Como redibujar el rostro humano
El rostro del chaman
Las lágrimas, mientras caían, se bañaban en la luz de la
luna y brillaban hermosas como un cristal. Y he visto que mi sombra también
derramaba lágrimas. Incluso se veía, nítida, la sombra de las lágrimas. Señor
“pájaro-que-da-cuerda”. ¿has visto alguna vez la sombra de una lágrima? La
sombra de las lágrimas no es una sombra cualquiera. Es muy distinta. Viene de
un mundo lejano especialmente para nuestros corazones. O tal vez no. Quizá las
lágrimas que derrama la sombra son las auténticas y las que derramo yo son sólo
la sombra. Lo he pensado entonces.
Haruki Murakami,
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.
JACQUES DERRIDA Y TRADUCCIÓN
“La señal representa la presencia en su ausencia. Toma el
lugar del presente. . . la señal, en este sentido, es presencia diferida. ”
- Jacques Derrida, Márgenes de Filosofía
Las teorías de
traducción modernas que más
están acostumbrados a fueron construidos sobre los sólidos
fundamentos de la presencia metafísica de Platón y la lógica de no
contradicción de Aristóteles, donde en el significado es antes y más allá del
lenguaje, es decir, tiene un estatus ontológico independiente de cualquier
sistema lingüístico y por lo tanto puede ser transferido de un sistema ling
problema real.
Esto es algo que todavía es tomado por muchos traductores,
incluso hoy en día. La verdad significada se destaca ahí fuera, fija, esperando
a ser transferida de un idioma a otro.
Pero esta noción de un objeto significado fijo y estable
transferible fue desafiada por Martin Heidegger con su total determinación de
que el idioma griego no puede ser traducido.
La palabra griega para decir verdad ( ἀλήθεια) no se refiere
a una verdad fija, sino a un descubrimiento. La teoría moderna de la traducción
fue aún más sacudida por el sucesor de Heidegger, Jacques Derrida. En palabras
de Derrida, el significado no precede al lenguaje, sino que evoluciona a través
de tener una relación diferencial con incontables números de factores textuales
y contextuales.
El impacto en este cambio de paradigma para los estudios de
traducción es liberar el pensamiento tradicional acerca de la traducción de la
idea mecánica e ingenua de la transferencia de significado, y ver la traducción
como un proceso transformador dinámico, que requiere la toma de decisiones del
traductor en el sentido más fuerte, no sólo un conjunto de diccionarios, que
tristemente veo sucediendo donde estoy ubicado actualmente. Esto es aún más
importante en algunos países del sudeste asiático donde no existen diccionarios
auténticos autorizados y completos.
El pensamiento deconstructivo de Derrida priva a los
traductores (y en realidad, para todos) de la cómoda falacia de vivir en un
mundo fácil, simple y comprensible.
PERDEMOS LA SEGURIDAD. CIERTO. PERO AL MISMO TIEMPO, GANAMOS
POSIBILIDADES SIN FIN, EL JUEGO ILIMITADO DE SIGNIFICADOS.
La pregunta es, ¿cómo es esto útil para la práctica de la
traducción? El principal problema que plantea la deconstrucción es su
aparentemente relativista apertura y sus perspectivas plurales sobre el proceso
de significación. La deconstrucción también afecta la noción convencional de
equivalencia de la que la mayoría de los traductores están colgando (armados
con sus diccionarios).
La cosa es que, para Derrida (y para la mayoría de los
post-estructuralistas, como incluso Foucault), las palabras y los textos
primarios significativos no son blancos fáciles esperando a que me derriben, o
me sacen de contrabando.
El traductor es traducir NO SOLO LO QUE HAY SINO TAMBIÉN LO
QUE NO HAY. El papel del traductor no es simplemente extraer palabras y
transferirlas. EL SIGNIFICADO ES UN EFECTO DEL LENGUAJE, NO UNA PRESENCIA
PREVIA MERELMENTE EXPRESADA EN UN IDIOMA. LA TRADUCCIÓN ES UNA TRANSFERENCIA DE
POTENCIALES, EN VEZ DE UNA TRANSPASIVA DE EQUIVALENCIAS PALABRA POR PALABRA.
Todo esto es bastante obvio para cualquiera que tenga la
experiencia de traducir textos griegos antiguos.
Los pensamientos de Derrida sobre la traducción invitan a
traductores y lectores a participar en un juego de la huella. Tal teoría de la
traducción se preocupa con un mayor respeto y amor por la palabra, y también
deja "EL OTRO CUERPO INTACTO SIN CAUSAR QUE EL OTRO APREAR. (Jacques
Derrida, ¿Qué es una traducción relevante? 2001)
Es bastante triste que donde estoy, no sólo traductores,
sino todos los que hacen uso de las traducciones, como editores e incluso
organizaciones internacionales, tomen la traducción muy a la ligera, con UNA
MULTA DESREGARDA A LAS CONSECUENCIAS QUE SACAN DE LAS MALAS TRADUCCIONES.
Postmodernism’s critique of everything from truth to art has
left us in the intellectual wilderness.
Greg Dember argues that Metamodernism, a nascent movement
which protects subjective experience from the ironic distance of postmodernism
whilst rejecting the scientific reductionism of modernism, is the solution to
our need for a new–ism.
“That modernism was preoccupied with propelling humanity
forward with the quest of pursuing objective, universal truths, and
postmodernism was preoccupied with drawing attention to what was missing in
modernism: an awareness of context and relationship,” argues Dember.
La crítica del posmodernismo a todo, desde la verdad hasta
el arte, nos ha dejado en un desierto intelectual.
Greg Dember argumenta que el metamodernismo, un movimiento
emergente que protege la experiencia subjetiva de la distancia irónica del
posmodernismo, al tiempo que rechaza el reduccionismo científico del
modernismo, es la solución a nuestra necesidad de un nuevo-ismo.
«Que el modernismo se preocupaba por impulsar a la humanidad
hacia adelante en la búsqueda de verdades objetivas y universales, y el
posmodernismo se preocupaba por llamar la atención sobre lo que faltaba en el
modernismo: una conciencia del contexto y la relación», argumenta Dember.
Yo propongo una meta estructura, es ¿Esta meta estructura
una meta modernidad?
Comprendamos la traducción en un marco más amplio, de hecho en
todo estudio estamos traduciendo veamos
este ejemplo:
(Texto extraído del descubrimiento infantil de la mente de
Janet Wilde Astintong)
Comienzo por Jean PIAGET, porque fue quien primero investigó
la comprensión de la mente por los niños, o al menos su comprensión de ciertos
fenómenos mentales, como los pensamientos y los sueños. No estamos de acuerdo
con todas las conclusiones a las que llegó a partir de sus investigaciones; sin
embargo, su trabajo es importante porque él fue el primero en plantear estas
preguntas, y las investigaciones posteriores se han basado en ese fundamento.
Los estudios que las formulaban se realizaron al principio de su carrera y se
comunican en sus primeros libros, publicados en la década de 1920 . Muchas
personas han referido cómo PIAGET llegó a hacer estas investigaciones. Al
principio de su carrera, PIAGET no era psicólogo, era biólogo, pero estaba
interesado también por problemas filosóficos, en particular los relacionados
con la naturaleza del conocimiento: qué es el conocimiento y cómo se adquiere.
Pensaba que estudiando psicología, especialmente la adquisición de conocimiento
por el niño en desarrollo, podía combinar su interés por los problemas
filosóficos sobre el conocimiento con los métodos científicos utilizados en
biología. PIAGET comenzó a estudiar psicología en 1918, después de finalizar un
doctorado en zoología; trabajó en laboratorios psicológicos en Zurich y París,
incluido un breve período de trabajo en una clínica psiquiátrica. En 1921, fue
a Ginebra y comenzó su larga carrera de investigación en el desarrollo
infantil. En sus primeros estudios, utilizó un tipo de técnica de entrevista
que había aprendido en la clínica psiquiátrica. Preguntaba a los niños sobre
cosas corrientes y acontecimientos comunes y seguía el interrogatorio
dondequiera que sus respuestas le llevaran. Formulaba ciertas preguntas preestablecidas
al principio de una conversación, pero después permitía que las respuestas del
niño determinaran el curso del intercambio.
Los niños tenían entre unos 4 y 12 años de edad. PraGET les
preguntaba sobre los pensamientos y los sueños, sobre qué cosas pueden sentir
dolor, qué cosas están vivas, y sobre el sol, la luna y el tiempo atmosférico.
Puede que usted no crea que la comprensión de los niños de la astronomía o la
metereología nos dice mucho sobre su comprensión de la mente, pero en realidad
lo hace. Por una parte, los niños mostraban en sus respuestas a estas preguntas
lo que piensan de sí mismos, y lo que pensamos de nuestro yo está estrechamente
relacionado con lo que pensamos de la mente. Por otra, resulta que los niños no
hacen la distinción entre personas y cosas que nosotros hacemos. Dotan a la
luna y al viento de mente propia —o, al menos, hablan de lo que la luna sabe y
lo que el viento quiere, etc.—, lo que nos dice algo de su comprensión del
conocer y el querer, actividades esencialmente mentales.
PIAGET, o uno de sus colaboradores, planteaba a los niños
preguntas como:
¿De dónde vienen los sueños?
¿Con qué piensas?
¿Qué fue primero, las cosas o los nombres? ¿Cómo empezó el
sol?
¿Se mueve la luna?
Si pellizcas a esta piedra, ¿lo sentirá?
¿Sabe una bicicleta cuándo se está moviendo? ¿Por qué no se
hunde un barco?
Después de la pregunta inicial, el adulto continuaba desde
donde llevaba la respuesta del niño. Por ejemplo, PIAGET preguntó a un niño de
5 años: “¿Son de verdad los sueños?” y el niño respondió: “No, son dibujos que
vemos”.
“¿De dónde vienen?” “De Dios”. « ~ . . . » Cuando sueñas,
¿tienes los ojos abiertos o cerrados? ¿ « » Cerrados”. “¿Podría ver yo tu
sueño?” « va . . » No, estarías demasiado lejos”. “¿Y tu madre?” “Sí, pero ella
enciende la luz”. “¿Está el sueño en la habitación o dentro de ti?” “No está
dentro de mí o no lo vería”. “¿Y podría verlo tu madre?” “No, ella no está en
la cama. Sólo duerme conmigo mi hermana pequeña” 7.
Cito a continuación otro ejemplo: PIAGET preguntó a un niño
que acababa de cumplir 7 años: “¿Sabes qué significa pensar?”
« 2
Sí”. « . Fa . » Entonces piensa en tu casa. ¿Con qué
piensas? “Con la boca”. “¿Puedes pensar con la boca cerrada?” « »
No”.
“¿Con los ojos cerrados?” sí”, ¿Con las orejas tapadas?”
“Sí” “Ahora, cierra la boca y piensa en tu casa. ¿Estás pensando?” « 2» Sí. « z
$ » ¿Con qué piensas? “Con la boca” .
El interés principal de PIAGET no era lo que pensaban los
niños sobre estos fenómenos individuales: los sueños, los pensamientos, etc. A
él le interesaba un cuadro más amplio. Quería explicar las características y la
coherencia global del pensamiento infantil en diferentes estadios de
desarrollo. A partir de las respuestas de los niños a muchas preguntas
diferentes y de la observación de sus expresiones en situaciones cotidianas y
el análisis de las preguntas que formulaban espontáneamente, derivó varios
conceptos centrales que se podían utilizar para caracterizar el pensamiento infantil
y su desarrollo. Tres conceptos clave en sus primeros libros son realismo,
animismo y egocentrismo. Tomados juntos, estos conceptos se pueden utilizar
para describir la visión de PIAGET de la comprensión de la mente por el niño.
PIAGET concluyó que antes de los 6 años de edad más o menos
los niños pequeños no tienen apreciación alguna de la vida mental. Son
realistas respecto a los fenómenos psicológicos. No distinguen entre las
entidades mentales, como los pensamientos y los sueños, y las cosas físicas
reales. Muchos de los niños a los que PIAGET preguntó asociaban pensamiento con
habla, como el pequeño citado antes. Cuando PIAGET preguntaba: “¿Con qué piensas?”, respondían: “Con la boca”. Para
ellos, el pensamiento era como el habla. Los niños también dieron respuestas
realistas a la pregunta: “¿De dónde vienen los sueños?” Creían que los sueños
venían de la noche, de las lámparas o del cielo. Pensaban que el sueño estaba
en la habitación con ellos y algunos incluso creían que, si había otras
personas en la habitación, también lo verían. Es decir, el realismo infantil
dota a las entidades mentales, como los pensamientos y los sueños, de
características físicas como la existencia pública y un lugar en el mundo. Los
niños con esta forma de realismo no pueden distinguir entre las cosas y los
pensamientos sobre ellas. Según PIAGET, “el niño no puede distinguir una casa
real, por ejemplo, del concepto, la imagen mental o el nombre de la casa” °.
A la inversa, decía PIAGET, los niños pequeños piensan que
los árboles y las rocas, el sol y la luna, están vivos. Por ejemplo, PIAGET
estaba interesado en las interpretaciones infantiles del paralaje, como el
movimiento aparente de la luna a medida que se cambia el punto de observación.
Preguntó a un niño de 6 años:
“¿Qué hace la luna cuando sales a dar un paseo?” “Va con
nosotros”. « e » ¿Por qué? “Porque el viento le hace ir”. “¿Sabe el viento
dónde vas?” « 2 Sí”. « ./ » ¿Y la luna también? “Sí” ¿Se mueve a propósito para
salir contigo o porque tiene que ir?”
“Viene para darnos luz” **
Estas respuestas ilustran el fenómeno del animismo infantil.
Igual que los niños dotan a los fenómenos psicológicos de las características
del mundo físico, también cometen el error complementario de dotar al mundo
físico de vida, y lo que es más importante aquí, de vida mental. Atribuyen
consciencia a las cosas que actúan en la manera en que ellos lo hacen, no de
acuerdo con leyes físicas, sino en razón de lo que ellos piensan o quieren. Por
ejemplo, incluso la explicación de un niño de 9 años de por qué daba vueltas
una caja que estaba colgada de una cuerda doble enrollada apela a la
psicología, no a la física:
“¿Por qué da vueltas?”
“Porque la cuerda está enrollada”.
“¿Por qué la cuerda da vueltas también?” “Porque quiere
desenrollarse”.
“¿Por qué?”
“Porque quiere estar desenrollada”. “¿Sabe la cuerda que
está enrollada?” “Sí”.
“¿Por qué?”
“Porque quiere desenrollarse, ¡sabe que está enrollada!”
“¿Sabe de verdad que está enrollada?” “Sí. No estoy seguro”.
“¿Cómo crees que lo sabe?”
“Porque siente que está toda enrollada” !!.
PIAGET trató de explicar por qué los niños conciben el mundo
de esta manera. ¿Por qué piensa un niño que los sueños entran en su habitación
desde fuera, que la luna le sigue para ver dónde va o que las cuerdas sienten
que están enrolladas? La respuesta de PIAGET es que los niños piensan así porque son egocéntricos. PIAGET
utilizó por primera vez el término “egocéntrico” para describir algunos
aspectos del lenguaje infantil. En sus primeros años, a menudo los niños hablan
sin intención de comunicarse con nadie, sólo para sí. Pueden repetir algo que
acaban de oír o simplemente hablar para sí mismos. Incluso un grupo de niños
pequeños, que aparentemente están hablando juntos, pueden estar haciéndolo cada
uno para sí, sin intentar comprender los comentarios de los otros y responder a
ellos. PIAGET describió este habla como “egocéntrica” o centrada en sí mismo,
no en el aspecto de que sea egoísta, sino en el sentido de que es sólo para sí
mismo. El niño no intenta “ponerse en el punto de vista de su oyente” En efecto, los niños no pueden hacer eso
porque no tienen concepción del punto de vista. La niña no es consciente de sí
misma, de su propio punto de vista. La subjetividad de la experiencia propia se
hace aparente cuando se desarrolla la consciencia de uno mismo y se puede ver
el mundo objetivamente. Los niños, que carecen de esta consciencia de sí
mismos, confunden el yo y el mundo. Sin subjetividad, decía PIAGET, los niños
ven sus pensamientos y sueños como parte del mundo físico, lo que les lleva al
realismo. Y sin objetividad, ven las cosas físicas como si fueran iguales a
ellos, lo que les lleva al animismo; los objetos físicos se conciben como si
tuvieran conocimiento y propósito, igual que el propio niño los tiene.
Después de publicar estas conclusiones, PIAGET, inspirado en
parte por el desarrollo temprano de sus propios hijos, dirigió su atención al
estudio de la primera infancia para ver cómo se originaban los conceptos de
egocentrismo, realismo y animismo. Obviamente, se requería una metodología diferente. No se puede interrogar
a los bebés; simplemente deben observarse. La formación científica de PIAGET,
con su interés por la capacidad para hacer observaciones precisas y detalladas,
fue de gran importancia aquí. PIAGET concluyó que el desarrollo en la primera
infancia depende de manera crucial de la actividad del bebé, de sus acciones y
de los efectos que estas acciones producen en su entorno. Más tarde, se centró
de nuevo en los niños mayores, pero ya no se basaba sólo en el interrogatorio
verbal. Utilizaba materiales que el experimentador o el niño podían manipular y
sobre los que podían hablar. Una diferencia más importante, desde mi punto de
vista aquí, es el hecho de que PIAGET ya no estaba muy interesado en la
comprensión de los fenómenos psicológicos por los niños; dirigió su atención a
su comprensión de los fenómenos físicos. Se interesó por describir al niño como
un físico popular, no como un psicólogo popular.
Prestemos atención a la traducción de Piaget, el llama al
proceso cognitivo de los niños realista haciendo una analogía con la filosofía realista
clásica donde el filósofo peca de una ingenuidad al no darse cuenta que las
construcciones que el realiza las está
haciendo él y no los entes que el intenta comprender ¿Pero eso es
así? ¿No hay aquí un total sesgo? ¿Acaso Piaget comprende lo que es la filosofía
realista? y luego utiliza el termino egocéntrico,
claro no porque quiera denotar egoísmo sino porque es incapaz de ponerse en el
punto de vista del otro ¿Pero eso es así? ¿No es más bien que el niño siente al
otro como así mismo? Y luego el termino
animismo ¿Comprende
realmente Piaget lo que es animismo o utiliza el termino peyorativamente?
