Comunión al horno
Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo
que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la
tierra será desatado en los cielos.
Miquela Micaela Tejer
el Inkarri exige atar el espíritu y la voluntad hasta generar una
comunión, hemos empezado con el evangelio de la Matria donde unimos la voluntad
con el Espíritu, luego viene el arca de la libertad que es un proceso formativo
donde se une el espíritu con la voluntad de ahí cocinamos conscientemente
viendo los espíritus y los anti espíritus hasta lograr esta comunión del
espíritu integral, pero mira ¿Dónde estás cocinando? En el campo virtual
algorítmico, aunque no estés conectada a internet, estas en el espacio virtual
que lo configura ahora todo, por esto la necesidad de la ciencia del logos,
para que veas la configuración del sistema no a través de un código sino de una transferencia y generar comunidad
transferencialmente y no algorítmicamente creando biotejidos no redes.
Siendo la conciencia el fundamento de todo sistema y no la
información, ella se buscara a si misma negándose saliendo de si y volviendo a
si aquí te comparto una navegación donde mi espíritu lucha por integrarse y
encuentra el ser en Zubiri ¿Qué es el horno?
Ese intensificar y radicalizar la integración del ser, la desintegración
del no ser y la integración del ser y
del no ser?
Aquí intensifico la
comunión del ser partiendo del no ser en Nietzsche, este desatar en el no ser y
atar en el ser es la clave del reino, por lo mismo no te puedes quedar en la
aprehensión del logos en Zubiri más no puedes dejar de escalar hasta la
develación de lo real, luego tienes que desatar sino la hibris y pensaras que
tienes la verdad aunque sepas que lo real te desborda aun como medio caerás en
la hibris.
Una vez que pienses en el ser como verdad, como lo real
medita en esta película:
https://www.youtube.com/watch?v=EL0grzx2Itw&t=6s
El escritor transfiere su lado oscuro a esta mujer
imaginaria, pero es el, al igual que el judío con Yahvé de los ejércitos, es
él, son ellos ,al igual que los cristianos con Jesucristo al final de los
tiempos lo destruye todo, son ellos al igual que los musulmanes y Ala al igual
que los hinduista con Krishna enseñándole su Dharma de guerrero a Arjuna, Al
igual que Wiracocha violando son ellos , al igual que el hombre común culpando
al alcohol es el , es decir somos nosotros, destruimos matamos y ordenamos el
ser de acuerdo a nuestra conveniencia, por eso hay que cruzar el espejo y
desatar al Dios que hemos creado, luego de Zubiri en el siguiente texto
veremos Engels y la formación de la
familia para que desates lo que aprendiste con Zubiri , la cuestión está en lograr el justo medio en el horno la cuestione que eso es imposible, la
sintranferencia donde el ser y el no ser se equilibran, un perfecto equilibrio
es igual que una desintegración solo que aquí los dos lados funcionan tanto la
del ser como la del no ser y entonces el Inkarri se levanta con toda su fuerza
así como se desintegra en un cuerpo sin órganos para volver a levantarse, esta
y no está, no hay otra manera de traspasar el bucle transferencial de la revolución
peruana siempre fracasada.
Las personas buenas son todas débiles: son buenas porque no
son los suficientemente fuertes para ser malas
Nietzsche
Experto del grupo
Colaborador destacado
Para ser verdaderamente buenos, debemos crear los propios
valores, ser auténticos, decidir sobre sí y para sí, dominar el carácter
trágico de la vida y no necesitar ampararse en ficciones ni dioses.
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Jorge Americo Foche La voluntad de poder no es buena o mala
ella simplemente se realiza o no en todo su potencial , pero para esto es
necesario un cuerpo sin órganos y entonces ya no se trata de valores, sino de transferencias
que crean bucles en los que permanecemos atrapados, al menos que nos atrevamos
a vaciar nuestro cuerpo aprendiendo a actuar desde cero.
https://www.facebook.com/entreculturagt/videos/731700979177743
Todo lo que es profundo ama la máscara-. […] Yo podría
imaginarme que un hombre que tuviera que ocultar algo precioso y frágil rodase
por la vida grueso y redondo como un verde y viejo tonel de vino, de pesados aros:
así lo quiere la sutileza de su pudor. A un hombre que posea profundidad en el
pudor también sus destinos, así como sus decisiones delicadas, le salen al
encuentro en caminos a los cuales pocos llegan alguna vez y cuya existencia no
les es lícito conocer ni a sus más próximos e íntimos: a los ojos de éstos
queda oculto el peligro que corre su vida, así como también su reconquistada
seguridad vital. Semejante escondido, que por instinto emplea el hablar para
callar y silenciar, y que es inagotable en escapar a la comunicación, quiere y
procura que sea una máscara suya lo que circule en lugar de él por los
corazones y cabezas de sus amigos; y suponiendo que no lo quiera, algún día se
le abrirán los ojos y verá que, a pesar de todo, hay allí una máscara suya, y
que es bueno que así sea. Todo espíritu profundo necesita una máscara: aún más,
en torno a todo espíritu profundo va creciendo continuamente una máscara,
gracias a la interpretación constantemente falsa, es decir, superficial, de
toda palabra, de todo paso, de toda señal de vida que él da.
Friedrich Nietzsche,
Mas allá del bien y del mal, Sección segunda, El espíritu
libre, Capitulo 40.
Resumen: El hombre y Dios de Xavier Zubiri es una obra que
por derecho propio ha de ocupar un sitial en la historia de la filosofía. ¿Qué
significa esta “y” del título del texto El hombre y Dios? Toda la clave del
libro radica en descifrar qué sentido tiene esa “y”. Acceder, pues, al texto El
hombre y Dios, implica forzosamente retrotraer nuestra investigación a la raíz
misma de la “existencia humana”. Pretendo presentar una humilde vía de
esclarecimiento. Mostrando la postura de Zubiri frente a Heidegger en ciertos
puntos que considero capitales como “puerto” de acceso a la lectura de El
hombre y Dios. Por tanto, llevaré a cabo esta investigación en tres breves
navegaciones: I. El problema de la “y”. II. Sobre la “Erschlossenheit”. III. De
la “Geworfenheit” a la “religación”.
Xavier Zubiri, nació en San Sebastián el 4 de diciembre de
1898. Cercano ya a los 85 años, estaba en plena producción filosófica, a punto
de terminar un libro sobre Dios, cuando repentinamente muere el 21 de
septiembre de 1983.1 La humanidad pierde irremediablemente uno de los filósofos
más importantes del siglo XX. Zubiri fue discípulo de Ortega y Gasset, de
Husserl y de Heidegger y además un profundo conocedor de todas las ciencias y
lenguas orientales e historia antigua. Poco más de un año después de su muerte,
somos testigos de un extraordinario, genial y estremecedor libro. Es el primero
de los libros póstumos de Zubiri, El hombre y Dios.
1.
El problema de la “y” Su más cercano amigo,
colaborador y discípulo, Ignacio Ellacuria, estuvo a cargo de la preparación
del texto para su publicación. Es un libro de Zubiri desde el principio hasta
el fin, sometido tan sólo a un levísimo arreglo redaccional.3 El hombre y Dios,
es un texto apasionante. Es una obra que por derecho propio ha de ocupar, sin
duda alguna, un sitial en la historia de la filosofía. Cada una de sus líneas,
con sus 383 páginas, posee una riqueza filosófica desbordante. Sin embargo, su
contenido plantea enormes problemas. Es un libro muy difícil de comprender y de
analizar. Introducirse en la filosofía de Xavier Zubiri es todo un desafío
intelectual y una aventura espiritual. Máxime si se trata de un problema que
ocupó la mente de Zubiri por más de seis décadas. i En líneas muy amplias el
esquema del libro El hombre y Dios se articula en sus tres momentos o partes.
Iª La realidad humana. IIª La realidad divina. IIIª El hombre, experiencia de
Dios. En la Primera Parte, Zubiri busca determinar qué es ser hombre y cómo se
es hombre. En la Segunda Parte, Zubiri necesita ver que lo que ha encontrado en
su búsqueda es Dios. En la Tercera Parte, Zubiri desde el planteamiento de lo
que es el hombre y de lo que es Dios nos lleva a discutir el problema de Dios
“y” el hombre. Estas tres partes están articuladas por una bisagra que requiere
nuestra atención. ii Quiero dejar consignado que Zubiri comentaba a Jorge
Eduardo Rivera Cruchaga que el libro, El hombre y Dios, estaba ya en líneas
generales listo en 1972.4 Pero no es de extrañar, de parte de Zubiri, las
minuciosas revisiones que padecería este libro en más de una década. Es
importante destacar, además, tres puntos centrales, que corresponden
respectivamente a las tres partes del libro, y que debe tener presente todo
lector al introducirse en la lectura de El hombre y Dios. Muchos comentaristas
pasan de largo las advertencias de Ignacio Ellacuria en la “Presentación” (HD,
i-x., 24 de marzo de 1984). De no observar bien este punto, esto puede
levantar, sin lugar a dudas, una enorme ola de inadecuadas interpretaciones del
texto. Esta presentación es muy importante, pues, en ella quedan indicadas las
tres partes del libro. La primera parte: iniciada y concluida en la primavera y
verano de 1983. La segunda parte: realizada de regreso de Roma, a finales de
1973 y casi todo el año 1974, incluso principios de 1975. La tercera parte
sería la transcripción del curso de Roma explicado en el otoño de 1973. Desde
esta interesante perspectiva preguntémonos: ¿No cabría la posibilidad de
acceder a toda la “obra zubiriana” desde esta primera parte finalizada ya en el
verano de 1983? iii He de advertir que mi esquema no es exactamente el que
sigue Zubiri, sino que se aparta ligeramente de éste. La razón de ello es el
deseo de simplificar el acceso a este libro, ya de suyo muy difícil de leer.
Empero -y estoy consciente de ello y el lector lo advertirá inmediatamente- hay
temas que desbordan considerablemente el propósito de esta breve investigación.
