El código
Es una Configuración entre el ego al que se le promete ser
uno y el alter al que se le promete ser nada.
Esta es una promesa de libertad total para el ego en lo uno
la libertad negativa queda integrada en la libertad positiva y para el alter la
libertad positiva queda integrada en la libertad negativa.
Así el padre se
realiza en el uno cuando el objeto
revela al sujeto alcanzando lo absoluto y la madre se realiza en la nada cuando
el ser se hace no ser.
Pero el poder consiste en que ni la realización del ser se
logre en lo uno deviniendo ni la redención del no ser se logre en la nada redentora.
Y entonces lo que
tenemos es el sadismo de un padre no realizado que descarga su frustración en
el otro, y el masoquismo de una madre no realizada que destruye al uno en la
pulsión de muerte donde el deseo de posesión imposibilita cualquier libertad.
Pero en este tiempo es claro que la promesa es vacía y de lo
que se trata es de simularla asila estrategia a de dominio consiste hoy en
privatizar el sufrimiento y el miedo,
ocultando su sociabilidad, es decir impidiendo su socialización su
politización. La política significa la trasposición de lo privado a lo público.
Lo que hoy sucede más bien es que lo público se disuelve en lo privado, la
esfera pública se desintegra en esferas privadas.
La voluntad política de configurar un espacio público, una
comunidad de la escucha, el conjunto político de oyentes, esta menguando
radicalmente. La interconexión digital favorece este proceso. Internet no se
manifiesta hoy como un espacio de la acción común y comunicativa. Más bien se
desintegra en espacios expositivos del yo, en los que uno hace publicidad sobre
todo de sí mismo. Hoy internet no es otra cosa que una caja de resonancia del
yo aislado. Ningún anuncio escucha.
Y es que el código capitalista para la realización del uno
es el del ganador perdedor y para el otro es el de poseedor desposeído,
habiendo un código medial de incluido excluido, en el que ya al estar
incluido en el juego te sientes un
ganador y poseedor y al estar excluido te sientes un perdedor desposeído, hoy
la gran mayoría somos según este código perdedores desposeídos, pero el espacio
virtual nos permite construir una imagen simulada de ganadores, que cada vez
menos creen pero aun así es vital para
poder existir en el mundo contemporáneo
y es que l problema no es que el capitalismo se apropia de todo sino más
bien que aquello que queda excluido del capitalismo pierde todo valor.
Veamos de forma general
cómo funciona el flujo del
capital para poder entender cómo se configura el código.
EL ENIGMA DEL CAPITAL Y LAS CRISIS DEL CAPITALISMO
David Harvey
Aquí tienen un resumen claro y conciso de la obra de David
Harvey.
En su obra Harvey nos presenta una perspectiva dinámica y
crítica del sistema capitalista, definiendo el capital no como algo estático,
sino como un "flujo vital" en constante movimiento. Para Harvey, las
crisis no son fallos externos, sino disfunciones inherentes a este flujo.
- El Capital como Flujo Constante
El capital, para Harvey, es un proceso continuo de circulación y
valorización. No puede permanecer inactivo; debe moverse constantemente de
dinero a mercancías, y de estas a más dinero, generando así plusvalor. Este
flujo es intrínsecamente global, conectando cada rincón del mundo y propagando
las crisis a través de sus redes. Además, el capital es el motor que produce
todo lo que consumimos, moldeando nuestra vida diaria y reproduciendo las
relaciones sociales capitalistas a través de su lógica de acumulación.
- Las Crisis como Problemas del Flujo
Las crisis capitalistas surgen cuando el flujo se interrumpe,
manifestando contradicciones internas:
* Sobreacumulación: Ocurre cuando hay un exceso de capital que
no encuentra oportunidades de inversión rentables, o cuando la capacidad
productiva excede la demanda, paralizando la inversión.
* Problemas de Realización: Aunque se produzcan bienes, si no se
venden en el mercado, el capital no completa su ciclo y el valor no se
"realiza".
* Desplazamiento Geográfico y Temporal: Ante las crisis, el
capital busca "soluciones" moviéndose a nuevas regiones
(desplazamiento geográfico) o posponiendo la crisis a través de la deuda y la
especulación financiera (desplazamiento temporal), lo que a menudo las agrava a
largo plazo.
- El Enfoque Geográfico: El Capital Transforma el Espacio.
Como geógrafo, Harvey destaca cómo el capital no solo fluye,
sino que también transforma el espacio. Requiere espacio para fábricas,
infraestructuras y ciudades, alterando paisajes físicos y sociales. Esta
inversión fija genera tensiones, y el capitalismo recurre a la
"destrucción creativa del territorio", donde barrios, industrias o
recursos naturales son desmantelados para abrir paso a nuevas oportunidades de
valorización, generando dislocación social y ambiental.
- Los Ciclos del Capital y sus Implicaciones.
Harvey desglosa los mecanismos internos de las crisis a través
de los ciclos del capital, que se dividen en tres fases interconectadas:
* Producción y Acumulación (Inversión inicial): El dinero se
invierte para producir. Aquí pueden surgir problemas de sobreproducción
generalizada si se invierte demasiado y se produce más de lo que el mercado
puede absorber, llevando a caídas en las ganancias y, a menudo, a la búsqueda
de inversiones especulativas inestables.
* Relaciones Laborales (El capital "busca trabajo"):
Se necesita fuerza de trabajo para producir. Surge un conflicto entre la
búsqueda de ganancias del capital y las condiciones laborales de los
trabajadores. Salarios bajos limitan el consumo, y el desempleo masivo reduce
el poder de compra, afectando la demanda.
* Consumo y Realización (El capital "acude al
mercado"): Los productos deben venderse para que el capital regrese con
ganancias. La desigualdad extrema puede llevar a crisis de subconsumo, donde la
mayoría no puede comprar todo lo producido, provocando sobreproducción,
deflación y recesión. El fomento del crédito puede crear burbujas que,
eventualmente, estallan.
Las crisis, para Harvey, son el resultado de problemas
interconectados en estas fases. Cuando el capital encuentra barreras, intenta
desplazarlas geográficamente o temporalmente, posponiendo el problema y
haciéndolo más grande.
- Un Llamado a la Acción.
Finalmente, Harvey va más allá del análisis académico para
plantear una pregunta política crucial: si las crisis son inherentes al
capitalismo, ¿qué hacer y quién lo hará? Su obra es una invitación a la
reflexión crítica sobre la necesidad de alternativas al sistema actual y a la
organización colectiva para lograrlas.
En resumen, la obra de David Harvey ofrece una visión profunda y
crítica del capitalismo como un sistema complejo y contradictorio, cuyo
incesante movimiento y expansión son la raíz de sus crisis recurrentes, pero
también un recordatorio de que, al ser una construcción social, puede ser
cuestionado y transformado.
DESCARGAR
Más el capitalismo no se ha quedado atrás ¿Cómo resuelve el
problema en el ciclo de la sobre producción?
Con Cibernética, en todo momento nos está monitoreando para tener una información
confiable de la demanda del mercado, claro que pocas empresas pueden tener
acceso a tamaña información por esto el capitalismo es corporativo o en el caso
de China un estado que monitorea los
mercados, el grave problema es que los ciudadanos dejamos de ser ciudadanos
para ser solo datos, y siendo todo en el capitalismo mercancía, al final solo
somos mercancía informática que sirve para vender más mercancía. ¿Cómo resuelve
el problema de las relaciones laborales el capitalismo? Pues invirtiendo en capital constante sobre todo tecnología que
no haga al capital depender de la fuerza de trabajo, pero esto ¿No afecta la
demanda? No, si el capitalismo para a
ser rentista virtual en un tecno feudalismo, donde todos compiten pro auto
publicitarse en el mundo virtual y es que si la economía es una economía de
especulación financiera y de servicios, todos se convierten en emergentes compitiendo
por existir en el mercado. Y por último el capital se desplaza en pequeño
externalizando sus crisis pero también hay desplazamientos totales en las que
el capital deja al imperio español-italiano para ir a los países bajos, para
luego ir a Inglaterra, para luego ir a los estados unidos para ir a China,
india en busca de grandes mercados, dejando una crisis atrás y reiniciando de
nuevo sus ciclos.
Mas hoy el capitalismo es rentista digital manejando grandes
plataformas, en las que todos se están publicitando con lo cual el capitalista
ya no tiene que arriesgar ni invertir más que en remodelar las plataformas de
vez en cuando.
¿La pregunta es podemos hacer del espacio de internet un
espacio de escucha y en esa escucha organizar a la comunidad?
Pero cuando hablamos de organizar ¿A que no es estamos
refiriendo?
Pues a lograr la transferencia de lo uno donde el padre se
realiza en un sujeto que logra el objeto comunista. Y es que como bien dice
Hegel el ser en su absoluto siempre estuvo ahí el proceso es para tomar
conciencia y dejarlo ser.
Y de lograr la retransferencia de lo otro en la nada misma donde el Dasein
se hace Resein para lograr el ser integrado el sinsein donde no hay posesión
sino una propiedad en la relación, que como tal es una no propiedad.
Para lo cual hay una meta código sintransferencial donde la
madre realizada y el padre realizado se encuentran este es el tinkuy
complementario.
Este proceso es imposible de realizarlo completamente en
internet y es que apenas nos demos cuenta que no hay proceso que el ser sigue siendo el mismo aparece
otra cara del ser en el devenir cara que exige su resolución porque establece un conflicto, podemos decir
que ese conflicto es pura maya es ilusorio viéndolo desde la retransferencia en
la nada, pero la transferencia el padre nos exige su superación, no
podemos quedarnos en una alma bella:
Hegel expone y desarrolla su concepción crítica del “alma bella”
en la Fenomenología del
Espíritu. Esta figura del Espíritu se caracteriza porque su
contenido es la identidad del yo consigo mismo. El filósofo alemán sostiene: “La
autoconciencia ha retornado ahora a su refugio más íntimo, ante el que
desaparece toda exterioridad como tal, a la intuición del yo = yo, donde este
yo es toda esencialidad y toda existencia” (Hegel,
1966: 383). La autoconciencia individual se concibe
como la totalidad de la realidad ética. Es decir, ella proclama que conoce la
ley moral. Más aún, el alma bella afirma que el contenido de su propio yo es la
esencia y realidad efectiva (Wirklichkeit),
de la universalidad de la ley moral. El mundo exterior es una apariencia
inesencial y la realidad ética no se realiza en la exterioridad. Pues los
hombres sólo actúan de acuerdo a intereses personales y las instituciones son
herramientas para la consecución de sus objetivos. Luego, el alma bella
considera que sus juicios de valor son el único criterio válido para juzgar las
acciones de los demás.
Sin embargo, la ley moral proclamada por el alma bella es un
universal abstracto, ya que su contenido carece de determinaciones concretas.
El “yo” autoconsciente es incapaz de darse un contenido determinado sin el
aporte del mundo exterior. Los preceptos, prohibiciones y exigencias éticas que
aceptamos o rechazamos derivan de determinaciones particulares exteriores a
nuestra conciencia. Por este motivo, Hegel afirma que “toda vida y toda
esencialidad espiritual ha retornado a este sí mismo y ha perdido su diversidad
con respecto al yo mismo” (Hegel,
1966: 383). La mismidad del “yo” excluye la diversidad
de determinaciones particulares concretas que pudiesen enriquecer su contenido.