Pero luego viene la critica que es aún peor, porque defenderán
que hay que partir del contexto del niño y que en ese contexto el si logra procesos
mentales ¿Procesos mentales? ¿Y porque no espirituales? Yo entiendo que es
desde Descartes que la mente tiene la primicia, y aunque nadie ha sido más criticado
que Descartes, los científicos y filósofos partes de este concepto moderno,
siendo el en sí mismo de toda modernidad la mente pero ¿Que es la mente? ¿Y porque
estudiar desde este concepto los procesos de lo niños? Así solo se los observe
y nos e los conduzca desde la pregunta ya se los está determinando desde un marco teórico, pero
copio la crítica para que se den cuenta del sesgo de los que dicen estar sin
sesgo, esto se repite una y otra vez en la historia del conocimiento humano.
La metodología de los primeros estudios de PIAGET ha sido
criticada, con razón, por su dependencia de la verbalización y de la capacidad
que tengan los niños para hablar sobre su comprensión. No sólo eso, las
preguntas presuponen una ontología que el adulto realmente no mantiene. Por
ejemplo, PIAGET preguntaba: “¿De dónde vienen los sueños?”, presuponiendo que
los sueños son objetos físicos que vienen de algún lugar. Cuando un niño
pequeño, esforzándose por encontrar alguna manera de contestar a la pregunta,
respondía: “Del cielo” lo clasificaban como realista. El trabajo anterior de
PIAGET, y desde luego el posterior, ha recibido también críticas porque las
preguntas y las tareas no se situaban en un contexto que tuviera significado
para el niño. Si nos interesamos por la competencia y la comprensión de los
niños, debemos tener cuidado de plantear
preguntas que puedan comprender en situaciones que tengan sentido para ellos.
Todos nosotros recurrimos a explicaciones de psicología popular cuando nos
enfrentamos a fenómenos que no comprendemos por completo: justo ayer, mi
computador no quiso escribir sobre el otro disco.
Investigadoras como Margaret DONALDSON y Rochel GELMAN
comenzaron a introducir hace unos veinte años algunas de las tareas experimentales
de PIAGET en contextos que tenían sentido para los niños pequeños, incluso los
de edad preescolar. Estas autoras mostraron lo competentes que pueden ser
realmente los preescolares en su pensamiento y razonamiento sobre el mundo
físico, más competentes de lo que nadie hubiera esperado a partir del trabajo
de PIAGET. Más recientemente, psicólogos evolutivos como John FLAVELL, Henry
WELLMAN, Josef PERNER, Paul HARRIS y muchos otros han investigado la
comprensión de los conceptos psicológicos por preescolares, asegurándose de
nuevo de que las tareas y las preguntas están en contextos que estos niños
pequeños pueden comprender. De nuevo, podemos ver lo competentes que son,
comparados con la descripción proporcionada por PIAGET. Por ejemplo, WELLMAN y
sus colaboradores han mostrado que los niños muy pequeños conocen realmente la
diferencia entre pensamientos y cosas. Los niños de 3 años pueden expresar la
diferencia entre un niño que está pensando en un pastel y el que realmente
tiene uno. Saben cuál de ellos puede ver, tocar, compartir y comer el pastel.
No piensan que los pensamientos sean reales.
Las cuestiones de método son importantes. ¿Cómo vamos a
investigar la comprensión de la mente por los niños? ¿Qué nos permite concluir
que los niños comprenden o no éste o aquel rasgo de la mente? En primer lugar,
es importante recordar que estamos buscando la comprensión de sentido común de
los niños, el tipo de comprensión que yo decía antes que posee la gente
corriente, y no el que tienen los psicólogos cognitivos. En segundo lugar, no
estamos buscando descripciones verbales de la psicología popular como las que
pueden dar los filósofos. No esperamos que los niños puedan describir su teoría
de la mente; tenemos que inferirla. Y ¿cómo la inferimos? Lo hacemos utilizando
los dos métodos básicos de la psicología evolutiva: la observación y el
experimento. Podemos observar y escuchar a los niños mientras viven, hablan y
juegan en su propio entorno familiar, o podemos diseñar experimentos y evaluar
su comprensión de lo que dicen y hacen en sus respuestas a nuestras tareas. Por
supuesto, hacemos más que simplemente observar o experimentar. Tenemos que
decidir qué es lo que queremos observar o evaluar, y en eso nos guían nuestras
teorías en cuanto a lo que consideramos interesante a este respecto.
Como he dicho, se ha criticado el trabajo de PIAGET porque
confiaba en que, al responder a sus preguntas a veces peculiares, los niños
serían capaces de verbalizar su comprensión. Experimentadores posteriores se
han asegurado cuidadosamente de enmarcar sus problemas en un contexto con
significado y plantear las preguntas en términos que el niño comprendiera. Sin
embargo, sus datos y conclusiones han sido criticados por otros investigadores
que observan las interacciones de los niños en el ajetreo de la vida familiar.
Estas observaciones indican que los niños suscriben alguna versión de la
psicología popular a una edad muy anterior a la que ponen de manifiesto los
trabajos experimentales. Judy DUNN ha escrito con sagacidad sobre esta
discrepancia !?. Parece paradójico, dice esta investigadora, que los bebés
estén tan perfectamente sintonizados con las personas y que en la edad del
correteo parezcan ser tan conscientes del comportamiento y las reacciones
emocionales de otras personas y, sin embargo, fracasen al final de la edad
preescolar en pruebas experimentales que miden su comprensión del punto de
vista de otro.
Ante este problema
lo que nos propone Foucault es aceptar la ausencia y jugar con las distintas
posibilidades de traducción, eso es un acto de humildad tremendo, no lleno con
mi Dios el vacío, no pongo mi teoría por delante sino más bien escucho y luego
lleno el vacío múltiplemente generando una deconstrucción en la practica un
caos interpretativo
¿Cuál es el problema?
Que esa sobre producción de información será gestionada algorítmicamente:
¿𝙇𝙚𝙚𝙧𝙡𝙤 𝙩𝙤𝙙𝙤?
𝙐𝙣𝙖
𝙧𝙚𝙘𝙤𝙢𝙚𝙣𝙙𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣
𝙢𝙪𝙮
𝙥𝙚𝙧𝙨𝙤𝙣𝙖𝙡
𝙥𝙖𝙧𝙖
𝙡𝙤𝙨
𝙖𝙢𝙖𝙣𝙩𝙚𝙨
𝙙𝙚𝙡
𝙘𝙤𝙣𝙤𝙘𝙞𝙢𝙞𝙚𝙣𝙩𝙤
Como amante de los libros y del conocimiento, he llegado a
una conclusión que seguramente muchos comparten en silencio:
𝘌𝘴 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦
𝘭𝘦𝘦𝘳𝘭𝘰
𝘵𝘰𝘥𝘰.
Cada vez hay más libros, más información, más ideas… más de
todo. Y uno desearía tener una vida eterna solo para seguir leyendo y
aprendiendo. Pero somos humanos, y nuestro tiempo es limitado.
Este dilema me llevó a buscar una 'solución' —que no lo es
del todo—, sino más bien una ayuda; no para dejar de leer, sino para
complementar la lectura y enriquecer la experiencia lectora.
Así, en medio de mi búsqueda, llegué a NotebookLM de Google,
una herramienta que se ha vuelto fundamental en mi día a día.
¿En qué me ha ayudado?
Cuando un tema llama mi atención, busco un buen libro sobre
ello y lo cargo en NotebookLM. A partir de ahí, la herramienta hace casi toda
la magia:
- Me ayuda a resumir, organizar ideas.
- Puedo hacerle preguntas al estilo "¿Qué dice este
libro sobre tal concepto?" y responde con claridad.
- Puede proporcionarme aún más bibliografía referente al
libro.
- Incluso puede generar guiones para podcast, resúmenes por
capítulos y más.
¿Es lo mismo que leer el libro completo? No.
Sin embargo, esta herramienta no pretende reemplazar la
experiencia lectora. Su función es más bien la de agilizar el proceso,
permitirme discernir con rapidez si un texto merece una lectura más profunda y,
en definitiva, optimizar el uso de mi tiempo.
Al principio, como buen purista, me costó aceptarla. Pero
pronto comprendí que aferrarme a una lectura tradicional de todo cuanto caía en
mis manos me estaba quitando más de lo que me ofrecía (y eso que soy un
apasionado —casi obsesivo— de los libros y la lectura).
Hoy la utilizo como filtro, como guía, como asistente. Y
cuando un tema realmente me cautiva, entonces sí: me detengo, y me sumerjo con
calma en fuentes más densas y profundas.
Quizá no sea una herramienta para todos, pero si te sientes
abrumado por la sobreabundancia de información y te apasiona el conocimiento,
tal vez te convenga probarla. Además, su versión básica es gratuita, así que
puedes utilizarla ocasionalmente sin gastar un centavo.
La lectura no tiene que ser algo que aparenta ser lo que no
es. No tiene que ser una carga ni algo aburrido. En su búsqueda de
conocimiento, también puede ser divertida, ligera y enriquecedora.
Espero que les sea útil esta herramienta como lo es para mí.
Buenas lecturas para todos, comunidad.
Fan
destacado
En total desacuerdo si una app va a decidir que leo y que
no, es claro que el tiempo de la conciencia ha muerto y entonces la pregunta
seria ¿Para que leo? y ¿Para que escribo?
Autor
Christian
Franco Rodriguez Al final es solo una herramienta más. Uno decide
usarla o no. La herramienta no decide qué leeremos y qué no por nosotros, sino
que nos proporciona más funciones. Cortar la hierba con una azada, o con una
guadaña; eso ya es elección propia.
Fan
destacado
Cortex
Philosophicus No, la herramienta no es neutral el medio lo es todo y
este diseña el código, y el código configura el proceso, no el lo mismo el
proceso de lectura en el renacimiento a penas inventada la imprenta, que en la
ilustración donde las ideas de emancipación eran vitales, para luego pasar
a un academicismo, para luego pasar al mercado y hacer de la lectura algo
ligero, y no son formas que nosotros hayamos elegido, hoy la sociedad de la
información pone en el algoritmo la decisión de que vemos y que no, relegando la
lectura, si también va a decidir que leemos y que no y como lo leemos, pues
simplemente se acabo la conciencia humana todo se reducirá a cierta información
útil según la app. El problema que tu manifiestas es importante ante tanta
información ¿Cómo lograr una lectura? Pero primero lo que hay en los libros es
¿información? No es espíritu , conciencia , alma o si quieres mente, luego si
no es información, sino un intento de transferencia de conocimiento o de
transferencia de la transferencia del propio proceso de búsqueda del
conocimiento, entendiendo por conocimiento un alma, espíritu o mente que se
trata de encontrar que carajo puede saber una apss sobre eso, pero su ya
presuponemos que es información, entonces claro nosotros ya no estamos pensando
sino que somos procesadores inferiores que necesitan de las maquinas para hacer
una primera selección.
¿Y entonces como puede ser posible recuperar la objetividad
moderna?
Pues no se puede, la objetividad tendrá que ser una lucha en la que está en disputa la traducción, que en la práctica
es la configuración el sistema y cada
traducción es equivoca por sí misma y como es solo una alteración del código, comprendiendo
que la verdad está en la potencialidad pura
que en sí misma no es decible y en la unidad absoluta que tampoco es
alcanzable por medio de ningún sistema y de ningún lenguaje así toda traducción
queda en cuestionamiento pero pasa a configurar el
sistema momentáneamente, una meta estructura no puede ser moderna, porque en
ella la fe en la razón nos da la unidad como una posibilidad racional, cuando
claramente el absoluto es irracional racional como tampoco puede ser pos
moderna porque la posmodernidad deconstruye toda posibilidad racional, la
integración de lo racional y lo irracional nos lleva a una complementariedad apocalíptica
donde ser revele y devele el ser, es decir el rostro humano en su totalidad no
total.
Más el movimiento de condensación es moderno pero nos debe
de llevar a un realismo y el movimiento de desplazamiento es posmoderno y como
tal nos debe de llevar a la potencialidad irreal que posibilita toda realidad así no nos identificamos con ninguna traducción pero
llevamos todas a su radicalidad y esto no lo puede hacer la maquina lo hace el
hombre desde aquí iniciamos nuestro proceso educativo donde el niño dibujara el
rostro humano sin importar que el mar lo borre, porque ese borrado posibilita la
multiplicidad de dibujos y esa multiplicidad es la unidad que estamos buscando así
el tiempo pos humano es más bien el tiempo de la radicalidad humana.
Empecemos dibujado el rostro del Chaman
Se ha dicho a menudo que una de las características del
mundo moderno es la desaparición de cualquier rito de iniciación significativo.
Las iniciaciones significativas, de capital importancia en las sociedades
tradicionales, son prácticamente inexistentes en el mundo moderno occidental.
Sin duda, las diversas comuniones cristianas conservan, en varios grados,
vestigios de un misterio que es iniciático en su estructura. El bautismo es, en
esencia, un rito iniciático; la ordenación en el sacerdocio incluye una
iniciación. Pero no debemos olvidar que el cristianismo triunfó en el mundo y
se convirtió en una religión universal sólo porque se desapegó del clima de los
misterios grecoorientales y se autoprocla-mó una religión de salvación
accesible para todos.
También debemos preguntarnos si el mundo moderno como tal
todavía puede ser llamado cristiano. Si el "hombre moderno" existe en
realidad, es en tanto en cuanto rechaza reconocerse a sí mismo utilizando
términos familiares a la perspectiva cristiana acerca del hombre o, como lo
expresan los académicos europeos, en términos de "antropología"
cristiana. La originalidad del hombre moderno, su novedad en comparación con
las sociedades tradicionales, radica precisamente en su determinación a
considerarse a sí mismo como un ser puramente histórico, en su deseo de vivir
en un cosmos básicamente desacralizado. Hasta qué extremo puede el hombre
moderno triunfar al llevar a cabo su ideal es otro problema. Pero el hecho es
que este ideal ya no tiene nada en común con el mensaje cristiano, y que es
totalmente ajeno a la imagen que de sí mismo tiene el hombre de las sociedades
tradicionales.
Apuntar que Mircea Eliade siempre se refiere al hombre histórico
profano comparándolo con el hombre arcaico sagrado ahistorico que busca el
eterno retorno, más en nuestra actualidad ya no está más el hombre moderno histórico sino un hombre
pos moderno pos histórico y cada vez más pos humano, en donde hay un eterno
retorno profano de lo irracional ante el cual surge un nuevo fascismo que procura
un orden que por la tecnología actual es un orden algorítmico no humano , pero
de estos temas contemporáneos escribiremos luego por ahora nos atenemos a la
dialéctica entre lo tradicional y lo moderno que nos propone Mircea en este
ensayo y que a nosotros nos permite redibujar el rostro humano.
El hombre de las sociedades tradicionales llega a conocer y
a asumir esta imagen a través del rito iniciático o de paso. Obviamente,
existen numerosos tipos e incontables variantes iniciáticas, que corresponden a
las diferentes estructuras sociales y horizontes culturales. Pero el hecho
importante es que todas las sociedades premodernas (es decir, aquellas que
perduraron en Europa occidental hasta el fin de la Edad Media, y en el resto
del mundo hasta la Primera Guerra Mundial) otorgan una importancia fundamental
a la ideología y las técnicas de la iniciación.
El término iniciación, en el sentido más amplio, denota un
cuerpo de ritos y enseñanzas orales cuyo propósito es producir una alteración
decisiva en la situación religiosa y social de la persona iniciada. En términos
filosóficos, la iniciación es el equivalente a un cambio básico en la condición
existencial; el novicio emerge de su dura experiencia dotado con un ser
totalmente diferente del que poseía antes de su iniciación; se ha convertido en
otro. Entre las diversas categorías de iniciación, la de la pubertad es
particularmente importante para poder comprender al hombre premoderno. Esos
"ritos de paso" son obligatorios para todos los jóvenes de la tribu.
Para ganarse el derecho a ser admitido entre los adultos, el adolescente deberá
pasar a través de una serie de ordalías iniciáticas. Gracias a esos ritos, y a
las revelaciones que comportan, será reconocido como un miembro responsable de
la sociedad. La iniciación introduce al candidato en la comunidad humana y en
un mundo de valores espirituales y culturales. No sólo aprende las pautas de conducta,
las técnicas y las instituciones de los adultos, sino que también tiene acceso
a los mitos y tradiciones sagradas de la tribu, a los nombres y la historia de
sus obras. Por encima de todo, aprende las relaciones místicas entre la tribu y
los seres sobrenaturales, tal y como fueron establecidas al principio de los
tiempos.
Toda sociedad primitiva posee un cuerpo consistente de
tradiciones míticas, una "concepción del mundo". Y esta concepción es
la que le es gradualmente revelada al novicio en el transcurso de su
iniciación. Lo que comporta no es una simple instrucción en el sentido moderno
de la palabra. A fin de ser digno de las sagradas enseñanzas, el novicio debe
ser primero preparado espiri-tualmente. Porque lo que aprende concerniente al
mundo y a la vida humana no constituye un conocimiento en el sentido moderno
del término, una información objetiva y dividida en secciones, sujeta a
correcciones y añadidos indefinidos. El mundo es la obra de los seres
sobrenaturales, una Obra divina y por tanto sagrada en su misma estructura. El
hombre vive en un universo que no sólo es de origen sobrenatural, sino que
también lo es en sus formas, a veces incluso en su sustancia. El mundo
tiene una "historia": primero, su creación por los seres
sobrenaturales; luego, todo lo que sucedió después de eso, la llegada del héroe
civilizador o del antepasado mítico, de sus actividades culturales, de sus
aventuras demiúrgicas, y finalmente, su desaparición.