Así pues, desde el capítulo primero que versa sobre el hombre brota
inexorablemente el capítulo segundo, que trata sobre Dios, hasta el
florecimiento del capítulo tercero, el hombre “y” Dios. Y, en este sentido, este
esquema refleja lo abordado en el texto El hombre y Dios de Xavier Zubiri, esto
es, “El hombre”, “Dios”, “y”. ¿Qué significa esta “y” del título del texto El
hombre y Dios? Esta es la pregunta axial de esta investigación. ¿En qué
consiste esa “y” con que decimos el hombre “y” Dios”? Toda la clave del libro
radica en descifrar qué sentido tiene esa “y”. En una frase apretada y muy
difícil de dilucidar, dice Zubiri en la Introducción: “La ´y` del hombre y Dios
es una versión constitutiva experiencial”.5 ¿Qué significa esta “y”? ¿Qué
significa que sea una “versión constitutiva experiencial”? Grosso modo, el
problema de la “y” del hombre y Dios es el más alambicado problema filosófico
que Zubiri tiene en sus manos. La “y” es “abertura” a algo “más” . Zubiri quiere
desentrañar esta “versión constitutiva experiencial” en la realidad en
“hacia”.6 (Permítaseme, una breve “fórmula” : El hombre “y” Dios = El hombre
“hacia” Dios. Este punto lo he tratado en otro lugar, sólo lo dejo consignado
aquí, indicando que hay un grave problema en esta “y”, para una posterior
“revisión” ). Sigamos, pues, navegando en dos puntos esenciales: A) El problema filosófico de Dios. B) La
“existencia humana”. A. El problema filosófico de Dios El problema filosófico
de Dios, fue una permanente preocupación de Zubiri ya desde los años de
Bachillerato, hasta los últimos días de su vida. Pues bien, acceder al texto El
hombre y Dios, implica forzosamente retrotraer nuestra investigación a la raíz
misma de la “existencia humana”. 7 ¿Qué quiere decir aquí “existencia humana”?
¿En qué sentido hay que concebirla? ¿Acaso ésta existencia humana “coincide”
con lo que dice Zubiri en El hombre y Dios: la realidad humana? No voy a entrar
a desentrañar todo el problema de la existencia humana. Sólo quiero indicar el
orto del problema de Dios en un primer artículo de Zubiri. “En torno al
problema de Dios”,8 artículo publicado en la Revista de Occidente 149 (1935)
129-159., constituye la primera formulación del problema de la religación, y,
que junto a otros artículos apareció ya recopilado. 9 Este texto fue corregido
y ampliado en Roma por Zubiri en marzo de 1936, que es el que definitivamente
apareció en Naturaleza, Historia, Dios (NHD, 417-454). Es un hermoso, conciso y
profundo ensayo que constituye la primera formulación del concepto de
“religación”, en el cual se inscribe el problema religioso y, sobre todo, la
posibilidad del ateísmo. Zubiri, dicho sea de paso, está viviendo situaciones
dramáticas en torno a la fe, la religión y Dios. “La religación -nos dice-
religatum esse, religio, religión en sentido primario -es una dimensión
formalmente constitutiva de la existencia”.10 En otras palabras, el problema de
Dios está inscrito en la constitutiva y ontológica religación de la
existencia.11 ¿Qué significa esto de que la “religación” es una dimensión
formalmente constitutiva de la existencia? ¿Es el ateísmo un modo de estar
“des-ligado”? El tema de Dios, pues, el problema filosófico de Dios en Zubiri
lleva un largo camino de elaboración.12 B. La “existencia humana” Forzosamente,
he tenido que embarcarme en este ensayo, pues, la lectura del texto El hombre y
Dios se torna inaccesible e intolerable, justamente, al ingresar a la Segunda
Parte, La realidad divina. Porque esta obra no está con la figura que Zubiri
hubiera querido presentarla al mundo filosófico. En efecto, al principio,
incluso el mejor deseo tropieza con insospechadas dificultades y se encuentra
con sorpresas impensadas. Sin embargo, este ensayo de 1935 es el “umbral”
necesario para iniciar la navegación en El hombre y Dios. Teniendo presente que
hay una distancia de más de cuatro décadas de este ensayo en relación al primer
texto póstumo. En su estancia en Roma,
se le pidió a Zubiri autorización para una versión francesa en Recherches
Philosophiques. Introdujo para ello algunas leves modificaciones de detalle,
especialmente en el acápite IV. Así, la forma definitiva la alcanzo en marzo de
193613. A pesar de las modificaciones que sufrió el texto base que apareció en
Naturaleza, Historia, Dios, el texto base de 1935 es lejos definitivamente
mucho más inteligible que su posterior modificación de 1936. Así, “En torno al
problema de Dios” (1935), en esta breve investigación posibilita el más
accesible “puerto” desde donde desplegaremos velas y elevaremos ancla con el
concepto de “religación”, con el fin de navegar hasta la forma que alcanzó su
“reformulación” definitiva,14 en su libro póstumo El hombre y Dios. Zubiri
realiza un análisis de lo que él llama la “existencia humana”. En el ensayo:
“En torno al problema de Dios” (1935), señalaba: “....la posibilidad filosófica
del problema de Dios consistirá en descubrir la dimensión humana dentro de la
cual ha de plantearse (...) La existencia humana, se nos dice, es tal que
consiste en encontrarse entre las cosas y, cuidándose de ellas y arrastrada por
ellas, hacerse a sí misma”.15 Y años después en el artículo: “Introducción al
problema de Dios” (1963), Zubiri hace una expresa referencia a la existencia
humana, como punto de partida del problema de Dios: “Es menester -nos dice-
partir de un análisis de la existencia humana”.16 Recoge, sin duda, ideas
heideggerianas,17 pero no se queda en ellas reposando, sino que radicaliza más
su pensamiento, desentrañando penosa y lentamente el concepto de “religación”.
Aquí Zubiri se propone anclar, como diría Martínez18, el problema de Dios en la
entraña, en la raíz misma del existir humano. Zubiri, tiene presente en su
reflexión la estructura de la “Geworfenheit”, que literalmente significa el
“estar arrojado”. Sin embargo, pienso que no es sólo ésta estructura
heideggeriana la que está presente en Zubiri y la única que tenía in mente en
su ensayo “En torno al problema de Dios” (1935). Hay otras estructuras que
juegan, tal vez, en mayor o menor medida, un papel más importante que la
“Geworfenheit”. Zubiri establece claramente, y, dicho sea de paso, dos
direcciones en torno al problema de Dios. De un lado, en la dirección de la
sistematización del problema de Dios. De otro lado, el momento estructural del
hombre, es decir, la dimensión teologal.19 Con lo anterior es suficiente para
dejar enmarcado globalmente
2.
el problema del hombre y Dios. Pasemos, pues, a
nuestro segundo apartado. II. Sobre la “Erschlossenheit”. Heidegger en Ser y
tiempo en el § 28 habla de una “Erschlossenheit”, “aperturidad”. “Das Dasein
ist seine Erschlossenheit”,20 “El Dasein es su aperturidad”,21 ¿Qué es esta
“Erschlossenheit”? La palabra que en alemán es “Erschlossenheit”, significa el
hecho de que el Dasein, está abierto, entiéndase: abierto al mundo, abierto a
sí mismo, abierto a los demás Dasein y, maxime, abierto al ser.22 Es un abrir
radical en que consiste el ser del “Dasein”. La existencia está abierta a sí
misma y lo está en y por sí misma. Esto es, la “aperturidad” forma parte de la
existencia en cuanto tal. Esta “Erschlossenheit” está constituida básicamente
por la “disposición afectiva”, “Befindlichkeit” y el “comprender”, “Verstehen”,
articulados ambos por medio del “discurso”, por medio de la “Rede”. ¿Qué es eso
de “Befindlichkeit”? ¿Qué es eso de “Verstehen”? Veamos más de cerca esta
“disposición afectiva” y el “comprender”. A. “Befindlichkeit”.
“Befindlichkeit”, “disposición afectiva”. Es la condición según la cual el
“Dasein” siempre se encuentra en algún “estado afectivo”, “estado de ánimo”. El
Dasein se encuentra, se siente consigo mismo en sus estados de ánimo. Tengo una
manera de estar dispuesto en mis estados de ánimo. No es una intelección
intelectual, teorética, sino un estar abierto al ser de las cosas, a las demás
personas, a mi mismo, por ejemplo, cuando percibo la inocencia de mi sobrino de
once meses. Sólo lo siento en un determinado sentimiento. Aquí el sentimiento
descubre la inocencia. La “Befindlichkeit” me abre al pasado, yo ya estoy
instalado en una situación particular. “Die Befindlichkeit erschließt das
Dasein in seiner Geworfenheit”. “La disposición afectiva abre al Dasein en su
condición de arrojado”.23 ¿Qué es esta “condición de arrojado”? Más adelante
veremos este punto. Cuando hay un sentimiento ya estoy en una situación
determinada y, desde ahí me abro. Expresaba San Buenaventura en el “Itinerarium
mentis in Deum”: “magis exercitatio affectus quam eruditio intellectus”.24 En
este sentido va a decir Zubiri: “El hombre no puede sentirse más que religado o
bien desligado”.25 Así, la posibilidad del ateísmo se abrocha en esta
posibilidad de la Befindlichkeit, de sentirse “des-ligado”. “La existencia que
se siente desligada es una existencia atea”.26 Heidegger indica en Ser y
tiempo, que el “Dasein” está abierto a su propio ser, pero al mismo tiempo lo
encubre, lo distorsiona. “Al Dasein existente le pertenece el ser-cada-vez-mío
como condición
de posibilidad de la propiedad e impropiedad. El Dasein
existe siempre en uno de estos modos o en la indiferencia modal de ellos”.27 Es
interesante que Zubiri sostenga en la Segunda Parte de El hombre y Dios, que,
ante Dios, además, de teísmo, ateísmo, agnosticismo, hay también,
“in-diferencia”.28 La “Befindlichkeit” abre al hombre en su “Geworfenheit”.