Luego, el alma bella cae en el solipsismo y se cierra sobre sí misma. Ella se
considera la voz del universal abstracto que contempla en soledad, y se concibe
como la reflexión de lo absoluto y divino.
La identidad abstracta del alma bella excluye la oposición a
cualquier objeto particular, ya que todo objeto implica la negación de la
conciencia que lo percibe. Es decir, el objeto se opone a la subjetividad y
niega la identidad que esta tiene consigo. Pero toda conciencia individual
tiende a la negación del objeto que niega su identidad. El movimiento de
negación de la negación no implica el retorno a una identidad primigenia, sino
la superación de la misma. Pues la nueva identidad alcanzada por la conciencia
se funda en la negación de aquello que había negado la identidad abstracta. El
lado objetivo negado es conservado como un momento necesario de su nueva
identidad. El proceso descripto supone la objetivación de la subjetividad que
lo realiza, porque esta ha conservado el objeto negado y superado en la nueva
instancia que ha alcanzado. Luego, el alma bella no deviene una subjetividad
determinada por el objeto particular que se le anteponga porque ella se ha
abstraído de la objetividad del mundo que la rodea. La bella subjetividad es
incapaz de objetivarse. Así, Hegel sostiene que “le falta la fuerza de la
enajenación, la fuerza de convertirse en cosa y de soportar el ser” (Hegel,
1966: 384).
Más aún, la ausencia de objetivación supone que el alma bella no
transforma la realidad en la que vive. Pues la subjetividad transforma el
objeto en su proceso de objetivación. Es decir, el alma bella no exterioriza su
interioridad. Por este motivo, Hegel sostiene:
Y, para conservar la pureza de su corazón, rehúye todo contacto
con la realidad y permanece en la obstinada impotencia de renunciar al propio
sí mismo llevado hasta el extremo de la última abstracción y de darse
sustancialidad y transformar su pensamiento en ser y confiarse a la diferencia
absoluta (Hegel,
1966: 384).
La bella subjetividad rehúsa a la renuncia de la identidad
abstracta para el sostenimiento de su pureza. Pero esta obstinación supone la
exclusión de un objeto particular que se le oponga y la niegue. La ausencia de
interiorización de determinaciones particulares implica la imposibilidad de
exteriorización objetiva de lo aprehendido, ya que no posee un contenido que
pudiese transformar y presentar como suyo. El alma bella se limita a la
autoproclamación de su santidad y a la enunciación de juicios de valor respecto
de las acciones de los demás. Pero semejantes enunciados son abstracciones sin
contenido eidético concreto determinado. Sus expresiones son la manifestación
de la imagen que tiene de sí misma, y no son útiles para los demás.
Y entonces el proceso pasa por una lucha concreta en la
contingencia con el conflicto pero si uno queda determinado en esa lucha por la
negatividad se pierde así como el alma bella es un momento del espíritu a
superar el alma maldita también lo es, más tanto superar el alma bella como el
alma maldita requieren de un convivio de un acompañamiento de una amistad de
una hermandad que internet no hace posible, desde internet podemos
transferir información valiosa más
allá del valor del capital, pero para
que esa información se haga experiencia de la conciencia se necesita un acompañamiento
una mediación del logos , donde el biotejedor desde el arte del biotejido
encarne al logos y haga la transferencia y la retransferencia, la fe como
intuición del ser es clave para poder superar la negatividad, los conflicto
estañen la realidad pero no son reales lo único real es el ser y entonces se
vuelve al ser pasando el no ser con toda su negatividad pero integrando esta
negatividad, para luego hacer el camino de la redención en una afirmación de la afirmación donde
ahora lo positivo queda integrado en lo negativo en la acción, así como antes lo negativo quedo integrado en lo
positivo en el pensamiento en ambas integraciones se logra un neutro donde ya
no hay división, complementar a ambas singularidades una individual y la otra
general es lograr el meta código a partir de este meta código , todos los
códigos son posibles pero ninguno nos deja atrapados en ningún sistema.
"Hay una frase de
Brecht que tiene mucho sentido para mí: 'Él pensaba dentro de los demás y los
demás pensaban dentro de él'. En el fondo, la finalidad última de la escritura,
el ideal al que aspiro, es pensar y sentir dentro de los otros, como los otros
-los escritores, pero no solo ellos- han pensado y sentido dentro de mí".
Y es que lograda la sintransferencia el uno está dentro del otro y el otro está dentro del uno por esto es tan esencial la
poesía para lograr él meta código pero miremos el código de nuevo desde la
cibernética de segundo orden de Luhmann:
El punto de
partida para desarrollar la teoría del poder
que hemos
elegido tiene consecuencias para el modo en que
uno percibe y
continúa la pregunta de cómo se aumenta el
poder. Por
ejemplo, si uno trata al poder, lo mismo que Kurt
Hold,
68
como una
habilidad para hacer daño, la manera en
que ocurre el
aumento consiste en el grado de daño que
puede causar
el portador de poder, y/o en el grado de contra
poder que
pudiera evitar el daño en forma efectiva. Este
punto de
partida sí que tiene ventajas para la metodología y
la medición;
sin embargo, no abarca la función ordenadora
característica
del poder, o sólo lo hace de modo indirecto
por medio de
una teoría de la amenaza del poder.
69
La aso-
ciación
estrecha de lo poderoso con lo peligroso, realmente
sólo es adecuada para sociedades arcaicas y modos arcaicos
de
pensamiento,
70
para
sociedades sin medios de comunica-
ción
diferenciados. La formación de conceptos debe ir de la
mano con el
desarrollo societal. Por medio de una teoría de
los medios de
comunicación se desarrolla un concepto del
poder, que
hace posible ver cómo puede mejorarse la reali-
zación de
funciones particulares bajo diferentes condiciones
sociales. La
función que se va a realizar es la transferencia
de
complejidad reducida, la que se torna más crítica mien-
tras más
complejo se vuelve el mundo constituido intersub-
jetivamente, y
las condiciones para aumentarla están institu-
cionalizadas
en el código del medio.
Todas las
posibilidades de mejora (aumento) están uni-
das a lo que
es básico para la diferenciación del código y el
proceso: la
generalización de los símbolos.
71
Al decir
genera-
lización
queremos decir una generalización de orientaciones
significativas,
que hace posible que persista un significado
idéntico
cuando se le enfrenta a diferentes personas en dife-
rentes
situaciones, con el objeto de sacar conclusiones igua-
les o
similares. Al reducir el significado de la situación inme-
diata,
disminuye la carga de obtener y evaluar la informa-
ción en casos
individuales, y se elimina la necesidad de reo-
rientación
completa al cambiar de un caso a otro. De este
modo, absorbe
inseguridad en forma simultánea. Se torna
posible
formar expectativas complementarias y modos de
comportarse
con base en las expectativas, pero al mismo
tiempo se
corre el riesgo de que este tipo de conducta, aun-
que esté
orientada por la expectativa, no sea adecuada para
la situación,
porque no explota las posibilidades que la situa-
ción concreta
puede ofrecer (por ejemplo, no explota una
debilidad
momentánea del poseedor del poder) y se pierden
oportunidades
de aprender. La flexibilidad de la conducta en
diferentes
tipos de situación dentro de un código es, al me-
nos por el momento, pagada por la inflexibilidad del código.
Eso se aplica,
especialmente, a la generalización normativa y
conscientemente
contrafactual.
Por simbolismo
(símbolos, códigos simbólicos) debe en-
tenderse una
situación de interacción estructurada de un
modo muy
complejo en una forma simplificada y, de este
modo,
experimentada como unidad. Las condiciones para la
formación del
poder como el medio de comunicación anali-
zado en la
sección previa, como tales no pueden ser un tema
permanentemente
consciente en ambas partes. Se resumen
y describen en
símbolos de palabras o en signos, o bien,
nuevamente,
mediante la simbolización de la identidad de la
gente. Las
formas de expresión varían, por ejemplo, en su
relación con
las fuentes de poder, en su grado de personali-
zación, en el
grado de su formulación jurídica, etc. El sim-
bolismo como
tal es un prerrequisito vital para la formación
del poder. El
lenguaje —y no sólo sólo el lenguaje teórico de
la ciencia—
tiene «conceptos de disposición» tales como la
fuerza, la
habilidad y el potencial, listos para este propósito.
Estas
expresiones esconden el hecho de que el poder es una
modalización
de los procesos comunicativos, porque combi-
nan la
expresión de la posibilidad con una atribución de po-
der para el
portador de poder. En esta función, son partes
del código del
poder mismo.
Como
potenciales simbolizados, los conceptos de dispo-
sición tienen
características identificables: logran la simpli-
ficación al
pasar por alto la aclaración o al anticipar lo que
se hace
posible. No son modelos, mapas o planes; no nece-
sitan
parecerse a lo que se hace posible. En cambio, dan
por sentado el
tiempo —casi como un equivalente funcional
de la
semejanza— y las oportunidades que surgen con el
tiempo. Los
símbolos expresan una posibilidad estabilizada,
una
disposición del sistema para actuar como su propio ca-
talizador,
que puede tornarse productivo si surgen otras
condiciones.
Con base en
una generalización simbólica y en una po-
tencialización,
para cada medio diferente se puede desarro-
llar un código
diferente. No cada serie de símbolos generali-
zadas, no cada
texto, no cada estructura es necesariamente
un código en
el sentido más preciso. Por código queremos
decir una
estructura que está en posición dezyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVU
buscar y atri-
buir un ítem complementario diferente a cualquier
ítem dentro
de su campo de referencia. El funcionamiento de estos códi-
gos puede
aclararse en términos de los códigos especiales
que sirven
para reescribir textos en otros portadores de da-
tos, para los
propósitos de traducción o para el procesa-
miento
mecánico de la información. Pero hay muchos otros
casos, por
ejemplo, sobre la base de las enzimas, incluso en
la evolución
preorgánica (códigos genéticos).
73
Para la evolu-
ción social y
cultural, el código más importante se forma
con la ayuda
del lenguaje, porque el lenguaje implica las ca-
pacidades para
la negación, de manera que, para las funcio-
nes
importantes del lenguaje, existe una negación que co-
rresponde
exactamente a la expresión.
74
Precisamente
debi-
do a esta
habilidad de la comunicación lingüística para decir
que no, que
se tornan necesarios aquellos mecanismos adi-
cionales al
lenguaje que hemos combinado bajo el título de
medios de
comunicación. Tienen que garantizar su habili-
dad para
operar como un código de otro modo. Volveremos
a esto en el
capítulo VI, en el contexto de la discusión de la
esquematización
binaria.
Las
estructuras con características de código parecen ex-
tremadamente
significativas, tal vez incluso indispensables,
para la
construcción de sistemas complejos. Las razones de
esta capacidad
están en el tipo de selección posible sobre la
base de un
código, más precisamente en su combinación de
universalismo y particularidad. El código está en posición de asignar a
cada ítem un complemento que le corresponde
en forma exacta,
relativamente independiente de la distribu-
ción en el
sistema circundante. Así, por ejemplo, a cada co-
municación
lingüística se le asigna la negación que le co-
rresponde en
forma exacta, a cada declaración verdadera su
negación que
le corresponde en forma exacta, cada producto
o insumo, el
registro cruzado correspondiente, a cada sonido
sus letras,
etc. De este modo, el código produce, a medida
que lo
requiere la oportunidad (aunque independientemente
de la
distribución de las oportunidades excepto en lo que
concierne a
la duración o probabilidad del proceso) pares
característicos
del sistema como un prerrequisito para ope-
raciones
posteriores.