Esta "historia sagrada" -mitología- es ejemplar,
paradigmática: no sólo relata cómo sucedieron las cosas; también sienta las
bases para todos los comportamientos humanos y todas las instituciones sociales
y culturales. A partir del hecho de que el hombre fue creado y civilizado por
seres sobrenaturales, se desprende que la suma de su comportamiento y
actividades pertenece a la historia sagrada; y esta historia debe ser
cuidadosamente preservada y transmitida intacta a las generaciones venideras.
Básicamente, el hombre es lo que es porque, en los albores del tiempo, le sucedieron
ciertas cosas, los hechos narrados por los mitos. Al igual que el hombre
moderno se autoproclama un ser histórico, constituido por toda la historia de
la humanidad, el hombre de las sociedades arcaicas se considera el producto
final de una historia mítica, es decir, de una serie de acontecimientos que
tuvieron lugar in illo tempore, al principio de los tiempos. Pero mientras el
hombre moderno considera la historia que le precede como una obra puramente
humana y, de forma más específica, cree que cuenta con el poder para continuar
y perfeccionarla de forma indefinida, para el hombre de las sociedades
tradicionales todo lo significativo -es decir, todo lo creativo y poderoso- que
siempre ha sucedido ha tenido lugar al principio, en la época de los mitos.
En cierto sentido casi podría decirse que el hombre de las
sociedades arcaicas está "cerrado"; que se ha agotado a sí mismo en
los escasos y asombrosos sucesos del principio. Al revelar los diversos
sistemas de pesca submarina a los polinesios al principio de los tiempos, el
héroe mítico agotó de un plumazo todas las formas posibles de realizar esa
actividad. Desde entonces, siempre que salen a pescar, los polinesios repiten
el gesto ejemplar del héroe mítico, es decir: imitan un modelo más allá del
puramente humano.
Pero, considerada como es debido, esta historia preservada
en los mitos está agotada sólo en apariencia. Si el hombre de las sociedades
primitivas se ha contentado con imitar para siempre los escasos gestos
ejemplares revelados por los mitos, no existiría explicación para las
incontables innovaciones que ha aceptado a lo largo del transcurso del tiempo.
Las sociedades primitivas absolutamente cerradas no existen. No sabemos de
ninguna que no haya tomado prestados algunos elementos culturales del exterior;
ninguna que, como resultado de esos préstamos, no haya cambiado al menos
algunos aspectos de sus instituciones; ninguna que, en pocas palabras, no haya
tenido historia. Pero, en contraste con la sociedad moderna, la sociedades
primitivas han aceptado todas las innovaciones como "revelaciones", y
por ello como de origen sobrenatural. Los objetos o armas que fueron tomados
prestados, las pautas de comportamiento e instituciones que fueron imitadas,
los mitos o creencias que se asimilaron, se consideraban cargados de poder
mágicoreligioso; fue precisamente por esta razón por la que fueron
identificados y por la que se realizó el esfuerzo de adquirirlos. Pero eso no
es todo. Esos elementos fueron adoptados porque se creyó que los antepasados
recibieron las primeras revelaciones culturales de seres sobrenaturales. Y como
las sociedades tradicionales carecen de memoria histórica en el sentido
estricto, sólo fueron necesarias unas pocas generaciones, en ocasiones incluso
menos, para que la reciente innovación fuera investida con todo el prestigio de
las revelaciones primordiales.
En un análisis final podríamos decir que, aunque están
"abiertas" a la historia, las sociedades tradicionales tienden a
proyectar toda nueva adquisición en el tiempo primordial, a resumir todos los
acontecimientos en el mismo horizonte intemporal de los míticos inicios. Las
sociedades primitivas también son cambiadas por su historia, aunque en
ocasiones sólo en un grado muy pequeño; pero lo que las diferencia de manera
radical respecto a la sociedad moderna es la ausencia en ellas de conciencia
histórica. En realidad, esa ausencia es inevitable, a la vista de la concepción
del tiempo y de la antropología características de toda la humanidad
prejudaica.
A ese conocimiento tradicional es al que tienen acceso los
novicios. Reciben instrucción prolongada de sus maestros, presencian ceremonias
secretas, pasan por una serie de terribles pruebas u ordalías. Y son
precisamente esas ordalías las que constituyen la experiencia religiosa de la
iniciación, el encuentro con lo sagrado. La mayoría de los calvarios
iniciáticos implican, de forma más o
menos clara, una muerte ritual seguida de la resurrección de un renacimiento.
El momento central de toda iniciación está representado en la ceremonia que
simboliza la muerte del novicio y su retorno a la compañía de los vivos. Pero
regresa a la vida como un hombre nuevo, asumiendo otro modo de ser. La muerte
iniciática significa el fin inmediato de la infancia, de la ignorancia y de la
condición profana.
Para el pensamiento arcaico, nada expresa mejor la idea de
un final, de la consumación de todo, que la muerte, como nada expresa mejor la
idea de creación, de hacer, construir, erigir, que la cosmogonía. El mito
cosmogónico sirve como paradigma, como modelo ejemplar, para todo tipo de
elaboración. Nada asegura más el éxito de cualquier creación (una aldea, una
casa, un hijo) que el hecho de copiarlo siguiendo el modelo de la mayor de
todas las creaciones, la cosmogonía. Y eso no es todo. Como a los ojos de los
primitivos, la cosmogonía representaba sobre todo la manifestación del poder
creativo de los dioses, y por tanto una prodigiosa irrupción de lo sagrado, se
reitera de forma periódica a fin de regenerar el mundo y la sociedad humana.
Porque la repetición simbólica de la creación implica una reactualización del
suceso primigenio, y por consiguiente, de la presencia de los dioses y sus
energías creativas. El regreso al comienzo encuentra su expresión en una
reactivación de las fuerzas sagradas que se manifestaron en la primera ocasión.
Si se restaura el mundo al estado en que se encontraba en el momento en que
nació, y si son reproducidos los gestos realizados por primera vez por los
dioses al principio, la sociedad y todo el cosmos se convierten en lo que
fueron: puros, poderosos, eficaces, y con todas las posibilidades intactas.
Cada repetición ritual de la cosmogonía viene precedida por
una regresión simbólica al caos. A fin de ser creado de nuevo, el viejo mundo
debe ser primero aniquilado. Los diversos ritos llevados a cabo en relación con
el Año Nuevo pueden clasificarse en dos categorías principales: 1) los que
significan un regreso al caos (por ejemplo, apagar hogueras, expulsar el
"mal" y los pecados, la inversión del comportamiento habitual, las
orgías, el retorno de los muertos); y 2) los que simbolizan la cosmogonía (por
ejemplo, alumbrar nuevas hogueras, la marcha de los muertos, la repetición de
los actos utilizados por los dioses para crear el mundo, la predicción solemne
del tiempo para el año venidero). En el escenario de los ritos iniciáticos, la
"muerte" corresponde al regreso temporal al caos. Es la expresión
paradigmática del final de un modo de ser: el modo de la ignorancia y la
irresponsabilidad infantil. La muerte iniciática proporciona una página en
blanco sobre la que escribir las sucesivas revelaciones cuyo fin es la
formación de un hombre nuevo. Más tarde describiremos las diferentes
modalidades de nacimiento a una vida nueva y espiritual. Pero ahora debemos
señalar que esta nueva vida es concebida como la auténtica existencia humana,
porque está abierta a los valores del espíritu. Lo que se entiende bajo el
término genérico de "cultura", comprendiendo todos los valores del
espíritu, sólo es accesible para aquellos que han sido iniciados. Por ello, la
participación en la vida espiritual se hace posible a través de las
experiencias religiosas que son liberadas durante la iniciación.
Todos los ritos de renacimiento o resurrección, y los
símbolos que implican, indican que el novicio ha alcanzado otro modo de
existencia, inaccesible para quienes no han pasado por los calva rios
inciáticos, para los que no han probado la muerte. Debemos señalar esta
característica de la mentalidad arcaica: la creencia de que un estado no puede
cambiar sin necesidad de ser aniquilado primero, y en el ejemplo presente eso
significa que el niño muere en la niñez. Es imposible exagerar la importancia
de esta obsesión con los comienzos, que, en resumen, es la obsesión con el
principio absoluto, la cosmogonía. Para poder hacer bien una cosa, debe ser
hecha como la primera vez. Pero la primera vez, esa cosa -esta clase de
objetos, este animal, este comportamiento en particular- no existía; cuando, al
principio, este objeto, animal, o institución, vieron la luz, fue como si
apareciese de la nada mediante el poder de los dioses.
La muerte iniciática es indispensable para el inicio de la
vida espiritual. Su función debe entenderse en relación a lo que prepara: el
nacimiento a un modo de ser más elevado. Como veremos más adelante, la muerte
iniciática suele aparecer simbolizada, por ejemplo, por la oscuridad, por la
noche cósmica, por la matriz telúrica, la cabana, el vientre de un monstruo.
Todas esas imágenes expresan regresión a un estado preformal, a un modo de ser
latente (complementario respecto al caso
precosmogónico), en lugar de una total aniquilización (en el sentido en que,
por ejemplo, un miembro de las sociedades modernas concibe la muerte). Estas
imágenes y símbolos de la muerte ritual están relacionadas de forma inseparable
con la germinación, con la embriología; ya señalan una nueva vida en
preparación. Obviamente, como veremos más adelante, también existen otras
valoraciones de la muerte iniciática, por ejemplo: unirse a la compañía de los
muertos y de los antepasados. Pero aquí también podemos distinguir el mismo
simbolismo del principio: el principio de la vida espiritual hecho posible, en
este caso, por el encuentro con los espíritus.
Así pues, para el pensamiento arcaico, el hombre es hecho;
no se hace a sí mismo por sí mismo. Los que le hacen son los viejos inciados,
los maestros espirituales. Pero estos maestros aplican lo que les fue revelado
al principio de los tiempos por los seres sobrenaturales. Sólo son los
representantes de esos seres; en realidad, en muchos casos los encarnan. Eso es
tanto como decir que a fin de convertirse en un hombre, es necesario parecerse
a un modelo mítico. El hombre se reconoce a sí mismo como tal (es decir, como
hombre) hasta el punto en el que deja de ser un "hombre natural", en
el que es convertido por segunda vez, obedeciendo a un canon paradigmático y
transhumano. El nuevo nacimiento iniciático no es natural, aunque a veces viene
expresado en símbolos ostétricos. Este nacimiento requiere de ritos instituidos
por los seres sobrenaturales; por ello se trata de una obra divina, creada por
el poder y la voluntad de dichos seres; pertenece no a la naturaleza (en el
sentido moderno o secularizado del término), sino a la historia sagrada. El
segundo nacimiento iniciático no es una repetición del primer nacimiento
biológico. Para poder alcanzar el modo de vida iniciático hay que conocer
realidades que no forman parte de la naturaleza sino de la biografía de los
seres sobrenaturales, y de ahí arranca la historia sagrada preservada en los
mitos.
Incluso cuando éstos parecen estar tratando únicamente
acerca de fenómenos naturales como el curso del sol, por ejemplo-, los mitos
hacen referencia a una realidad que ya no es la realidad de la naturaleza tal y
como el hombre moderno la concibe hoy en día. Porque para el primitivo, la
naturaleza no es simplemente natural; es también, y al mismo tiempo,
sobrenatural, es decir, la manifestación de fuerzas sagradas y encarnación de
realidades trascendentes. Conocer los mitos no es (como se creía en el siglo
pasado) hacerse consciente de la regularidad de ciertos fenómenos cósmicos (el
curso solar, el ciclo lunar, el ritmo de la vegetación, y otros semejantes);
es, en primer lugar, conocer lo que ha sucedido en el mundo, lo que realmente ha
sucedido, lo que los dioses y los héroes civilizadores hicieron, sus Obras o
trabajos, aventuras y dramas. Es conocer una historia divina, que no obstante
sigue siendo una "historia", es decir, una serie de acontecimientos
imprevisibles, aunque consistentes y significativos.
En términos modernos podríamos decir que la iniciación pone
punto y final al hombre natural e introduce al novicio en la cultura. Pero para
las sociedades arcaicas, la cultura no es un producto humano, pues su origen es
sobrenatural. Y eso no es todo. Es a través de la cultura como el hombre
restablece contacto con el mundo de los dioses y otros seres sobrenaturales y
participa en sus energías creativas. El mundo de los seres sobrenaturales es el
mundo en el que las cosas suceden por primera vez: el mundo en el que empezaron
a existir el primer árbol y el primer animal; en el que un acto -que a partir
de entonces ha sido religiosamente repetido- fue realizado por vez primera
(caminar adoptando una postura determinada, desenterrar un tubérculo
específico, ir de caza durante una fase lunar determinada); en el que los
dioses o los héroes, por ejemplo, tienen tal y cual encuentro, sufren tal y
cual contratiempo, pronuncian una palabras en particular, proclaman unas normas
específicas. Los mitos nos llevan a un mundo que no podemos describir
únicamente como "narrado", porque consiste en la historia de actos
realizados libremente, de decisiones imprevistas, de transformaciones
fabulosas, y de otras cosas por el estilo. Es, en pocas palabras, la historia
de todo lo significativo que ha sucedido desde la creación del mundo, de todos
los acontecimientos que han contribuido a hacer del hombre lo que es en la
actualidad. El novicio, al que la iniciación introduce a las tradiciones
mitológicas de la tribu, es introducido a la historia sagrada del mundo y de la
humanidad.
Esa es la razón por la que la iniciación resulta tan
importante para un conocimiento del hombre premoderno. Revela la seriedad casi
pasmosa con la que el hombre de las sociedades arcaicas asumía la
responsabilidad de recibir y transmitir valores espirituales.
Nosotros nos vamos a enfocar en dos iniciaciones la del
regreso del útero a la madre que es la base del misterio Dharmico y de todo
desplazamiento y la de la salida de este útero como salida del infierno lo cual es base del misterio pascual y de toda
condensación, se comprenderá que ene l fondo es un mismo rito y que como tal da
cuenta del movimiento del espíritu de nuestro respirar ontológico.
Hallamos esta misma pauta en un gran número de mitos y ritos
iniciáticos. La idea de la gestación y el alumbramiento es expresada mediante
una serie de imágenes homologables: entrada en el útero de la Gran Madre (Madre
Tierra), o en el cuerpo de un monstruo marino, o de una bestia salvaje, o
incluso de un animal doméstico. Resulta obvio que la cabana iniciática también
pertenece a la misma familia de imágenes; y aquí debería añadir una imagen que
no habíamos encontrado hasta el momento: la imagen de la vasija. Realizar un
estudio adecuado de todos los grupos de ritos y mitos que cuentan con esta
pauta llevaría más tiempo del que disponemos. Por ello me limitaré a unos pocos
aspectos. A fin de simplificar la exposición, permitan que empiece por agrupar
los documentos en dos importantes categorías. En la primera, el regreso al
útero, aunque implicando un cierto elemento de peligro (como ocurre en todo
caso relacionado con actos religiosos), aparece como una operación misteriosa
pero relativamente carente de riesgo. Por el contrario, en la segunda categoría
de documentos, el regreso implica el riesgo de ser despedazado por las
mandíbulas del monstruo (o en la vagina dentara de la Madre Tierra) y de ser
digerido en su vientre. Aunque los hechos son en realidad más complejos,
podemos citar ejemplos que ilustran ambos tipos de iniciación en los que se
regresa al útero. Denomi-némolos tipos fáciles y dramáticos. En el primero, el
énfasis se pone en el misterio del alumbramiento iniciático. En el tipo
dramático, el tema del nuevo nacimiento viene acompañado, y a veces dominado,
por la idea de que, como en una ordalía iniciática, debe implicar el riesgo de
muerte. Como veremos dentro de poco, las iniciaciones brahmánicas pertenecen a
la categoría de ritos que actualizan una nueva gestación y un nuevo nacimiento
del novicio, pero sin implicar que primero deba morir, o ni siquiera que corre
riesgo de hacerlo (quisiera volver a insistir sobre este punto: el simbolismo
de la muerte a la condición profana siempre está presente; pero, como hemos
visto, ello es característico de toda experiencia genuinamente religiosa).
En cuanto al segundo tipo de regreso iniciático, incluye un
considerable número de formas y variantes, y ha producido ramificaciones y
desarrollos, cargados con más o menos significados sutiles, incluso en las
religiones, metafísicas y misticismos de sociedades altamente desarrolladas.
Porque podemos encontrar la pauta iniciática del peligroso regreso al útero,
primero, en los mitos en los que el héroe es tragado por un monstruo marino
para luego emerger victorioso abriéndose camino fuera del vientre; segundo, en
los mitos y narraciones milagrosas de los chamanes, que durante sus trances se
suponen que entran en el vientre de un pez gigante o ballena; tercero, en
cierto número de mitos de una travesía iniciática de una vagina dentara, o de
un peligroso descenso a una cueva o grieta asimilada a la boca o el útero de la
Madre Tierra; un descenso que lleva al héroe al inframundo; y en cuarto y
último lugar, la misma pauta es reconocible en todo el grupo de mitos y
símbolos relacionados, por ejemplo, con un "pasaje paradójico” entre dos
ruedas de molino en constante movimiento, entre dos rocas que se juntan momento
a momento (véanse página 99 y ss.), O con atravesar un puente estrecho como un
hilo y afilado como el filo de un cuchillo.
(Paradójico porque resulta imposible en el plano de la
experiencia cotidiana; el pasaje cuyas imágenes acabo de citar servirá, en
misticismos y metafísicas posteriores, para expresar el acceso a un estado
trascendente.) Lo que caracteriza a todas las formas de este peligroso regreso
al útero es que el héroe lo emprende estando vivo y siendo adulto: es decir, no
muere y no regresa a un estado embrionario. Lo que está en juego en dicha
empresa es a veces extraordinario: nada menos que alcanzar la inmortalidad.
