Los nombres de Dios Cibernética de tercer orden
Respondiendo a tu pregunta hijo amado, yo sufro de una
esquizofrenia espiritual ontológica, esto ene l árbol de la ciencia del bien y
del mal y estoy en al Árbol de la vida quizás porque los dos árboles son lo
mismo pero a la vez inconmensurables, tarde o
temprano tendrás que elegir uno, chequea la dialéctica que hemos construido en
el camino:
Vía positiva En busca de Dios
Tesis filosofía clásica: Pres socráticos en especial
Heráclito Parménides, Sócrates, Platón “Aristóteles”.
Antítesis Filosofía Helenística: Estoicos, Epicúreos, Cínicos.,
Escépticos
Síntesis Teología apofática: San Agustín, Dionisio
Aeropajita, José Escoto Erigena, Maestro Eckhart, San francisco- San Buenaventura
Nicolas Cussa, San Juan de la cruz,
Santa teresa de Jesús
Vía negativa el Hombre como Dios de la nada
Tesis Hegel
Antítesis Marx
Síntesis Nietzsche
Vía neutra la iglesia en comunión con Cristo
Noumenología como síntesis
del psicoanálisis y la fenomenología:
Tesis Heidegger→←Freud
Antítesis ((Sartre←→ Simone de Beauvoir )→←Simone Weil)→←((Lacan←→Zizek)→←Deleuze
)
Síntesis: Sintransferencia: Jung, Levinas, Jean Luc Marion
Sincronicidad:
Jung, entrelazamiento cuántico, doble cuantico
Sintergia: Gringberg
Sincausualidad Religión Eliade, Otto, Campbell, Arte Bach, Laban,Shakespeare,Picasso,
Beuys, Growosky, Tarkosky Filosofía (Todos
los ya mencionados con su oposición Tomista-analítica-estructuralista ),
Ciencia cibernética de primer y de
segundo orden, cibernética de tercer orden, campos ontológicos, Biodramaturgia.
Esta es la filosofía del sabor espiritual donde la dialéctica
es entre el Dios y el hombre y nos lleva a una investigación transferencial en
el arte en las dimensiones de la técnica
en las que te estoy preparando:
Pre expresivo
https://www.youtube.com/watch?v=YEVO88wnJ00
Meta expresivo
https://www.facebook.com/jojo.kim.96558/videos/1385489552216005
Expresivo
Donde veremos todos logos: paleolítico, Africano, oriental
chino, andino, Griego latino, oriental Dharmico, Santo judeo, Cristiano, islámico.
En música, danza, poesía, arte visual, teatro, performance, cine.
Impresivo
Recreando simbólicamente las experiencias cero con el rito,
el mito, la representación, la diacrítica, la alteración de sistemas, la
biodramaturgia, la comunión.
Lo que ahondamos investigando los misterios: hermético, taoísta,
pachico, Eleusico, Dharmico, Pascual
tanto en lo sagrado como en lo profano.
Para poder generar luego desde nuestra ciencia transferencial
noumenologica una cibernética del tercer orden:
Hemos visto en que consiste la cibernética del primer orden,
basada primero en la homeostasis donde por medio de una retroalimentación
negativa se busca el equilibrio del
sistema a como de lugar y luego en la morfogénesis
donde pro medio de una retroalimentación positiva se busca la desviación del
sistema, su cambio, para luego pasar a una cibernética de segundo orden donde
la autopoiesis prima y el observador se da cuenta de que el determina el
sistema a partir de su lectura del mismo generando una retroalimentación que
cierra el sistema llevándonos a un constructivismo radical.
https://www.youtube.com/watch?v=xN0fLJVSj-E
Una cibernética de
tercer orden supera el cierre del observador que con su interpretación reorganiza
el sistema a partir de él y le da la posibilidad a los otros observadores de
reinterpretar el sistema logrando una biodramaturgia, es decir colapsando los
sistemas alterando y contra alterándolos hasta lograr la comunión
sintraferencial más alla de todo sistema y aún más allá de todo campo ontológico.