En un sentido
muy elemental o interaccional, el poder
siempre es un
código, es decir, en cuanto que asigna alterna-
tivas de
evitación en cada etapa para la selección de acciones
cuya
transmisión se busca, con lo cual duplica inmediata-
mente las
posibilidades bajo consideración. Como se ha mos-
trado, esta
duplicación, típica de un código, hace posible
asignar un no
deseo de la persona sujeta al poder a un deseo
del portador
de poder. Una persona que quisiera ser estu-
diante se
transforma en alguien que no hubiera deseado ser
reclutado
debido a los papeles de reclutamiento y sólo debido
a ellos,
75
y así es
educado en contra de la complementariedad
del deseo y no
deseo, que es decisivo en el contexto del po-
der. Así, por
medio del poder, de la impulsibilidad difusa y de
la
espontaneidad que lucha por metas de la vida social, surge
una
distribución innatural del deseo y no deseo como precon-
dición de
acciones específicas. Este es el punto de partida, un
prerrequisito
necesario para cada mejora del poder.
Como
resultado de esta regla de duplicación que forma
alternativas evitables complementarias, el poder siempre es
un código. En
cada caso, da dos cursos a la situación, a
favor o en
contra del intento del portador de poder. Por de-
cirlo así, eso
es poder en bruto. La relación entre estos dos
cursos puede
codificarse una vez más, es decir, puede du-
plicarse
nuevamente, por ejemplo, como combinaciones per-
mitidas o
prohibidas. EstazyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPONMLKJIH codificación secundaria está rela-
cionada
precisamente con la relación que se forma por me-
dio de la
regla de duplicación del código primario, y sus
problemas de
referencia están en un área específica de pro-
blemas de esta
relación. En el caso del poder, los grados
excesivos de
libertad ofrecidos por las combinaciones posi-
bles con las
alternativas evitables, deben traerse dentro del
alcance de las
expectativas. De este modo, en nuestra propia
tradición, la
codificación secundaria del poder resulta del es-
quematismo
binario de lo correcto y lo incorrecto.
76
Incluso en el
área de los medios de comunicación esto
no es un caso
aislado. Así, en el código económico de la
propiedad, la
regla simple es que los fondos de una persona
significan,
simultáneamente y en grado idéntico, la pérdida
de los fondos
de otra; aquí se da una codificación secunda-
ria en el
mecanismo monetario en una cierta etapa de desa-
rrollo. El
código monetario duplica las oportunidades de
convertirse
en dueño de una propiedad por medio de los
símbolos del
dinero (sin valor en sí mismos). Esto pone en
movimiento las
posesiones materiales; pueden, como podría
decirse,
cambiar a sus poseedores y, debido a esta posibili-
dad, aumentar
sus valores, ya que se entregan a cambio de
riqueza o
dinero. Como no poseedores de ciertos bienes,
aquellos que
tienen dinero tienen la oportunidad de adqui-
rirlos, y
viceversa. Un problema parecido surgió en el esque-
matismo
lógico del medio de la verdad tan pronto como se
legitimizó
reflexivamente el proceso de la negación y se le
aceptó en el
código del medio como más reflexivo. Entonces,
para usar una formulación de Bachelard, las verdades «se dialectalizarían»
con respecto a su potencial para convertirse
en una
falsedad, y viceversa para las falsedades.
77
A los con-
temporáneos
de este cambio les pareció que la mente misma
se había
puesto dentro de la estructura de la historia. Pero la
historia no
es un código. Es verdad que la codificación se-
cundaria de
la verdad está designada por títulos tales como
dialéctica o
lógica polivalente, pero hasta ahora, su estructu-
ra no se ha
aclarado.
78
Las
codificaciones secundarias son un elemento, pero
sólo uno, que
aumenta la capacidad de los medios de comu-
nicación para
desarrollar la tarea de la transmisión requeri-
da por la
estructura societal cambiante. Tendrían que exami-
narse más
profundamente en el contexto de una teoría gene-
ral de los
medios de comunicación. Además, el hecho de
aumentar el
poder en proporción a las demandas que se
desarrollan en
la sociedad, depende de los símbolos adicio-
nales que se puedan
asociar con el código del poder. El au-
mento no debe
entenderse solamente como una generaliza-
ción aumentada
de los símbolos del código a una escala uni-
dimensional.
Más bien, los cambios en el nivel del poder que
ocurren en
las sociedades que se están tornando más com-
plejas, se
presentan contra una multiplicidad de problemas
diferentes,
cuyas soluciones tienen que institucionalizarse en
el código del
poder. No todas las formas de solucionar un
problema son
compatibles con otras, y todas tienen errores
en su
funcionamiento. Sus efectos totales determinan el ni-
vel respectivo
en que funciona el poder socialmente diferen-
ciado.
Enseguida
examinaremos una lista de estos problemas,
aunque no
seremos capaces de hacer justicia total a las in-
terdependencias
existentes. Nos dedicaremos exclusivamente
a formas de
preguntas que también pudieran ser desarrolla-
das para otros códigos de medios 1. Las generalizaciones simbólicas
hacen posible cam-
biar
parcialmente el proceso de la transmisión de la comple-
jidad
reducidazyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA
desde él nivel de la comunicación explícita al
nivel de la expectativa complementaria y, con esto, eliminar
algo de la
presión del proceso de comunicación, la que con-
sume tiempo,
es tosca y no es traducida en forma astuta por
el lenguaje.
79
Entonces, la
anticipación de la persona sujeta
al poder se
presenta en dos ámbitos: no sólo se relaciona con
las
reacciones del portador de poder si sus deseos no se
cumplen, es
decir con las alternativas de evitación, sino que
también se
relaciona con los deseos mismos. El poseedor de
poder no tiene
que ordenar, porque se obedecen incluso las
órdenes que
no da. Aun la iniciativa de mando puede trans-
ferirse a la
persona sujeta al poder; si no le es claro, pregun-
ta cuál fue la
orden. La comunicación explícita está limitada
a una función
residual inevitable. En cierta medida, con esta
forma de
aumento del poder, éste es transferido a la persona
sujeta al
poder: decide cuándo le hace caso al poseedor de
poder y, con
esto, no sólo gana influencia, sino también po-
der, esto es,
las alternativas de evitación de estimular al po-
seedor de
poder para que de ninguna manera dé órdenes
todo el
tiempo.
80
Los casos de mal funcionamiento del poder son límites en la formalización y
la centralización del poder
ejercido
cuando no hay comunicación.
2. La
anticipación del nivel dual delzyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQP
a) poder; y b) de la
materia de que
se preocupa el poder, demanda una cierta
diferenciación
de estos dos niveles y, de este modo, diferen-
tes garantías
de anticipación posible en ambos. Esta necesi-
dad apunta a
una característica más de los códigos de los
medios
totalmente desarrollados: la naturaleza dúplice de la
formación
simbólica. El código del medio mismo debe dife-
renciarse de
aquellos símbolos que señalan selecciones, o
disposición
para hacer selecciones, para comunicar materias zyxvutsrqponmlkji
y opiniones, y para determinar los contenidos de las
expecta-
tivas. Por lo
tanto, el código incluso puede garantizar que el
poder sea
relativamente independiente de cualquier conside-
ración de la
materia por medio de símbolos adecuados, por
ejemplo,
cargos y aptitudes.
81
La
independencia de la mate-
ria hace
posible una separación temporal entre la formación
del poder y
el ejercicio del poder,
82
y hace más
fáciles las
iniciativas.
Por lo tanto,
el mismo código de los medios consiste en
reglas
simbólicamente generalizadas sobre la combinación
posible de
otros símbolos que primero instigan los procesos
de selección
a través de la experiencia o la acción. Por ejem-
plo, en el
código de la verdad están incluidas las reglas gene-
rales de la
lógica, el concepto común de la verdad y los crite-
rios para la
aceptación de los métodos, pero no las teorías ni
las ideas
individuales que se ofrecen como posiblemente ver-
daderas en
casos particulares. Asimismo, en el código del
poder está
incluida la simbolización de las fuentes del poder,
de las
limitaciones sobre el poder, etcétera; sólo no lo están
las
selecciones particulares del portador de poder, sus deseos
y sus órdenes.
Entonces, el código puede sobrevivir a los
cambios de
temas y puede estabilizarse, hablando en forma
relativa,
independientemente de ello.
La
diferenciación y aumento de la función de los medios
depende en
gran medida del grado de abstracción en que
puede
organizarse esta situación de niveles múltiples. Un
paso
importante hacia la diferenciación de los niveles es ha-
cer impersonal
el medio. De acuerdo con el grado en que
esto tiene
éxito, el acto de la transmisión ya no depende de
la persona que
hace la selección, sino solamente de las con-
diciones del
código. Entonces, la persona que conoce ciertas
verdades o que
tiene poder, sólo es un factor en la predic-
ción de
elecciones de la materia y de las reducciones, pero
no es un
factor formativo de la verdad o el poder. En este
contexto, el
hecho de distinguir entre el cargo y la persona, y
de relacionar
el poder con el cargo y no con la persona, ha
tenido una
importancia decisiva para el código del poder.
Si se asegura
esta distinción, en el contexto de un código del
poder es
posible que incluso se elijan portadores de poder y,
en ciertos
casos, se intercambien, vistos, como podría decir-
se, como
concentraciones personificadas de disposición para
seleccionar.
La pluralidad
de los niveles ocasiona ventajas de genera-
lización sin
tener que pagarlas con la inseguridad o sacrifi-
car la
posibilidad de realización concreta. Los cargos pueden
ocuparse. Al
mismo tiempo que ocurre la diferenciación de
los niveles
simbólicos surge un problema secundario: la pre-
gunta de si
las dificultades de comunicación pueden trans-
formarse, y en
qué grado, en problemas de código y ser tras-
puestas a ese
nivel.
84
Entonces,
existen umbrales críticos en
la interacción
que generan una metacomunicación sobre el
poder o
incluso una formulación del asunto del poder. Una
gran cantidad
de estrategias secundarias está relacionada
con esto,
tales como el hecho de evitar la posibilidad de que
se adviertan
infracciones (o incluso solamente la posibilidad
de que esto
sea posible)
85
y evitar
conflictos al guardar silen-
cio sobre
ellos o el hacerlos inofensivos;
86
el evitar la
forma-
ción de
precedentes obligatorios de los casos en que se retira
el portador
de poder; el preservar las formas de respeto si
ocurre la
insubordinación en un asunto dado, etc. Las condi-
ciones para
la multiplicidad de los niveles simbólicos, sobre
todo la
separación de cargo y persona, presuponen la exis-
tencia de la
organización, que implica que los resultados y
las
estrategias resultantes pueden estudiarse mejor en un
marco
organizativo.
3. Si se
acepta el hecho de que puede lograrse una dis-
tinción entre el código de los medios y el contenido temático de la
comunicación,
87
se llega a la
pregunta de si el código zyxwvutsrqponmlkj
puede dirigir, y de qué manera, el cambio del
contenido temá-
tico. La diferenciación entre los dos niveles de sentido
sólo
se justifica
si el código no establece concretamente lo que
debe
ordenarse. El código, al igual que el lenguaje, también
permanece
abstracto, en el sentido de que no establece una
secuencia
según la cual va a ocurrir la comunicación sobre
los temas.