Desde Heidegger y más allá de Heidegger podríamos preguntarnos: ¿La
Befindlichkeit abre al hombre “positivamente” en su “ser” “religado” y “cierra”
negativamente su ser al sentirse “desligado”? Por lo pronto, esta cuestión
desborda plenamente lo expuesto. Pues bien, la Befindlichkeit, está entretejida
con el “Verstehen”. Este último, no es un comprender teórico, sino un
comprender vital de sí mismo. Zubiri va a cambiar esta postura de la
Befindlichkeit, de “sentirse” religado o desligado. Hay un notable progreso de
su pensamiento en El hombre y Dios. La religación ya no está inscrita en un
puro sentimiento, sino que la religación es esencialmente el acontecer del
problematismo de la fundamentalidad. Estoy “afectado”, por ejemplo, porque
previamente “ya” estoy en la realidad. Es decir, la religación no es un
sentimiento de dependencia incondicional. Porque todo sentimiento tiene un
momento intrínseco y formal de realidad. Hay afección. En el sentimiento el
hombre está afectado. Esta afección es un modo de estar en la realidad.,
“...para que haya un sentimiento de dependencia tiene que actualizarse el
momento de realidad como algo a lo que estoy ligado, como algo anterior al
sentimiento mismo (...) Toda dependencia incondicional presupone una realidad
relativamente absoluta. Es decir, presupone la religación”.29 “La religación no
es mera vinculación ni es un sentimiento de dependencia sino la versión
constitutiva y formal al poder de lo real como fundamento de mi vida
personal”.30 Pasemos, pues, a nuestro segundo aspecto. ¿Qué se entiende, en
líneas más amplias, por “Verstehen”? B. “Verstehen”. “Verstehen”, “comprender”.
¿Puede ser entendido “verstehen”, “comprender”, en un sentido teórico? Nada más
alejado de lo que Heidegger quiere decir. No es una comprensión teórica. “Con
el término comprender - dice Heidegger- nos referimos a un existencial
fundamental, y no una determinada especie de conocimiento, diferente, por
ejemplo, del explicar y del concebir, ni en general, a un conocer en el sentido
de aprehensión temática”.31 El “Verstehen”, heideggeriano es estrictamente un
comprender de sí mismo, me abro a mi mismo, a las cosas, a los otros hombres,
en última instancia al ser. Esa abertura a mi ser, de mi mismo, es cuando, de
algún modo, comprendo mi situación, desde la situación en la que ya estoy, por
ejemplo, estoy leyendo. El ser se abre al futuro. En ese sentido la
“Befindlichkeit” es el pasado. Porque precisamente me encuentro ya en un
determinado estado de ánimo, y desde ahí me abro a las posibilidades futuras de
mí ser. Hay un pasado radical. En cambio, en el “Verstehen” me encuentro
abierto al futuro. “Concebido -señala Heidegger- en forma existencial
originaria, el comprender es el proyectante estar vuelto hacia un poder-ser por
mor del cual el Dasein existe cada vez. El comprender abre el poder-ser de cada
Dasein (cf. §31, p,166 ss), de tal manera, que, comprendiendo, el Dasein sabe
cada vez, de algún modo, qué pasa con él”.32 “Verstehen” es futuro. En otras
palabras, la vida del ser humano es un “quehacer”. Es un hacer que hay que hacerlo,
y eso es mi existencia. Cuando estoy haciendo algo en mi vida aparece el
futuro. La palabra “quehacer” tiene una riqueza innegable en castellano. En
Ortega leemos: “De toda circunstancia, aun la extrema, cabe evasión. De lo que
no cabe evasión es de tener que hacer algo y, sobre todo, de tener que hacer lo
que, a la postre, es más penoso: elegir, preferir. ¿Cuántas veces no se ha
dicho uno que preferiría no preferir? De donde resulta que lo que me es dado
cuando me es dada la vida no es sino quehacer. La vida, bien lo sabemos todos,
la vida da mucho que hacer. Y lo más grave es conseguir que el hacer elegido en
cada caso sea no uno cualquiera, sino lo que hay que hacer -aquí y ahora-, que
sea nuestra verdadera vocación, nuestro auténtico quehacer”.33 En el ensayo “En
torno al problema de Dios”(1935) casi al final del acápite II, leemos: “El
hombre al estar abierto a las cosas, va hacia ellas y las encuentra. Al estar
religado el hombre viene desde Dios y está ya en Él”.34 ¿Qué es esto de que el
hombre está “abierto” a las cosas? ¿En qué sentido va “hacia” ellas? En primer
lugar, vemos el papel implícito de la “Erschlossenheit”, “aperturidad”. El
hecho, de que el hombre está abierto a las cosas. Es decir, su ser está
abierto. En segundo lugar, observamos en el pasaje ya “incoado” el “hacia”,
estructura zubiriana absolutamente capital y tan recurrente en El hombre y
Dios. Este “hacia” va a ir cobrando un volumen enorme –y al mismo tiempo
imperceptible- al interior de El hombre y Dios. Esto detonará más adelante que
Zubiri afirme que: “...nos encontramos lanzados del hombre a Dios...”.35 Para
enmarcar esto de mejor manera véase un par de textos: “La realidad de Dios es
por lo pronto una realidad en el modo de ´hacia`”. “En esta dimensión de
apertura religada, el hombre está lanzado desde el poder de lo real ´hacia`
aquello en que éste se funda, hacia Dios”.37 En tercer lugar, aparece la
“disposición afectiva”, “Befindlichkeit”, y el comprender, “Verstehen”. En
efecto, repasemos nuevamente el pasaje: “El hombre al estar abierto a las cosa,
va hacia ellas y las encuentra. Al estar religado el hombre viene desde Dios y
está ya en Él”.38 En Heidegger vemos un pasaje clave: “El comprender se funda
primariamente en el futuro; en cambio, la disposición afectiva se temporiza
primariamente en el haber-sido”.39 Zubiri en El hombre y Dios, al sostener que
el hombre es constitutivamente una esencia formalmente abierta a su propio
carácter de realidad,40 sin duda, tiene in mente el ensayo “En torno al
problema de Dios” (1935). Zubiri fue discípulo de Heidegger por los años 30.
Zubiri parte de la situación abierta por Heidegger, pero va más allá de
Heidegger. Declaraba Zubiri: “...se ha visto que el ser del sujeto consiste
formalmente, en una de sus dimensiones, en estar ´abierto` a las cosas”.41 No
hay duda, sobre la referencia implícita a la “Erschhlossenheit” de Heidegger.
Zubiri está haciendo mención permanentemente a nociones heideggerianas. En
efecto, “no es que el sujeto exista y ´además` haya cosas, sino que el ser sujeto
consiste en estar abierto a las cosas”.42 Pero, Zubiri reprocha a Heidegger la
insuficiencia de su análisis, pues, siempre hay “algo” más. “Además de cosas
´hay` también lo que hace que haya”.43 En esta época el “hay” ocupa el lugar de
la realidad. Para Zubiri lo radical no es la propia existencia. Lo radical no
es un hecho entre otros, sino algo previo a todo hecho, esto es: la realidad
misma. Y esta realidad inexorablemente se me hace presente no en un comprender
existencial, sino en un acto fundamental de la propia realidad humana, el
sentir. Zubiri abrirá una vía más radical que Heidegger: “Es de Heidegger -nos
decía- la tesis de que das Dasein, la existencia humana tiene una
Erschlossenheit, está abierta a sí misma y a las cosas por algo que es Seinsverständnis,
la comprensión del ser [cf. SuT §18 y §31] (...) Pero ¿es verdad que el hombre
está abierto a las cosas primariamente por comprensión? Toda comprensión es un
acto de inteligencia -Heidegger no emplea este vocabulario, pero no importa
para el caso-. De esto no hay duda ninguna. Pero no es ese el acto elemental y
radical de la inteligencia, que primariamente no aprehende la realidad por vía
de comprensión sino en un sentir del que la inteligencia es intelección
intrínseca y que la convierte, por consiguiente, en inteligencia sentiente”.44
Teniendo presente estos breves pasajes se entiende que Zubiri en El hombre y
Dios, exprese que: “...por ser una realidad sustantiva dotada de inteligencia,
el hombre es constitutivamente una esencia formalmente abierta a su propio
carácter de realidad. (...) la esencia abierta está formalmente religada”.45 Su
apertura es, en consecuencia, una “apertura religada”.46 Así, vemos que,
gracias a la atenta mirada que Zubiri puso en la “Erschlossenheit”, radicaliza
el acto elemental y radical de la inteligencia. Que primariamente no aprehende
la realidad por vía de comprensión, sino en un sentir intelectivo o
inteligencia sentiente. Observa Zubiri en un pasaje iluminador, “Y así como el
estar abierto a las cosas nos descubre, en este su estar abierto, que ´hay`
cosas, así también el estar religado nos descubre que ´hay` lo que religa, lo
que constituye la raíz fundamental de la existencia”.47 A “eso” que “hay” y que
religa Zubiri lo llama: “Dios”, es decir, “aquello a que estamos religados en
nuestro ser entero”.48 Zubiri pasa muy rápido a la identificación con Dios.
Cosa que no sucederá en El hombre y Dios. El camino será mucho más largo,
penoso y complejo. ¿Qué es esto de estar religados “en” nuestro ser entero”?
¿Qué alcance tiene este “en”? Pues bien, lo que me ocupa a radice es indicar la
cercanía por estos años entre Zubiri y Heidegger y que lo podemos constatar con
más claridad al seguir navegando, en la “Geworfenheit”.
De la “Geworfenheit” a la “religación” La “Geworfenheit”
ha sido considerada49 el “umbral” desde dónde arranca la compleja idea de la
“religación”. El concepto de la “religación” no florece sólo y exclusivamente
de la “Geworfenheit”.50 Pero si es su detonante fundamental. Ya hemos visto la
insuficiencia de la existencia humana como “Erschlossenheit”, y como irrumpe
esta idea del sentir intelectivo. En el sentido que el hombre primariamente no
aprehende la realidad por vía de comprensión, sino en un sentir intelectivo.
