a hacerse
visible la otra cara de la medalla y al entusiasmo inicial,
a
los abrazos fraternos que unen a quienes por espacio de lar-
gos años habían estado separados ideológica y físicamente
por un muro, se sigue una secuela de problemas e intereses
contrapuestos que hacen poner en duda la alegría y la con-
fianza en el consenso y la solidaridad mundial. Resurgen,
con una fuerza inusitada, los regionalismos y reivindicacio-
nes culturales que largamente acalladas cobran nueva fuerza
y presencia mundial.
En este momento, Luhmann ofrece una versión anticipa-
da de lo que ha de ser su teoría de la sociedad. Se publica
en italiano en 1992 y es traducida inmediatamente, en 1993,
al castellano, gracias al empuje y la iniciativa del Dr.
Torres
Nafarrate, que concita el apoyo de las Universidades Iberoa-
mericana, de Guadalajara y del Instituto Tecnológico y de
Estudios de Occidente.
LazyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPONMLKJIH Teoría de la sociedad no sólo
muestra las características de la sociedad moderna, como
una sociedad funcionalmente diferenciada, sino que abre
—desde la comunicación— vías para entender las posibilida-
des y dificultades de una comunicación que no es dada por
evidente, sino como altamente improbable. Toda comunica-
ción tiene lugar en la sociedad y la reproduce, pero esto no
implica una comunicación a-problemática, ideal, razonable
y consensual, sino precisamente una comunicación que pue-
de ser conflictiva, irracional y conducir al disenso, aunque
en todos estos casos contribuya a la mantención de la auto-
poiesis de un sistema societal complejo que da cabida al
conflicto y a la incomprensión y que, a pesar de esto,
conti-
núa reproduciéndose como un sistema que autogenera sus
propios elementos constituyentes.
No escapa a la mirada de Luhmann, la situación vivida
por amplios sectores de la población mundial que —en lugar
de lo afirmado por el concepto de inclusión de Parsons, en
el sentido de tener acceso, por la vía de los roles comple-
mentarios, a todos los subsistemas de la sociedad (no todos
pueden ser médicos, pero todos pueden ser pacientes; no to-
dos pueden ser profesores, pero todos pueden tener acceso a
la enseñanza; no todos pueden ser vendedores, pero todos
pueden ser compradores)— se ven excluidos de las diferen-
tes alternativas que los sistemas funcionales ofrecen: no
cuentan con educación, ni con servicios de salud e —inclu-
so— no cuentan con existencia legal, dado que ni siquiera
tienen la cédula de identidad que los acredita como ciudada-
nos. Este es el tema complementario al de la inclusión; es
el
fenómeno de la exclusión y no se trata en él simplemente de
una marginación, de una falta de integración. Estos grupos
pueden estar —y lo están— fuertemente integrados, pero re-
sultan invisibles para los subsistemas funcionales porque no
cuentan con las condiciones mínimas para ser considerados.
Este es el tema que ocupa hoy por hoy el pensamiento de
Niklas Luhmann, con lo que intenta comprender aspectos de
la sociedad mundial que en lugares de India, o en las
favelas
y villas miseria de países subdesarrollados, permanecen jun-
to al desarrollo, riqueza y crecimiento acelerado de la
econo-
mía. Como se puede ver, el esquema arquitectónico de la
teoría sigue siendo el mismo: una mirada que conoce a par-
tir de la diferencia, que contempla las otras posibilidades,
la
contingencia de lo social y que descubre que siempre en lu-
gar de estar en el mejor de los mundos posibles, nos encon-
tramos en un mundo pleno de mejores posibilidades.
En su trabajo sobre elZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA PODER, cuya
versión original ale-
mana es de 1975, continúa Luhmann su preocupación por
los medios de comunicación simbólicamente generalizados.
A través del estudio del poder pretende, por consiguiente,
no
sólo clarificar el concepto de poder mismo, sino además
compararlo con otros medios.