Sabes de los campos ontológicos que configuran toda meta
estructura:
1 El energético-fisico con las cuatro fuerzas nuclear débil,
nuclear fuerte, electromagnetismo, gravedad
2 El campo psicológico-libidinal con los arquetipos,
sombras, complejos, traumas, registros imaginarios y simbólicos
3 El campo técnico-chi-Pre expresivo, meta expresivo, expresivo, impresivo, aexpresivo, aexpresivo→←expresivo,
aexpresivo←→expresivo.
4 El campo emocional-Erótico, filial, platónico, ágape,
santo
5El campo del logos-Univoco, análogo, equivoco, formal,
informal
6 El campo espiritual-Absoluto,
revelado, subjetivo, objetivo, antiespiritu, desintegrado, integrado, infernal,
santo
7 El campo del ser-Ser, no ser, logos, unidad, verdad,
belleza, bondad.
Así podemos analizar un sistema desde su meta estructura la
cual formara su infraestructrua, su super estructura su estructura, todas ellas
siendo trasnestructura en relación transferencial con otros sistemas así
alteramos los sistemas conservadores que en la transmodernidad se invierten en
fascistas, los sistemas progresistas que se invierten en anarquistas logrando
los fascimos ácratas y los anarquismos corporativos para lograr la síntesis en
un capitalismo espiritual y su objetivación en un comunismo complementario que
es un sistema no sistema la última batalla del hombre contra Dios luego de esta él nos revelara su
nombre siendo por fin destruidos por el fuego de su amor:
LOS NOMBRES DE DIOS El presbítero Dionisio a Timoteo,
también presbítero, sobre los Nombres de Dios. Propósito de este tratado y cuál
sea la tradición de los nombres de Dios
Capítulo primero Propósito de este tratado y cuál sea la
tradición de los nombres de Dios 1. Y ahora, afortunado amigo, después de las
Definiciones Teológicas ‘, me voy a dedicar, en la medida posible, a explicar
los nombres de Dios. Que también ahora me guíe la norma de las Escrituras (Hch
7,38; Rom 3,2, Heb 5,12; 1 Pe 4,12) que de antemano nos pone límites para que
cuando intentemos explicar la verdad de las cosas que se dicen sobre Dios «no
sea con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con las pruebas del
poder que anima el espíritu de los escritores sagrados» (1 Cor 2,4); con tal
poder podremos conseguir de forma inefable y desconocida las cosas inefables y
desconocidas con una unión mayor que la que corresponde al poder y capacidad de
nuestro entendimiento racional. Por eso, de ninguna manera debe uno atreverse a
hablar ni a pensar nada sobre la Deidad supraesencial y misteriosa fuera de lo
que nos ha sido divinamente revelado por las Sagradas Escrituras. En efecto,
desconocer su supraesencia excede nuestra razón, conocimiento y naturaleza.