Por otro lado, no puede ser completamente indife-
rente a los
límites puestos alrededor de los temas posibles.
Define las
condiciones para los temas posibles que pueden
tratarse bajo
este código particular. La pregunta es en qué
medida estas
«condiciones de posibilidad» asumen, al mis-
mo tiempo, una
función reguladora, dando una dirección
aproximada al
proceso de comunicación.
En el caso del
código de la verdad, en este punto tendría-
mos que tratar
la pregunta difícil de si el cambio en la teoría
es orientado
a la verdad si, por ejemplo, el código de la ver-
dad contiene
criterio según los cuales las teorías antiguas
pueden
cambiarse por nuevas, o las peores por mejores. En
el caso del
poder, la referencia a la acción del medio permite
que el
problema se describa en forma más profunda con la
ayuda de la
organización. Cuando existe una organización
preexistente,
distinción entre cargo y persona, la que ya he-
mos tratado
puede incluirse directamente en el código del
poder. Al
menos, existe la posibilidad de intercambio de pre-
misas de toma
de decisiones de tipo personal, orientadas ha-
cia una tarea
u organizativas, debido a una orientación
hacia
estructuras inalteradas.
88
En cuanto
falla el mecanis-
mo para
definir las posiciones organizacionales, esta forma
de codificar
el cambio en el contenido temático también se
pone en duda. Esto se aplica especialmente a las posiciones
altas del
sistema político. Sin embargo, incluso aquí existen
ejemplos de
soluciones bien institucionalizadas para nuestro
problema,
ejemplos que muestran que el poder sólo se pue-
de lograr si,
al mismo tiempo, el portador de poder acepta
condiciones
que involucren un cambio en los temas políti-
cos, o incluso
de su propia persona.
4. Nuestra
siguiente preocupación es la formación de zyxwvutsrqponmlkji
cadenas de acción. Con esto queremos decir un ordena-
miento de los
procesos del poder, lo que une a más de dos
personas, de
manera que A tiene poder sobre B, B poder
sobre C y C poder sobre
D, etc. hasta que la cadena termina
en una persona
que, por su parte, no tiene a nadie bajo ella.
Uno encuentra
rasgos correspondientes en otros medios,
por ejemplo,
cadenas de intercambio por la vía del dinero,
89
cadenas de
verdades y falsedades establecidas como una
base para la
investigación posterior en las ciencias,
90
o in-
cluso cadenas
de pasos hacia la selectividad aumentada en
las
relaciones amorosas, donde los pasos se devuelven por
la limitación
estructural de dos personas. El poder sirve
comoun catalizador para la
construcción de cadenas de
acción. Si el
poder puede darse por sentado en varios pun-
tzyxvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRPONMLJIGFEDCBA
os, surge, por
decirlo así, una tentación de formar combi-
naciones de
cadenas, en las que la selección de una acción
conduce a la de otras, o las anticipa como
consecuencia del
término de la
primera selección. Más frecuentemente que
en el caso con la coincidencia casual
de intereses, se da
comoresultado la formación de cadenas
extensivas de ac-
ción que
demuestran ser valiosas debido a las ganancias
que produce
la combinación.
El hecho de
subir el nivel de logro de este modo requiere
que el medio
se torne específico. No es algo que se pueda
buscar en algún tipo de combinación, que podría tomar
cualquier
dirección, ya que en el análisis final toda persona
tiene
influencia sobre otra. Incluso una relación puramente
causal entre
las fuentes del poder no puede ser suficiente.
Sólo queremos
hablar en cadenas cuando, y en cuanto que
A no sólo
puede disponer de las acciones de B, sino tam-
bién,
específicamente, su ejercicio del poder; es decir, cuan-
do A tiene a
su disposición el poder de B sobre C. Por lo
tanto, una
cadena no existe si el rey puede dar órdenes al
general, si
este último puede dar órdenes a su esposa y ella,
también, a sus
sirvientes, quienes, debido a su posición, pue-
den tiranizar
a sus vecinos. Pero una cadena sólo existe si, y
en cuanto
que, el portador de poder puede intervenir en la
cadena.
En
consecuencia, la característica definidora de la forma-
ción de
cadenas es la reflexividad del proceso del poder; es
decir, la
posibilidad de usarlo sobre sí mismo. La compara-
ción con otros
procesos reflexivos
91
muestra que,
por un
lado, la
estructura de este proceso se construye sobre la base
de una serie
de supuestos y, por otro lado, es capaz de pro-
ducir una
amplia gama de efectos. Supone una definición
funcional
suficientemente generalizada de la identidad del
proceso, que
se usa sobre sí misma, porque de otro modo,
¿qué
significa si misma? De este modo, uno sólo encuentra
mecanismos
reflexivos en los sistemas que tienen límites su-
ficientemente
claros y que pueden especificar funcionalmen-
te sus
procesos. Por ejemplo, si el poder político se torna
reflexivo, se
requiere de un grado correspondiente de dife-
renciación en
las estructuras jerárquicas con una cantidad
suficiente de
separación de roles.
92
Si la
reflexividad también
se extiende
al portador de poder más antiguo, haciéndolo
parte de una
cadena de poder y, de este modo, exponiéndolo
a ser
superado, el sistema político tiene que diferenciarse más
fuertemente y el poder político tiene que especificarse más cla-
ramente.
93
Por lo tanto,
como una precondición del aumen-
to, del
alcance y de la capacidad de intervención, la forma-
ción de
cadenas demanda y también crea barreras contra un
uso del poder
que es extraño a la función y al sistema. Sin
embargo, no
obstruye la creación del poder recíproco que
retrocede a lo
largo de la cadena, el poder del súbdito sobre
su ministro,
el del ministro sobre su grupo parlamentario.
94
Una
característica estructural probable del poder extendido
en forma de
cadena, es crear poder que fluye en forma con-
traria, ya que
el poder del sistema excede la capacidad de
selección
potencial de un sólo portador de poder y la capaci-
dad de los
eslabones medios para intervenir les sirve como
una fuente de
poder personal. De este modo, los códigos del
poder se dividen
en formales e informales, y la mayor aglo-
meración de
poderes formales e informales se encontrará en
puntos claves
bajo la cima misma.
La formación
de cadenas tiene la función de hacer asequi-
ble más poder
del que puede ejercer un poseedor de poder; de
hacer
asequible todo el poder, en el caso límite de las eleccio-
nes
políticas, a aquellos que de ningún modo pueden ejercerlo.
De este modo,
la formación de cadenas hace posible que hayan
aumentos de
poder que sobrepasen la capacidad de selección
del portador
de poder individual. La artificialidad de este au-
mento de
poder se refleja en las demandas que impone en el
código de
poder; por ejemplo, no puede realizarse sin una es-
quematización
binaria (véase capítulo VI), sin una diferencia-
ción entre el
código del poder y los temas del poder y sin una
diferenciación
entre el cargo y la persona. Al mismo tiempo,
los riesgos de romper la cadena y de obstruirla crecen por me-
dio del
contrapoder formado recíprocamente, y de esto tam-
bién surgen
demandas en el código, especialmente con respec-
to de la
división entre el poder formal y el informal.
5. La
diferenciación entre el poder formal y el informal
es un hecho
indiscutible de importancia considerable, pero
en la
formulación actual no es muy productivo desde el pun-
to de vista
teórico. Una comparación con otros medios de
comunicación
sugiere que este problema tiene una impor-
tancia más
general. Llamaremos a esto el concepto dezyxwvutsrqponmlkjihgfed
sub-
código.
Estos subcódigos
se forman si, con una complejidad
cada vez
mayor en la sociedad, los medios de comunicación
tienen que
satisfacer una demanda cada vez mayor para la
transmisión
de las selecciones. Entonces, junto a los códigos
de
comunicación existentes, que tienen que abstraerse y es-
pecificarse,
surgen los subcódigos que se forman en oposi-
ción a ellos y
que, al tener propiedades opuestas, pueden
realizar
virtualmente la misma función. Por ejemplo, en el
sistema
científico, los procesos de comunicación y los proce-
samientos de
la información no sólo descansan en los crite-
rios de la
verdad reconocidos oficialmente, sino también, y
en forma muy
considerable, en la reputación.
95
Las relacio-
nes íntimas
no sólo se orientan al código del amor, sino que
también forman
una historia concreta de historias persona-
les
entrelazadas, las que, en mayor o menor grado, pueden
ser
sustituidas por el código. El dinero es tan complejo en sí
mismo que
normalmente no se necesita subdinero, pero sí
aparece en
épocas de crisis, especialmente en la inflación,
por ejemplo,
en la forma de cambio a monedas extranjeras,
oro,
cigarrillos, propiedades y tierra, el que, para bien o para
mal, asume
parte de la función del código del dinero. La
relación
entre el poder formal y el informal sólo es otra
muestra de esta situación general.
Los
subcódigos siempre tienen tres características que se
relacionan
unas con otras, a saber: 1) una concreción y de-
pendencia
mayor de las circunstancias; 2) una capacidad
menor para la
legitimación social y, por esto, también me-
nor
presentabilidad; y, por lo tanto 3), para su funciona-
miento dentro
del sistema en circunstancias especiales, una
dependencia
de la sensibilidad, un conocimiento del medio
ambiente, un
conocimiento de la historia, de la confianza y
de la
desconfianza que no se puede compartir con el mundo
exterior.
96
Todo esto
también se aplica al poder informal, la
aparición del
cual depende de las condiciones organizacio-
nales del
trabajo y la cooperación. El poder informal puede
y siempre debe
llevar consigo una parte de las cofunciones;
sobre esta
base, puede asumir más funciones en circunstan-
cias
excepcionales, hasta un punto final en que el poder for-
mal sólo
sirve como una fachada que justifica las decisiones
del mundo
exterior. Por lo tanto, la separación y el uso si-
multáneo del
código principal y del subcódigo supone una
diferenciación
suficiente en el sistema y una separación del
uso interno y
externo de los medios.
6. Los medios
de comunicación exitosos sólo pueden lo-
grar la forma
y la capacidad de selección de un código, si
establecen un
esquematismo binario que preorganice las ope-
raciones
posibles al asignarles cualquiera de dos valores.
Esta
evaluación dicotómica es una precondición para la for-
mación de los
códigos simbólicamente generalizados, por-
que sólo en
esta forma se pueden combinar el universalismo
y la
especificación; en otras palabras, sólo entonces cada
ítem diferente
puede tener otro ítem relevante inequívoca-
mente atribuido a él. Por ejemplo, si la verdad va a ser algo
más que una
construcción compartida de la realidad, tiene
que
estructurarse por medio de una lógica de dos valores. La
posibilidad
de la ciencia depende de esto, la ciencia en el
sentido de una
cadena (en principio infinita) de operaciones
progresivas,
con la selectividad involucrada en cada cone-
xión. En el
código del amor, la demanda por exclusividad y
su
institucionalización en el matrimonio tienen la misma
función.
97
En el caso
del código del dinero, la propiedad (in-
cluyendo a la
libertad entendida como el derecho, en térmi-
nos
económicos, para disponer del propio poder laboral)
desarrolla la
función de una separación terminante entre la
propiedad y la
no propiedad, como una suposición para
guiar las
expectativas en los cálculos y transacciones econó-
micas.