Como veremos en el mito del héroe polinesio Maui, a causa de que Maui no
consiguió salir vivo del cuerpo de la Gran Madre, la humanidad no alcanzó la
inmortalidad. Dedicaré parte del próximo capítulo a este grupo de mitos y ritos
iniciáticos y trataré de completar y pulir este rápido bosquejo.
Simbolismo del nuevo nacimiento en las iniciaciones de la
India
Por el momento, permítanme citar algunos ejemplos
ilustrativos acerca del tipo no peligroso de regreso al estado embrionario.
Empecemos con las iniciaciones brahmánicas. No intentaré presentarlas en su
totalidad; nos limitaremos al tema de la gestación y el nuevo nacimiento. En la
antigua India, la ceremonia upana-yana —es decir, la presentación del muchacho
a su maestro— es el homólogo de las primitivas iniciaciones de la pubertad. En
realidad, en la antigua India están presentes algunos de los comportamientos de
los novicios entre los pueblos primitivos. El brahma-charin vive en casa de su
maestro, se viste con la piel de un antílope negro, no come nada excepto la
comida que mendiga, y está ligado a un voto de castidad absoluta (en realidad,
el nombre de este período de estudio con un maestro -brahmacharya- acabó
expresando la idea de continencia sexual). Desconocida para el Rig-veda, la
upanayana aparece documentada por primera vez en el Atharva-veda (XI, 5, 3),
expresando claramente el tema de gestación y renacimiento; se dice que el
maestro transforma al muchacho en un embrión y le mantiene en su vientre
durante tres noches. El Shatapatha-brahmana (XI, 5, 4, 12-13) ofrece los
siguientes detalles: el maestro concibe cuando deposita su mano en el hombro
del muchacho, y al tercer día el muchacho renace como brahmán. El Atharva-veda
(XIX, 17) llama "dos veces nacido" (dvi-ja) a quienes ha pasado por
el upanayana; y es aquí donde aparece por primera vez este término, que ha
tenido un extraordinario desarrollo en India.
Obviamente, el segundo nacimiento es de naturaleza
espiritual, y existen textos más tardíos que insisten en este punto. Según las
Leyes de Manu (IL, 144), el que imparte la palabra del Veda al novicio (es
decir, al brahmán) debe ser considerado como padre y madre; entre el procreador
y el brahmán, este último es el auténtico padre (II, 146); el verdadero
nacimiento, es decir, nacer a la inmortalidad, se otorga mediante la fórmula
Savitri (IL, 148).* Esta concepción es panindia y vuelve a retomarse en el budismo.
El novicio abandona el nombre de su familia y se convierte en un "hijo del
Buda" (sakya-putto), porque ha "nacido entre los santos” (ariya).
Como dijo Kassapa de sí mismo: «Hijo natural del bendito, nacido de su boca,
nacido del dhamma, modelado por el dhamma...» (Samyutta Nikaya, UL, 221).
La imaginería budista también conserva la memoria de que el
segundo nacimiento se logra como el del polluelo, es decir, «rompiendo el
cascarón».
El simbolismo iniciático del huevo y del polluelo es
antiguo; probablemente es el "doble nacimiento" de los pájaros el que
está en el origen de la imagen del dvi-ja. En cualquier caso, nos hallamos
frente a imágenes arquetípicas, ya documentadas a nivel de culturas arcaicas.
Entre los bantúes kavirondo, se pronuncian las siguientes palabras ante los
iniciados: «El polluelo blanco emerge lentamente del huevo, como una vasija
recién horneada».** Resulta notable que la misma imagen una dos temas que son a
la vez embrionarios e iniciáticos: el huevo y la vasija, que, por cierto,
volveremos a encontrar en la India.
Además de este nuevo nacimiento obtenido a través de la
ceremonia upanayana, el brahmanismo cuenta con un ritual iniciático, el diksha,
que debe ser realizado por cualquiera que se esté preparando para ofrecer el
sacrificio soma y que, en realidad, consiste en un retorno al estado fetal.? El
Rig-veda parece no saber nada acerca del diksha, pero aparece documentado en el
Atharva-veda. En él, el brahmacharin -es decir, el novicio que pasa por el rito
iniciático de la pubertad- es llamado dikshita, "el que practica el
diksha”. Hermán Lommel* ha insistido acertadamente en la importancia de este
rito de paso (Atharva-veda, XL, 5, 6): el novicio es equiparado a alguien que
pasa por el trance de renacer para ser digno de realizar el sacrificio soma.
Pues este sacrificio implica una santificación preliminar del oficiante, y a
fin de obtenerla emprende un regreso al útero. Los textos son muy claros al
respecto. Según el Aitareya-brahmana (1, 3): «Aquel a quien se otorga el
diksha, los sacerdotes lo vuelven a convertir en embrión. Le salpican con agua;
el agua es el esperma masculino... Le conducen a un cobertizo especial; el
cobertizo especial es el útero del dikshita; así le hacen entrar en el útero
que le corresponde. .. Le cubren con una prenda; la prenda es el mesenterio...
Por encima de él colocan una piel de antílope negro; ciertamente, la placenta
está por encima del mesenterio... Cierra las manos; verdaderamente el embrión
tiene las manos cerradas mientras está dentro, el niño nace con sus manos
cerradas... Abandona la piel de antílope negro para entrar en el baño final;
por ello los embriones llegan al mundo libres de la placenta. Entra con su
prenda y por ello un niño nace con un mesentario por encima».
Los textos paralelos subrayan el carácter embrionario y
obstétrico del rito utilizando gran imaginería: «El dikshita es un embrión, la
prenda que viste es el mesentario», dice el Taittiriyasamhita (L, 3, 2). La
misma obra (VI, 2, 5, 5) también repite la imagen del dikshita-embrión,
completada con la de la cabana asimilada al útero, una imagen extremadamente
antigua y extendida. Cuando el dikshita sale de la cabana, es como el embrión
emergiendo del útero. El Maitrayanisamhita (UI, 6, 1) dice que el iniciado deja
este mundo y «nace en el mundo de los dioses»; para el dikshita, la cabana es
el útero, y la piel del antílope la placenta. La razón de este retorno al útero
es continuamente subrayada: «En realidad el hombre no ha nacido. Es a través de
sacrificio como nace» (III, 6, 7). Y se insiste en que el verdadero nacimiento
del hombre es espiritual: «El dikshita es semen», añade el Maitrayani-samhita
(IL, 6, 1); es decir, a fin de alcanzar el estado espiritual que le permitirá
nacer entre los dioses, el dikshita debe convertirse simbólicamente en lo que
ha sido desde el principio. Suprime su existencia biológica, los años de vida
humana que ya han transcurrido, a fin de regresar a una situación que es, a la
vez, embionaria y primordial; "regresa" al estado de semen, es decir,
de pura virtualidad. Este tema de regresar a fin de suprimir la duración
histórica que ya ha transcurrido y de iniciar una nueva vida, con todas las
posibilidades intactas, ha ob sesionado tanto a la humanidad que lo hallamos en
muchos contextos e incluso en soteriologías y misticismos altamente
desarrollados.** Obviamente, todos estos ritos iniciáticos de regreso al útero
cuentan con un modelo mítico: es Indra quien, a fin de impedir el nacimiento de
un monstruo aterrador tras la unión entre la palabra (vak) y el sacrificio
(yajña), se convierte a sí mismo en un embrión y entra en el útero de Vak.*
Quisiera dedicar una atención especial a este punto: el
regreso al útero representado por el diksha es renovable; se lleva a cabo cada
vez que se realiza el sacrificio soma. Y como el oficiante ya ha "nacido
dos veces" en virtud de su iniciación (upanayana), se desprende que el
propósito del diksha es regenerar al oficiante de manera que pueda participar
de lo sagrado. Este regreso al útero implica, obviamente, la abolición del
tiempo pasado. Los textos no lo dicen así explícitamente, pero no existe
explicación para el regreso al principio excepto si no es por el deseo de
iniciar de nuevo una existencia "pura"; es decir, una existencia que
no haya padecido los nocivos efectos del tiempo. También se utiliza el mismo
ritual en otras ocasiones; por ejemplo, el novicio que ha roto sus votos debe
permanecer toda la noche junto al fuego, envuelto en una piel de antílope negro
de la que sale gateando al amanecer (Baudhayana-dharmashastva, UL, 4, 4).
Permanecer envuelto en una piel significa gestación y salir gateando simboliza
un nuevo nacimiento. El rito y el significado pueden hallarse en otros niveles
culturales. Entre algunos pueblos bantúes, el muchacho, antes de ser
circuncidado, es objeto de una ceremonia llamada «nacer de nuevo". El
padre sacrifica un carnero, y tres días después envuelve al muchacho en la
membrana del estómago del animal y en su piel. Pero antes de ser envuelto, el
muchacho tiene que acostarse junto a su madre y llorar como un bebé. Permanece
en la piel del carnero durante tres días. Añadiré que a los muertos se les
entierra envueltos en pieles de carnero y en una posición embrionaria.**
Regresando a la India, todavía tenemos que examinar otro
rito que incluye regresar al útero. También éste se lleva a cabo con el
propósito de obtener un nuevo nacimiento, tanto para alcanzar un modo de vida
superior (para, por ejemplo, convertirse en un brahmán) o bien para purificarse
de alguna gran profanación (por ejemplo, el representado por viajar a un país
extranjero). Este rito es el hiranyagarbha, literalmente "embrión
dorado". Descrito por primera vez en el Atharva-veda Parishishta (XUD, dio
muestras de una vitalidad excepcional, ya que siguió en uso hasta el siglo
xix.” La ceremonia procede de la siguiente manera: la persona que se somete se
coloca en un receptáculo dorado en forma de vaca, y tras emerger de él se le
considera un bebé y pasa a través de los ritos del nacimiento. Pero como dicho
receptáculo es muy caro, se suele utilizar una reproducción dorada de un útero
(yoni). La persona sometida al rito es asimilada al embrión dorado
(hi-ranyagarbha). Este nombre también es uno de los sobrenombres de Prajapati o
de Brahmán, lo cual no resulta difícil de entender, pues en India, al igual que
todas partes, el oro es un símbolo de inmortalidad y perfección. Al ser
transformado en un embrión dorado, la persona sometida al rito se apropia de
alguna manera de la indestructibilidad de dicho metal, participando de la
inmortalidad. El oro es solar. A este respecto también existe todo un complejo
mítico-iconográfico que presenta al sol descendiendo en la oscuridad de la
misma manera que el novicio, como embrión, entra en la oscuridad uterina de la
cabana iniciática.**
Pero el simbolismo del oro recubre en este caso un tema más
antiguo y universal: el del renacimiento mítico en una vaca, o en una vasija en
forma de útero. La vaca es una de las epifanías de la Gran Madre. Herodoto (II,
29) relata que Micerinos enterró a su hija en una vaca dorada, y en Bali hay
todavía numerosos féretros en forma de vaca.*” El Rig-veda no habla del ritual
hiranyagarbha, y ello puede deberse tanto a que era desconocido en tiempos
védicos como a que no se practicase en los círculos sacerdotales y militares en
los que fueron elaborados los himnos del Rigveda. El hecho de que el ritual
hiranyagarbha aparezca en el Atharva-veda Parishishta, y que en tiempos
modernos se practique sobre todo en el sur de la India (Travancore, Comorín) y
en Assam, probablemente indica un origen preario. Tal vez sea uno de los
vestigios dejados por la gran cultura afroasiática que, entre el cuarto y el
quinto milenio, se extendió desde el Mediterráneo oriental y Mesopotamia hasta
la India. Sea como fuere, el rito iniciático del hiranyagarbha es importante
sobre todo por la equivalencia que establece entre los tres símbolos de la
Diosa Madre: vaca, útero y vasija. En el sur de la India y en Borneo, la Gran
Madre suele ser representada en forma de vasija.” Que es un símbolo del útero
queda probado en la India mediante el milagroso nacimiento de los sabios
Agastya y Vasishta de una vasija,” y en otros lugares del mundo por los
sepelios en urnas en postura embrionaria.”? Todos estos ritos y simbolismos
extremadamente complejos sobrepasan la esfera iniciática, pero ha sido
necesario mencionarlos brevemente para demostrar que estamos en presencia de
concepciones general de vida, muerte y renacimiento, y que el concepto
iniciático en el que estamos ocupados es sólo un aspecto de esta amplia visión
del mundo.
Significados múltiples de los simbolismos del embrión
Resulta digno de mención el hecho de que el tema iniciático
del regreso al estado embrional también aparezca en niveles superiores de
cultura, como, por ejemplo, en las técnicas taoístas de fisiología mística.
Efectivamente, la "respiración embrional" (t'ai-si) que desempeña un
papel considerable en el neotaoísmo, es imaginada como respirar en un circuito
cerrado, a la manera de un feto; el adepto trata de imitar la circulación de la
sangre y el flujo respiratorio de la madre al niño y del niño a la madre. El
prefacio del Tai-si k'eou kiue ("Fórmulas orales de respiración
embrional") expresa claramente en una frase el objeto de la técnica: «Al
regresar a la base, al regresar al origen, se ahuyenta a la vejez, se regresa
al estado fetal».* Un texto taoísta de la moderna escuela sincretista lo dice
de la manera siguiente: «Por eso el (Buda) Ju-Lai (Tathagata), merced a su gran
compasión, reveló el método de trabajo (alquimista) del fuego y enseñó a los
hombres a entrar de nuevo en el útero a fin de recrear su (verdadera)
naturaleza y (la totalidad) de su parte en la vida»
El mismo tema aparece documentado entre los alquimistas
occidentales: el adepto debe regresar al pecho de su madre, o incluso cohabitar
con ella. Según Paracelso: «Quien quiera entrar en el Reino de Dios, deberá
entrar primero con su cuerpo en su madre y morir allí».? A veces, regresar al
útero se presenta en forma de incesto con la madre. Michael Maier nos habla de
que: «Definas, un filósofo anónimo, en su tratado Secretas Maximus, habla con
mucha claridad de la madre, que, por necesidad natural, debe unirse con su
hijo» (cum filio ex necessitate naturae conjungenda).* Evidentemente, la madre
simboliza la naturaleza en el estado primordial, la prima materia de los
alquimistas. Eso prueba la polivalencia del regreso al útero, y que permite que
sea constantemente revalorizada en situaciones espirituales y contextos
culturales diversos.
También podría citarse otra serie de ritos y mitos
iniciáticos, relativos a cuevas y grietas montañosas como símbolos del útero de
la Madre Tierra. Me limitaré a decir que las cuevas desempeñaron un papel en la
iniciaciones prehistóricas, y que la sacralidad primordial de la cueva todavía
puede descifrarse en sus modificaciones semánticas. El término chino tong,
"cueva", acabó finalmente teniendo el significado de
"misterioso, profundo, trascendente"; es decir, se convirtió en un
equivalente a los arcanos revelados en las iniciaciones.””
Aunque resulta arriesgado comparar documentos religiosos
pertenecientes a eras y culturas tan diferentes, he corrido con el riesgo
porque todos esos hechos religiosos encajan en una pauta, las iniciaciones de
regreso al útero tienen como principal objetivo que el novicio recupere la
situación embrionaria. A partir de esta situación primordial, las diversas
formas de iniciaciones que hemos repasado se desarrollan en diferentes direcciones,
porque persiguen fines distintos. Es decir, habiendo regresado simbólicamente
al estado de "semen" o "embrión", el novicio puede elegir
entre cuatro cosas. Puede reanudar la existencia, con todas sus posibilidades
intactas (éste es el objeto de las ceremonias hiran-yagarbha y de
"respiración embrional", y el mismo tema aparece ampliamente
documentado en terapias arcaicas). También puede volver a sumergirse en la
sacralidad cósmica regida por la Gran Madre (como, por ejemplo, en las ceremonias
kunapipi). O bien puede alcanzar un estado de existencia más elevado, el del
espíritu (que es el objeto de la ceremonia upanayana), O prepararse para
participar en lo sagrado (el objetivo del diksha). O, finalmente, puede empezar
un modo de existencia trascendente, totalmente diferente, homologable al de los
dioses (la aspiración del budismo). De todo ello emerge una característica
común: el acceso a lo sagrado y al espíritu siempre es descrito como una
gestación embrional y un nuevo nacimiento. Todo iniciado en esta categoría ha
nacido en dos ocasiones, e incluso -en el caso de la ceremonia kunapipi y el
dikshanace en unas cuantas ocasiones. Sacralidad, espiritualidad e inmortalidad
son expresadas en imágenes que, de una forma y otra, significan el comienzo de
la vida.
Los primitivos, claro está, siempre piensan en el comienzo
de la vida en un contexto cosmológico. La creación del mundo constituye el
modelo ejemplar de toda creación viva. Una vida que empieza en sentido absoluto
equivale al nacimiento de un mundo, El sol, hundiéndose cada noche en una
oscuridad de muerte y en las aguas primordiales, símbolo de lo increado y lo
virtual, se parece mucho al embrión en el útero y al neófito escondido en la
cabana iniciática. Cuando el sol se alza por la mañana, renace el mundo, al
igual que cuando el iniciado emerge de su cabana. Con toda probabilidad, la
práctica de los entierros en postura embrional puede explicarse a través de la
interrelación mística entre muerte, iniciación y regreso al útero. En algunas
culturas, esta relación íntima dará finalmente lugar a la asimilación de la
muerte con la iniciación: se considera que el hombre agonizante atraviesa una
iniciación. Pero los entierros en postura fetal subrayan principalmente la
esperanza de un nuevo comienzo de la vida, que no significa una existencia
reducida a sus meras dimensiones biológicas. Para los primitivos, vivir es
compartir la sacralidad del cosmos. Y eso será suficiente para evitar que
caigamos en el error de explicar todos los ritos y símbolos iniciáticos como un
regreso al útero a causa del deseo de prolongar una existencia meramente
biológica. Una existencia de ese tipo es un descubrimiento bastante reciente en
la historia de la humanidad: un descubrimiento que ha sido posible precisamente
por una radical desacralización de la naturaleza. Al nivel al que realizamos
nuestro estudio, la vida sigue siendo una realidad sagrada. Y eso, creo yo,
explica, por una parte, la continuidad entre los ritos y símbolos arcaicos de "nueva vida"
iniciática, y, por otra, las técnicas de longevidad, de renacimiento
espiritual, de divinización, + e incluso ideas tales como la inmortalidad y la
libertad absoluta que encontramos, en el período histórico, en India y China.