Para Zubiri, el hecho radical no es el lenguaje, pero tampoco la propia
existencia. Lo radical para Zubiri no es un hecho entre otros, sino algo previo
a todo hecho, esto es: la realidad. Y esta realidad se hace presente en
nosotros no en un “comprender existencial”, sino en un acto fundamental de la
propia realidad humana: el sentir. (Analizar minuciosamente cada una de las
articulaciones de toda esta teoría de la inteligencia sentiente51 es una tarea
titánica que muy bien lo están haciendo los comentarista y discípulos de
Zubiri).
i Volvamos a la “Geworfenheit” y su repercusión en Zubiri.
Demos algunos pasos que configuren de mejor manera lo que quiero con más
precisión indicar. Leemos en el ensayo de 1935: “...el fenómeno de ´estar
arrojado` que otros a que voy a referirme, no pueden adquirirse sino en el
análisis mismo de la existencia. Todo el sentido de lo que va a seguir consiste
en tratar de hacer ver que no está descrita la existencia humana con suficiente
precisión.... “.52 “La existencia humana, pues, -dice Zubiri- no está solamente
arrojada entre las cosas, sino religada por su raíz”.53 Este es el texto axial
de este apartado. ¿Qué significa que la existencia humana no está “solamente”
arrojada sino que está “religada” por su raíz? ¿De qué raíz se trata? Vemos,
ante todo, que la “Geworfenheit” está íntimamente inscrita en Zubiri. “La
existencia humana está arrojada entre las cosas, y en este arrojamiento cobra
ella el arrojo de existir”.54 Martínez de Pisón, nos decía: “La clave zubiriana
para abordar el problema de Dios se encuentra en la religación del hombre al
poder de lo real. ´La existencia humana, pues, no solamente está arrojada entre
las cosas, sino religada por su raíz` (NHD, 373). Esta es la posición de Zubiri
como contraposición, o complemento, al ser arrojado heideggeriano”.55 ii Al
carácter fáctico del existir humano Heidegger lo llama el “estar arrojado”,
“Geworfenheit”. Rivera hablando sobre la facticidad y su articulación con la
religación, nos dice: “La facticidad no es un mero factum, sino una estructura
de ser, y como tal tiene una función positiva en la constitución de ser del
Dasein. Heidegger no ha explotado plenamente este aspecto positivo de la
facticidad. En cambio, sí lo ha hecho Zubiri, para quien en la estructura del
´tener que` se manifiesta una ligazón al ser (o a la realidad) que Zubiri llama
´religación`, y que es el fundamento que nos lanza a la búsqueda de esa
realidad enigmática que llamamos Dios. (...) Al carácter fáctico del existir
humano Heidegger lo llama también el estar arrojado (Geworfensein o
Geworfenheit). Este concepto implica, además de la facticidad del ´tener que`
ser, el que el Dasein tiene que ser cada vez en una situación absolutamente
concreta, en aquella en que fácticamente es”.56 Así, de un lado, la
“Geworfenheit”, “estar arrojado”, indica que el hombre en el primer acto de
inteligencia ya está existiendo. Es decir, “yecto”: es el pasado radical “ya”.
Es el primer momento. A mi ser le pertenece mi “yectidad”. No se arroja él. Es,
“estar arrojado”. Es tener ya dado o recibido el “ser” desde el primer momento.
No lo pongo yo; estoy arrojado en la existencia humana. iii Hay, de otro lado,
una pequeña distinción con la “facticidad”. Esta es la concretización de la
existencia humana. Estoy arrojado, en un lugar concreto y muy determinado. En
efecto, normalmente yo hago muchas cosas, me levanto por las mañanas, leo,
camino, me alimento, etc, etc., pero hay algo que está permanentemente presente
en lo más hondo de mi vida y que no está expuesta explícitamente. Es la
existencia. Me encuentro que yo tengo una deuda con mi propia existencia, la
cual yo no me la he dado; me encuentro con ella, nací en un hermoso país,
Chile, en Chuquicamata, en 1966, en el desierto más árido del mundo y en el
cielo más diáfano de la tierra; con unos padres, con una determinada lengua
materna, etc, etc., es decir, me encuentro en este mundo existiendo “ya”, estoy
arrojado a la existencia, mi vida es una “facticidad”. Y de todo eso yo soy
“deudor”. Es mío y no soy plenamente dueño, esa es la “paradoja”: la deuda. Tengo
algo que es mío, pero no es mío. Es lo que en Heidegger es el ser culpable. Ser
culpable y estar en deuda son exactamente iguales. Si yo tengo una cosa que me
pertenece, pero no es mío, es prestado, es una deuda, mi ser es un ser
prestado. Volvamos a Zubiri, leamos completamente un pasaje clave: “La
existencia humana, se nos dice, es tal que consiste en encontrarse entre las
cosas y, cuidándose de ellas y arrastrada por ellas, hacerse a sí misma. En
este su hacerse, la existencia humana adquiere su mismidad y su ser, es decir,
en este su hacerse es ella lo que es y como es. La existencia humana está
arrojada entre las cosas, y en este arrojamiento cobra ella el arrojo de
existir. La constitutiva indigencia del hombre, ese su no ser nada sin, con y
por las cosas, es consecuencia de estar arrojado, de esta su nihilidad
ontológica”.57 Este texto es clave de “En torno al problema de Dios”, del
acápite II, que refleja las emanaciones de Heidegger en Zubiri. iv Nuevamente.
¿Qué es esto de la existencia humana? ¿Por qué Zubiri habla en El hombre y Dios
de realidad humana y no de existencia humana? ¿Qué es esto de que la existencia
humana está arrojada “entre” las cosas? ¿Qué papel están jugando las cosas para
el hombre?, “el Dasein -dice Heidegger- es una existencia arrojada, no se ha
puesto a sí mismo en su Ahí”.58 ¿Cómo entender una existencia arrojada?
Heidegger quiere mirar la existencia del hombre tal como se da de facto, antes
de toda filosofía, de toda ciencia, de toda teoría. Lleva a cabo lo que llama la
“analítica existencial”. Es decir, al ser sólo se llega a través de un análisis
del Dasein, de una analítica existencial. Es lo más difícil de llevar a cabo.
Lo más grave es que el ente que va a ser analizado, la existencia humana, se
escapa tenazmente a todo análisis. La existencia humana rehúsa ser, por decirlo
de algún modo, “fotografiada”. Ella huye a ser “escaneada” . Este ente que es
el hombre es huidizo. Pero, además, la dificultad crece, pues, es difícil de
hacer porque la existencia humana es en sí misma inanalizable; porque para
analizar algo tengo que mirarlo y para mirarlo tengo que tenerlo al frente y
detenerlo.59 v “Dialogando con Heidegger -dice Diego Gracia- es como en 1935
describe Zubiri el fenómeno de la religación, su doctrina más conocida del gran
público. Pienso que este concepto surgió a partir del heideggeriano de
Geworfenheit, pero para transformarlo y superarlo internamente. Geworfenheit es
un sustantivo abstracto alemán, derivado de un verbo, el verbo werfen, que
significa ´lanzar`, ´tirar hacia adelante`. De él procede también el sustantivo
Entwurf, ´proyecto`, que Heidegger eleva a categoría ontológica en su libro
Sein und Zeit. Geworfenheit puede traducirse como propone Gaos, por ´estado de
yecto`(a). Jorge Eduardo Rivera lo traduce por ´condición de arrojado`(b). Las
dos traducciones son correctas, pero la primera tiene la ventaja de que permite
conservar en castellano el juego Entwurf, ´proyecto`. Por eso convendría
traducir Geworfenheit por ´estar yecto o yectado` más que por ´estar arrojado`,
o también por ´yección`. En tanto que ser yectado, yectivo o yecto, el hombre
no puede no estar realizando continuamente pro-yectos y ser responsable de
ellos. De ahí la categoría de Sorge o cuidado, tan ubicua en el libro de
Heidegger. Éste advierte expresamente que no se trata de ´ética`(c), como
tampoco la yección tiene que ver directamente con la religión, sino que se
trata de algo previo, de su propia condición de posibilidad. Ese algo previo es
´destino` y es ´entrega`. ´Existencia significa estar destinado al ente, como
tal, en una entrega al ente que le está destinado como tal`(d). No se entienda
Geworfenheit de un modo negativo, como si el ser humano estuviera lanzado o
arrojado sin ninguna consideración. Nada de eso. Se trata de una Geworfenheit o
experiencia fundamental, que Heidegger llama también Offenbarung, revelación o
patencia”.60 Diego Gracia tomando como base los análisis heideggerianos de la
Geworfenheit piensa que Zubiri pretende ir más allá, es decir, profundizar en
el carácter “yectivo” de la existencia humana. Sin embargo, por otra parte,
“condición de arrojado” podría reflejar más hondamente la previa condición del
existir del Dasein. 61 Pero, “estar arrojado” en rigor es lo que Zubiri afirma
en su texto de 1935. Dice Zubiri: “¿Cuál es la relación del hombre con la
totalidad de su existencia? ¿Cuál es el carácter del hombre de este estar
arrojado [Geworfenheit]* entre las cosas? ¿Es un ´simple` encontrarse o es algo
más? ¿No será algo más honda y radical aún su constitutiva nihilidad
ontológica?”.62 ¿Qué es eso de algo “más”? Observando Zubiri la insuficiencia
del análisis hecho por Heidegger de la existencia humana, ha transitado más
allá de Heidegger -la prueba de ello es su ensayo de 1935-. Así, ganado lo
anterior. Hemos visto sucintamente que Zubiri va más allá que Heidegger.