Tenemos que contar con un conocimiento supraesencial para podernos elevar hacia
las alturas, y en la medida que nos lo permita el rayo luminoso de la palabra
de Dios, acercarnos a tan altos resplandores con la prudencia y piedad que
corresponde a lo divino. Pues, efectivamente, si hay que dar crédito a la sapientísima
y veracísima teología, lo divino se le descubre a cada alma en la medida de su
propia capacidad. Y se puede ver la Bondad divina, que con justicia salvadora
reparte su infinitud de modo admirable entre las cosas limitadas. 1 Un tratado
ficticio o que se ha perdido. El autor, en el tercer capítulo de la Teología
Mística, resume lo que hubiera podido ser tal obra, que se menciona además en
DN I, 5; II, 1.2.6; XI, 5. 6 Los nombres de Dios Y como lo que es propio del
entendimiento es incomprensible e imperceptible por los sentidos, y lo sencillo
y lo carente de forma lo es en lo que es complejo y tiene forma, y la
intangible e informe carencia de figura de las cosas incorpóreas lo es para lo
que tiene la forma corpórea, siguiendo este mismo razonamiento verdadero, la
Eternidad supraesencial trasciende las esencias, e igualmente la Unidad, que
está sobre toda inteligencia, trasciende a todo entendimiento. Y el Uno
inescrutable queda incomprensible a todo razonamiento. Tampoco el Bien inefable
se puede expresar con palabra alguna. La Unidad es causa de unión de toda
unidad 2, ser supraesencial, inteligencia ininteligible, palabra inefable,
falta de razón, irreflexión, sin nombre, que no corresponde a nada de lo que
existe y que sin embargo es la causa del ser en todo, es incluso el mismo no
ser, porque está más allá de todo ser y como si se mostrara a sí misma con su
sabiduría y señorío. 2. Como queda dicho, nadie debe atreverse a hablar o
pensar algo de esta supraesencial y secreta Divinidad fuera de lo que nos han
manifestado divinamente las Sagradas Escrituras. Pues como, efectivamente, Dios
mismo nos ha manifestado de forma extraordinaria en las Escrituras sobre sí
mismo, ninguna criatura puede llegar a conocerle y contemplarle tal como es, ya
que Él lo trasciende todo supraesencialmente. Podrás, sin embargo, encontrar a
muchos teólogos que no solamente le celebran como «invisible» (Col 1,15; 1 Tim
1,17; Heb 11,27) 3 e «incomprensible» (Rom 11,33), ya que no existe vestigio
alguno por donde penetrar en su secreta infinitud. Sin embargo este Bien no
está totalmente incomuni2 Literalmente, la expresión «Hénada unificadora de
toda hénada» o «Mónada de toda mónada» corresponde al lenguaje neoplatónico del
último período, es decir, a Proclo y sus inmediatos predecesores. Proclo murió
el año 485. Platón había introducido el término «enas», unidad o unicidad.
Según Proclo cada una de las «énadas» que siguen al Uno son «participables»,
pero el Uno no lo es. Esta y otras pistas textuales hacen pensar que el Pseudo Dionisio
no es Amonio Sacas, como algunos han sostenido, muerto en el siglo m, sino un
discípulo de Proclo entre fines del siglo v y principios del vi. Véase H. D. Sa
ffre y , «Nouveaux liens entre le Ps. Denys et Proclus»: Revues scientifiques
philosophiques et théologiques 63 (1979) 15. 3 Cf. también CH II, 3; DN VII, 1
y Epist. 5. C .l. Tradición de los nombres de Dios 7 cado con todos los seres,
sino que por sí mismo manifiesta generosamente a todos aquel firme Rayo
supraesencial que le es propio y constante con iluminaciones convenientemente
apropiadas a cada uno de los seres, y de esta manera atrae hacia sí a las almas
santas para que, en la medida posible, le contemplen, se unan a El y le imiten.