Los ejemplos citados anteriormente demuestran cómo un escenario
iniciático que originalmente determinó ritos de la pubertad fue utilizado en
ceremonias que perseguían otros fines. Esta polivalencia es fácil de
comprender. En definitiva, lo que tiene lugar es una aplicación cada vez mayor
de un método paradigmático, sobre todo del empleado para "generar" un
hombre. Como el muchacho se hace un hombre mediante una iniciación que implica
regresar al útero, se esperan obtener resultados similares cuando se buscan
otras cosas, por ejemplo, cuando el objetivo es generar (es decir, obtener) una
vida más larga o la inmortalidad. En definitiva, todas las maneras de generar
están homologadas al ser identificadas con el ejemplo supremo de lo
"generado", la cosmogonía. Alcanzar otro modo de ser -el del
espíritu— es equivalente a nacer por segunda vez, a convertirse en un hombre
nuevo. La expresión más contundente de novedad es nacer. El descubrimiento del
espíritu es asimilado a la aparición de la vida, y la aparición de la vida a la
aparición del mundo, a la cosmogonía.
En la dialéctica que ha hecho posibles todas esas homologías
percibimos la emoción del hombre primitivo al descubrir la vida del espíritu.
La novedad de la vida espiritual, su autonomía, no puede hallar mejor expresión
que en las imágenes de un "absoluto comienzo", unas imágenes cuya
estructura es antropocósmica, provenientes al mismo tiempo de la embriología y
la cosmogonía.
Descenso al inframundo e iniciaciones heroicas
Parte del anterior capítulo se dedicó a los ritos
iniciáticos de regreso al útero, implicando la transformación simbólica del
iniciado en un embrión. En todos esos contextos, el regreso a la madre
significa regresar a la Gran Madre telúrica. El iniciado vuelve a nacer en el
útero de la Madre Tierra (Terra Mater). Pero como ya he tenido ocasión de
mencionar anteriormente, existen otros mitos y creencias en las que esta pauta
iniciática muestra dos elementos nuevos: primero, el héroe entra en el útero de
la Gran Madre sin regresar al estado embrional; segundo, la empresa es
especialmente peligrosa. Existe un mito polinesio que ilustra admirablemente
este tipo de regreso iniciático al útero. Tras una vida llena de aventuras,
Maui, el gran héroe maorí, regresa a su país nativo y a la casa de su
antepasada Hine-mi-te-po, la Gran Señora (de la noche). La encuentra dormida y,
quitándose las ropas, entra en el cuerpo de la giganta. Se abre camino a través
de él sin ser detenido, pero cuando estaba a punto de emerger -es decir, cuando
la mitad de su cuerpo se hallaba todavía en el interior de la boca-, las aves
que le acompañaron estallaron en risas. Despertándose súbitamente, la Gran
Señora (de la noche) apretó los dientes y cortó al héroe en dos, matándole. Por
ello, dicen los maoríes, el hombre es mortal; si Maui hubiera sido capaz de
salir del cuerpo de su antepasada, sano y salvo, los hombres serían inmortales.
'
La antepasada de Maui es la Madre Tierra. Entrar en su
cuerpo equivale a descender vivo a las profundidades de la tierra, es decir, al
infierno. Aquí tenemos, pues, un descenso al inframun-do, como los que
encontramos documentados, por ejemplo, en los mitos y sagas del antiguo Oriente
y del mundo mediterráneo. Desde un cierto punto de vista podríamos decir que
todos esos mitos y sagas cuentan con una estructura iniciática. Descender vivo
al infierno, enfrentarse a sus monstruos y demonios, es pasar por una ordalía
iniciática. Añadiría que los descensos sangrientos a los infiernos son
característicos de las iniciaciones heroicas, cuyo objetivo es la conquista de
la inmortalidad corporal. Claro está, esos ejemplos pertenecen a la mitología
iniciática, y no al ritual propiamente dicho; pero los mitos a menudo son más
valiosos que los ritos para nuestras comprensión del comportamiento religioso.
Porque es el mito es que revela de manera más completa el profundo -y a menudo
inconsciente- deseo del hombre religioso.
En todos estos contextos, la Gran Madre telúrica se muestra
sobre todo como diosa de la muerte y señora de los muertos; es , decir, muestra
aspectos amenazadores y agresivos. En la mitología funeraria de Malekula, a las
almas de los hombres muertos les espera una aterradora figura femenina, llamada
Temes o Le-hev-hev, a la entrada de una cueva o junto a una roca. Ante ella,
dibujado en el suelo, hay un plano de un laberinto; y cuando los hombres
muertos se acercan, la mujer borra la mitad del dibujo. Si los muertos ya
conocen de antemano el diseño del laberinto es decir, si ya han sido
iniciados-, no les será difícil hallar el camino; si no es así, la mujer les
devora.” Tal y como ha demostrado la obra de Deacon y Layard, los numerosos
esquemas de laberintos dibujados en el suelo en Malekula intentan enseñar el
camino hacia la morada de los muertos.? En otras palabras, el laberinto
desempeña un papel en una ordalía iniciática posmortem; pertenece a la
categoría de los obstáculos a los que los muertos o, en otros contextos, el
héroedeben enfrentarse en su viaje a través del más allá. Llegados a este punto,
me gustaría señalar que el laberinto se presenta como un "pasaje
peligroso" por las entrañas de la Madre Tierra, un pasaje en el que el
alma corre el riesgo de ser devorada por un monstruo femenino. Malekula nos
ofrece otras figuras míticas acerca del amenazador y peligroso principio
femenino; por ejemplo, la mujercangrejo, con dos pinzas inmensas,* o una almeja
gigante (Tridacna deresa) que, cuando permanece abierta, se asemeja al órgano
sexual femenino.” Estas aterradoras imágenes de una agresiva sexualidad
femenina y de una maternidad devoradora demuestran todavía con mayor claridad
el carácter iniciático del descenso en el cuerpo de la Gran Madre telúrica,
inframundana. Hentze" pudo demostrar que un cierto número de motivos
iconográficos sudamericanos representan la boca de la Madre Tierra en forma de
vagina dentata. El tema de la vagina dentata es bastante complejo, y no
intentaré abordarlo aquí. Pero es importante observar que la ambivalencia de la
Gran Madre telúrica aparece a veces expresada, mítica e iconográficamente,
identificando su boca con la vagina dentata. En los mitos y sagas iniciáticos,
el paso del héroe por su boca equivale a un nuevo nacimiento. Pero este paso es
infinitamente peligroso.
Para comprender la diferencia entre este tema iniciático y
la pauta que hemos estudiado en uno de los capítulos precedentes, sólo
necesitamos recordar la situación de los novicios encerrados en cabanas
iniciáticas en forma de algún monstruo marino; se supone que son tragados por
el monstruo y que están en su vientre, y por ello "muertos",
digeridos, y en proceso de renacer. Un día el monstruo los devolverá; es decir,
volverán a nacer. Pero en el grupo de mitos que estamos examinando ahora, el
héroe se abre camino, vivo e intacto, en el interior de un monstruo o por el
vientre de una diosa (que es, a la vez, la Madre Tierra y la Diosa de la
Muerte); y muy a menudo consigue emerger ileso. Según varias variantes del
Kalevala, el sabio Váinámóinen construye una embarcación y, tal como dice el
texto: «Empieza a remar de un extremo de las entrañas al otro». La giganta se
vio finalmente forzada a vomitarle en el mar.” Otro mito finés relata la
aventura del herrero Ilmarinen. Una muchacha a la que corteja le dice que se
casará con él a condición de que camine «a lo largo de los dientes ralos de la
vieja bruja de Hiisi». Ilmarinen emprende la marcha para encontrar a la bruja,
y cuando se le acerca, ésta le traga. La bruja le dice que salga a través de su
boca, pero Ilmarinen se niega. «¡Me haré mi propia puerta!», responde, y con
las herramientas de herrero que se ha procurado mediante magia, le abre el
estómago a la bruja y sale. Según otra variante, la muchacha estipula que
Ilmarinen debe atrapar un enorme pez. Pero el pez le traga. Negándose a salir
al exterior ni «a través del agujero negro» o «por la boca», Ilmarinen saltó en
el vientre del pez hasta que esté reventó*
Este tema mítico está enormemente extendido, sobre todo por
Oceanía. Bastará con que citemos una variante polinesia. La embarcación del
héroe Nganaoa ha sido tragada por una especie de ballena, pero el héroe agarra
el mástil y lo lanza a la boca del monstruo para que no pueda cerrarla. Luego
se sumerge en el vientre de la bestia, donde encuentra a sus padres, todavía
vivos. Nganaoa enciende una hoguera, mata a la ballena y sale por la boca”.
El vientre del monstruo marino, como el cuerpo de la diosa
telúrica, representa las entrañas de la tierra, el reino de los muertos, el
infierno. En la literatura visionaria de la Edad Media, el infierno suele
imaginarse en la forma de un enorme monstruo, cuyo prototipo probablemente sea
el leviatán bíblico. Existe pues una serie de imágenes paralelas: el vientre de
una giganta, de una diosa, de un monstruo marino, que simboliza el útero
telúrico, la noche cósmica, el reino de los muertos. Entrar en este gigantesco
cuerpo vivo equivale a descender a los infierno, enfrentarse a las ordalías
destinadas a los muertos. El significado iniciático de este tipo de descenso al
inframundo es claro: el que tiene éxito en dicha proeza ya no teme a la muerte,
ha conquistado una especie de inmortalidad corporal, el objetivo de toda
iniciación heroica desde los tiempos de Gilgamesh.
Pero existe otro elemento que debemos tener en cuenta. El
más allá también es un lugar de conocimiento y sabiduría. El señor de los
infiernos es omnisciente; la muerte conoce el futuro. El algunos mitos y sagas,
el héroe desciende al infierno para obtener sabiduría o aprender alguna
enseñanza secreta. Vá'inámóinen cae en la boca gigante y es rápidamente tragado,
pero una vez en el interior del estómago de Antero, se forja un traje mágico de
hierro y le dice al brujo que permanecerá allí hasta que haya obtenido las tres
palabras mágicas necesarias para acabar su embarcación.” En este caso, lo que
Váinámoinen hace en carne y hueso, el chamán lo hace en trance; es decir, su
espíritu abandona su cuerpo y desciende al inframundo. A veces este viaje
extático en el más allá es imaginado como entrar en el cuerpo de un pez o de un
monstruo marino. En una leyenda lapona, el hijo de un chamán despierta a su
padre, que ha permanecido dormido durante
largo tiempo, con las siguientes palabras: «¿Cuándo regresará mi padre de los
recodos de A S y: 11 A ARA RAA A
las tripas del lucio, de la tercera curva de las
entrañas?%»”” ¿Por qué habría iniciado el chamán ese
viaje extático si no para obtener conocimientos secretos, la
revelación de los misterios?
Simbolismo iniciático de las Simplégadas
Pero la representación del más allá como las entrañas de la
Madre Tierra o como el vientre de un monstruo gigantesco es sólo una de entre
las numerosas imágenes que imaginan el más allá como un lugar que sólo puede
alcanzarse atravesando las mayores dificultades. Las "rocas
entrechocantes", las "cañas danzantes”, las puertas en forma de mandíbulas,
las "dos intranquilas montañas, afiladas como navajas",? los
"dos icebergs entrechocantes", la "puerta activa", la
"barrera giratoria",'* la puerta hecha a partir de las dos mitades
del pico de un águila, y muchas más,'* son imágenes utilizadas en mitos y sagas
para sugerir las dificultades insuperables que implica el pasar al otro mundo
(las Simplégadas eran dos rocas situadas a la entrada del mar Negro que
entrechocaban entre sí de manera intermitente, pero que permanecieron separadas
cuando Jasón y los argonautas pasaron en el Argo). Apuntemos que esas imágenes
subrayan no sólo el peligro del paso -como en los mitos de entrar en el cuerpo
de una giganta o de un monstruo marino-, sino, sobre todo, la imposibilidad de
imaginar que un ser de carne y hueso pueda hacerlo. Las Simplégadas nos
muestras la naturaleza paradójica de la entrada al más allá, o, siendo más
precisos, de trasladarse de este mundo a un mundo que es trascendente. Porque
aunque originalmente el otro mundo sea el mundo de después de la muerte, ha
acabado por significar cualquier estado trascendente, es decir, cualquier modo
de ser inaccesible para hombres carnales y reservado para “espíritus” o para el
hombre como entidad espiritual.
La paradoja de este tránsito viene a veces expresada en
términos espaciales así como temporales. Según la Jaiminiya Upanis-hadBrahmana
(1, 5, 5; L 35, 7-9; IV, 15, 2-5), la puerta del mundo de luz celestial se
halla «donde se abrazan el cielo y la tierra» y se unen los «finales del
año».”” En otras palabras, ningún ser humano puede ir allí excepto "en
espíritu". Todas esas imágenes míticas y motivos folclóricos acerca del
peligroso y paradójico tránsito expresan la necesidad de un cambio en el modo
de ser a fin de que sea posible alcancazar el mundo del espíritu. Tal y como lo
dijo A. K. Coomaraswamy: «Lo que la fórmula afirma literalmente es que
cualquiera que transitase entre este mundo y el otro, al regresar también
debería atravesar el "intervalo" carente de dimensionalidad y
atemporal que divide fuerzas relacionadas pero contrarias entre las que, si uno
ha de pasar, habría que hacerlo "instantáneamente”».'*
La interpretación de Coomaraswamy ya es una exégesis
metafísica del simbolismo de las Simplégadas; presupone ser consciente de la
necesidad de abolir los contrarios; y, como sabemos, alcanzar dicha conciencia
está ampliamente documentado en la especulación y la literatura mística de
India. Pero el interés de las Simplégadas está por encima del hecho de que
constituyen una especie de prehistoria del misticismo y la metafísica. En pocas
palabras, todas esas imágenes expresan la siguiente paradoja: para entrar en el
más allá, para alcanzar un modo de ser trascendente, uno debe adquirir la
condición de "espíritu". Por esta razón las Simplégadas forman parte
de un escenario iniciático. Pertenecen a la clase de duras pruebas que el héroe
-o el alma del muertodebe enfrentar a fin de entrar en el otro mundo.
Como vimos, el otro mundo extiende continuamente sus
fronteras; no sólo significa la tierra de los muertos, sino también cualquier
reino encantado y milagroso, y, por extensión, el mundo divino y el plano
trascendente. La vagina dentata puede representar no sólo la entrada en la
Madre Tierra, sino también la puerta del cielo. En una historia norteamericana,
esta puerta está alternativamente compuesta de las "dos mitades del pico
de un águila" o de la vagina dentata de la hija del rey de los cielos.'”
Esta no es sino una demostración más de que la imaginación mítica y la
especulación filosófica han hecho buen uso de la estructura iniciática de las
Simplégadas. Las Simplégadas se convierten en una especie de "guardianes
del umbral", homologables a los monstruos y grifos que guardan un tesoro
escondido en el fondo del mar, o una milagrosa fuente de la que mana el agua de la eterna juventud, o
un jardín en la niebla en el que se alza el árbol de la vida. Es tan difícil
entrar en el jardín de las Hespérides como pasar a través de las rocas
entrechocantes o entrar en el vientre de un monstruo. Todos estas proezas
constituyen una or-dalía iniciática de primera magnitud. El que emerge
victorioso de una ordalía, de un calvario, está cualificado para compartir una
condición sobrehumana: es un héroe, omnisciente, inmortal.
Iniciaciones individuales: Norteamérica
Los mitos, los símbolos, y las imágenes que acabamos de
repasar pertenecen, en gran parte, a iniciaciones individuales; y eso, claro
está, es la razón por las que las hallamos sobre todo documentadas en mitos
heroicos y en historias cuya estructura es chamánica; es decir, en narraciones
que cuentan las aventuras de una persona dotada de facultades extraordinarias.
Como veremos más adelante, las iniciaciones de guerreros y chamanes son
individuales; y en sus ordalías Iniciáticas todavía podemos identificar el escenario
arquetípico revelado por los mitos. Pero aparte de esas iniciaciones, que
podríamos denominar especializadas, ya que presuponen una vocación o
cualificación excepcional, existen iniciaciones de la pubertad que también son
individuales. Éste es el tipo característico de las sociedades aborígenes de
Norteamérica. Lo peculiar de los ritos de la pubertad norteamericanos es, claro
está, la obtención de un espíritu tutelar; por eso, lo que implican es una
búsqueda personal y relaciones personales entre el novicio y su espíritu
tutelar. Este tipo de iniciación púber resulta interesante para nuestras
investigaciones desde varios puntos de vista. Por encima de todo, nos
demuestra, con más claridad que otras iniciaciones, la importancia de la
experiencia religiosa del novicio. Al obtener el espíritu tutelar, el novicio
recibe la revelación de lo sagrado y cambia su estatus existencial. Además,
este tipo de iniciación púber individual nos permite estudiar, por un lado, las
iniciaciones de guerreros y chamanes, y, por el otro, los ritos de entrada en
las sociedades secretas. Finalmente, los documentos norteamericanos sacan a la
luz algunos temas iniciáticos que ya hemos observado en otros lugares (en
Australia, por ejemplo), pero que alcanza su verdadera importancia en las
iniciaciones chamánicas de Asia central y septentrional; me refiero en especial
a la ascensión ritual de árboles y postes sagrados.