98
La propiedad
sólo puede institucionalizarse con la
ayuda del
esquematismo binario del derecho/no derecho. En
el caso del
poder, existe la misma dependencia del sistema
legal.zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA Por su misma naturaleza, el poder es difuso y distribui-
do en forma
desigual. Sólo puede darse en una situación
clara de esto
o lo otro, con la ayuda de la diferenciación entre
el poder que
se somete a la ley y el poder que la viola.
En contra de
las apariencias, los esquematismos binarios
no sólo sirven
para separar, sino también para unir opues-
tos.
Facilitan el cambio desde una definición de la situación
a su contraria
requiriendo nada más que una negación, la
admisión de
la cual puede ser regulada en el sistema —una
técnica de integración paradójica. Por ejemplo, existe una conexión más
estrecha entre la verdad y la falsedad que en-
tre la verdad
y el amor. Sobre todo, este principio de inte-
gración
binaria puede abstraerse, hacerse específico y uni-
versal,
mientras que las conexiones entre los códigos de me-
dios
diferentes (verdad/amor, poder/dinero) tendrían que re-
gularse en una
forma mucho más concreta y en términos
mucho más
específicos para cada situación, porque se puede
afirmar que ni
la exclusión ni la interconexión tienen validez
general.
Los paradigmas
duales sirven como componentes de un
código de
medios para diferenciar partes del sistema social.
Facilitan y
condicionan las negaciones con un esquematis-
mo específico
y, con esto, hacen posible la operación de fun-
ciones que
son universales sociales, en modos que son espe-
cíficos para
el sistema." Sin embargo, al mismo tiempo,
como algunos
otros elementos del código, estos esquematis-
mos tienen y
mantienen algo artificial y problemático; tal
deben
formularse desde la parte superior (ignorando la pre-
gunta de cómo
se separan después —y entre quiénes— la
propiedad/no
propiedad, lo correcto/lo incorrecto, el amor/el
odio, la
verdad/la falsedad).
100
Por otro
lado, tienen funcio-
nes que no
pueden abandonar, de manera que una mera
protesta
contra los paradigmas duales —por ejemplo, en el
amor o en
relación con la propiedad— debe permanecer en
forma
ideológica, a menos que se desarrollen equivalentes
para el medio
mismo o para la función de esquematización
binaria. El
problema está en la integridad presunta del es-
quema, en la
pretensión de construir todo lo posible por me-
dio de una dicotomía.
101
El grado de institucionalización de un medio de comunicación puede
reconocerse por, entre
otras cosas,
por el grado en que la imputación de su esque-
matismo
binario se reconoce independientemente de la dis-
tribución
concreta de la oportunidad. Si y en cuanto que
éste es el
caso, los desarrollos ocurren dentro y con la ayuda
del esquema
binario, tal como la transformación de la ver-
dad en
falsedad, de aquello declarado legal en aquello decla-
rado ilegal.
Todo esto
puede formularse independientemente de los
rasgos
particulares del código del poder. La teoría de los me-
dios alivia a
la teoría del poder de los problemas que no son
específicos a
ella. Hasta este punto, la distinción de Sorel
entre la
fuerza y la violencia
102
como el
ejercicio del poder
por parte de
o contra el portador de poder legal no es un
problema que
le incumba exclusivamente al poder. Sin em-
bargo, al
mismo tiempo, la comparación sí que aclara las
características
particulares del código del poder. El hecho de
implantar la
organización esquemática al poder legal y al
ilegal,
significa que se necesita una forma normativa, ya que
en este medio
nos preocupamos de ambas partes y de la
acción que se
les atribuye, y se apoya en expectativas contra-
factuales y
comprende la realidad del poder en forma inse-
gura e
inexacta. Incluso el poder ilegal es poder, y en un
sentido
diferente a aquel en que la falsedad es verdad. El
poder real es
el que siempre tiene que ser tomado en cuenta
por el
portador legal de poder, y no simplemente como una
posibilidad
que uno espera con curiosidad, mientras se afe-
rra y se
prepara para las posibilidades de ser negado.
Al mismo
tiempo, esto significa que la relación entre el po-
der y el
derecho está formulada con mayor inseguridad que la
relación
entre la verdad y la lógica. Las distribuciones del po-
der pueden
tender a poner en peligro el orden legal y, debido a
que está relacionada con la acción, esta tendencia insta hacia
la
resolución, hacia una asimilación, un equilibrio entre la si-
tuación de
poderzyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA
de jure con la de fado. Por otro lado, casi
nunca ocurre
un cambio de teorías con base en una discrepan-
cia entre la
verdad y la lógica.
103
En el contexto
del conoci-
miento,
incluso se pueden sostener verdades (como la verdad,
que se remonta
a Aristóteles, de la inaplicabilidad del valor de
la verdad para
contingencias futuras) que contradicen al esque-
matismo
binario de la lógica, sin que estas ideas enreden la
función
operativa de la lógica de dos valores.
La
diferenciación entre los diferentes medios y las dife-
rentes
esquematizaciones binarias conduce a interdependen-
cias
complejas, ya que los paradigmas duales no permitirán
que se les
junte. La acción de aumentar un medio tiene un
efecto difuso
sobre los otros. A veces existen conexiones es-
tructuralmente
significativas. De este modo, la paz constitu-
cional
garantizada por el poder hace posible aumentar las
posibilidades
de tener o no tener una propiedad. Y, como
incluso se dio
cuenta Locke, la propiedad por su parte, es
una
precondición de la justicia o de la injusticia. Así, en esta
relación
entre el medio del poder y el del dinero, la opera-
ción de un
medio aumenta la disyunción del otro. La tensión
compleja
resultante de esto —y no, por ejemplo, la suposi-
ción ingenua
de que los dueños de propiedad tienen poder—
es la que
caracteriza a la «economía política» de la sociedad
civil. Y,
para volver al asunto del poder, esto resulta en cier-
tas demandas
sobre el código y sobre el grado de poder ne-
cesario, que
hoy en día tiende a conducir a que los asuntos
económicos
vuelvan a tener carácter político y, con esto,
ocurra una
desdiferenciación de la sociedad en este aspecto.
Una
contribución final para el problema de la esquemati-
zación binaria
concierne al grado de su realización. Es pro-
bable que
todos los paradigmas duales tengan sus propias
reglas de
evasión. Sería algo fascinante, pero aquí impracti-
cable, examinar este asunto en el contexto de la verdad (lógi-
ca), del amor
(matrimonio) y del dinero (propiedad). En el
contexto del
poder (ley), en este punto debiera entrar en
consideración
el fenómeno de la emergencia de contrapode-
res recíprocos
en las cadenas de poder, a través de la dife-
renciación
entre el poder formal y el informal. El esquema-
tismo binario
legal/ilegal sólo es aplicable al poder formal, el
que, de
hecho, se encuentra definido por éste. Pero, como
sabemos, el
poder informal bien puede convertirse en el po-
der más
grande, sin estar sujeto a esta esquematización. La
ley —como
definición apropiada o inapropiada de la situa-
ción— se pone
en juego o se deja a un lado en las interac-
ciones
internas del sistema. Entonces, el esquematismo del
poder
legal/ilegal es dirigido por una segunda esquematiza-
ción interna
del sistema hacia el poder formal/informal, que
sólo puede
ser usado por los iniciados. Esta complicación da
por sentada
una diferenciación operativa entre el sistema y
el entorno que
los propios participantes pueden reconocer.
7. Las reglas
de evasión sólo se necesitan cuando, y en
cuanto que,
un código con esquematización binaria pretende
tener relevancia universal. Con este atributo, que hemos
mencionado
brevemente, nos encontramos ante la dificultad
de una
función característica más de los códigos de medios
diferenciados.
Usaremos el término universalismo de acuer-
do con el uso
de Parsons, si se entiende que las referencias
de sentido
sólo se realizan de acuerdo con criterios generales
e
independientes de las características del participante parti-
cular en
cualquier situación.
104
En
consecuencia, cuando se
realiza la
función de la transmisión, entonces se desarrolla
un código
universalista para el poder, independientemente
de sus
características respectivas y de acuerdo con condicio-
nes
generalmente averiguables, aunque sea con la presencia
de portadores
de poder y de personas sujetas al poder.
Por ejemplo, en comparación con los casos del dinero o
de la verdad,
esta condición es particular y especialmente
difícil de
realizar en el caso del poder, donde, por supuesto,
las
selecciones se atribuyen a los participantes como decisio-
nes. Sin
embargo, incluso el poder no puede institucionali-
zarse en las
sociedades complejas sin un código universalis-
ta. Los
símbolos aplicables umversalmente, que pueden apli-
carse a
cualquier situación en particular, son precondiciones
para la
aparición de expectativas concernientes a situaciones
aún
desconocidas o aún no constituidas y para la elabora-
ción de temas
relacionados con la acción. Sin una primera
orientación
universalista es imposible formar cadenas, tener
una actitud
suficientemente amplia hacia un futuro abierto y
tener una
mobilidad social alta con participantes que estén
cambiando
constantemente.
La
consecuencia de esto es que existen demandas en los
símbolos del
código del poder. Por ejemplo, la posibilidad de
ser citados
por cualquier personada cada vez que surja una
situación en
que se deba tomar en consideración al poder.
La parte
caprichosa del uso del poder no la excluyen de la
situación o
decisión particular, sino que más bien la usan
como una
estrategia significativa que puede operar a lo lar-
go de la
cadena y que cuenta con que se le quite la presión
por medio de
las expectativas. Por ejemplo, en estas circuns-
tancias, el
poder se puede simbolizar mejor como decisión
que como voluntad. La
especificación funcional y la progra-
mación
condicional —conexiones que pueden unirse por
medio de
formulaciones en cuanto que y donde quiera que
son
particularmente adecuadas para articular una petición
de poder
universalista. Al mismo tiempo, clarifican que el
poder que
debe tomarse en consideración para las situacio-
nes desconocidas
y que debe garantizarse por adelantado, de
ningún modo es
poder absoluto o ilimitado. La estabiliza-
ción legal del
poder es una base —pero no la única— para la
especificación
universalista.
105
Más adelante volveremos a la importancia que consigue en este
contexto la concentración
y
monopolización de la fuerza física.
Estas
funciones brevemente reseñadas sugieren un víncu-
lo normativo,
legal y moral entre el portador de poder y su
poder, que
como tal, tiene consecuencias estructurales. (Esto
puede
observarse desde los primeros días en que la cultura
se desarrolla
particularmente en el Cercano Oriente y des-
pués en
Europa.) Va a usar su poder para hacer el bien,
para proteger
el derecho y para proteger a los pobres. En-
tonces, el
aspecto contrario de esto, es que se deban sacrifi-
car el
oportunismo y el hecho de adaptarse a la situación.
Los apremios
para ser consistente se construyen en la cade-
na de la
propia conducta del portador de poder. El mito de
la
legitimación aumenta las consecuencia del ejercicio del
poder. Desde
un punto de vista normativo, si uno ha empe-
zado un
proyecto, es muy difícil abandonarlo. Cada compro-
miso reduce
la libertad del portador de poder, quien tiene
que contar con
sus consecuencias inevitables. Si para él, el
hecho de
pronunciar una apelación tiene la fuerza de la ley,
debe tener
cuidado de no favorecer a nadie. Dadas estas
condiciones
en un principio, es estructuralmente probable
que, a pesar
de todo el cuidado y buena voluntad táctica
para evitar
las consecuencias, las dimensiones normativas y
morales del
poder y la frecuencia de su ejercicio real aumen-
tarán
recíprocamente. En estas condiciones, la política gana
primacía
funcional en el sistema societal.