Ésos se acercan a Él en la medida permitida y con la debida rectitud y no osan
sobrepasar la conveniente manifestación divina que se les otorga, ni se dejan
llevar de su inclinación al mal, sino que se elevan con firmeza y perseverancia
hasta el Rayo que los ilumina y, alentados por el conveniente anhelo de las
iluminaciones que les están permitidas, levantan, sensata y piadosamente, su
vuelo con santo temor. 3. Siguiendo esas normas divinas que regulan incluso
todas las jerarquías santas de los seres supracelestes, rindiendo homenaje al
misterio de la Deidad, que trasciende todo entendimiento y todo ser, con
moderación y santificadas nuestras mentes y honrando lo inefable en humilde
silencio, nos elevamos hasta los rayos de las Sagradas Escrituras que nos
iluminan. Y al ser iluminados por ellos de manera extraordinaria recibimos la
luz que nos impulsa a entonar himnos divinos y estamos configurados para las
divinas alabanzas y, además, para contemplar las luces divinas que ellos nos
han proporcionado convenientemente, y para alabar al Principio dador de bien que
concede toda manifestación de luz divina, como se ha manifestado Él a sí mismo
en las Sagradas Escrituras. Es verdad que Él es la causa, el principio, ser y
vida de todo, y no sólo llamada y resurgimiento de las cosas que se han
apartado de Él, sino que también es renovación y regeneración de lo que se ha
desviado a destruir lo divino, y es santo apoyo para los zarandeados por alguna
inquietud malsana, seguridad para quienes permanecen firmes, guía segura de los
que se dirigen a Él, iluminación de los que son iluminados, y perfección de los
perfectos, divinización de los divinizados, sencillez de los sencillos, unidad
de los unidos, primer princi 8 Los nombres de Dios pió, supraesencialmente
superior a todo principio, Bondad dispensadora del misterio en la medida de lo
posible; en una palabra, vida de los vivientes, esencia de los seres, principio
y causa de toda vida y todo ser, por su bondad productora y conservadora que
hace que los seres existan. 4. Esto lo sabemos por las Sagradas Escrituras. Y,
por así decir, toda la alabanza divina de los autores sagrados encontrarás que
está orientada a exponer los nombres de Dios con expresiones y alabanzas que
responden a las bondadosas manifestaciones de la Deidad. Por lo cual, casi en
todo tratado teológico, vemos que se celebra santamente a la Divinidad como
Mónada y como Unidad, por la simplicidad y unidad de su indivisibilidad
sobrenatural. Por Ella, como poder unificante, somos hechos uno y, reunidas
nuestras diferencias particulares de forma extraordinaria, somos reunidos en
una mónada parecida a la divina y en una unión semejante a la de Dios. Y
también se la celebra como Trinidad por manifestarse en tres Personas su
fecundidad supraesencial. De Ella procede y se llama a toda paternidad en el
cielo y en la tierra (Ef 3,15; cf. DN II, 7), porque es causa de todos los
seres, pues todas las cosas han logrado el ser gracias a su bondad creadora 4.
Sabia y Hermosa porque todos los seres, conservando inalterable su propia
naturaleza, están llenos de toda armonía divina y santa belleza. Y, sobre todo,
Amante de lo humano porque, según lo que nosotros tenemos por verdad, por una
de sus Personas se ha unido al universo, atrayendo hacia sí misma y asumiendo
la pequeñez humana, que aceptó de manera inefable el humilde Jesús, que siendo
Eterno ha asumido la duración temporal y sin renunciar a su naturaleza
inmutable e inconfundible, se ha integrado en nuestra naturaleza, cuando
esencialmente excede todo el orden natural5. 4 Cf. Epist. 8, 1; Constituciones