El elemento característico de las iniciaciones de
Norteamérica es el retiro en soledad. Entre las edades de diez y dieciséis
años, los muchachos se aislan por sí mismos en las montañas o el bosque. Es
algo más que una separación de la madre, característica de todos los rituales
de la pubertad; también lleva implícita una ruptura con la comunidad de los
vivos. La experiencia religlosa del novicio es provocada por su inmersión en la
vida del cosmos y por su régimen ascético; no está dirigida por la presencia ni
la enseñanza de instructores. La introducción del novicio a la vida religiosa
es -más que en otros tipos de iniciaciones de la pubertad- el resultado de una
experiencia personal, de los sueños y visiones provocados por el desarrollo de
prácticas ascéticas en soledad. El novicio ayuna, sobre todo durante los
primeros cuatro días (un indicio del arcaísmo de la costumbre), se purifica
mediante purgas repetidas, se impone prohibiciones dietéticas, y se somete a
numerosos ejercicios ascéticos (por ejemplo, baños de vapor o baños en agua
helada, quemaduras, cicatrices). Canta y baila toda la noche, y reza al
amanecer para obtener un espíritu tutelar. Y después de esos prolongados
esfuerzos recibe la revelación de su espíritu. Normalmente el espíritu hace su
aparición bajo una forma animal, que confirma la estructura cósmica de la
experiencia religiosa del novicio. De manera menos usual, el espíritu puede
adoptar una forma antropomórfica (cuando demuestra ser el alma de un
antepasado). El novicio aprende una canción mediante la cual permanece
conectado con su espíritu durante toda su vida. Las muchachas se retiran en
soledad con ocasión de su primera menstruación; pero para ellas no es
absolutamente necesaria la obtención de un espíritu tutelar.**
La misma pauta iniciática aparece en las ceremonias de
entrada en las sociedades secretas (las "sociedades danzantes”) y en las
iniciaciones chamánicas. La característica distintiva de todas estas
iniciaciones norteamericanas es la creencia de que el espíritu tutelar puede
conseguirse mediante un esfuerzo ascético en las regiones salvajes. Las
prácticas ascéticas persiguen la aniquilación de la personalidad secular del
novicio; en otras palabras, su muerte iniciática. En muchos casos, estas
muertes vienen anunciadas a través del éxtasis, el trance o la
pseudoinconsciencia en la que cae. Al igual que en todo el resto de
iniciaciones, estas de Norteamérica -tanto si son ceremonias de la pubertad o
ritos de entrada en sociedades secretas o chamánicas- aspiran a la transmutación
espiritual del novicio; pero es importante subrayar el contexto cósmico de sus
escenarios. La soledad del novicio en las tierras salvajes equivale a un
descubrimiento personal de la sacralidad del cosmos y de la vida animal. Toda
la naturaleza se revela como una hierofanía. El paso de la existencia secular
en la comunidad durante la temporada estival no litúrgica a la existencia
consagrada mediante el encuentro con los dioses o espíritus no se realiza sin
peligro. "Poseído" por los dioses o espíritus, el novicio corre el
peligro de perder completamente su equilibrio psicomental. La furia desatada de
los candidatos de la sociedad caníbal kwakiutl es el mejor ejemplo del peligro
que implica una transmutación espiritual de ese tipo. Nos detendremos durante un
instante en las iniciaciones de las sociedades danzantes kwakiutl. Éstas
revelan claramente la estructura de las iniciaciones en las sociedades secretas
de Norteamérica. Naturalmente, no me alargaré en detalles acerca de este
fenómeno tan complejo. Sólo mencionaré aquellos aspectos de la iniciación que
puedan contribuir de manera directa a nuestra investigación.
El modo de vida sobrehumano se obtiene mediante un aumento
del poder mágico-religioso. Por esa razón existen, entre los aborígenes
norteamericanos, unas similitudes tan pronunciadas entre las iniciaciones de la
pubertad y los ritos de entrada a las sociedades secretas o asociaciones
chamánicas. Todas esas iniciaciones intentan conquistar un poder sagrado, y su
conquista viene probada tanto por la obtención de uno o más espíritus
tutelares, por proezas como las que llevan a
cabo los faquires indios, o por un comportamiento poco usual, como el
canibalismo. En todas partes es posible descifrar el mismo misterio de morir a
la condición secular, seguido de una resurrección a un modo de existencia más
elevado. En Norteamérica, el chamanismo ha influenciado la pauta de otras
iniciaciones. La razón radica precisamente en que el chamán es el ejemplo más
sobresaliente del hombre dotado de poderes extraordinarios; es decir, de alguna
manera es el modelo que ejemplifica al hombre religioso. Es probable que
estemos frente a la explicación del origen de las sociedades secretas, sobre
todo de las masculinas, no sólo de Norteamérica, sino de todo el mundo. El
especialista en lo sagrado -el hechicero, el chamán, el místico- ha sido a la
vez modelo y estímulo para que otros hombres aumentasen sus poderes
mágico-religiosos y su prestigio social a través de repetidas iniciaciones.
La morfología de las sociedades secretas masculinas es muy
compleja y en este contexto ni siquiera podría delinear sus estructuras e
historia.” En cuanto a su origen, la hipótesis general más aceptada es la
originalmente sugerida por Frobenius y retomada por la escuela
histórico-cultural.*" Según esa hipótesis, las sociedades secretas
masculinas, o sociedades de máscaras, fueron una creación del ciclo matriarcal;
su objeto era aterrorizar a las mujeres, principalmente haciéndoles creer que
las máscaras eran demonios y espíritus ancestrales, a fin de minar la
supremacía económica, social y religiosa de la mujer que había establecido el
matriarcado. Planteada de este modo, la hipótesis parece carecer de fundamento.
Es probable que las sociedades de máscaras jugasen un papel en la lucha por la
supremacía masculina; pero resulta difícil creer que el fenómeno religioso de
las sociedades secretas sea un resultado del matriarcado. Por el contrario,
observamos una perfecta continuidad entre los ritos de la pubertad y los ritos
de iniciación en las sociedades secretas masculinas. Por toda Oceanía, por
ejemplo, tanto las iniciaciones de muchachos como las que forman parte de los
requisitos para entrar a formar parte de las sociedades secretas masculinas
incluyen el mismo ritual de muerte simbólica al ser tragado por un monstruo
marino, seguido por la resurrección, lo cual demuestra que todas las ceremonias
derivan históricamente de un único núcleo.*' Hallamos el mismo fenómeno en
África occidental; las sociedades secretas derivan de las iniciaciones de la
pubertad.*? Y sería fácil seguir con una larga lista de ejemplos.*
Para mí, lo que me resulta más original y básico en el
fenómeno de las sociedades secretas es la necesidad de una participación más
plena en lo sagrado, el deseo de vivir tan intensamente como sea posible la
sacralidad peculiar a cada uno de los dos sexos. Ésta es la razón por la que la
iniciación a las sociedades secretas se parece tanto a los ritos iniciáticos de
la pubertad. Podemos hallar las mismas ordalías, la misma simbología de muerte y
resurrección, la misma revelación de una doctrina tradicional y secreta. Y las
hallamos porque este escenario iniciático es un requisito sine qua non para
tener una experiencia de lo sagrado nueva y completa. No obstante, existen
algunas innovaciones peculiares en las sociedades secretas de máscaras. Las más
importante son las siguientes: el papel fundamental de la confidencialidad, la
crueldad de las pruebas iniciáticas, la predominancia del culto de los
antepasados (personificados por las máscaras) y la ausencia del ser supremo en
las ceremonias. Ya hemos tenido ocasión de observar la progresiva pérdida de
importancia del ser supremo en los ritos de la pubertad australianos. En las
sociedades secretas, este fenómeno está generalizado; el lugar del ser supremo
es ocupado por un dios demiúrgico, o por el antepasado mítico, o por un héroe
civilizador. Pero como pronto veremos, algunas iniciaciones a sociedades
secretas continúan utilizando ritos y símbolos de ascenso a los cielos, lo que
demuestra, me parece, la importancia de los seres celestiales supremos, cuyo
lugar, con el paso del tiempo, ha sido ocupado por otras figuras divinas y
semidivinas.
El fenómeno socio-religioso de los cultos secretos
masculinos y de las cofradías de máscaras está especialmente extendido en
Melanesia y África.** Como ejemplo me gustaría citar la iniciación a la
cofradía secreta kuta de los ngoye (ndassa), que está reservada para los jefes
de clan.* El adepto es golpeado con una correa de piel de pantera, atado a una
viga horizontal, aproximadamente a un metro del suelo, frotado con hojas
urticantes, y se le recubre el cuerpo y el cabello de un ungiiento que produce
unos picores terribles. Podemos señalar de pasada que ser golpeado o frotado
con ortigas es un rito que simboliza el desmembramiento iniciático del
candidato, su muerte a manos de
demonios. En las iniciaciones chamánicas encontramos el mismo simbolismo y los
mismos ritos.3% Otra de las ordalías «consiste en hacer que el adepto trepe por
un árbol de entre cuatro metros y medio y seis metros, donde tiene que tomar
una medicina».”” Cuando el novicio regresa al poblado, es recibido por las
mujeres con lamentos; lloran como si estuviese muerto. Entre las tribus kuta,
al novicio se le golpea sin piedad, a fin de "matar" su antiguo
nombre para que le puedan dar otro.” Estos ritos no necesitan ser comentados;
al igual que en las iniciaciones de la pubertad, estamos frente a una muerte y
resurrección simbólicas, que implican el ascenso al cielo y el comienzo de una
existencia nueva y consagrada.
Las tribus mandja y banda cuentan con una sociedad llamada
Ngakola”” Según el mito que se les explica a los novicios en el transcurso de
la iniciación, Ngakola vivió en la tierra hace mucho tiempo, en el desierto. Su
cuerpo era negro y estaba cubierto de pelo. Podía matar a un hombre y luego
devolverle a la vida, convirtiéndole en alguien mejor que antes. Así que le
dijo a la gente: «Enviadme a los hombres. Me los tragaré y los vomitaré
renovados». La gente obedeció. Pero Ngakola sólo devolvía la mitad de los
hombres que se tragaba; así que la gente le mató. Este mito fundamenta y
justifica los rituales de la sociedad secreta. Una piedra plana sagrada ocupa
un papel central en las ceremonias de iniciación; según la tradición, esta
piedra sagrada fue recogida del vientre de Ngakola. El novicio entra en una
casa que simboliza el cuerpo del monstruo. Una vez allí escucha la lúgubre voz
de Ngakola, y pasa a través de varias torturas; pues se le dice que «ahora ha
entrado en el vientre de Ngakola», y que está siendo digerido. Los iniciados
cantan en coro: «¡Ngakola, toma nuestras vidas!». Tras pasar por otras pruebas,
el maestro iniciático anuncia finalmente que Ngakola, que se tragó al novicio,
le ha vomitado.
Aquí volvemos a encontrarnos frente a lo que ya habíamos
visto en Australia; el mito de un monstruo semidivino que fue muerto por los
hombres porque sólo devolvía algunas de las personas a las que se tragaba, y
que tras su muerte se convirtió en el centro de un culto sagrado cuyo propósito
es la muerte y la resurrección ini-ciáticas. Volvamos a señalar que los ritos
de entrada en las sociedades secretas corresponden a iniciaciones tribales: por
ejemplo, reclusión, ordalías y torturas iniciáticas, otorgar un nuevo nombre,
revelación de una doctrina secreta, instrucción en una lengua especial. Eso es
algo que todavía puede apreciarse con mayor claridad en la descripción ofrecida
por el misionero belga Leo Bittremieux acerca de la sociedad secreta de los
bakhimba, en Mayombe.* Las ordalías iniciáticas continúan a lo largo de entre
dos y cinco años, y la más importante es una ceremonia de muerte y
resurrección. El novicio debe ser "matado". La representación tiene
lugar de noche, y los viejos iniciados cantan el lamento de madres y familiares
por aquellos que van a morir. El candidato es golpeado y bebe una poción
narcotizante llamada "la bebida de la muerte", pero también come
pipas de calabaza, que simbolizan inteligencia,” un detalle significativo, pues
nos demuestra que la muerte iniciática es el camino hacia la sabiduría. Al
candidato se le coge de la mano, y uno de los hombres mayores le hace girar
sobre sí mismo hasta que cae al suelo. Entonces todos gritan: «¡Ah, fulano de
tal ha muerto!» Un informador nativo añade que: «Al muerto se le hace rodar por
el suelo, mientras el coro canta un himno funerario: "¡Está muerto! Sí,
está muerto de verdad... ¡Nunca volveré a verle!"». En el poblado, su
madre, hermano y hermana le lloran del mismo modo.* A continuación los
familiares iniciados de los "muertos" les llevan a hombros hasta un
recinto consagrado llamado el patio de la resurrección. Allí les depositan,
totalmente desnudos, en una zanja en forma de cruz, donde permanecen hasta el
amanecer del día de la "permuta" o resurrección, el primer día de la semana
nativa, que sólo tiene cuatro.* A continuación se afeitan las cabezas de los
novicios; se les golpea, se les tira al suelo y finalmente se les resucita
aplicándoles unas cuantas gotas de un líquido de sabor picante que se les pone
en los ojos y las ventanas nasales. Pero antes de su resurrección deben prestar
un juramento de absoluto secreto: «De todo lo que aquí he visto nada contaré a
nadie, ni mujer, ni hombre, ni no iniciados, ni al hombre blanco; si obrase de
otro modo, matadme».* Esta misma pauta iniciática es fácilmente reconocible en
muchas otras sociedades secretas africanas.**
No es necesario multiplicar los ejemplos para mostrar, por
una parte, la continuidad entre los ritos de pubertad y las iniciaciones en las
sociedades secretas, y, por otra, el constante aumento de la severidad de las pruebas. La tortura
iniciática es característica de las sociedades secretas melanesias y de algunas
hermandades norteamericanas. Por ejemplo, las ordalías por las que han de pasar
los novicios de la tribu mandan son famosas por su crueldad.” Para comprender
el significado de la tortura iniciática, debemos tener en cuenta que el
sufrimiento tiene un valor ritual: se supone que la tortura es infligida por
seres sobrehumanos, y que su objeto es la transmutación espiritual del
iniciado. El sufrimiento extremo es pues una expresión de muerte iniciática.
Algunas enfermedades graves, sobre todo desórdenes psicomentales, son
considerados como la señal de que seres sobrehumanos han escogido al enfermo
para ser iniciado; es decir, torturado, desmembrado, y "matado", de
manera que pueda ser resucitado a una existencia más elevada. Y, tal y como
veremos en el siguiente capítulo, las enfermedades iniciáticas son uno de los
principales síndromes de la vocación chamánica. Las torturas de los candidatos
a las sociedades secretas son el homólogo de los terribles sufrimientos que
simbolizan la muerte mística del futuro chamán. En ambos casos ocurre un
proceso de transmutación espiritual.
La saga de la iniciación del joven héroe Cuchulainn ilustra
de forma admirable la erupción de esta «energía tumultuosa y ardiente». Según
el Tain Bo Cualnge, en irlandés antiguo, Cuchulainn, sobrino de Conchobar, rey
del Ulster, escuchó decir a su maestro, el druida Cathba: «El muchacho que tome
las armas este día será majestuoso y renombrado por sus hazañas guerreras...,
pero vivirá una vida corta y fugaz». Cuchulainn se puso en pie y, tras pedir
armas y un carro de combate a su tío, partió hacia el castillo de los tres
hijos de Necht, los peores enemigos del reino del Ulster. Aunque esos héroes
eran supuestamente invencibles, el muchachito los derrotó y les cortó la
cabeza. Pero la hazaña le calentó hasta tal punto que una bruja avisó al rey de
que si no se tomaban las debidas precauciones, el muchacho podría acabar
matando a todos los guerreros del Ulster. El rey decidió enviar una tropa de
mujeres desnudas para buscar a Cuchulainn. Y el texto continúa: «Así pues, las
jóvenes mujeres partieron... y descubrieron su desnudez y toda su vergilenza ante
él. El muchacho ocultó el rostro y posó la mirada en el carro, para no ver la
desnudez o la vergiienza de las mujeres. A continuación fue alzado del carro y
colocado en tres tinas de agua fría a fin de extinguir su ira; y a la primera
tina en la que fue colocado se le rompieron las duelas y le saltaron los aros,
partiéndose como una nuez. La siguiente tina en la que entró empezó a hervir
con burbujas como puños. La tercera tina en la que le metieron hay hombres que
no pueden resistirla y otros sí. Entonces se apaciguó la ira (ferg) del
muchacho... y después le vistieron con prendas de fiesta».””
Aunque "ficticia", la saga de Cuchulainn
constituye un excelente documento sobre las iniciaciones militares
indoeuropeas. Como muy bien ha mostrado Georges Duméxzil, la batalla del chico
contra los tres Necht representa un antiguo escenario ini-ciático indoeuropeo:
la lucha contra tres adversarios o con un monstruo de tres cabezas.'* Pero lo
que resulta interesante para nuestra investigación es sobre todo la ira (ferg)
de Cuchulainn, su furia de berserker. Dumézil'? ya comparó el calor iniciático
de Cuchulainn, y su subsiguiente amansamiento al ver la desnudez de las mujeres
y el agua fría, con ciertos momentos de la iniciación del caníbal kwakiutl.
Porque, como ya hemos visto, la frenética locura homicida del joven kwakiutl se
"trata" mediante una mujer desnuda que baila frente a él con un
cadáver en los brazos, y sobre todo sumergiéndole la cabeza en un barreño de
agua salada. Al igual que el calor del caníbal, la ira del joven guerrero, que
se manifiesta en un calor extremo, es una experiencia mágico-religiosa; no hay
nada profano o natural en ello: es el síndrome de alcanzar la posesión de una
sacralidad.
Simbolismo del calor mágico
Existen tres razones para creer que nos hallamos en
presencia de una experiencia mágicoreligiosa muy arcaica. Pues son muchos los
pueblos primitivos que piensan en el poder mágico-religloso como en algo que
"arde", y lo expresan en términos que significan calor, quemar, muy
caliente. Por la misma razón, los chamanes y hechiceros beben sal o agua muy
especiada y comen plantan aromáticas: así esperan aumentar su calor interno.”