Finalmente,
los problemas que resultan si los códigos de
medios
combinan las funciones del esquematismo binario
que contiene
preferencias incorporadas (para las verdades,
la legalidad,
el amor, la propiedad) con una pretensión de
validez
universalista, son de una importancia y relevancia
particular.
Esta combinación en sí tiene consecuencias para
el código, porque si se le impone un paradigma dual, la al-
ternativa
inapropiada dentro del paradigma no puede hacer-
se valerzyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA al mismo tiempo. Entonces, este código debe garan-
tizar para todos la posibilidad de
experimentar, o de actuar
segúnla alternativa del código que
prefiera. Para todos debe
ser posible
experimentar la verdad, ejercer el poder legítimo
o que lo
ejerzan sobre él, adquirir una propiedad y amar o
ser amado. Al
menos, esta posibilidad está garantizada al
excluir su
imposibilidad. Sólo por estas razones, el principio
de la
consistencia interna pertenece al código de la verdad
tanto como al
código del poder. Además, esto excluye ciertos
rasgos del
contenido de los símbolos del código, tal como la
definición de
la verdad como un secreto de Dios, o de la ley
como un conjunto de fórmulas secretas
para ser usadas por
los
demandantes. Entonces, la propiedad debe ser tanto co-
munal como
asequible para todos. Finalmente, este uso de
los códigos
de medios puede legitimizar los deseos o las de-
mandas que,
de modo más concreto, interfieren con la dis-
ponibilidad de
alternativas que se prefieren, por ejemplo, a
través de
programas de reformas políticas para simplificar y
publicitar la
ley, la división de la propiedad, la abolición del
desempleo,
etc.
8. Si ocurre
que el código del poder se une con el esque-
matismo
binario de la legalidad/ilegalidad, y esta unión se
hacerelevante umversalmente, hay
consecuencias amplias
para el grado
en que se mecaniza el poder, es decir, en que
se vuelve capaz de ser puesto en uso
con poca o ninguna
referencia a las circunstancias. En las
situaciones en que
ninguno de los participantes, en virtud de
sus propias fuen-
tes de poder,
tiene definitivamente poder sobre los otros, in-
cluso ahí es
posible referirse a un diferencial del poder de-
terminado, que
contribuye a la ventaja del portador de po-
der que no está involucrado en la
situación, y que se trans-
mite por medio
de la ley. En esa situación, la persona que
tiene la razón, tiene el poder para
movilizar el poder. No
tiene que
confiar en la ayuda de aquellos que están a su
alrededor —que, como sabemos, no es un mecanismo muy
fiable en las
sociedades altamente diferenciadas—
106
pero
tiene a su
disposición una línea directa hacia el portador de
poder, que
puede activar de acuerdo con reglas establecidas
previamente.
Esto presupone la existencia de lazyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYW
estricta adhe-
rencia a la ley en el código, afirmando que el derecho es una
razón
necesaria e —igualmente importante— una razón su-
ficiente para
ejercer el poder estatal. Al usar esta suposición
que, por
supuesto, sólo describe un logro de funcionamiento
altamente
improbable y siempre imperfecto, las fuentes de
poder de una
naturaleza localizada puede en cierto modo,
sacarse de la
sociedad y concentrarse en una parte del siste-
ma. El sistema
político de la sociedad asume la acción, la
administración
y el control del poder para la sociedad.
Sin embargo,
la ley no sólo garantiza una participación
en el poder
social par aquellos que no tienen poder, también
pone orden en
la cooperación de diferentes fuentes de po-
der, sobre
todo en la cooperación del poder económico, polí-
tico y
militar.
107
Con la ayuda
de la dicotomía legal/ilegal, es
posible
condicionar aquellas comunicaciones que unen a va-
rios
portadores de poder en cadenas, en las que uno puede
reclamar el
poder del otro. Si aceptamos la idea de Stinch-
combe,
108
que dice que
estas posibilidades de recurso condi-
cionado a las reservas de poder de otros demuestra que un
poder es
legítimo, entonces podemos ver que la ley como
código de
poder, crea legitimidadzyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPONML
estructuralmente (sin es-
tar ligada a
valores particulares o incluso a la convicción de
la persona
sujeta al poder). Entonces, la legitimidad no es
nada más que
el enlace de contingencias en el ámbito del
poder.
109
En esta etapa
aún no nos interesa la consecuencia de
este logro
para la sociedad más extensa, pero sí ciertas de-
mandas en el
código del poder que surgen en conexión con
esto. Para
esto, debemos volver a nuestro análisis de cómo
se constituye
el poder. Como hemos visto, el poder depende
de una
combinación de alternativas que pueden describirse
con algún
detalle, tanto como del hecho de que el portador
de poder forma
enlaces condicionales entre las combinacio-
nes de
alternativas por medio de tomas de decisiones contin-
gentes. Dada esta situación inicial, para el funcionamiento
del medio de
comunicación es importante suponer que la
persona
sujeta al poder está dispuesta a creer que esto es
posible y que
se encuentra preparada. En otras palabras, la
contingencia
del poder debe considerar una práctica que
puede ser
predicha en forma fiable y que debe ser pronos-
ticable, sin
perder con esto su contingencia característica.
El código del
poder tiene que formular conjuntamente la
motivación y
la credibilidad de la motivación del portador de
poder.
110
Esto origina
un problema especial, porque la disposición
para
comprometer efectivamente las fuentes propias de po-
der, por
ejemplo, al ejercer la fuerza física, también constitu-
ye una
alternativa de evitación para el portador de poder.
Parte de la
comunicación del poder es la información de que
el poseedor de
poder preferiría no llevar al cabo su alternati-
va de
evitación, pero que está preparado para hacerlo. La
intención
negada debe hacerse creíble. La investigación en la
psicología social en la teoría de los juegos, en la técnica de
aplicar la ley
de probabilidad a cualquier propósito y en la
teoría de la
disuasión, especialmente en las relaciones inter-
nacionales,
ha estado preocupada por el problema de la cre-
dibilidad del
portador de poder, que se ha considerado como
una
precondición significativa para el poder.
111
Si no hay
credibilidad,
o hay información insuficiente sobre esto, so-
breviene una
prueba peligrosa de poder, un intento de dispo-
sición que a
menudo causa desarrollos irreversibles hacia la
realización de
las alternativas de evitación.
En las
condiciones de los sistemas relativamente simples,
el código del
poder puede simbolizar credibilidad simple-
mente a
través de la fuerza, al vez apoyado por demostracio-
nes
ocasionales de fuerza. En los sistemas altamente com-
plejos y
diferenciados, ya no sirve este medio de describir
simbólicamente
la fuerza no diferenciada.
La
credibilidad tiene que asegurarse de un modo diferen-
te. En su
lugar llega la esquematización legal y la mecaniza-
ción del
poder. Una vez más, el enlace condicional de las
alternativas
está programado condicionalmente por la ley
misma. Su
contingencia se regula y, con esto, se hace calcu-
lable. Al
menos, el código del poder asume la función de
indicar que
éste es el caso. Esto no resuelve el problema de
la
credibilidad de la voluntad y la fuerza, se vuelve obsoleto,
y otro
problema toma su lugar, esto es el problema de la
información en
el aparato de poder programado. Ahora la
persona
sujeta al poder ya no especulará sobre el hecho de
que el
portador de poder no esté preparado para usar su
provisión de
poder, sino que especulará sobre el hecho de
que el
portador de poder no esté informado de las razones
para esta
acción.
112
Esto pone en acción otras reglas de eva-
siónzyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA
que no tienen
la tendencia de desencadenar una lucha
de poder sin
límites y que, de este modo, son más compati-
bles con la
paz.
9. Los problemas de la consistencia surgen como resulta-
do de la
generalización simbólica del código del poder (p. e.
porque los
esquematismos binarios facilitan la negación y,
con esto, un
manejo en masa de las circunstancias factua-
les). Así el
poder sólo puede aumentarse si se garantiza que
no será
desacreditado constantemente. Ésta ni siquiera es
una condición
para la formación de expectativas sobre la
conducta.
Incluso, en relación con las selecciones del porta-
dor de poder,
una línea consistente respecto a la materia
debe hacer
reconocible la coherencia de sus negaciones.
Además, en el
nivel del código simbólico, la consistencia del
poder como
tal se torna un problema y necesita de un con-
trol simbólico
a través del código mismo.
Esto es
especialmente relevante en dos aspectos: en la
división del
poder unificado entre una multiplicidad de por-
tadores de
poder, en otras palabras, en las formaciones de
cadenas, y en
la fluctuación de las relaciones de poder como
resultado de
un cambio en la situación de la formación de
poder y en
las estructuras de preferencia. El código del po-
der sólo
puede ofrecer soluciones algo precarias para ambos
problemas en
la forma de reducciones en términos más ra-
cionales. El
código responde al primer problema al aceptar
un
ordenamiento jerárquicamente transitivo de las relaciones
del poder.
Por cierto, esto permite que muchos portadores
de poder
descubran quién tiene más poder. La jerarquía
ahorra la
medición del poder y, especialmente, lucha por
clarificar las
relaciones poco claras.
113
Un código del poder puede responder al segundo problema de la
fluctuación de
la relación
del poder con la premisa dezyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTS
cantidades totales
constantes. Esto supone que existe una cantidad determina-
da de poder,
de manera que cada alteración involucra una
redistribución.
El poder que acumula una persona debe pro-
venir de
alguna otra persona. En los casos de líneas de con-
flicto
fácilmente reconocibles, especialmente en las forma-
ciones de
partidos, estas premisas permiten un examen rápi-
do de las
consecuencias de las alteraciones del poder. Puede
formalizarse
en la forma de arreglar votaciones, lo que ex-
presa al poder
en términos de votos.
Los
principios de la jerarquía y de las cantidades totales
constantes
son significativos en condiciones opuestas: en
cuanto surgen
conflictos sobre un cambio de poder, el prin-
cipio de
jerarquía se rompe, ya que da por sentado que los
conflictos
pueden resolverse sobre la base de la distribución
del poder
existente; por otro lado, el principio de la consis-
tencia total
sólo supone su valor como un marco teórico
para la
orientación, como consecuencia de los conflictos so-
bre la
distribución del poder. Lógicamente, los dos princi-
pios no son
recíprocamente exclusivos. Si se usan juntos, se
hace necesario
una delimitación organizacional para tratar
el asunto de
si se han de tomar en cuenta, y en qué combi-
naciones de interacción,
los conflictos sobre los cambios del
poder.
Sin embargo,
enfaticemos que tanto el principio de la
jerarquía
como el principio de la consistencia total son par-
tes posibles
de un código del poder, no premisas para una
teoría del poder.
114
Más bien, la
teoría del poder debe estar
en posición
de investigar el funcionamiento, las condiciones
para el uso y, especialmente, el carácter precario y más o menos
ficticio de estos elementos del código. Debe mostrar-
se libre de
las premisas en cuestión, con el objeto de poder
usarlas como
abstracciones desde su realidad objetiva.