En este libro, Luhmann señala con nitidez la opción teóri-
ca que caracteriza toda su obra: los sistemas sociales se
cons-
truyen a partir de la comunicación y ésta sólo tiene lugar
cuando la selectividad de una notificación es entendida y
puede ser utilizada para la selección de un estado propio
del
sistema. Todos los sistemas sociales son conflictos
potencia-
les y sólo varía la medida de la actualización de este
poten-
cial de conflicto, con el grado de diferenciación sistémica
y
con la evolución societal. Los medios de comunicación pue-
den constituirse cuando la forma de selección de Alter al
mis-
mo tiempo sirve como estructura motivacional de Ego. Esto
implica que la selección de Alter debe diferenciarse de la
de
Ego, dado que ambas plantean —en el caso del poder— pro-
blemas diferentes. Alter dispone de más de una alternativa
y,
por lo tanto, puede, en relación a su elección, generar y
eli-
minar inseguridad en Ego. Desde el punto de vista de Ego,
que está subordinado al poder de Alter, el poder supone la
capacidad de disposición de otras alternativas de acción. El
poder de Alter será mayor, en la medida que pueda imponer-
se frente a alternativas atractivas de acción —o inacción—
por parte de Ego, de tal manera que sólo puede crecer en
conjunto con el aumento de la libertad del subordinado.
De esta forma, Luhmann estima que es necesario distin-
guir el poder de la obligación, de la coerción, de la
violencia,
que lleva a actuar de una manera determinada y concreta.
En el caso límite, la coerción conduce a la violencia física
y,
con ella, a la sustitución de la acción deseada y no
consegui-
da del otro por la acción violenta propia y no querida. Así,
el
ejercicio de la violencia demuestra incapacidad de poder.
La función de un medio de comunicación simbólicamen-
te generalizado consiste en la transmisión de complejidad
reducida. Así, basta con entender al poder —como a cual-
quier otro medio de comunicación simbólicamente generali-
zado— en términos de limitación del ámbito de selección del
otro. La causalidad del poder se basa en la neutralización
de
la voluntad del otro y no necesariamente en doblegar la vo-
luntad de éste.
Al tratarse de un medio de comunicación simbólicamen-
te generalizado, el poder no es concebible como una propie-
dad o capacidad de uno solo de los involucrados en la rela-
ción. Antes bien, el poder ha de ser entendido como una
comunicación dirigida por un código. Como consecuencia
de esto, la función del poder no queda adecuadamente des-
crita si se piensa que consiste simplemente en movilizar al
subordinado a aceptar las órdenes del superior. También el
poderoso debe movilizarse para ejercer su poder y en esto
radica, a menudo, la mayor dificultad. El subordinado ha de
estar capacitado para elegir su propio comportamiento y,
por lo tanto, ha de poseer la posibilidad de autodetermina-
ción; sólo por esta razón se le aplican medios de poder,
tales
como las amenazas, con el objeto de dirigirlo en esta elec-
ción propia. De este modo, cuando se postula un poder ab-
soluto, se trata de un poder escaso y limitado, porque en él
no hay situaciones de elección de Ego en las que Alter pueda
influir. Esta definición de poder se aparta bastante de las
conceptualizaciones habituales en sociología y recuerda, en
cambio, a Saint Exupery (no se puede ordenar a alguien
algo que no le sea posible realizar) y a Maturana, cuando
plantea que el poder implica una concesión del sometido.
El poder recurre a una alternativa de evitación, lo que
quiere decir, que en la notificación comunicativa, el
podero-
so amenaza con recurrir —en caso que sea necesario— a
una alternativa desagradable, que preferiría evitar, pero
que
está dispuesto a utilizar en el caso que su comunicación sea
rechazada por el subordinado. Ejemplos de este tipo de al-
ternativas de evitación son: la violencia física, el
despido, un
castigo, etc. El supuesto subyacente es que el subordinado
teme que esta amenaza se concrete. En otras palabras, el
poderoso espera que el sometido desee —aún más que él—
evitar llegar al caso de utilización de la alternativa de
evita-
ción. Sólo así puede funcionar efectivamente el poder dado
que —en caso contrario— el superior puede verse obligado
a actuar haciendo uso de la alternativa de evitación: de la
violencia física, del despido, del castigo, y sin conseguir
la
obediencia requerida, con lo que queda en claro su falta de
poder.
En el sistema organizacional, Luhmann distingue dos ti-
pos de poder que se basan en la capacidad de disposición
sobre la contingencia, en relación con roles deseados. Estos
tipos son el poder organizacional, referido a la pertenencia
misma a la organización. El hecho que la organización pue-
da condicionar la pertenencia y pueda despedir a quienes no
cumplan con lo exigido, constituye el elemento central del
poder organizacional. El poder personal, por su parte, tiene
que ver con las posibilidades ofrecidas por la organización
para hacer carrera en ella, es decir, de obtener puestos
mejo-
res dentro de ella.