Que ese calor mágico corresponde a una experiencia real viene probado por la
gran resistencia al frío demostrada tanto por los chamanes del Ártico y Siberia
como por los ascetas del Himalaya. Además, a los chamanes se les considera
"señores del fuego": pueden, por ejemplo, tragar brasas ardientes,
tocar hierros al rojo vivo, caminar sobre el fuego.” Experiencias y concepciones
similares ya han sido documentadas entre pueblos más civilizados. El
significado original del término sánscrito tapas -que finalmente acabó
expresando el esfuerzo ascético en general— era calor extremo. Calentándose
mediante el ascetismo es como Praha-pati creó el universo; lo creó mediante un
sudor mágico, como en algunas cosmogonías norteamericanas. El Dhammapada (387)
dice que el Buda está "ardiendo", y algunos
textos tántricos afirman que el despertar de la kundalini se
manifiesta mediante un hormigueo o ardor.” En la India moderna, los musulmanes
creen que un hombre en comunión con Dios se transforma en "calor
ardiente".
Cualquiera que realiza milagros es llamado
"hirviente". Por añadidura, todo tipo de personas o actos implicados
en cualquier poder mágico-religioso son observados como algo que quema.” Este
poder sagrado, que provoca tanto el calor del chamán como el caldeamiento del
guerrero, puede ser transformado, diferenciado y ser aplicado de distintas
formas mediante ulteriores esfuerzos. La palabra sánscrita kratu, que empezó
denotando la "energía peculiar al guerrero ardiente, Indra", para
luego pasar a hacer referencia a la "fuerza victoriosa, fuerza y ardor
heroicos, coraje, amor por el combate", y por añadidura, al poder y la majestad
en general, ha acabado significando la "fuerza del hombre piadoso, que le
permite seguir las prescripciones de la rta y alcanzar la felicidad».-* La
"ira" y el calor inducido por un violento y excesivo acceso de poder
sagrado son algo temido por la mayoría de la humanidad. El término shanti, que
en sánscrito designa tranquilidad interior, paz del alma, libertad de las
pasiones, liberación del sufrimiento, deriva de la raíz sham, que en principio
significaba extinguir el fuego, la ira, la fiebre; es decir, el calor provocado
por poderes demoníacos.”
Estamos pues en presencia de una experiencia
mágico-religiosa fundamental, que está universalmente documentada en los
niveles culturales arcaicos: el acceso a la sacralidad se manifiesta, entre
otras cosas, por un prodigioso aumento del calor. No contamos con el espacio
suficiente para profundizar en este tema tan importante, ni para mostrar, por
ejemplo, la relación íntima entre las técnicas y místicas del fuego; una
relación demostrada por las conexiones evidentes entre herreros, chamanes y
guerreros.?” Sólo añadiré que el dominio sobre el fuego halla también su
expresión en el "calor interior" y en la insensibilidad a la
temperatura de las brasas ardientes. Desde el punto de vista de la historia de
la religión, esas distintas proezas demuestran que la condición humana ha sido
abolida y que el chamán, el herrero o el guerrero participan, cada uno a su
nivel, de una condición superior. Pues esta condición superior puede ser la de
un dios, un espíritu o un animal. Las iniciaciones respectivas, aunque siguen
caminos diferentes, persiguen el mismo fin: conseguir que el novicio muera a la
condición humana y resucitarle a una nueva existencia que trasciende lo humano.
Claro está, en las iniciaciones militares la muerte ini-ciática no se considera
de la misma manera que en las iniciaciones chamánicas, ya que la principal
ordalía de los jóvenes guerreros consiste precisamente en vencer a su
adversario. Pero sólo sale victorioso de la prueba tras calentarse y alcanzar la
furia del ber-serker, unos síntomas que expresan su muerte a la condición
humana. Aquel que obtiene el calor mágico demuestra claramente que pertenece a
un mundo sobrehumano.
Iniciaciones chamánicas
Ahora llegamos a las iniciaciones chamánicas. A fin de
simplificar la exposición, utilizaré el término chamán en su significado más
general.” Por ello, no sólo consideraremos el chamanismo en sentido estricto,
como se ha desarrollado sobre todo en el norte y centro de Asia y en
Norteamérica, sino también las diversas categorías de hechicero y brujo que han
florecido en otras sociedades primitivas.
Existen tres maneras de convertirse en chamán: por vocación
espontánea (la "llamada" o "elección”); por transmisión
hereditaria de la profesión chamánica; y por "búsqueda" personal, o
más raramente, por voluntad del clan. Pero, sea cual fuere el método por el que
se haya sido designado, un chamán es reconocido como tal sólo después de
recibir dos tipos de instrucción. La primera es extática (sueños, visiones,
trances); la segunda es tradicional (técnicas chamánicas, nombres y funciones
de los espíritus, mitología y genealogía del clan, lenguaje secreto).* Esta
enseñanza dual, impartida por los espíritus y por los chamanes ancianos,
constituye la iniciación. A veces la iniciación es pública e incluye un ritual
rico y variado: éste es el caso, por ejemplo, entre algunos pueblos siberianos.
Pero la falta de un ritual de este tipo no implica de ninguna manera la carencia
de una iniciación; es perfectamente posible que la iniciación se lleve a cabo
en los sueños del candidato o a través
de experiencias extáticas.
Lo que va a ocuparnos es el síndrome de la vocación mística
del chamán. En Siberia, los jóvenes llamados a ser chamanes atraen la atención
por su extraño comportamiento; por ejemplo, buscan la soledad, son despistados,
les gusta vagar por los bosques o por lugares poco frecuentados, tienen
visiones y cantan en sueños.” En algunos casos este período de incubación viene
señalado por varios síntomas bastante serios. Entre los yakutas, el joven a
veces padece estallidos de furia y pierde la conciencia con facilidad, se
esconde en el bosque, se alimenta de la corteza de los árboles, se tira al agua
y al fuego, y se corta con cuchillos.*
Los futuros chamanes entre los tungús, cuando se acercan a
la madurez, atraviesan una crisis histérica o histeroide, pero a veces la
vocación se manifiesta por sí misma a una edad más temprana: el muchacho huye a
las montañas y permanece allí durante una semana o más, alimentándose de
animales, a los que despedaza con los dientes. Luego regresa al poblado, sucio,
ensangrentado, con la ropa destrozada y el cabello desordenado, y sólo después
de un mínimo de diez días empieza a balbucear palabras incoherentes?"
Incluso en el caso del chamanismo hereditario, la elección
del futuro chamán está precedida por un cambio de comportamiento. Las almas de
los antepasados chamanes de una familia eligen a un joven entre sus
descendientes. Éste se torna distraído y taciturno, le gusta la soledad, tiene
visiones proféticas, y a veces padece ataques que le dejan inconsciente. Los
buriatos creen que en esas ocasiones los espíritus se llevan el alma del
muchacho; recibida en el palacio de los dioses, es instruida por sus
antepasados chamanes en los secretos de la profesión, las formas y nombres de
los dioses, el culto y nombres de los espíritus. El alma del joven regresa sólo
después de esta primera iniciación, para volver a hacerse cargo del control de
su cuerpo.”
Un hombre también puede convertirse en chamán a consecuencia
de un accidente o de un suceso muy poco usual. Por ejemplo, entre los buriatos,
los soyot y los esquimales, tiene lugar tras haber sido alcanzado por un rayo,
o después de caer de un árbol muy alto, o tras lograr pasar por una ordalía que
pudiera considerarse como una prueba iniciática, como en el caso de un esquimal
que pasó cinco días en el agua helada sin que sus ropas se mojasen.”
El extraño comportamiento de los futuros chamanes no ha
dejado de atraer la atención de los eruditos, y desde mediados del siglo pasado
se han llevado a cabo varios intentos de explicar el fenómeno del chamanismo
como un desorden mental.'* Pero la cuestión se formuló en términos erróneos.
Porque, por una parte, no es cierto que los chamanes siempre sean o tengan que
ser neurópatas; por otra, aquellos de entre ellos que han estado enfermos se
convierten en chamanes precisamente cuando han logrado curarse. En Siberia
suele ser común que cuando la vocación chamánica se manifiesta en forma de
algún tipo de enfermedad o brote epiléptico, la iniciación equivale a una
curación. Obtener el don de ser chamán presupone precisamente la solución de la
crisis psíquica manifestada en los primeros síntomas de la elección o llamada.
Pero si el chamanismo no puede simplemente ser identificado
como un fenómeno psicopatológico, tampoco es cierto que la vocación chamánica
tenga que implicar una crisis tan profunda que en ocasiones raye en la locura.
Y como el joven no puede convertirse en chamán hasta que haya resuelto esta
crisis, está claro que juega un importante papel en una iniciación mística. El
desorden provocado en el futuro chamán por las angustiosas noticias de que ha
sido elegido por los dioses o los espíritus es, por ese mismo hecho,
considerado como una enfermedad iniciática. La precariedad de la vida, la
soledad y el sufrimiento que revelan cualquier enfermedad se ven agravados, en
este caso particular, por el simbolismo de la muerte iniciática. La aceptación
de la elección sobrenatural encuentra su expresión en la sensación de que uno
se ha entregado a poderes divinos o demoníacos y, por ello, de que se está
destinado a una muerte inminente. A todas esas crisis psicopatológicas del
elegido podemos darles el nombre genérico de enfermedades iniciáticas porque
dicho síndrome sigue de cerca el devenir del ritual iniciático clásico. Los
padecimientos del elegido son exactamente iguales a las torturas de la
iniciación; al igual que en los ritos de la pubertad o de entrada en una
sociedad secreta, el novicio es "muerto" por seres semidivi-nos o
demoníacos, de manera que el futuro chamán ve en sueños su propio cuerpo siendo
descuartizado por demonios; les observa
mientras, por ejemplo, le cortan la cabeza y le arrancan la lengua. Los
rituales iniciáticos característicos del chamanismo siberiano o de Asia Central
incluyen una simbólica ascensión a los cielos utilizando un árbol o poste; a
través de sueños o de una serie de ensoñaciones, el enfermo elegido por los
dioses o espíritus emprende su viaje celestial hacia el árbol del mundo. Más
tarde ofreceré algunos ejemplos de estas ordalías iniciáticas abordadas en
sueños o durante el período en que el futuro chamán atraviese una aparente
inconsciencia y locura.
Pero no obstante me gustaría incidir en el hecho de que la
psi-copatología de la vocación chamánica no es de carácter profano; no
pertenece a la sintomatología ordinaria. Cuenta con una estructura y
significado iniciáticos; en pocas palabras, reproduce una pauta mística tradicional.
La crisis total del futuro chamán, que a veces conduce a la total
desintegración de la personalidad y a la locura, puede valorarse no sólo como
una muerte iniciáti-ca, sino también como un regreso simbólico al caos
precosmogó-nico, al estado amorfo e indescifrable que precede a cualquier
cosmogonía. Como ya sabemos a través de lo que hemos visto en las culturas
arcaicas y tradicionales, un regreso simbólico al caos equivale a preparar una
nueva creación.” De ello se desprende que debemos interpretar el caos psíquico
del futuro chamán como una señal de que el hombre profano se
"disuelve" y de que se está preparando el nacimiento de una nueva
personalidad.
Pruebas iniciáticas de los chamanes siberianos
Ahora tratemos de descubrir lo que los propios chamanes
siberianos tienen que decir a propósito de las duras pruebas por las que pasan
durante sus enfermedades iniciáticas. Todos mantienen que han
"muerto" y que han permanecido exánimes entre tres y siete días en su
yurta o en un lugar solitario. Durante este período son troceados por demonios
o por sus espíritus ancestrales; les limpian los huesos, quitándoles las carne,
y tiran los fluidos corporales, y los ojos les son arrancados de las cuencas.”
Según un informador yakuto, los espíritus llevan al futuro chamán al infierno y
le encierran en una casa durante tres años. Allí padecerá su iniciación; los
espíritus le cortan la cabeza (que colocan a un lado, pues el novicio debe
observar su propio desmembramiento) y trocean su cuerpo en pedazos, que más tarde
se distribuyen entre los espíritus de diversas enfermedades. Sólo a partir de
esta condición obtendrá el futuro chamán el poder de sanación. A continuación
le cubren los huesos con carne nueva, y en algunos casos también le suministran
sangre nueva." Según otro informador yakuto, unos "demonios"
negros trocean el cuerpo del futuro chamán y tiran los pedazos en todas las
direcciones, como ofrendas, para luego clavarle una lanza en la cabeza y
cortarle el maxilar.** Un chamán samoyedo le contó a Leh-tisalo que los
espíritus le atacaron y trocearon, cortándole también las manos. Durante siete
días y siete noches permaneció inconsciente en el suelo, mientras su alma
estaba en el cielo.'? Seleccionaré unos cuantos episodios significativos de una
extensa y azarosa autobiografía que un chamán avam-samoyedo le confió a A. A.
Popov. Atacado por la viruela, el futuro chamán permaneció inconsciente durante
tres días, tan cerca de la muerte que al tercer día casi le entierran. Se vio a
si mismo descender al infierno y, tras muchas aventuras, fue llevado a una
isla, en el centro de la cual se alzaba un joven abedul que llegaba hasta el
cielo. Era el árbol del señor de la tierra, y el señor le dio una rama para que
se hiciese un tambor. A continuación llegó a una montaña. Al pasar a través de
una apertura, se encontró con un hombre desnudo que utilizaba un fuelle para
alimentar una inmensa hoguera sobre la que había una marmita. El hombre le
cogió con un gancho, le cortó la cabeza, le troceó el cuerpo y arrojó los
pedazos a la marmita. En ella coció el cuerpo durante tres días, y luego le
forjó una cabeza en un yunque. Finalmente pescó los huesos, que flotaban en un
río, los juntó y los recubrió de carne. Durante sus aventuras en el otro mundo,
el futuro chamán conoció a varios personajes semidivinos, en forma humana o
animal, y cada uno de ellos le reveló doctrinas o le desveló secretos sobre el
arte de la sanación. Cuando se despertó en su yurta, entre sus familiares, fue
iniciado y pudo empezar a ejercer como chamán.*
Un chamán tungús explica que durante su enfermedad
iniciática, sus antepasados chamanes le perforaron con flechas hasta que perdió
el conocimiento y cayó al suelo; luego le cortaron la carne, le quitaron los
huesos y los contaron frente a él; si hubiese faltado uno no habría podido ser
chamán.*' Según los buriatos, el candidato es torturado por sus antepasados
chamanes, que le golpean, trocean su cuerpo con un cuchillo y cuecen su carne.”
Una mujer teleuta se convirtió en chamana tras tener una visión en la que unos
hombres desconocidos la troceaban el cuerpo y la cocían en una cazuela.** Según
las tradiciones de los chamanes altaicos, sus espíritus ancestrales les abren
los vientres, comen su carne y beben su sangre.”
Esos pocos ejemplos son suficientes para mostrar que las
enfermedades iniciáticas siguen la pauta fundamental de todas las iniciaciones:
primero, tortura a manos de demonios o espíritus, que desempeñan el papel de
maestros de la iniciación; segundo, la muerte ritual, experimentada por el
paciente como un descenso al infierno o un ascenso al cielo; tercero, la
resurrección a un nuevo modo de vida: el modo del "hombre
consagrado", es decir, un hombre que puede comunicarse personalmente con
dioses, demonios y espíritus. Las diferentes clases de sufrimientos padecidos
por el futuro chamán son valorados como otras tantas experiencias religiosas.
Sus crisis psicopatológicas son explicadas como la consecuencia de que los
demonios se lleven su alma, o de sus viajes extáticos al cielo o el infierno.
Se considera que sus dolores físicos son causados por el desmembramiento de su
cuerpo. Pero sea cual fuere la naturaleza de sus sufrimientos, éstos tienen un
papel en el proceso de transformación del chamán sólo en tanto él les conceda
un significado religioso y, por ese hecho, de aceptarlos como pruebas
indispensables para su transfiguración mística. Porque, no debemos olvidar que
la muerte iniciáti-ca siempre es seguida por una resurrección; es decir, en
términos de experiencia psicopatológica, la crisis se resuelve y la enfermedad
se cura. La integración de una nueva personalidad por parte del chamán depende
en gran parte de que esté curado.
Hasta el momento sólo he citado ejemplos siberianos; pero la
pauta del desmembramiento puede hallarse casi en todas partes. Durante la
iniciación de un chamán araucano, el maestro hace creer a los espectadores que
cambia los ojos y la lengua del novicio por otros y que coloca un palo
atravesándole el abdomen.* En la zona del río Patwin, el candidato a la
sociedad kuksu se supone que tendrá el ombligo atravesado por una flecha
disparada por el propio Kuksu; muere y es resucitado por un chamán.* Entre los
sudaneses de los montes de Nubia, la primera consagración iniciática se llama
"cabeza", porque «se le abre la cabeza al novicio para que pueda
entrar el espíritu».” En Malekula, la iniciación del hechicero incluye, entre
otras cosas, el desmembramiento del novicio: el maestro le corta los brazos,
los pies y la cabeza, y luego los vuelve a poner en su sitio.* Entre los
dayaks, los manangs afirman que cortan la cabeza del candidato, le quitan el
cerebro y lo lavan para darle una mente más clara.* Finalmente, como veremos
dentro de poco, trocear el cuerpo y el intercambio de visceras son ritos
esenciales en algunas iniciaciones de hechiceros australianos. El troceado
iniciático de chamanes y hechiceros merecería una larga investigación
comparativa; pero su parecido al mito y ritual de Osiris, por un lado, y al
desmembramiento ritual del meriah hinduista, por otro, resulta desconcertante y
todavía no ha sido explicado.”