Apostólicas VIII 12.6 (Funk 496.22). 5 Estas líneas presentan el paso de Dios
Uno (Mónada) Creador, a la Encarnación y Trinidad (Tríada). Procesión de la
simplicidad a la pluralidad. Cf. MT III. C .l. Tradición de los nombres de Dios
9 Y todas las demás luces divinizantes que, de acuerdo con las Escrituras, nos
han comunicado sobre los misterios nuestros inspirados maestros de una manera
clara, también ahora nosotros las podemos disfrutar de forma apropiada a
nosotros a través de los sagrados velos, pues por amor al hombre, las
Escrituras y tradiciones jerárquicas 6 ocultan a los sentidos las cosas
inteligibles y a los seres lo que es superior a ellos y da forma y figura a las
cosas sin forma y sin figura, y completa y da forma con variedad de símbolos
divididos a la simplicidad sobrenatural. Pero cuando nos transformemos en
incorruptibles e inmortales (cf. 1 Cor 15,53) y logremos alcanzar la
configuración con Cristo y el más feliz destino, «estaremos siempre con el
Señor» según las Escrituras (1 Tes 4,18) y nos saciaremos con las
contemplaciones totalmente puras de la visible manifestación de Dios, que
difundirá en torno a nosotros una luz de muy radiantes resplandores, como
sucedió a los discípulos en aquella divinísima transfiguración (Mt 17,1-8; Me
9,2-8), y participando con nuestra mente inmaterial y sin ayuda de los sentidos
del don de la luz inteligible de El, y de la unidad que excede nuestro
entendimiento, que poseemos gracias a las desconocidas y bienaventuradas
irrupciones de esos rayos luminosísimos, pareciéndonos de la manera más divina
a los espíritus supracelestes, como dicen con verdad las Escrituras, «siendo
hijos de la resurrección seremos también hijos de Dios» (Le 20,36). Pero ahora
usamos de símbolos apropiados, en la medida que podemos, a las realidades divinas
y a su vez por éstos, según nuestra capacidad, tendemos hacia la verdad simple
y una de las contemplaciones inteligibles. Y dejando atrás nuestros naturales
pensamientos de las cosas divinas, dirigimos todas nuestras fuerzas
intelectuales, en la medida que nos es permitido, hacia el Rayo supraesencial,
en el cual preexisten todos los límites de todos los conocimien6 «Tradiciones
jerárquicas» quiere decir la liturgia, y «velos sagrados» se refiere a los
símbolos litúrgicos, generalmente de fundamento bíblico. Esto se ve más claro
en CH II, 5; EH VI, 1.3 (tradiciones); CH I, 2 (velos). 10 Los nombres de Dios
tos de una manera sumamente inefable. Rayo que ni es posible imaginar, ni
expresar con palabras, ni, resumiendo, poder contemplar de algún modo, pues excede
todas las cosas y no se lo puede conocer, y además contiene en sí mismo de
manera supraesencial la perfección total de todos los conocimientos y energías,
y goza de poder ilimitado superior a todos los seres, incluso las inteligencias
superiores del cielo. Si, efectivamente, todo conocimiento se refiere a los
seres, y tiene su fin en los seres, el que es superior a todo ser, está también
fuera de todo conocimiento 7. 5. Y si, realmente, excede toda palabra, todo
conocimiento, y sobrepasa totalmente nuestra inteligencia y naturaleza, aunque
comprende, encierra y precede a todo, y es El totalmente incomprensible para
todos, y no existe percepción de El, ni imaginación, ni opinión, ni nombre, ni
discurso, ni contacto, ni ciencia, ¿cómo podremos examinar a fondo en nuestro
tratado Sobre los nombres de Dios a la Divinidad Trascendente, que se nos
manifiesta como inefable e innombrable? Pero como dejé dicho en mi tratado Las
definiciones Teológicas, el Uno, el incognoscible, el supraesencial, el bien