Podemos concebir de modo más claro lo que expresa Zubiri al sostener que: “El
hombre, al estar abierto a las cosas, va hacia ellas y las encuentra. Al estar
religado el hombre viene desde Dios y está ya en Él”.63 vi La cuestión central
aquí es: ¿qué sentido, entonces, tiene que Zubiri pretenda en El hombre y Dios
en la Segunda Parte realizar una “marcha intelectiva” si ya estamos en Dios,
(teniendo, sobre todo, presente, además, el ensayo de 1935)? ¿Qué sentido tiene
“buscar” “algo”, en este caso Dios, si ya Dios está “en” mi ser? Eo ipso,
cualquier intento de “encontrar” a Dios, al parecer, es absurdo. El hombre no
puede, propiamente hablando “encontrarse con Dios”. Porque, Dios no es una cosa
más. Pero el hombre lo puede “encontrar” en sí mismo, en su propio “existir”.
¿Es tan claro esto? “Existir -dice Zubiri- es, en una de sus dimensiones, estar
habiendo descubierto ya a Dios en nuestra religación”.64 Lo anterior se abrocha
con lo siguiente: “El hombre se encuentra a sí mismo en las cosas, bosquejando
un mundo de posibilidades, de hacerse algo con ellas; se encuentra a sí mismo
en Dios al estar ya teniendo que hacerse”.65 Lo anterior, y dicho sea de paso,
echa por tierra todo posible debate, estéril por lo demás, que especula que
Zubiri promueve un cierto elitismo religioso al hablar del encuentro con Dios
en la plenitud humana, y no en la fragilidad humana.66 Porque Zubiri, desde sus
inicios está apuntando a un “análisis ontológico”.67 Zubiri apela a la
situación limite, esto es, a la muerte súbita de un ser querido, no en el
sentido que “no somos nada”, sino en aquellos casos en que el que muere lo hace
haciendo suya la muerte misma, aceptándolo, como justo coronamiento de su ser.
Ahí “sentimos” la “realidad, el fundamento de la vida”.68 Pues bien, lo que
Zubiri ha llamado el “problema de Dios” no es una “demostración” -es una
declaración permanente de Zubiri en sus obras-, sino que es un “análisis
ontológico de una de nuestras dimensiones. El problema de Dios no es una
cuestión que el hombre se plantea como un problema científico o vital, algo que
en última instancia podría o no ser planteado, sino que es un problema
planteado ya en el hombre por el mero hecho de hallarse implantado en la existencia”.69
vii ¿Qué es esto de “implantado”? Zubiri piensa, a la altura de 1935, que el
hombre se encuentra en algún modo implantado en la existencia.70 Pero, la
palabra existencia para él es bastante equívoca; prefiere hablar de “ser”.71 El
hombre se encuentra implantado en el ser. ¿Qué significa “implantado”? ¿Qué
significa que el hombre esté implantado en el “ser”? Volviendo al ensayo de
1935, nos dice Zubiri: “...la persona es el ser del hombre. La persona se
encuentra implantada en el ser para realizarse”.72 Ahora bien, López Quintás,
comentando el punto de partida de Zubiri, sostiene que el uso del término
“arrojado” implica la convicción de que el entorno en que se halla situado el
hombre le es extraño, hostil. En cambio, el término “implantado” sugiere, más,
bien, que el entorno juega el papel de tierra acogedora en que el hombre puede
y debe echar raíces y desplegarse fecundamente.73 Sin embargo, Rivera advierte
que la imagen de “implantación” se presta a equívocos. Porque no se trata de
que el hombre esté “plantado” en la realidad, “sino que, justo al revés, jamás
está quieto en ella: tiene que ejecutar actos precisamente para estar en la
realidad y por estarlo. En esos actos estriba lo que llamamos ´vida humana`.
Tomados todos ellos a una, constituyen el efectivo poseerse del hombre como
realidad propia, esto es, personal”.74 En El hombre y Dios, nos dirá que el
hombre, la persona, es un modo de estar “implantado en la realidad”.75 Más,
bien, “el hombre esta implantado en la divinidad”.76 Esto levanta una tormenta
de graves problemas. ¿Acaso esto de estar “implantado” en la divinidad no
arrastra una oleada de “panteísmo”? ¿Cómo de estar el hombre “implantado” en el
“ser” pasa a estar más adelante “implantado” en la divinidad”? ¿Divinidad
coincide con “ser”? ¿Son lo mismo?
Conclusión
Así, en Zubiri lo radical no es la propia existencia. Lo
radical no es un hecho, sino algo previo a todo hecho, esto es: la realidad
misma. Y esta realidad se me hace presente no en un comprender existencial,
sino en un sentir. En un sentir intelectivo. La denuncia de Zubiri es evidente,
la existencia humana no está descrita con suficiente precisión, pues, la
relación del hombre con la totalidad de la existencia no es simplemente “estar
arrojado”, hay algo “más”. Porque la existencia humana no está solamente
arrojada, sino “religada”. Y este es el “fundamento” que nos lanza a la
búsqueda de esa realidad “enigmática” que llamamos Dios. Esta investigación
-finalmente- que pretendía ser la introducción a la lectura del texto El hombre
y Dios se ha convertido sólo en una humilde “introducción” a la Introducción
del texto mismo. Solemnidad de San José, Isla de Montreal, 2012
·
La libertad es demasiado fatigosa. También hay q saber
abandonarse a los hábitos, a la rutina, someterse a un orden q aligere la
existencia. Ceder algunas libertades.
Ceder una libertad, luego otra, luego otra con tal de ganar
una vida mas cómoda menos comprometida y al final ceder también nuestra
conciencia toda, para poder gozar del intersticio entre un entretenimiento y
otro ese espacio oscuro donde se silencia todo llamado, toda pantalla y es que
has olvidado por fin tu nombre.
Final del formulario
¿Te consideras un artista interdisciplinario?
¿Por qué?
Inter es una relación que se basa en compartir diferencias
partiendo de la igualdad ¿Cuál es el problema? Que el mundo jamás ha logrado
internacionalizarce es decir que las naciones no se respetan como iguales y
muchos menos aprenden de sus diferencias de hecho las relaciones son
multinacionales o transnacionales, en la multiplicidad siempre hay una unidad y
la unidad del mundo actual es Estados unidos, y este tolera una multiplicidad
que este basada en su forma de vida en su sistema así puede transnacionalizarce
es decir traspasar por todas las naciones con su capital ahora yendo a las
disciplinas ¿Hay interdisciplinariedad? No, porque por mas que nos llenemos la
boca diciendo que partimos de una igualdad y que respetamos las diferencias y
aprendemos de ellas eso es floro barato , para que suceda cada disciplina
tendría que tener una episteme fuerte que el permita interactuar con otras y
esto no es así, son las ciencia duras las que mandan y a partir de ellas se
construyen proyectos en especial la física viene a ser la base de todo y en las
humanidades la economía, un dialogo disciplinario de igual a igual con la
física y la economía nadie lo ha tenido, hay que hablarles desde su propio
lenguaje ahora ¿Yo soy interdisciplinario? No por supuesto que no pienso que la
interdisciplinariedad es imposible como toda locura humana pero si apuesto por
una complementariedad de nuestros hemisferios de nuestro espíritu con nuestra
voluntad, dela religión con el arte, de la filosofía con la ciencia, de la
modernidad con las pos modernidad , en una modernidad complementaria.
La conciencia sale de si misma siempre y sale a adorar no
sale a otra cosa que a adorar, aun en la ciencia y muchos mas ahora en el
algoritmo, luego aprenderán a acomodarse la corbata y el vestido pero en el
fondo seguirán adorando.
No si hubiera sido así no hubiera funcionado, hubo mucha
estética en juego y la primera fue una estética Sócratica donde la belleza esta
en la conciencia develándose esta en un actuar bondadoso, luego vino una
estética románica sencilla de formas muy humildes para pasar luego a una
estética gótica de gran vuelo y ahí se acaba, viene el renacimiento y se vuelve
a la estética pagana y se hace necesaria la inquisición, lo que nos llevara a
la ilustración pasando de la fe a la Razón.
Experto
del grupo
Colaborador
destacado
Christian Franco
Rodriguez La voluntad de poder es un concepto
central en la filosofía del filósofo alemán . Se entiende mejor como una fuerza
irracional, que se encuentra en todos los individuos, que se puede canalizar
hacia diferentes fines. Nietzsche exploró la idea de la voluntad de poder a lo
largo de su carrera, categorizándola en varios puntos como un principio
psicológico, biológico o metafísico. Por esta razón, la voluntad de poder es
también una de las ideas más incomprendidas de Nietzsche.
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Colaborador
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Jorge Americo Foche Si yo
la comprendo transferencialmente: 1→0→1 ser transferencia logos
transferencia Espíritu tenemos en Nietzsche su inversión 0←1←0 Voluntad de poder
retransferencia libido, retransferencia energía esta energía es potencialidad dando cuenta de un cuerpo sin órganos que al
transferirse es mediado por el libido para manifestarse como voluntad de poder
es decir afirmación existencial, en Nietzsche nos quedamos en la voluntad de
poder con el psicoanálisis exploramos el libido y con la física cuántica la
potencialidad multiuniversal de la materialidad asi que ya podemos conocer la
transferencia invertida 0→1→0 y
entonces ya no se trata de una transvaloración sino de vaciar al cuerpo de sus
órganos para partir de una potencialidad máxima.
𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 – 𝐅𝐫𝐢𝐞𝐝𝐫𝐢𝐜𝐡 𝐲 𝐑𝐢𝐜𝐡𝐚𝐫𝐝
𝐅𝐫𝐢𝐞𝐝𝐫𝐢𝐜𝐡 𝐍𝐢𝐞𝐭𝐳𝐬𝐜𝐡𝐞, uno de los filósofos más influyentes del siglo XIX, era conocido por
su pensamiento profundo y a menudo provocativo. Su personalidad era intensa y
apasionada, reflejada en su crítica a las convenciones sociales y morales de su
tiempo. Nietzsche abogaba por la superación del ser humano a través del
"Übermensch" o superhombre, un ideal de individuo que crea sus
propios valores y vive auténticamente, más allá de las normas sociales y
religiosas. Era escéptico de la verdad absoluta y de las estructuras de poder,
promoviendo en su lugar una perspectiva vitalista que valoraba la experiencia y
la interpretación personal sobre los hechos objetivos. Su pensamiento destacaba
la importancia de la voluntad, la pasión y el poder creativo del individuo.