115
10. Se está
haciendo evidente que una teoría del poder
no puede estar
ligada a las reglas normativas del código del
poder si uno
pregunta sobre los elementos que hacen más
fácil el
cálculo, además de las reducciones discutidas hasta
ahora
(formación de símbolos, esquematismo binario, prin-
cipios de
jerarquía y de cantidades totales constantes). Un
medio de
comunicación no puede estirar demasiado la capa-
cidad para el
procesamiento de la información de los partici-
pantes. Eso
también tiene importancia para todos los me-
dios de
comunicación y también es una variable, el desarro-
llo de la cual
cambia de acuerdo con el tipo de medio y de
acuerdo con la
complejidad de la situación social en la que
está
funcionando.
En todos los
medios, algunos de los problemas del proce-
samiento de
la información se sacan del proceso de la co-
municación
verbal y se dejan a la percepción. No sólo el
amor, sino
también el poder, se hace visible. Todo ayuda en
esto: los
emblemas de la jerarquía y de otros actos de fuerza
propuestos
simbólicamente, no en menor lugar la apariencia
personal, la
presencia del portador de poder superior.
En términos
del contenido, los problemas de la informa-
ción están
conectados estrechamente con dos asuntos más:
con la forma
de la motivación y con la atribución de la se-
lección.
Existen códigos tales como el amor y el dinero, que
resuelven el problema de la motivación, en parte al seleccio-
nar personas
ya motivadas, con demandas correspondiente-
mente altas
de información en la selección de personas. Lo
mismo se
aplica al poder si primero tiene que buscarse com-
binaciones de
alternativas capaces de soportar presión. Esto
es difícil,
porque las personas dispuestas a ser dominadas
probablemente
no van a tener inconveniente en presentarse
como personas
que están dispuestas a amar, o dispuestas a
comprar, o
interesadas en la verdad. De este modo, muchas
combinaciones
de poder técnicamente posibles fallan debido
a una excesiva
demanda de información. La demanda por
información
disminuye en fuentes de poder tales como la
fuerza
física, que son, en gran medida, independientes de las
estructuras
de motivación, o en el poder organizado, que
descansa en
una sumisión generalmente establecida en for-
ma previa y,
de este modo, también —hasta donde llega—
opera
independientemente del motivo.
Esta solución
al problema de la motivación está respalda-
da por una
solución correspondiente al problema de la im-
putación.
Sólo se necesitan motivos cuando se imputa la ac-
ción.
116
En el caso de
una acción motivada por el poder, la
selección,
aunque se lleve al cabo por ambas partes, tiende a
atribuírsele
sólo al portador de poder, porque la persona su-
jeta al poder
no parece tener motivos que se reconozcan
como propios.
Éste no tiene porqué ser el caso. Por ejemplo,
cada ejercicio
del poder no libera a la persona sujeta al po-
der de la
responsabilidad criminal. Sin embargo, un código
del poder
debe tener presente esta tendencia para cambiar
la
imputación y
poder legalizarla y formalizarla, al darle a la
persona
sujeta al poder, por ejemplo, la posibilidad de ser
obligada oficialmente y, así,
liberarla de la responsabilidad.
En códigos
del poder extremadamente específicos, tal como
el militar,
esto ocurre incluso sin la acción individual del
sujeto: el
oficial toma la responsabilidad de una orden que
no es clara.
11. Si los
códigos generalizados de los medios de comu-
nicación
tienen que cubrir y combinar una multiplicidad de
estas
funciones, aumenta la probabilidad de que el código
atraiga la
atención y sea representado por símbolos articula-
dos y reglas
de conducta, junto con un nivel de demanda y
realización.
Esto es especialmente necesario cuando el códi-
go toma la
forma de normas que también tienen que ser
válidas cuando
la conducta se opone a los hechos y, de este
modo, tiene
que atenerse a la manera en que se formulan.
Sin embargo,
¿cómo se puede llevar al cabo el código en
términos del
contenido temático, si también las tematizacio-
nes siempre
hacen accesible la posibilidad de negación?
Toda la
comunicación da por sentado un nivel de com-
prensión
compartida previa que no puede ser negada. Este
nivel, en que
no puede ocurrir la negación, tiene que cam-
biar de
acuerdo con el tipo de tematización, y de disposición
para ella en
cualquier proceso de comunicación. En la anti-
gua tradición
europea, existía la fórmula verbal de la perfec-
ción para estas
comprensiones previas.
118
Por ejemplo,
pre-
sentaba a la
forma de organización política de la vida huma-
na como la
comunidad «más gloriosa».
119
Por un lado,
el
concepto de
perfección señala la posibilidad de aumento,
por otro lado la limita: como una forma de realidad, la per-
fección puede
aumentar hasta elzyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPONM ens perfectissimum, donde
lo
relativamente imperfecto encuentra de una vez su razón
para existir
y los fundamentos para su propia crítica. Con la
ayuda de esta
lógica de perfección, los aspectos de un código
preservado de
la negación podrían formularse de modo que
también
sirvieran para el uso de negaciones en los procesos
codificados.
La participación en la verdad perfecta implicaba
la posibilidad
de error, la participación en el poder perfecto
la aceptación
de las limitaciones.
Obviamente,
esta lógica de la perfección falló por mu-
chas razones,
entre ellas la razón puramente religiosa del
potencial
aumentado para la negación lograda a través de la
especulación.
120
En el campo
del código del poder, la discu-
sión que
surgió a fines de la Edad Media sobre la soberanía,
puede haber
operado como un estímulo, al definir —aun en
el estilo de
la lógica de la perfección— a la comunidad sobe-
rana como civitas superiorem non recognoscens.
121
Sin im-
portar cómo
ocurrieron las causas reales, si fueron más las
fuentes
francesas o las italianas las que primero inspiraron
la discusión,
esto da una libertad mayor para la tematiza-
ción y un
potencial mayor para la negación dentro del códi-
go del poder,
hasta que, finalmente, la tematización del có-
digo incluso
permite a este último aparecer como contingen-
te y como
capaz de ser diferente de como es.
Los problemas
que esto origina debe ser incluidos en el
código del
poder a través de nuevas posibilidades para la ne-
gación,
porque ¿de qué otra manera se puede comunicar so-
bre el
código, preguntar, explicar o cambiarlo? Es usual que
esta pregunta
se conteste con el concepto de legitimidad.
Se sostiene
que, al final, el poder tiene que legitimizarse;
y en este contexto, la legitimidad se define por medio de un
consenso de
valor. Sin embargo, no se ha dado una explica-
ción
satisfactoria de lo que se quiere decir con esto. Un
modo posible
de hacerla más precisa está en la idea de que
las
comunicaciones sobre el código de un medio siempre
deben ser
dirigidas a través dezyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPONMLKJIH otro medio.
122
Para la teoría
de los
sistemas, esto significaría que los temas pierden su
autonomía en
sus símbolos mas altos y son más sensibles a
sus entornos.
De acuerdo con Parsons, la estructura forma-
da por los
medios de comunicación debería considerarse je-
rárquica.
123
Entonces,
esto se dificulta con la pregunta de
cómo aún
puede ocurrir la comunicación en el código del
medio más
alto. De este modo, uno se ve forzado a tomar la
posición
inconsistente de abandonar el principio de la direc-
ción extraña
de los símbolos de medios más altos en el me-
dio más alto.
De acuerdo con cada sociedad necesitaría ba-
ses
fundamentales no contingentes en sí mismas por medio
de las cuales
se podría eliminar y controlar la contingencia y
la
variabilidad. Sin embargo, esto contradice las peculiarida-
des demostrables
fenomenológicamente de la orientación
significativa,
de las cuales, una referencia a otras posibilida-
des, es una
parte ineludible. Además, este concepto de la
absorción de
la contingencia por la vía de principios más
altos, se
opone peligrosamente a la evidencia histórica sobre
los
experimentos conceptuales pasados, como los enfocados
en la noción
de la perfección.
Una teoría que
tratara de resolver el problema de temati-
zación del
código al explorar el tipo de oportunidad que es
especifico
para los medios y para los sistemas, se consideraría
fundamentalmente
diferente. Por ejemplo, el código del poder
recibe su
código secundario de la ley y, por lo tanto, el porta-
dor de poder
superior puede obrar mal e, incluso, el más
débil de los
débiles puede tener razón. En casos de discusión,
ser capaz de
mantener la razón, el asunto de la prioridad del
poder o la
ley debezyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPONMLKJIHGFEDC reflejarse en el sistema, en tanto que, sin
embargo, debe permanecer estructuralmente no
resuelto. Por
supuesto, una
codificación secundaria no significa que van a
coincidir
completamente las elecciones de preferencia del po-
der y lo
correcto y de la impotencia y lo incorrecto, eso no
sólo sería una
utopía política, sino también un defecto estruc-
tural, pero sí
significa que las disyunciones poder/impotencia
y
legal/ilegal están relacionadas entre sí. En esta estructura,
los problemas
de cierre deben decidirse en forma diferente en
cada caso y,
de este modo, sólo pueden resolverse cuando
surge la
ocasión.
124
Por lo tanto,
es estructuralmente impor-
tante que se
eviten las identificaciones a largo plazo y que las
decisiones,
sean por medio del tema o de la implicación, no
conduzcan a
una situación donde el portador de poder siem-
pre tenga la
razón. Lo más que se le puede conceder es estar
justificado
legalmente (legibus solutus).
125
De ningún modo
esto es
recomendar que se recurra a decisiones fundamental-
mente
irracionales ni al status quo existente.
126
En cambio, a
pesar de un
código que se torna contingente, uno se preocu-
pa de dar
ayuda a la orientación, al aprendizaje y a la toma
de
decisiones, que son plausibles respecto a situaciones con-
cretas preestructuradas por el código mismo. En los casos
individuales,
uno debe diferenciar entre el oportunismo y el
mundo vivido
de la práctica, su discusión en términos cientí-
ficos y el
procedimiento oportunista del análisis científico.
Una
consecuencia más de esa codificación secundaría es
que el problema
del cierre (en términos antiguos europeos:
perfección)
del código del poder, ya no puede articularse en
términos
morales. La moralidad asocia a los símbolos del có-
digo con
condiciones en que la gente puede respetarse mu-
tuamente. Pero
cuando dos disyunciones tienen que relacio-
narse entre
sí sin superponerse completamente, en otras pa-
labras,
cuando el portador de poder superior tiene que ser
alguien que
pueda obrar mal, el brillo de su gloría ya no
puede
describirse en una fórmula unitaria de perfección que,
al mismo
tiempo, está sujeta a calificación. La demanda mo-
ral sobre el
portador de poder para que no obre mal perma-
nece intacta,
pero pierde su relevancia para la sociedad más
extensa. Ya no
designa inmediatamente la naturaleza de la
sociedad y la
perfección real del poder, sino que se convierte
en un asunto
de «mera moralidad», para el cual debe buscar-
se una base
autónoma en la conciencia subjetiva.