También los subordinados pueden disponer de poder, lo
que no ocurre necesariamente —como podría suponerse
desde el viejo concepto del poder como una suma constan-
te— a costas del poder de los superiores. Sin embargo, en
las organizaciones pueden diferenciarse las fuentes de
poder,
pero no los temas en que el poder se encuentra en juego. De
esta manera, cualesquiera que sean las fuentes de poder en
que se basan superiores y subordinados, ambos deben refe-
rirse a un ámbito relativamente reducido. Por otra parte,
se-
ñala Luhmann, es equivocado el confundir niveles de cons-
trucción sistémica, como lo ha hecho la Escuela de Relacio-
nes Humanas. El poder que ocurre en una organización tie-
ne lugar en un sistema cuyos criterios de constitución son
diversos a los que orientan la autoselección de un sistema
interaccional. Así, puede conducir a errores conceptuales y
prácticos de importancia el pretender mezclar en el análisis
del poder, sus fuentes y sus temas, que se plantea en el
deve-
nir organizacional, con el poder generado en las interaccio-
nes entre individuos, razón por la cual es conveniente tener
presentes las diferencias entre Interacción y Organización,
para evitar que la confusión de niveles conduzca a conclu-
siones también erradas y confusas respecto al poder y sus
resultados.
Pero en definidas cuentas ¿Que es el poder para Luhmann?
Es seleccionar las opciones sobre las que se va a decidir e
influenciar la decisión, neutralizando la voluntad del que decide, haciendo que
el cogido del sistema se cumpla.
Nosotros partimos de la cibernética sociológica de segundo
orden de Luhmann, pero damos el
salto a una cibernética de tercer orden
donde no se trata de comunicar sino de transferencias ontológicas, en las
cuales se condensan y desplazan conciencias alterando y contra alterando
sistemas en un proceso biodramaturgico,
veamos con un ejemplo:
https://www.youtube.com/watch?v=HX9mfcsRxHk
La Madre tiene un doble vínculo con la niña, una
relación donde la madre transfiere la
herida ontológica a su hija.
Madre 1→0
0→1/2→0→1→←1→1/6 Hija
Pero no lo hace directamente, sino a través de otra niña
creando una relación contratransferencial entre la otra niña y su hija.
Madre →Niña→Hija
Hija→←Niña
La hija para lastimar a la otra niña roba un bebe para que
inculpen a este niña del secuestro y muerte de la bebe.
Pero esta niña confiesa todo lo ocurrido a la madre y la
madre le hace poner a la niña una caja de sorpresas de su hija, para que su
hija sea también inculpada y así encarcelada y destruida.
La madre es una maestra transferencial maligna,
perfectamente interpretada sin ningún esteriotipo, condesa y desplaza las
conciencias tanto de su hija como de la otra niña provocando eventos que hacen
que la herida se transfiera de la manera más efectiva.
Las dos niñas van a la cárcel, en la cárcel su hija tiene
relaciones sexuales con un guardia, se embaraza teniendo una niña.
La madre le quita a su hija su bebe llevándola para que la
adopten, es aquí donde la madre logra transferir la herida, haciendo una daño a
su hija incurable.
Al salir de su casa la hija camina y camina buscando a su
bebe y es que la madre le describe como era su bebe y el sector de la ciudad
donde ella vivía, lo que provoca que su hija se desplace continuamente buscando
a su bebe.
Un día la hija cree encontrar a su bebe y lo secuestra junto
con el guardia de la prisión.
Los detectives investigan este nuevo caso de secuestro y
llegan a dar con la hija, desenredando el hilo transferencial maligno que había
biotejido la madre, logran salvar a la bebe secuestrada, pero libran de toda
culpa a la hija y a la madre, la otra niña ya mayor interpretada por Dakota
Fanning se suicida, mientras que la madre y la hija se empoderan en un mundo que
saben que pueden condesar y desplazar como les dé la gana.
Claro esta es solo una película, pero el poder funciona así,
con una manipulación del inconsciente donde
se transfieren heridas espirituales, que lo
único que buscan es liberarse del dolor transfiriéndolo. Así la madre y
la hija no se suicidan, sino que transfieren el mal, haciendo daño a quienes se
relacione con ellas.