𝐑𝐢𝐜𝐡𝐚𝐫𝐝 𝐖𝐚𝐠𝐧𝐞𝐫, compositor alemán del siglo XIX, era un artista de personalidad
compleja y carácter apasionado. Profundamente innovador, Wagner revolucionó la
ópera con su concepto de "Gesamtkunstwerk" o "obra de arte
total", integrando música, poesía y escenografía de manera inédita. Era
conocido por su enorme ambición y su tendencia a la grandiosidad, lo que se
reflejaba tanto en sus composiciones extensas como en su vida personal
tumultuosa. Wagner era un pensador profundamente introspectivo y filosófico,
cuyas obras a menudo exploraban temas de redención y destino. Su pensamiento
estuvo marcado por influencias del idealismo alemán y del misticismo, buscando
siempre trascender los límites convencionales del teatro y la música.
Friedrich Nietzsche y Richard Wagner
se encontraron por primera vez en 1868, gracias a la mediación del amigo y
discípulo de Wagner, el compositor y conductor Karl Ritter. Nietzsche, un joven
profesor y filósofo en ascenso, quedó profundamente impresionado y emocionado
tras asistir a una representación de "Tristán e Isolda". Este evento
marcó el comienzo de su devoción y admiración por Wagner, a quien consideraba
un genio y un renovador de la cultura. Los unía una profunda afinidad artística
y filosófica; ambos compartían intereses en la reforma cultural y la crítica a
las normas sociales contemporáneas. Su relación comenzó como una intensa
amistad intelectual y emocional, basada en el respeto mutuo y un entusiasmo
compartido por la innovación artística.
La relación entre Nietzsche y Wagner
comenzó a deteriorarse debido a diferencias ideológicas y personales que se
profundizaron con el tiempo. Nietzsche se sintió cada vez más desconectado de
los ideales wagnerianos, especialmente por el creciente nacionalismo y
antisemitismo del compositor, así como por su afinidad con el cristianismo, que
Nietzsche criticaba ferozmente. La ruptura se consumó tras la publicación en
1878 de "Humano, demasiado humano", donde Nietzsche adopta un enfoque
más científico y crítico hacia la filosofía, alejándose de la metafísica y
misticismo wagnerianos. Este distanciamiento ideológico marcó el fin de su
amistad, llevando a Nietzsche a criticar abiertamente a Wagner en obras
posteriores.
La amistad entre Friedrich Nietzsche
y Richard Wagner ilustra claramente que el talento y la inteligencia
extraordinarios no son suficientes para garantizar la durabilidad de una
relación, incluso entre mentes brillantes. A pesar de su inicial admiración
mutua y la profundidad de su conexión intelectual, las divergencias en sus
creencias y valores fundamentales eventualmente sobrepasaron su respeto
artístico y filosófico compartido. Este caso subraya que las relaciones humanas
requieren compatibilidad en aspectos más profundos que el mero reconocimiento
de la genialidad ajena. La evolución personal y las diferencias ideológicas
pueden, irónicamente, ser catalizadores de distanciamiento, demostrando que ni
siquiera las personalidades más destacadas están exentas de estos desafíos.
Esta separación es simbólica, el cuerpo y la
conciencia se separan esa desintegración marcara el final hegemónico de Europa,
cuando los nazis quieran unir a la nación no tendrán más que el odio a los
judios, porque el cuerpo se separado de la mente haciendo una rajadura
irreparable.
La
conciencia sale de si misma siempre y sale a adorar no sale a otra cosa que a
adorar, aun en la ciencia y muchos mas ahora en el algoritmo, luego aprenderán
a acomodarse la corbata y el vestido pero en el fondo seguirán adorando.
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Christian Franco
Rodriguez la conciencia es una función del
cerebro humano cuya esencia consiste en que refleja la realidad.
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Solorzano Hernandez ¿Funcionalismo?
No, ya quisieras reducir todo el misterio de la conciencia a tu adoración
positivista pero felizmente el mecanicismo y toda la religión comtiana ya fue
superado aunque nunca faltan neo, neo , neo positivistas.
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Christian Franco
Rodriguez El funcionalismo es caracterizado por
el utilitarismo otorgado a las acciones que deben sostener el orden establecido
en las sociedades. Es una corriente teórica surgida en Inglaterra en el año
1930 en las ciencias sociales, especialmente en sociología y antropología
social. La teoría está asociada a Émile Durkheim y, más recientemente, a
Talcott Parsons, además de muchos otros autores como Herbert Spencer, Bronislaw
Malinowski y Robert Merton. El funcionalismo se caracteriza por un enfoque
empirista que preconiza las ventajas del trabajo de campo. En este sentido, los
teóricos funcionalistas identifican en sus textos comunicación con comunicación
de masas, porque esa es la realidad de la sociedad moderna. Hasta el siglo XIX,
la mayoría de las labores se realizaban en un gabinete, mediante relatos
sesgados de viajeros. El funcionalismo abrió el camino de la antropología
científica, desarrollándose luego con gran éxito en Estados Unidos. La
corriente funcionalista es la escuela más extendida; se ha llegado a
naturalizar y estudiar el paradigma de las ciencias de la comunicación. Esta
circunstancia se ha entendido como lógica porque es la perspectiva que mejor se
identifica con la dinámica y los intereses del sistema audiovisual.
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Solorzano Hernandez Gracias
soy un lector muy asiduo de Durkheim y se muy bien como parte de Comte y creo
conocer el desarrollo funcionalista hasta la cibernética social de segundo
orden de Luhmann pasando por el algebra de Boole en la programación al…
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Autor
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"Ya no
rezarás jamás, ya no adorarás jamás, ya no descansarás jamás en una confianza
ilimitada. Ahora te prohíbes detenerte ante una sabiduría última, una bondad
última, un poder último, y a dar rienda suelta a tus pensamientos. No tienes un
amigo ni un guardián permanente para tus siete soledades. Vives sin gozar de la
vista en una cordillera que tiene nieve en la cumbre e incandescencia en el
corazón. Para ti no hay ya quien te vengue ni quien te mejore a último momento.
Ya no tiene razón de ser lo que sucede, ni habrá amor en lo que te acontecerá.
Ya no hay ningún lugar de descanso abierto para tu corazón, donde sólo haya que
encontrar sin buscar. Rechazas toda paz definitiva, deseas el eterno retorno de
la guerra y de la paz. Hombre de la renuncia, ¿quieres renunciar a todo eso?
¿Quién te dará fuerzas para ello? ¡Nadie ha tenido fuerzas hasta hoy!".
Hay un lago
que un día se negó a derramarse y que levantó un dique por donde antes se
derramaba; desde entonces no deja de subir el nivel de ese lago. Tal vez, esta
forma de renuncia nos dé la fuerza que permita soportar la renuncia misma; tal
vez el hombre no dejará de elevarse siempre cada vez más desde el momento mismo
en que deje de derramarse en un dios."
La gaya
ciencia, Friedrich Nietzsche.
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Solorzano Hernandez No,
una vez el hombre dejo de derramarse quedo seco, la libertad le fue un fastidio
y cedió cada uno de sus vestidos y máscaras, los cambio por pantallas y
pequeños intersticios de descanso no es el spleen Baudeleriano del que hablo ,
el hombre logro secarse aun de su melancolía y angustia de hecho se cruzo a si
mismo por ambos lados y luego deconstruyo el puente replegándose en el , si le
hablas de Dios le resultan tan lejano si lo llamas al súper hombre a penas
esboza una sonrisa y es que ha renunciado a la conciencia y a la voluntad y así
todo reza y hace cosas moviendo los pulgares, consiguiendo likes en diferentes
plataformas es funcional al sistema y para hacerlo es profundamente
disfuncional, en un tiempo creí que era la extensión del ultimo hombre con su
decadencia nihilista pero no, esta es una nueva especie surgida de la nada,
consciente de que ningún transito va a ningún lado, se deja llevar a ninguna
parte.
Autor
Colaborador
destacado
Christian Franco
Rodriguez ¿Puede una filosofía del siglo XX ser
una guía en la actualidad? El pensamiento de Xavier Zubiri (1898-1983) lo es, porque
nos presenta la filosofía desde la perspectiva necesaria para el hombre
contemporáneo que busca una verdad que no sea postura dogmática sino el
camino hacia una investigación sincera.
Zubiri
construye una nueva metafísica a partir de la lectura de Husserl y Heidegger en
la que la realidad y la inteligencia se piensan como congéneres, al tiempo en
que examina los problemas fundamentales de la filosofía occidental.
Este libro
presenta la evolución del pensamiento de Zubiri organizado en dos etapas sucesivas.
Una primera más fenomenológica y ontológico-hermenéutica y una segunda
metafísica, en la que se aleja de sus predecesores y propone una antropología
para el hombre de nuestro tiempo a través de una nueva mirada sobre lo real y
la inteligencia. A través de la lectura de los textos zubirianos, Paolo Ponzio
nos invita a descubrir los conceptos más importantes de su filosofía: lo real,
la verdad, el hombre y la experiencia de Dios.
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Colaborador
destacado
Christian Franco
Rodriguez El filósofo español Xavier Zubiri
afirma que el hombre se caracteriza ante todo por su capacidad de experimentar
la realidad que lo rodea, más que por su racionalidad. En efecto, a diferencia
del realismo clásico que privilegia en el conocimiento la realidad sobre el
saber, y del idealismo moderno que da primacía al pensamiento sobre lo real,
para el filósofo español no hay saber sin realidad, ni realidad sin saber.
Conocer la realidad y aprehenderla no son dos actos distintos, ya que la
realidad se nos da en el mismo saber, el cual es siempre de lo real. De tal
manera que ser y saber se corresponden mutuamente, constituyendo así un mismo
acto. Por esta razón, para el hombre la realidad no es otra cosa que el modo
como se le presentan las cosas en el acto mismo de aprehenderlas. Dicho correlato
de la realidad tal cual la acabamos de describir es lo que Zubiri entiende por
"inteligencia".