mismo, lo que es realmente, que nombro Uno y Trino, que es igualmente Dios y
Bien, no nos es posible ni hablar de El ni comprenderlo. Y también las uniones
de las santas potencias propias de ángeles, que debemos llamar o irrupciones o
recepciones de la Bondad incognoscible y elevada sobremanera, son inefables y
desconocidas, y solamente las poseen aquellos ángeles que son considerados
dignos de ellas y gozan de un conocimiento superior al suyo propio. Las almas
deiformes consiguen esa unión de forma parecida a los ángeles, en la medida que
les es posible. Cuando ha cesado toda actividad intelectual, entonces tiene
lugar la 7 Notemos en este párrafo el entrelazamiento de la Metafísica (el ser
como objeto) y la Epistemología (Teoría del conocimiento): DN IV, 11. Termina
con esta luminosa sentencia de aplicación a la Mística: «Aquello (el Rayo de
luz que viene de Dios) que es superior a todo objeto, trasciende también todo
conocimiento». Lógicamente, el autor concluye su Teología Mística con el
capítulo 5, donde el alma que corona la cima, al encontrarse con Dios, ya tiene
otro lenguaje: el silencio. Porque las propias maneras de hablar y de entender
de nada le sirven. C .l. Tradición de los nombres de Dios 11 unión de las almas
divinizadas con la luz suprema divina, y la alaban de la forma más justa
porque, a excepción de todos los demás seres, han sido iluminadas real y
sobrenaturalmente por la unión más feliz con Ella. Porque verdaderamente es la
causa de todos los seres y Ella no es nada de esto, porque está por encima de
todo sobreesencialmente. En efecto, a la divina esencia suprema, que sin duda
es la sustancia suprema de la bondad suprema, no es posible que la tributen
homenaje ni como palabra o fuerza, ni como inteligencia o vida o ser ninguno de
cuantos son amantes de la Verdad que está por encima de toda verdad, sino como
muy por encima de todo estado, movimiento, vida, imaginación, opinión, nombre,
palabra, pensamiento, inteligencia, ser, estado, principio, unión, fin,
eternidad, de todo cuanto es ser. Y puesto que como bondad subsistente es la
causa de todos los seres por el mero hecho de ser, todos los seres causados
deben rendir homenaje a la bondadosa providencia de la Divinidad. Porque
también todo depende de Ella y por su causa existe. «Y El existe antes que todo
y todo subsiste en El» (Col 1,17) 8. Y por ser Ella el origen y fundamento de
todo y porque todo tiende a Ella, los seres racionales y dotados de
entendimiento por medio de la razón, los seres inferiores por medio de los
sentidos y los restantes seres por medio del movimiento vital o según su propia
forma de ser habitual 9. 6. Los teólogos, conocedores de esto, la celebran como
sin nombre o como con todo nombre. SlN n o m b r e , por una parte, así cuando
dicen que la misma Divinidad en una de las visiones místicas de su
manifestación simbólica reprendió al que decía: «¿Cuál es tu nombre?». Y
añadió, como queriendo privarle de todo conocimiento del nombre de la
Divinidad: «¿Para qué preguntas mi nombre?». Y también esto «es admirable» (Gén
32,29; Ex 3,13; Jue 8 Tal vez la frase bíblica que más repite el autor: DN II,
1; IV, 4; V, 5; IX, 8. l) Idea muy familiar a S a n G r e g o r io de N isa ,
Sobre las Bienaventuranzas, sermón 6: M G 44.1268B-1272C. 12 Los nombres de
Dios 13,17). ¿Acaso no es realmente este nombre admirable, «el nombre sobre
todo nombre» (Flp 2,9), el Sin Nombre, el fundamento de todo lo que tiene
nombre, ya en este siglo, ya en el venidero? (Ef 11,21) 10. E l d e m u c h o s
n o m b r e s , por otra parte, cuando presentan a la Divinidad diciendo: «Yo