¿Qué es entonces el
poder para nosotros?
Desde una cibernética de tercer orden el poder es poder
curar la herida ontológica espiritual psicológica liberándonos de los sistemas
donde la transferencia de la herida configura al mundo.
Así hay el poder maligno de la transferencia de la herida
que realmente no es poder sino que resulta de la impotencia ante el dolor
interno, quedando solo su transferencia y el poder que cura y libera de la
herida, del pecado.
Así el poder ilegitimo es el poder maligno de la transferencia
de la herida y el poder legítimo es el de la curación, liberación y salvación.
De lo que se trata es un cibernética de tercer orden es de
complementar el poder, de integrar el cuerpo místico.
Así en vez de tener un observador o dos observadores que con
su observación hacen el cierre operativo del sistema, tenemos a dos
observadores que se alteran y contra alteran superando el cierre operativo del
sistema abriéndose al campo ontológico.
¿Hay entonces libre albedrio?
Lo hay pero una vez heridos, lo perdemos, de lo que se trata
este taller es de recuperar ese libre albedrio curando la herida.
Así que lo primero y último es aprender a Respirar ontológicamente
https://teatrolocoteorico.blogspot.com/2025/02/aprendiendo-respirar-en-el-logos.html
Se verá que hay problemas para poder respirar así que lo
segundo que hay que aprender es el análisis ontológico transferencial para
detectar el problema.
https://teatroloco.blogspot.com/2025/02/analisis-ontologico-transferencial.html
Lo tercero es lograr la síntesis y asíntesis noúmenologica
https://exaltacionalmiedo.blogspot.com/2025/03/sintesis-noumenologica.html
Para lograr esto hay que aprender a mediar la transferencia
y retrasferencia.
https://apologiaalatristezateatroloco.blogspot.com/2025/03/quien-media.html
Una herramienta que nos da la ciencia del logos es la matemática
transferencial
https://adagioalamor.blogspot.com/2025/03/matematica-transferencial.html
Donde por medio de ecuaciones complementaria logramos la cibernética
de tercer orden
http://teatrolocoteorico.blogspot.com/2025/03/ecuaciones-complementarias.html
El taller es permanente nos pueden escribir al biotejido Teatro
loco A.S en facebook o a nuestro correo teatrolocoas@gmail.com
Y podemos empezar chateando donde pasamos varios documentos
En sesiones en vivo por internet
Y sobre todo presencialmente, vamos donde nos llamen solo
necesitamos que se cubra el pasaje y la estadía.
El pago del taller es una ofrenda voluntaria que se da después
de cada sesión.
El taller culmina cuando uno lo desea y con cada
participante es muy distinto, pudiendo darse a una persona o a grupos hasta de
21 personas, aunque también podemos dar clases maestras o muestras de nuestros
trabajos a cientos y miles.
Somos el biotejido Teatro Loco A.S con casi treinta años de
investigación ontológica en este link https://adagioalamor.blogspot.com/2024/09/biotejido-teatro-loco-as.html
damos cuenta de todo nuestro proceso.
Creemos que un taller como este es urgente si
realmente queremos recuperar nuestra libertad y la de los seres que amamos.
11 comentarios:
Cuanto más buena es el alma de un hombre, menos sospecha la maldad en los otros.
Séneca
Cuanto más sabia es el alma de un hombre, es menos vulnerable a la proyección de maldad o bondad que quieran ejercer sobre él.