Ésta no es
propiamente conocimiento, sino la aprehensión de algo según la formalidad de la
realidad, es decir, la actualización de lo real en lo que él llama "la
inteligencia sentiente". Así pues, sentir e inteligir no son dos actos
distintos en el hombre, sino uno solo sentiente y a la vez intelectivo.
Sentiente, en cuanto que es captación de lo percibido por los sentidos, e
intelectivo en cuanto que aprehende la dimensión de la realidad de lo sentido.
Por esta razón la aprehensión humana tiene prioridad en el pensamiento de
Zubiri y, según él, es el objeto primario que debe analizar la filosofía. En el
acto de aprehensión las cosas no sólo se le actualizan al hombre sino que
además se le "imponen" con una fuerza tal que éste se siente
esencialmente vinculado a las cosas reales y a la realidad que ellas
manifiestan. La realidad es siempre "más" que cualquier cosa en
concreto y se presenta como el horizonte último que fundamenta a la persona y
la obliga a realizarse.
Esto es lo
que Zubiri denomina el "poder de lo real", un poder que nos liga a la
realidad estableciendo con ella un vínculo ontológico en el hombre al que
Zubiri llama "religación", y en la que el filósofo español va a
fundar la relación del hombre con Dios y la raíz de toda religión. Sin embargo,
este poder de lo real, al que Zubiri llama "deidad", no se identifica
en primera instancia con Dios. No es Dios, sino la propia realidad intramundana
en cuanto poderosa y religante. Todos los pueblos han expresado de alguna forma
esta dimensión de poder de la realidad. Por ello la experiencia de la
religación se ha encarnado siempre de manera individual, social e histórica.
Esta experiencia concreta de la religación es lo que Zubiri entiende por
"religión". La religión, no es para él, la actitud ante lo sagrado,
sino más bien la forma específica en que individual, social e históricamente el
poder de lo real se apodera del hombre.
De ahí que,
según Zubiri, todo hombre, aún el que no profese ninguna religión, tiene
siempre una cierta experiencia religiosa. Todo esto pone de manifiesto que el
tema de Dios es uno de los grandes temas en la filosofía de Zubiri, y, además,
que la clave hermenéutica para entenderlo es la religación del hombre al poder
de lo real. Por ello el interés de nuestro trabajo consiste en precisar cómo se
da concretamente esta particular ligazón del hombre al poder de lo real que es
la "religación", y de qué manera sirve de fundamento a la religión.
Dicho en otros términos: ¿qué es, en el específico sentido zubiriano, lo que
hace del hombre un ser religioso? En este punto es necesario hacer una
aclaración previa. Si bien el tema de la religación lo plantea Zubiri ya en su
artículo "En torno al problema de Dios",1 y lo vuelve a abordar en
sucesivos cursos y conferencias, en nuestro trabajo nos circunscribiremos,
aunque no de manera exclusiva, a la exposición que sobre este tema aparece en
El hombre y Dios2 de 1984.
Lógicamente,
ello no significa que vayamos a rechazar sus escritos anteriores, ya que las
primeras intuiciones de Zubiri sobre la religación se mantendrán constantes, en
líneas generales, a lo largo de la evolución de su pensamiento, aunque se han
ido enriqueciendo con los aportes de Sobre la esencia de 1962 y sobre todo de
la trilogía sobre la Inteligencia de 1980 a 1983. La razón por la cual hacemos
esta opción es doble. En primer lugar porque al momento de su muerte Zubiri
estaba trabajando en la elaboración de El hombre y Dios, cuya primera parte, en
la que aborda específicamente el tema de la religación, había llegado ya a su
redacción final; una redacción, además hecha por su autor en los últimos meses
de su vida, iniciada en la primavera de 1983, y concluida a principios de ese
mismo verano... Es por tanto una Parte en la que todo es de Zubiri, y de un
Zubiri completamente satisfecho con la redacción alcanzada.
La segunda
razón la encontramos en otro libro póstumo de Zubiri, y posterior a la
aparición de El hombre y Dios, nos referimos concretamente a El problema
filosófico de la historia de las religiones, donde también se aborda de manera
más o menos extensa el tema de la religación, y cuya primera edición es de
junio de 1993. Aquí, en una nota a pie de página en el apartado tercero
titulado "La actitud radical del hombre", del primer capítulo, el
editor (Antonio González) señala que la exposición más acabada sobre la
religación es la que se encuentra en El hombre y Dios.6 Por ello, para apreciar
mejor la madurez que Zubiri alcanza en relación al tema que nos incumbe,
dividiremos el presente trabajo en dos partes. En la primera de ellas
mostraremos cómo plantea el filósofo español la religación en dos importantes
artículos: "En torno al problema de Dios" e "Introducción al
problema de Dios",7 donde ya se puede apreciar una evolución en lo que
hace al fundamento de la religación. Y en la segunda parte, veremos la
exposición más elaborada y acabada de lo que es la religación como actitud
radical de la persona humana, tal como la encontramos en su libro El Hombre y
Dios. Finalmente, en la conclusión haremos una valoración de todo lo expuesto.
Autor
Colaborador destacado
Christian Franco
Rodriguez Dios:
es un fundamento real en la realidad, fundamento del poder de la deidad de lo
real que palpita en el fondo del espíritu humano y que llama a la realidad como
sede de la deidad, la voz de la consciencia es la palpitación sonora del
fundamento.
Xavier
Zubiri.
Autor
Colaborador destacado
Christian Franco
Rodriguez Qué
es religación en filosofia?
Es un
momento intrínseco y formalmente constitutivo de la misma.
Esta
religación, como una respectividad constitutiva, acontece en forma de
experiencia, en la que se manifiesta el poder de lo real de una manera viva.
Lo
propio de la religión es la subordinación y vinculación a la divinidad; ser
religioso es estar religado a Dios.
La religatio
('religar', ' vincular',
Etimológicamente,
el vocablo religión proviene del latín religĭo, religiōnis, que a su vez
procede del verbo religāre.
Este
se forma del prefijo re, que indica repetición, y del vocablo ligare, que
significa ‘ligar o amarrar’.
Así,
la religión es la doctrina que liga fuertemente al ser humano con dios o los
dioses.
Todo
esto permite afirmar que la religación es la actitud radical del ser humano, la
cual lo vincula de manera radical al poder de lo real, un apoderamiento de la
persona en su estructura total por parte de la realidad.
Autor
Colaborador destacado
Christian Franco
Rodriguez La
Realidad:
En el
hombre, en el momento aprehensor, la realidad es estimulante.
El momento
aprehensor es como el acto primario del hombre en el sentir,
"intelección"; después vienen el momento de afección tónica,
"Sentimiento", y el momento de respuesta, "volición".
Impresión,
Afección, Alteridad, Fuerza de imposión, Momento de respuesta! Eso es como se
manifiesta la realidad en el hombre! La comprención de la interacción de estos
terminos hacen al hombre real!
Las
cosas, que primariamente aprehendemos, en su manera de quedar en mi
aprehensión, son la realidad. La realidad es un momento que pertenece
formalmente a la aprehensión en su primigenia inmediatez.
La
realidad no es un "extra", no es un "allende" a la
aprehensión, sino ser de suyo lo que es la aprehensión misma.
La
realidad es un "en" - la - aprehensión".
El
mismo modo de inteligir es sentir realidad!
La
intelección es ciertamente un darse cuenta! "pero es un darse cuenta de
algo que está ya presente"
La
intelección no es un acto de una facultad ni de una conciencia, es en sí misma
es un acto de aprehensión.
La
aprehensión es un hecho de que me estoy dando cuenta de algo que me está
presente y se da en el ámbito del sentir intelectivo.
Lo
real se refiere en filosofía a lo que es auténtico, la inalterable verdad en
relación -al mismo tiempo- al ser y la dimensión externa de la experiencia.
Una
reflexión científica o filosófica, consideran que lo real es: «eso que está ahí
fuera»
Aprehensión
de las cosas como realidades es, pues: El acto primario, exclusivo y radical de
la inteligencia. Es el acto formal de la inteligencia.
La
aprehensión, así, no es una acción sino una habitud, o sea, lo que hace posible
toda acción, algo subyacente a toda acción.
Aprehensión
no es conocimiento, porque el conocimiento no es algo primario y radical de la
inteligencia, sino que es un modo ulterior de intelección.
La
aprehensión es, en el hombre, momento del sentir, pero que junto con la
afección y la respuesta, permite a este abrirse desde la estimulación misma a
los estímulos como realidades.
La
inteligencia no consiste en concebir lo dado "a ella" por los
sentidos, sino que consiste en aprehender como Real lo dado sentientemente
"en ella"!
*INTELIGENCIA
SENTIENTE*
XAVIER
ZUBIRY
Solarzano
Hernandez
Para Zubiri la vida tiene un carácter
misivo, ya que el hombre se encuentra implantado en la existencia con la tarea
de tener que hacerse con las cosas, con los demás y consigo mismo. Este
"con" no es una simple yuxtaposición sino uno de los caracteres
formales de la persona humana en cuanto tal.
En este tener que hacerse el hombre se
encuentra también con que "hay" lo que hace que haya. La existencia
humana, por lo tanto, no está arrojada sino religada, ya que estamos obligados
a existir porque previamente estamos religados a lo que nos hace existir. Ese
vínculo ontológico del ser humano es "religación" En la religación,
más que obligación de hacer o el respeto del ser (en el sentido de
dependencia), hay el doblegarse del reconocer ante lo que "hace que
haya".
Pero la religación no es algo que
atañe solamente al hombre, al margen de las cosas, sino junto con ellas. Sin
embargo, sólo en el hombre la religación se actualiza formalmente, y por ello
también el universo material aparece iluminado por la luz de la fundamentalidad
religante. Así pues, el hombre podrá tener o no religión positiva, pero
consiste en religación, que es su dimensión radical y personal. Ahora bien, la
religación no nos coloca ante la realidad precisa de un Dios, sino que nos
instala en el ámbito de la deidad, la cual se nos presenta como fundante. Por
ello el atributo primero que descubrimos de la divinidad es la fundamentalidad.