Es algo
sintomático de las condiciones en el poder muy
complejo y en
los ordenamiento sociales, que la sociedad
civil
totalmente desarrollada no use una jerarquía de medios
para dar
dirección política (es decir, no legitimice la política
con respecto a
la verdad), sino que para este propósito haya
formado un
nuevo tipo de código político con una alta afini-
dad con el
oportunismo, esto es, la dicotomía entre lo pro-
gresista y lo conservador. Este paradigma dual realiza los
prerrequisitos
estrictos para un código en el sentido descrito
anteriormente:
127
puede usarse
en forma adecuada para unir
a su
contrario a cualquier tema político en particular. En
cuanto se
convierte en un asunto de política, cualquier cosa
en existencia
puede convertirse en un tema propuesto desde
puntos de vista progresistas y de reforma y, viceversa, cual-
quier
propuesta de cambio puede ser contradicha al pregun-
tar las
razones para ello y al argumentar en favor de lo que
ya existe. El
código no contiene nada que obstruya tanto el
cambio como
la preservación; es formal, y precisamente por
esta razón,
puede usarse tanto umversalmente como de mo-
dos bastante
específicos para ciertas materias. El código (di-
cotómico)
efectúa una duplicación evidentemente forzada de
la realidad
política; se ha convertido en una condición bajo
la cual a los
temas se les da un carácter político. Si surge
algún tema,
también surgen fuerzas progresistas y conserva-
doras, sin
importar cómo proceden a formarse ideológica-
mente desde el
catálogo de consignas de la historia.
128
No es
coincidencia que la sociedad burguesa use un es-
quema para
codificar la política en el que el tiempo funciona
czyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA
on el objeto de imponer una estructura. También podría
mostrarse cómo
y por qué este código político, con su es-
tructura
temporal, rechaza la esquematización neutral de la
ley.
129
Pero aquí no
se puede proseguir con estos asuntos, a
pesar de lo
interesantes que son.
130
Para nuestros
propósitos,
simplemente
debemos recordar que este código político par-
ticular es
compatible con el oportunismo, gracias a su natu-
raleza formal
y gracias a su temporalidad y, con esto, salva a
la sociedad de
ser atada a una jerarquía fija de medios.
131
En el
contexto de este código político, otros códigos pue-
den
presentarse problemáticos. Podemos sugerir unos pocos
prerrequisitos más para hacer problemáticos a los códigos
de este modo,
aunque existe muy poca investigación directa-
mente
relevante, esto es: 1) seguridad suficiente en el ámbi-
to de los sistemas
simples de interacción en relación con la
capacidad para
continuar la interacción;
132
2)
equivalentes
temporalmente
satisfactorios para las funciones del código
en la
estructura y en la comprensión del entorno por los
sistemas de
interacción, por ejemplo, definiciones de situa-
ción comunes
y convincentes en situaciones obvias de crisis;
3) la
disponibilidad de subcódigos en el mismo medio que
pueden asumir
parte de las funciones de los símbolos del
código
problematizados y, además, que pueden funcionar
temporalmente
como substituto, por ejemplo, la reputación
en conjunción
con la verdad, el poder informal con el poder
formal, el
fundamento familiar y las historias personales in-
terconectadas
con el amor;
133
y 4) los
supuestos muy com-
plejos sobre
la habilidad para aprender, lo que permite que
los
componentes problematizados del código se reemplacen
por
alternativas rápidamente disponibles.
Sobre la base
de las consideraciones precedentes, difiero
de muchas
opiniones actuales, en que no considero que el
problema de la
legitimidad sea uno que establezca una expli-
cación suficiente (incluso lógicamente válida) para el
código
del poder, ni
solamente aceptarlo realmente sobre la base de
una mezcla de
consenso y fuerza, sino como un problema
de las estructuras y
procesos que hacen posible el código y lo
controlan a medida que se torna contingente. La explicación y
aceptación
sólo son aspectos (y, en términos científicos, as-
pectos
formulados inadecuadamente) de este problema ge-
neral del
control de la contingencia. Los problemas antiguos
se eliminan
con esta formulación más abstracta,
134
el énfasis y búsqueda de problemas que resultan experimentan un
cambio. La
pregunta de cómo es posiblezyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYWVUTSRQ
mantener la diferen-
ciación a pesar de una contingencia del código alta
se destaca;
es decir ¿cómo
se evita que todos los problemas de la comu-
nicación
siempre se conviertan en problemas de código? y,
por otro lado,
¿Cómo se detiene la diferenciación entre los
diversos
códigos de medios que se rompen y el poder que
tiene que basarse en la verdad, el amor o el dinero?
Lyhman dará su respuesta a su interrogante, pero nosotros tenemos
tenemos la nuestra, estableciendo un meta código y es que la verdad es
iluminación en la nada y comunión en el ser, la luz consiste en saber que el
ser siempre está, como una nada topológica que abarca todo este es el concepto
de basho de Nishida por lo mismo hay realidad que deviene pero lo que realmente
hay es esta nada que pasa a ser la idea de ser y este ser se realiza en la
comunión espiritual donde el ego uno se integra con el alter nada así tenemos
el espíritu absoluto donde el hombre es
integrado a Dios, el espíritu revelado donde el hombre es integrado consigo
mismo en el otro, el espíritu subjetivo donde el sujeto es integrado al objeto
, el espíritu objetivo donde el objeto es integrado con sus diferencias y pero
esta integración nos lleva a una desintegración el ser ahí en el mundo se desintegra del sujeto que lo ve como
objeto, y es que el espíritu no ha logrado su integración, la del espíritu
absoluto es una integración en la fe, la del espíritu revelado es la revelación
de esa fe en la obra de integración, la del espíritu subjetivo es la
integración de la razón que exige el espíritu revelado para lograr su
integración, la del espíritu objetivo es la integración de la razón y la
voluntad, pero para esto la voluntad tiene que lograr el sinsein y entonces se
desintegra del sujeto para ir en su búsqueda existencial más solo lograr el ser
integrado en el sujeto que se abre a la comunión en un objeto que se vuelve
todo y nada y entonces se logra el espíritu integrado, más la comunión es probada
por el fuego, superada la prueba infernal el espíritu es Santo es decir que ha logrado
la sintransferencia integrando la singularidad del no ser en acción con la generalidad del ser en
pensamiento comprendiendo que son lo mismo siendo diferentes, he aquí el amor
en donde la verdad se hace libertad total y el dinero ya no se apropia del
trabajo ni desvaloriza el trabajo que haya quedado excluido del capital, esto
no quiere decir que el código dinero desaparezca sino que ya se puede jugar con
él, perdonando toda deuda, porque el código no se apropia del ser sino que el
ser configura el código en su relación entre lo uno y lo otro.
Queda claro que la biodramaturgia que se dará en el código siempre emergerá y habrá quienes siempre queden atrapados en el código y
quienes quieran quedarse en el ser por
temor de perderse en la negatividad que implica el código ya que siempre es
dual, en el ser toda dualidad desaparece y no hay código, esto cuesta
comprender porque uno piensa que entonces se logra un espacio tiempo sin código
y no es asi siempre el código esta, siempre está el lenguaje, lo que cambia es que nosotros ya
no estamos determinados por el código ni por el lenguaje, prima una comunión más allá de todo devenir, esto garantiza la diferencia
y toda deconstrucción pero al mismo tiempo hace que la diferencia de la otredad
no se separe de lo uno definitivamente, en cambio en el código la respuesta ya está dada se crean códigos oportunistas como el político
de conservador y progresista en el que realmente no hay nada en discusión más
que existir dentro del sistema, en esa tensión del poder en la que nos vamos degradando.
Comprendiendo que él meta código solo se puede lograr poéticamente porque
es en la poesía que se transfiere y se retransfiere el ser nosotros abordaremos
el ensayo de Mareategui sobre la literatura como lo fundamental para establecer
ese metacodigo sintransferencial en la conciencia peruana y es que es en el
arte y en especial en la literatura donde los problemas para realizar el
metacodigo se develan y revelan
Lacan planteaba que la
neurosis tiene que ver con las relaciones sociales, quiero decir que la
neurosis no es tanto un fenómeno del Uno sino el resultado de la sumersión del
Uno en la esfera del Otro, en particular en el seno de las relaciones de la
familia. Lacan opone la neurosis al automatismo mental en la psicosis. Lo
representaré de la manera exactamente inversa. El automatismo mental en la
psicosis es una sumersión del Otro en el Uno, donde la multiplicidad de las
lenguas empieza a abundar, donde los pensamientos encuentran un eco, de tal
modo que no hay nada más normal. La psicosis tiene que ver con el Uno sin el
Otro. Tiene que ver con el Uno que absorbió el caos del discurso universal, y
que, por así decir, lo siente y lo vive dentro de él.
El psicoanálisis del neurótico -al menos en un horizonte- es una
remontada: se parte del Uno sumergido en el Otro. Los semblantes que están aquí
vehiculados vacilan y se evacuan hasta que el sujeto tenga acceso a su hablarse
a sí mismo, hasta que tenga acceso al autismo de su discurso.
Este problema de neurosis y psicosis es el fundamental y es un problema ontológico
religioso que se expresa psicológicamente mientras este problema no se resuelve
el código reinara y el poder nos obligara a auto someternos solo cuando el otro
se transfiera a lo uno y lo uno se retransfiera a lo otro en una comunión la
psicosis y neurosis que nos desintegra será superada, pero eso pasa por superar
a la neurosis y a la psicosis no como lo pensaba Lacan reduciendo todo al
significante para ene l fondo desaparecer a lo uno y al otro sino más bien se
trata de encontrar en el significante la luz como posibilidad de todo significado
y de realizar al significado hasta que sea absoluto significante y así podamos
luego jugar con el lenguaje y este
proceso es poético.
¿Sabias la historia del día en que
Gustav Mahler dirigió a la orquesta con los ojos cerrados, no por inspiración…
sino porque no podía soportar ver al público?
Era una tarde gris en Viena, en 1902.
El teatro estaba lleno, la élite vestida de gala y la expectativa flotaba en el
aire como un suspiro contenido. Mahler, ya un director temido y reverenciado,
iba a estrenar su Sinfonía n.º 5, una obra que desafiaba a los músicos, al
público… y a los propios límites de la emoción humana.
Pero Mahler, esa tarde, no estaba
bien. Su esposa, Alma, con quien vivía una relación intensa y contradictoria,
había dicho algo que lo dejó tambaleando emocionalmente. Justo antes del
concierto, le confesó que el Adagietto, ese movimiento tan tierno que Mahler
escribió como una carta de amor sin palabras, no la había conmovido. Fue como
si el alma del compositor se astillara.
Cuando subió al podio, Mahler cerró
los ojos. Los músicos pensaron que era una excentricidad más, una teatralidad.
Pero no. Lo que nadie sabía es que ese gesto fue un escudo: no podía ver los
rostros, no quería enfrentarse a los juicios, ni a la posibilidad de que lo que
había creado con el alma desnuda fuese incomprendido.
Y entonces ocurrió lo insólito.
Dirigió la sinfonía completa sin mirar una sola vez la partitura ni a los
músicos. Como si cada compás lo habitara por dentro. Como si cada instrumento
fuera una extensión de su propio cuerpo. El público, al principio
desconcertado, quedó enmudecido. Cuando el Adagietto sonó, alguien sollozó en
la platea. Otros cerraron los ojos también. Era como si el dolor y el amor que
Mahler sentía hubieran encontrado su eco perfecto en cada nota.
Al terminar, hubo un silencio tan
largo que por un instante pensó que había fracasado. Pero entonces, estalló una
ovación que duró más de diez minutos.
Esa noche, Gustav Mahler no sólo
estrenó una de las piezas más bellas de la historia… también demostró que el
arte verdadero nace cuando el corazón no tiene más remedio que hablar, aunque
duela.