soy el que Es» (Ex 3,14; Ap 1,4-8; cf. DN V), la Vida (Jn 1,4; 5,26; 11,25;
14,6; cf. DN VI), la Luz (Jn 1,4.9; 8,12; 9,5; 1 Jn 1,5; cf. DN IV, 4-6), el
Dios (Gén 28,13; Éx 3,6.15; Is 40,28), la Verdad (Jn 14,6). También cuando los
autores sagrados celebran a la Causa de todo lo hacen con muchos nombres y por
todos los seres causados la llaman Bondad (Mt 19,17; Le 18,19; cf. DN IV),
Hermosura (Sant 1,17; cf. DN IV, 7), Sabiduría (Job 9,4; Rom 16,27; cf. DN
VII), Amor (Is 5,1; cf. DN IV, 7), Dios de Dioses (Dt 10,17; Sal 50,1; 136,2;
cf. DN XII), Señor de Señores (Dt 10,17; Sal 136,3; 1 Tim 6,15; Ap 17,14;
19,16; cf. DN XII), Santo de Santos (Dan 9,24; cf. DN XII), Eterno (Is 40,28;
Bar 4,8; cf. DN X), el que Es (Éx 3,14), Autor de los siglos (Heb 1,2; 1 Tim
1,17), Dispensador de la vida (2 Mac 1,25; Prov 18,4; Jn 7,38; cf. CH II, V; EH
I, 3; Epist. 9, 1), Sabiduría (Prov 8,22.31; 1 Cor 1,30; cf. DN VII),
Inteligencia (Is 40,3; Rom 11,34; 1 Cor 2,16; cf. DN VII, 2), Verbo (Jn 1,1;
Heb 4,12), Conocedor (Dan 13,42; cf. DN VII, 4), Poseedor en grado sumo de
todos los tesoros de toda ciencia (Col 2,3; cf. DN VII, 2), Poder (Sal 24,8; 1
Cor 1,18; Ap 19,1; cf. DN VII, 1), Rey de reyes (1 Tim 6,15; Ap 17,14; 19,16;
cf. DN VIII, 1-7), Anciano de días (Dan 7,9; 13,22; cf. DN XII), Juventud
eterna e inmutable (Mal 3,6; cf. DN X, 2), Salvación (Éx 15,2; Mt 1,21; Ap
19,1; cf. DN X, 2), Justicia (1 Cor 1,30; cf. DN VIII, 9), Santificación (1 Cor
1,30), Redención (1 Cor 1,30; cf. DN VIII, 7-8), el más Grande de todo y como
Brisa suave (1 Re 19,12; Dan 9,4; Sal 86,8; 147,5; cf. DN VIII, 9). También
dicen que Él está en nuestras mentes (Ef 3,4), en las almas (Sab 7,27), en los
cuerpos (1 Cor 6,19), en el cielo y 10 Cf. G r e g o r io d e N isa , In Cant.:
PG 44.893A. C .l. Tradición de los nombres de Dios 13 en la tierra (Sal 115,3;
Is 66,1; Jer 23,24) y a la vez está Él mismo en sí mismo (Sal 102,27), está
dentro, alrededor y sobre el mundo (Jn 1,10), sobre el cielo (Sal 113,4), sobre
el ser, Sol (Mal 4,2; cf. MT III), Estrella (2 Pe 1,19; Ap 22,16; cf. CH II,
5), Fuego (Éx 3,2; cf. CH II, 5), Agua (Jn 7,38; cf. CH II, 5; XV, 2; cf.
Epist. 9, 2), Aire (Jn 3,5.8), Rocío (Is 18,4; Os 14,5; cf. CH II, 5), Nube (Éx
13,2; 24,16; 33,9; Job 36,27; Is 4,5; 18,4; 1 Cor 10,1; cf. Epist. 9, 4),
Piedra angular (Sal 118,22; Mt 21,42; Me 12,10; Hch 4,11; 1 Pe 2,4.6-8; Is
8,14; 28,16; Ef 2,20; cf. CH XV, 6-7), Roca (Éx 17,6; Núm 20,7-11; 2 Sam 22,2;
Is 8,14; Rom 9,33; 1 Cor 10,4; 1 Pe 2,8; cf. CH 11,5). Él es todas las cosas y
nada de lo que es n . 7. Así pues, verdaderamente, al que es causa de todas las
cosas y que trasciende todo se le podrá aplicar perfectamente el sin nombre y
todos los nombres de las cosas que existen para que sea verdaderamente rey de
todo y todo gire en torno a Él y esté dependiendo de Él, que es su causa,
principio y fin, y Él sea, como dice la Escritura, «todo en todas las cosas» (1
Cor 15,28; Col 3,11). También puede ser celebrado justamente como fundamento de
todas las cosas, causa primera y que las perfecciona y las conserva, defensa y
morada, que las atrae hacia Sí mismo y eso lo hace uniendo, sin resistencia, de
forma admirable. Pero no solamente es causa de unión o vida o perfección, de
manera que por esta sola u otras formas de providencia pueda llamarse así la
Bondad sobre todo nombre. Pues con todos los beneficios de su Providencia,
única y que es causa de todo, contiene en sí misma de antemano de manera simple
e indefinidamente todos los seres. Por ello merecidamente es celebrada y
nombrada por todos los seres. 8. Pero es verdad que los teólogos no solamente