De igual modo que la exterioridad de
las cosas pertenece al ser mismo del hombre -en el sentido que existir es
existir "con"-, así también la fundamentalidad de Dios pertenece al
ser del hombre, no por ser parte de él sino por ser su fundamento. No obstante,
religación y exterioridad tienen signo contrario. El hombre se encuentra entre
y con las cosas, por eso va hacia ellas. Pero con Dios no sucede lo mismo, ya
que "al estar religado el hombre, no está con Dios, está más bien en Dios.
Tampoco va hacia Dios bosquejando algo que hacer con Él, sino que está viniendo
desde Dios, 'teniendo que' hacer y hacerse. Por esto, todo ulterior ir hacia
Dios es un ser llevado por Él".
Al final de este artículo Zubiri
desarrolla dos paradojas que en principio cuestionan la religación, éstas son:
la libertad y el ateísmo. Por un lado, la religación y la consideración de Dios
como realidad religante del hombre parece comprometer seriamente la libertad
humana. Y por otra parte, el ateísmo, como fenómeno social y personal, parece
desmentir la idea misma de la religación. Con respecto a la libertad, ésta
puede entenderse como ejercicio de la libertad, es decir, se identifica la
libertad con las acciones libres que pueden realizarse; o bien se entiende la
libertad como liberación, como existencia liberada. Zubiri afirma que ambas
consideraciones de la libertad son posteriores al plano ontológico en el que se
mueve la religación.
Por ello, la religación, en todo caso,
viene a remarcar el carácter absoluto de la persona, y por lo tanto de la
libertad humana, porque una libertad sin fundamento, sin religación y sin lo
religante, sería impotencia y desesperación. Mientras que una libertad religada
y con Dios se potencia al máximo, ya que "con ella se constituye su
persona propia, su propio ser, íntimo e interior a él, frente a todo, inclusive
frente a su propia vida".
Con respecto al fenómeno del ateísmo,
Zubiri afirma que el ateísmo verdadero reside en la posibilidad del
encubrimiento de Dios, lo cual lleva a la divinización o endiosamiento de la
vida. Esta autosuficiencia, el tener la confianza puesta solamente en las
propias fuerzas para obtener el éxito en la vida, es una situación ilusoria que
se opone al fin último al que tiende la religación, es decir, a Dios; pero no
se opone a la religación misma. La religación del ateo está fundamentada sobre
sí misma, ya que "el ateo, en una u otra forma, hace de sí un Dios. El
ateísmo no es posible sin un Dios. El ateísmo sólo es posible en el ámbito de
la deidad abierto por la religación... Por lo tanto el hombre es radicalmente
religado. Su sentirse desligado es ya estar religado"
En "Introducción al problema de
Dios", Zubiri aclara un poco más lo que es la religación con una marcada
acentuación de lo personal. Tomando como punto de partida el análisis de la
realidad humana, pone el acento en el "cómo" el hombre ejecuta sus
actos, ya que en cada uno de ellos va tomando una determinada postura frente a
la realidad o ultimidad.
En esta ultimidad el hombre no sólo
está sino que tiene que estar para poder ser lo que es. Así pues, la ultimidad
tiene un carácter fundante porque hace que en sus actos el hombre no sólo sea
una realidad que actúa de tal o cual manera, sino una realidad religada a la
ultimidad. Este "es el fenómeno de la religación. La religación no es sino
el carácter personal absoluto de la realidad humana actualizado en los actos
que ejecuta".
A esta ultimidad en cuanto religante,
Zubiri la denomina "deidad", porque no se trata de Dios, sino de un
"carácter" según el cual se le muestra al hombre todo lo real. Por
ello, el descubrimiento de la religación no necesita de un razonamiento
ilativo, pero sí de una operación estrictamente intelectual que puede considerarse
como un análisis discursivo. Este análisis no pretende ser una demostración,
sino una mostración de la religación. "Esto nos aclara, ante todo, que la
religación no puede estimarse como algo lejano y problemático, inalcanzable si
no es por un largo razonamiento, sino como algo presente, y presente a una
inteligencia, por decirlo así, más vital, menos 'intelectualizada'"
Acá viene
la cuestión has empezado con el funcionalismo para luego maravillarme con tu
conocimiento de Zubiri y está conciencia
de la religación este estar religado desligado, porque hay un paso del
ser al no ser en toda existencia 1→0 y entonces surge el misterio
pascual este no ser este estar en el tener en el deseo, y en la voluntad tiene
que ir hacia sí mismo, lograr un resein volver al ser 1→0→1 una vez logrado hay que ir a la acción, más toda acción
exige una inversión y yo me desligo 0→1 paso al ser que en este caso es un deseo y paso al no
ser ejerciendo mi voluntad, que si es la voluntad divina es realmente una
voluntad de poder, asi el proceso en el que tomo conciencia de mi religación es
un proceso de desligación la experiencia misma es un desligarse para religarse
y jercer la acción desde una desligación para volver a la ligación desligarme y
retornar a la ligación estos son los pasos del ser al no ser inversión y del no
ser al ser conversión comprendiendo que el ser no es Dios sino mi ligación con
Dios y el no ser es esa desligación que me permite estar eyectado en el mundo
con toda la voluntad de poder el hecho es que no lograr esta integración del
Espíritu y la voluntad nos hacer perder el ser y el no ser y quedamos en el
intersticio en que ahora está el hombre, por esto es tan importante reconciliar
a Wagner Co Nietzsche en su separación
esta simbolizada la separación del Espíritu y la voluntad, lo que hara
imposible cualquier integración nacional y le costara las guerras a Alemania y
la hegemonía a Europa, hoy en plena posmoderndad vivimos desintegrados en una
pos humanidad algorítmica si apostamos por un funcionalismo cibernético
despidámonos de la voluntad y del espíritu y de toda la humanidad en cambio si
logramos integrarlos hay una posibilidad para la libertad y la realización de
toda la potencialidad humana.
Autor
Colaborador
destacado
Christian Franco
Rodriguez está largo tu énfasis.
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Solorzano Hernandez corresponde
a lo compartido
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Colaborador
destacado
Christian Franco
Rodriguez Impresión, Afección, Alteridad,
Fuerza de imposición, Momento de respuesta! Eso es como se manifiesta la
realidad en el hombre! La comprensión de la interacción de estos terminos hacen
al hombre real!
Cómo
interactúan estos términos
https://www.youtube.com/watch?v=-XntbBFSBUU&t=311s
https://www.youtube.com/watch?v=Sx_8VWzW0cQ
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Colaborador destacado
hybris
es un concepto helénico que se puede
traducir
al castellano como “desmesura” o “soberbia”. Está en el terreno opuesto a la
sobriedad y a la moderación, y manifiestamente relacionado
con
el ego desmedido.
.
El
origen de este vocablo se remonta al teatro
griego
y aludía la gente que robaba escena, además en el ámbito de la mitología era el
castigo de los dioses a aquellos que sobrepasaban los límites de lo humano y se
adentraban en el terreno de lo
divino.
Así por ejemplo, Prometeo fue castigado
con
la hybris por transgredir las leyes impuestas
por
los dioses al hacer partícipes del conocimiento del fuego a los humanos.
Platón
en su “Fedro” definió la hybris como un
deseo
que “arrastrándonos irrazonablemente a
los
placeres, nos gobierna”.
Por
su parte, Aristóteles en “Retórica” subraya que el placer que se busca con este
acto es “mostrar nuestra superioridad sobre los demás”.
En el
2008 el doctor David Owen, neurólogo y
miembro
de la cámara de los lores, acuñó el término “síndrome de hybris” para describir
a los
mandatarios
que muestran una tendencia a la omnipotencia y que son impermeables a la
crítica.
.
Este
síndrome, desgraciadamente, también puede aparecer en el sector sanitario y
debemos de
reconocerlo.
Partimos del hecho que la relación
médico-paciente
es asimétrica, en ningún modo
es
una relación de pares
. La
autoridad científica
del
médico, basada en sus conocimientos y habilidades, puede favorecer la aparición
de arrogancia y prepotencia, de forma que el facultativo
sea
inmune a la desgracia ajena. En este sentido,
la
hybris no sólo agrede a la ética y a la cordura que deben presidir todo acto
médico-, sino que condena al que la padece a un error persistente.
La
hybris puede provocar la toma de decisiones
erróneas,
basadas en ideas preconcebidas y una
pérdida
de la perspectiva de la realidad, de forma que ejerzamos la autoridad sin
supervisión y sin control.
La
hybris es un concepto muy imbricado con
otros
personajes mitológicos, concretamente las
Moiras
o Parcas, las tres divinidades que rigen
la
vida de los hombres. Los griegos creían que
una
enhebra el hilo de la vida, otra lo mide y la
tercera
lo corta. Los profesionales embriagados
de la
hybris se rebelan contra su propio destino, su prepotencia y arrogancia les
lleva a creer que
tienen
un derecho superior al asignado.
Es
una conducta con rasgos marcadamente narcisistas que podría definirse en base a
cuatro valores o actitudes.
Exceso
de confianza en
uno
mismo. 2) Impaciencia. 3) Falta de atención
a los
detalles. 4) Creerse infalible.
Quizás
deberíamos tener más presente en nuestros actos a Némesis, la diosa griega de
la justicia, el equilibrio y la mesura. Habría que enterrar
la
hybris y orientar nuestra brújula profesional
hacia
la “areté”.
En la
cultura griega se empleaba el término
“areté”
para indicar la excelencia. En la literatura
homérica
este vocablo tiene un carácter militar,
es el
más alto sentido del deber y del honor,
el
más elevado ideal caballeresco. Los griegos
consideraban
que era un don divino, que se adquiría por herencia y que no podía ser enseñado
ni adquirido.