https://www.facebook.com/photo?fbid=10234507045311407&set=a.3522555016587
Fenomenología del sádico
Jean Paul Sartre: ‘’El ideal del sádico consistirá, pues en alcanzar el momento en que el otro sea ya carne sin dejar de ser instrumento, carne que ha de nacer de la carne; el momento en que los muslos, por ejemplo, se ofrecen, ya en una pasividad obscena y expansiva y son aun instrumentos a los que se maneja, a los que se separa o se doblega, para hacer resaltar más los glúteos y para encarnarlos a su vez. Pero no nos engañemos: lo que el sádico busca con tanto encarnizamiento, lo que quiere modelar entre sus manos y doblegar bajo su puño es la libertad del otro: ella está ahí, en esa carne, ella es esa carne. Puesto que hay una facticidad del otro; de ella, pues intenta el sádico apropiarse; el esfuerzo del sádico aspira a enviscar al prójimo en su carne por la potencia y el dolor, apropiándose del cuerpo del otro, al tratarlo como carne que hay que hacer nacer de la carne; pero esa apropiación trasciende el cuerpo del que se apropia, pues no quiere poseerlo sino en tanto que ha enviscado en el la libertad del otro (…)
Sin embargo, el propio sadismo, así como la indiferencia ciega y el deseo, encierra en si el principio de su fracaso. En primer lugar, hay una incompatibilidad profunda entre la aprehensión del cuerpo como carne y su utilización instrumental. Si de la carne hago un instrumento, ella me remite, a otros instrumentos y a otras potencialidades, en suma, a un futuro, esta parcialmente justificado su ser ahí por la situación que he creado en torno mío, como la presencia de los clavos y de la estera que de clavar en la pared justifica la existencia del martillo. Por eso mismo, su naturaleza de carne, es decir, su facticidad inutilizable, deja lugar a la cosa utensilio. El complejo carne – utensilio que el sádico ha intentado crear se disgrega…’’
Explicación:
El intento de apropiarse de la libertad del otro
Para Sartre, la gran paradoja del sadismo es que lo que realmente se busca no es el cuerpo en sí, sino la libertad encarnada en ese cuerpo. El sádico no solo quiere controlar la carne del otro, sino que aspira a capturar su ser, a reducir su subjetividad a una mera objetividad manipulable. Quiere que el otro sea libre solo para poder someterlo.
El fracaso del sadismo
Sin embargo, este intento está destinado al fracaso porque hay una contradicción fundamental: no se puede convertir completamente al otro en una cosa sin perder lo que lo hacía un otro. Sartre explica que cuando el sádico usa el cuerpo del otro como un instrumento (como si fuera una herramienta), este deja de ser pura carne y se convierte en un objeto con una función en un contexto determinado. Pero si lo ve solo como carne pasiva, pierde su utilidad y deja de ser algo manipulable. Así, el equilibrio que busca el sádico entre carne y utensilio se desmorona.
La imposibilidad de poseer al otro completamente
En última instancia, el sadismo fracasa porque no puede atrapar la libertad del otro: si el otro sigue siendo libre, nunca será un objeto completamente sometido; pero si el otro se convierte en un objeto, deja de tener la libertad que hacía valiosa su sumisión. Esta paradoja revela una de las ideas centrales del pensamiento sartreano: la libertad humana es inasible, no puede ser reducida a la condición de cosa sin perder su esencia.
(Sartre, 1943, pp. 385-386) ''El ser y la nada''
https://exaltacionalmiedo.blogspot.com/2025/03/meta-historia.html
https://apologiaalatristezateatroloco.blogspot.com/2025/03/el-caso-pedro-castillo-y-las-tres.html
https://adagioalamor.blogspot.com/2025/03/que-es-el-comunismo-complementario.html
Fundamentación epistemológica de la ciencia del logos https://teatrolocoteorico.blogspot.com/2025/03/fundamentacion-epistemologica-de-la.html
http://teatroloco.blogspot.com/2025/03/mi-camino-atravesando-marx.html
https://exaltacionalmiedo.blogspot.com/2025/03/ser-en-si-10-ser-para-si-ser-en-si-y.html
https://apologiaalatristezateatroloco.blogspot.com/2025/03/chaupi-quipu-koshi-kene.html
http://adagioalamor.blogspot.com/2025/03/el-factor-religioso-sumak-kausay.html
https://teatrolocoteorico.blogspot.com/2025/03/las-5-pruebas-del-ser-en-si-de-dios.html
https://teatroloco.blogspot.com/2025/03/el-ser-para-si-es-divina-experiencia.html
http://exaltacionalmiedo.blogspot.com/2025/04/la-sintesis-y-asintesis-del-ser-en-si-y.html
http://apologiaalatristezateatroloco.blogspot.com/2025/04/la-contra-transferencia-del-en-si-y-del.html
https://adagioalamor.blogspot.com/2025/04/como-lograr-la-sintraferencia-del-ser.html
https://teatrolocoteorico.blogspot.com/2025/04/el-proceso-de-la-instruccion-publica.html
Publicar un comentario