hacen uso de esos nombres de Dios que responden a la providencia total o
parcial o a los que gozan de tal providencia, sino que 11 «rcavia xa ovia, Kai
o\)Sev tcov o v tc d v ». Frase que Eckhart se complace en repetir. Y una de la
lista por la que fue condenado en Avignon el 1329: «omnes creaturae sunt unum
purum nihil: non dico quod sint quid modicum vel aliquid, sed quod sint purum
nihil». Cf. D e n z in g e r, 976 (In Agro Dominico). 14 Los nombres de Dios a
veces incluso usan para la Bondad, que sobrepasa toda luz y todo nombre, por
unas u otras causas o fuerzas, de nombres que responden a algunas visiones
divinas que iluminan a los iniciados y a los profetas en los templos o en
cualquier otro lugar. También le atribuyen formas y figuras humanas (Gén 3,8;
18,2; Ez 1,26; 8,2) 12, de fuego y de zafiro (Ez 1,26), y alaban sus ojos (Sal
11,4; 17,2; 18; 34,15; Eclo 23,19), oídos (Sal 17,6; 34,15; 102,2; Sant 5,4),
cabellos (Dan 7,9), rostro (Éx 33,23; Sal 34,16; 102,2), manos (Éx 33,22; Job
10,8; Sal 44,3; 75,8; 89,13.23; 145,16; Ez 6,14; 8,2ss), espaldas (Dt 32,11;
Sal 17,8; 91,4), alas (Dt 32,11; Sal 17,8; 91,4; cf. CH XV, 3), brazos (Dt
33,17; 1 Sam 30,30; Job 40,9; Sal 89,13; 98,1), dorso (Éx 33,23), pies (Gén
3,8; Ex 24,10; Sal 45,3). También le aplican coronas (Ap 14,14) y tronos (Sal
45,6; 103,19; Ez 1,26; Is 6,1; Dan 7,9; Heb 1,8; Ap 4,2; cf. Epist. 9, 1),
copas y vasijas (Sal 75,8; Prov 9,2; cf. Epist. 9, 1) y todo cuanto tiene un
significado místico, y que, en la medida posible, intentaré explicar en La
Teología Simbólica 13. Pero ahora sigamos con la explicación de los nombres
conocidos de Dios, que es lo perteneciente a este tratado, con la guía de las
Escrituras y teniendo en cuenta lo dicho anteriormente como norma a seguir. Y
según nos prescribe siempre la jerarquía de las normas en todo tratado sobre
Dios, debemos contemplar estas manifestaciones deiformes con mirada mística,
propiamente hablando, y a la vez prestar atención a las explicaciones de los
santos nombres de Dios, escuchándolas santamente, y según la divina tradición,
dejando las cosas santas para los santos 14, y evi12 Los símbolos mencionados
en esta página se exponen con mayor profusión aún en la Epist. 9, 1 y en CH XV.
Es lo que Dionisio llama Teología Simbólica. 13 Obra ficticia o perdida, que el
Areopagita menciona siempre con relación a los símbolos bíblicos tomados de
objetos o imágenes sensibles en referencia a Dios. El autor lo transfiere aquí
al dominio intelectual de los nombres de Dios, analizándolos en grado
descendente: de la alta simplicidad del espíritu a la baja multiplicidad de las
cosas. C f DN IV 4; IX, 5; XIII, 4. Vuelve a mencionarse la teología Simbólica
en MT III. En Epist. 9, 1.6, es donde nos podemos mejor percatar de lo que
fuera aquella obra, real o ficticia. 14 Constituciones Apostólicas VII 13; EH
I, 1.5. C.2. Unificación y diferenciación en Dios 15 tando que sean objeto de
burla e injuria para los profanos. Antes bien, impidiendo que esos tales, si
realmente existen, opongan una hostilidad sacrilega contra todo esto. Tú,
excelente Timoteo, debes preocuparte, ciertamente, de observar esto, como manda
la sagrada enseñanza (1 Tim 6,20) y respecto a los profanos no trates con ellos
las cosas divinas ni de palabra ni en ninguna otra forma. Y que a mí me conceda
Dios celebrar de manera digna de Él los muchos nombres que manifiestan la
Bondad de la Deidad, que no es posible nombrar ni expresar con ningún nombre, y
que no quite de mi boca la palabra de verdad (Sal 119,43).
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