Una de las características específicas de las iniciaciones
cha-mánicas, aparte del desmembramiento del candidato, es su reducción al
estado de esqueleto. Hallamos este tema no sólo en los relatos de las crisis y
enfermedades de quienes han sido elegidos por los espíritus para convertirse en
chamanes, sino también en las experiencias de aquellos que han obtenido sus
poderes cha-mánicos a través de sus propios esfuerzos, tras una larga y ardua
búsqueda. Así, por ejemplo, entre los esquimales ammasilik, el aprendiz pasa
largas horas en su iglú, meditando. En un momento determinado, cae
"muerto" y permanece sin vida durante tres días y tres noches;
durante este período, un enorme oso polar devora toda su carne y le reduce a un
esqueleto.” Sólo después de esta experiencia mística recibe el aprendiz el don
de chamanizar. Los angakuts de los esquimales 1glulik son capaces, con el
pensamiento, de arrancarse la carne y la sangre y de contemplar sus propios
esqueletos durante largos períodos de tiempo.*? Puedo agregar que la
visualización de la muerte propia en manos del demonio y la reducción final al
estado de esqueleto son meditaciones predilectas en el budismo indotibetano y
mongol." Finalmente, señalaremos que el esqueleto aparece representado bastante a menudo en la
indumentaria del chamán siberiano.”*
Nos hallamos en presencia de una idea religiosa
verdaderamente antigua, que pertenece a la cultura de cazadores y recolectores.
Los huesos simbolizan la raíz final de la vida animal, el molde del que surge
continuamente la sangre. Los hombres y los animales renacen a partir del hueso;
durante un tiempo mantienen una existencia en la carne; luego mueren, y su
"vida" se reduce a la esencia concentrada en el esqueleto, del que
volverán a renacer.* Reducidos a esqueletos, los futuros chamanes experimentan
la muerte mística que les permite regresar a la fuente inagotable de vida
cósmica. No es que vuelvan a nacer, es que están "revividos"”; es
decir, el esqueleto vuelve a la vida al darle nueva carne, al encarnarlo de
nuevo.” Ésta es una idea religiosa totalmente diferente de la concepción de las
culturas agrícolas, que consideran a la tierra la fuente de vida esencial, de
ahí que asimilen el cuerpo humano a la semilla que debe enterrarse en el suelo
antes de que pueda germinar. Porque, como ya hemos visto, en los rituales
iniciáticos de muchos pueblos de agricultores, a los neófitos se los entierra
simbólicamente, o bien son sometidos a un salto atrás temporal para regresar al
estado embrionario en el útero de la Madre Tierra. El escenario iniciático de
los chamanes asiáticos no incluye un regreso a la tierra (por ejemplo, un
sepelio simbólico, ser tragado por un monstruo), sino la aniquilación de la
carne y por tanto, la reducción de la vida a su esencia última e indestructible.
Ritos públicos de las iniciaciones chamánicas
Entre las ceremonias iniciáticas públicas de los chamanes
siberianos, las de los buriatos son de las más interesantes. El rito principal
incluye un ascenso. Se coloca un recio abedul en la yur-ta, con las raíces en
el fogón y la cúspide proyectada a través del agujero de salida de humos. Este
abedul se denomina udeshi burkhan, "el guardián de la puerta", pues
abre la puerta del cielo para el chamán. Siempre permanecerá en su tienda, como
símbolo distintivo de la residencia de un chamán. El día de su consagración, el
candidato trepa por el abedul hasta la cúspide (en algunas tradiciones porta
una espada en la mano) y, al emerger por el agujero de la salida de humos,
grita para invocar la ayuda de los dioses. Después de eso, el maestro chamán
(llamado "chamán padre"), el aprendiz y toda la audiencia marchan en
procesión hasta un lugar alejado del poblado, donde, la víspera de la
ceremonia, se plantó un gran número de abedules. La procesión se detiene frente
a un abedul determinado, se sacrifica una cabra y al candidato, desnudo de
cintura para arriba, se le unge la cabeza, los ojos y las orejas con la sangre
de la cabra, mientras otros chamanes tocan los tambores. El chamán padre trepa
a continuación por un abedul y hace nueve muescas en lo alto del tronco. Luego
sube el candidato, seguido de todos los demás chamanes. Al trepar, todos ellos
caen -o pretenden caer- en trance. Según Pota-nin, el candidato ha de trepar a
nueve abedules, que, como las nueve muescas realizadas por el chamán padre,
simbolizan los nueve cielos.”
Como muy bien ha visto Uno Harva, la iniciación de los
chamanes buriatos recuerda de una manera extraña a ciertas ceremonias de los
misterios de Mitra. Por ejemplo, la purificación del candidato mediante la
sangre de una cabra se parece al taurobo-lium, el rito principal de los
misterios de Mitra, y el trepar por un abedul sugiere el subir por una escalera
de siete peldaños de Mitra, que, según Celso, representan los siete cielos
planetarios.” Por toda Asia Central y Siberia pueden observarse antiguas
influencias del Oriente Medio, y probablemente el rito iniciático de los
chamanes buriatos deba clasificarse entre los ejemplos de dichas influencias.
Pero hay que señalar que el simbolismo del "árbol del mundo" y el
rito del ascenso iniciático del abedul en el centro y norte de Asia son
anteriores a los elementos culturales llegados de Mesopotamia e Irán. Si la
concepción -tan característica de Asia Central y Siberia- de los siete, nueve y
dieciséis cielos parecer provenir finalmente de la idea babilónica de los siete
cielos planetarios, el simbolismo del "árbol del mundo" como axis
mundi no es, por el contrario, específicamente babilonio. Este simbolismo puede
hallarse prácticamente en todas partes y en estratos culturales donde no puede
sospecharse de influencias mesopotámicas.*
En lo que debemos fijarnos en el rito iniciático del chamán
buriato es en la creencia de que el
candidato debe ascender al cielo para su consagración. El ascenso al cielo mediante
la ayuda de un árbol o poste también es el rito esencial en la sesiones
espiritistas del los chamanes altaicos.“ El abedul o el poste es asimilado al
árbol o pilar que se alza en el centro del mundo y que conecta las tres zonas
cósmicas: tierra, cielo e infierno. El chamán también puede llegar al centro
del mundo con los redobles de su tambor. Tal y como nos ha demostrado el sueño
del chamán sa-moyedo, se supone que la caja del tambor está hecha de una rama
tomada del árbol cósmico. Al escuchar el sonido de este tambor, el chamán cae
en éxtasis, en cuyo estado vuela hacia el árbol, es decir, al centro del
mundo.” Como vimos en el capítulo anterior, el ascenso ritual de un árbol o
poste desempeña un papel muy importante en los ritos iniciáticos y ceremonias
religiosas de muchos pueblos de América del Norte y del Sur. Ahora podríamos
añadir que es característica de las iniciaciones chamánicas. La iniciación del
machi araucano incluye el ascenso ritual de un árbol, o de un tronco de árbol
despojado de la corteza, hasta alcanzar una plataforma en la que el novicio
dirige una oración al dios."? El pujai caribe lleva a cabo su ascenso
extático hacia el cielo al trepar a una plataforma colgada del techo de la
cabana
mediante unas cuerdas retorcidas, que al irse desenrollando
hacen girar la plataforma cada vez más rápido.
Técnicas de éxtasis
Los ejemplos que acabamos de citar nos permiten distinguir
los puntos esenciales de las iniciaciones chamánicas y, en consecuencia,
comprender el significado del chamanismo en el contexto general de la historia
de la religión. El chamán o hechicero puede ser definido como un especialista
en lo sagrado; es decir, un individuo que participa de lo sagrado de manera más
completa, o verdadera, que el resto de los hombres. Tanto si ha sido elegido
por los seres sobrenaturales como si ha sido él quien ha llamado su atención y
obtenido sus favores, el chamán es un individuo que ha tenido experiencias
místicas. En la esfera del chamanismo en un sentido estricto, la experiencia mística
aparece expresada en el trance del chamán, real o fingido. El chamán es, sobre
todo, un extático. Ahora bien, en el plano de las religiones primitivas, el
éxtasis significa el vuelo del alma hacia el cielo, o su vagar por la tierra,
o, finalmente, su descenso al mundo subterráneo, entre los muertos. El chamán
emprende esos viajes extáticos por cuatro razones: primera, para encontrarse
con el dios del cielo cara a cara y llevarle una ofrenda de parte de la
comunidad; segunda, para buscar el alma de una persona enferma, que se supone
que vaga alejada del cuerpo o que le ha sido arrebatada por demonios; tercera,
para guiar el alma de un muerto a su nueva morada; cuarta, para aumentar sus
conocimientos al frecuentar la compañía de seres superiores.*
Pero el abandono del cuerpo por parte del alma durante el
éxtasis equivale a una muerte temporal. Por lo tanto, el chamán es el hombre
que puede morir y luego regresar a la vida muchas veces. Esa es la explicación
de las numerosas ordalías, suplicios y enseñanzas requeridas en toda iniciación
chamánica. A través de su iniciación, el chamán aprende no sólo la técnica de
morir y regresar a la vida, sino también lo que debe hacer cuando el alma
abandona su cuerpo, y, lo más importante, cómo orientarse en las regiones
desconocidas en las que penetra durante el éxtasis. Aprende a explorar los
nuevos planos de existencia que se le revelan en sus experiencias extáticas.
Conoce el camino hacia el centro del mundo, el agujero en el cielo a través del
que puede volar hasta lo más elevado del cielo, o la apertura en la tierra por
la que descender al infierno. Se le previene acerca de los obstáculos que
hallará en sus viajes, y sabe cómo superarlos. En pocas palabras, conoce los
caminos que conducen al cielo y al infierno. Todo eso lo aprende durante su
formación en soledad o bien bajo la guía de maestros chamanes.
Gracias a su capacidad de abandonar el cuerpo con impunidad,
el chamán puede, si así lo desea, actuar a la manera de un espíritu; por
ejemplo, volar por el aire, hacerse invisible, percibir cosas a gran distancia,
subir al cielo o descender al infierno, ver las almas y poder capturarlas, y es
incombustible. La exhibición de ciertas habilidades al estilo de los faquires
durante las sesiones espiritistas, sobre todo los denominados trucos del fuego,
tienen como objeto convencer a los presentes de que el chamán ha asimilado el
modo de ser de los espíritus. Los poderes de convertirse en animales, de matar
a distancia o de pronosticar el futuro también forman parte de los poderes de
los espíritus; al hacer exhibición de ellos, el chamán proclama que comparte la
condición de espíritu. El deseo de comportarse como un espíritu significa,
sobre todo, el deseo de asumir una condición sobrehumana. En pocas palabras,
disfrutar de la libertad, el poder y el conocimiento de los seres
sobrenaturales, tanto si son dioses como espíritus. El chamán obtiene su
condición trascendente al someterse a un escenario iniciático considerablemente
más complejo y dramático que el de las pautas iniciáticas que hemos examinado
en capítulos anteriores.
Para resumir, los momentos más importantes de una iniciación
chamánica son estos cinco: primero, tortura y desmembramiento violento del
cuerpo; segundo, despedazamiento de la carne hasta que el cuerpo es reducido a
un esqueleto; tercero, sustitución de visceras y renovación de la sangre;
cuarto, un período pasado en el infierno, en el que recibe enseñanzas de las
almas de los chamanes muertos y de "demonios"; quinto, un ascenso al
cielo para obtener la consagración por parte del dios del cielo.
Iniciaciones de los hechiceros australianos
Resulta desconcertante observar que esta pauta iniciática
característica de Siberia y de Asia Central pueda volver a encontrarse, casi
calcada, también en Australia (me refiero a la pauta en general, y no sólo a
ciertos temas iniciáticos que pueden hallarse en todas partes, como son el
ascenso al cielo, el descenso al infierno y el desmembramiento del cuerpo). El
paralelismo siberoaustraliano enfrenta al historiador de la religión con el
problema de la posible diseminación del chamanismo a partir de un único centro.
Pero antes de entrar a discutir esta difícil cuestión, debemos observar la
pauta tradicional de la iniciación de los hechiceros australianos. Gracias al
libro de A. P. Elkin, Aboriginal Men ofHigh Degree, '? podemos profundizar en
el tema con cierta claridad y guía.
Al igual que en el caso del chamanismo asiático o americano,
en Australia el chamán se convierte en tal de tres maneras: heredando la
profesión, por una llamada o elección, o por una búsqueda personal. Pero sea
cual fuere el camino tomado, un candidato no es reconocido como hechicero hasta
que ha sido aceptado por un cierto número de otros hechiceros o bien ha
recibido enseñanzas de algunos de ellos, y, sobre todo, tras una iniciación más
o menos laboriosa. En la mayoría de los casos, la iniciación consiste en una
experiencia extática, durante la cual el candidato pasa por varias Operaciones
sobre su cuerpo llevadas a cabo por seres míticos, y también lleva a cabo
ascensos al cielo y descensos al inframundo. El ritual iniciático también es,
como dijo Elkin: «Una reactualización de lo que ocurrió en el pasado,
generaímente a un héroe de culto. Aunque eso no siempre parece que es así, sí
que al menos hay seres sobrenaturales, héroes celestes o del tiempo soñado, o
bien espíritus de los muertos, que son considerados como los operantes, es
decir, como maestros en esa cuestión». Al candidato le "mata" uno de
esos seres sobrenaturales, que a continuación lleva a cabo ciertas operaciones
quirúrgicas en el cuerpo sin vida. El espíritu del héroe del tiempo soñado
«remueve sus "entrañas"» y «las sustituye por otras nuevas junto con
algunas sustancias mágicas»;* le abre en canal «desde el cuello hasta la
ingle»; le quita el hombro y los fémures, y en ocasiones también el hueso
frontal; e «inserta sustancias mágicas antes de secarlos y volverlos a poner en
su sitio».**
Para citar algunos ejemplos: entre las tribus de los montes
Warburton, el postulante entra en una cueva y dos héroes totémi-cos (el gato
montes y el emú) le matan, abren su cuerpo, le quitan los órganos, y los
reemplazan por substancias mágicas. También quitan los omóplatos y las tibias
y, antes de restaurarlas, las rellenan con las mismas sustancias mágicas.?
Entre los arunta, el candidato duerme frente a la entrada de una cueva. Un
espíritu llamado Iruntarinia le mata de un lanzazo que le entra por la nuca y
que le sale por la boca. A continuación, el espíritu se lleva el cuerpo a la
cueva, le quita las visceras, y le proporciona otras nuevas.” Un famoso
hechicero de la tribu unmatjera contó a Spencer y Gillen los momentos
esenciales de su iniciación. Un día, un viejo hechicero le "mató"
tirándole cristales con un lan-zajabalinas. «El anciano le cortó todas las
entrañas, intestinos, el hígado, el corazón, los pulmones..., todo, y le dejó
toda la noche yaciendo en el suelo. El viejo apareció de nuevo por la mañana y
le miró, colocándole algunas piedras atnongara [cristales] más por encima, y le
dio unas cuantas palmadas en la cabeza, lo que provocó que despertase de nuevo
a la vida.»”
R. y C. Berndt han recopilado valiosas informaciones
respecto a la iniciación de los hechiceros entre las tribus del desierto
occidental del sur de Australia. Al candidato se le llora como si estuviese
muerto, porque todo el mundo sabe que será "troceado", mientras se
dirige a una poza. Una vez allí, dos hechiceros le cubren los ojos y le arrojan
a las fauces de la serpiente, que le traga. El aspirante permanece en el
vientre de la serpiente durante un tiempo indefinido. Finalmente el hechicero
lleva dos ratas canguro como ofrenda a la serpiente, tras lo cual ésta devuelve
al aspirante, lanzándole al aire. El aspirante cae «en un agujero rocoso», y el
hechicero inicia su búsqueda, ya que el novicio ha quedado reducido al tamaño
de un bebé (aquí aparece el tema iniciático de la regresión al embrión en el
vientre del monstruo, homólogo del útero materno). Uno de los hechiceros toma
al niño en sus brazos y «vuelan de regreso al campamento».
Tras su consagración, que es mística porque es realizada por
un ser sobrenatural, comienza la iniciación propiamente dicha, en la que los
viejos maestros desempeñan el papel principal. Situado en un círculo de fuego,
el aspirante-bebé crece rápidamente hasta alcanzar su tamaño de adulto. Declara
que conoce muy bien a la serpiente, que incluso son amigos, ya que ha
permanecido en su vientre durante algún tiempo. A continuación tiene lugar un
período de reclusión, durante el cual el aspirante medita y conversa con los
espíritus. Un día, los hechiceros se lo llevan al desierto y le embadurnan el
cuerpo con arcilla roja. «Se le hace tenderse boca arriba frente a unas
hogueras, y se dice que es un hombre muerto. El hechicero jefe procede a
romperle el cuello y las muñecas, y a dislocarle las articulaciones de los
codos, de las caderas, las rodillas y tobillos.» Los maestros rellenan el
cuerpo de conchas, y también ponen conchas en las orejas y los maxilares, de
manera que el aspirante pueda escuchar y entender a los espíritus, aves y
extraños. El estómago también se le llena de conchas, para que así pueda tener
una «vida renovada y ser invulnerable ante el ataque de cualquier arma».
Después, los hechiceros le cantan y revive. Regresan todos juntos al
campamento, donde se prueba al nuevo hechicero: los otros hechiceros le tiran
sus lanzas, pero no recibe herida alguna gracias a las conchas con las que está
relleno.”?
Este ejemplo presenta una iniciación muy elaborada. En ella
podemos reconocer dos importantes temas iniciáticos: 1) ser tragado por una
monstruo, y 2) el desmembramiento corporal, de los cuales sólo el segundo es
característico de las iniciaciones de los hechiceros. En realidad, estamos
frente a dos iniciaciones, la primera realizada por un ser sobrenatural, y la
segunda por los otros hechiceros. Pero aunque el aspirante experimente un
regreso al útero, no muere en el vientre de la serpiente, pues es capaz de
recordar su estancia allí. La auténtica muerte iniciática la realizan los
hechiceros viejos, y es llevada a cabo a la manera reservada para los
hechiceros: desmembramiento del cuerpo, cambio de órganos, iniciación en el
conocimiento de sustancias mágicas.
Las operaciones iniciáticas siempre incluyen una renovación
de órganos y visceras, limpieza de los huesos y la inserción de sustancias
mágicas, que pueden ser cristales de cuarzo, o conchas, o bien "espíritus
de serpientes". El cuarzo está relacionado con el "mundo celeste y
con el arco iris"; las conchas están igualmente "relacionadas con la
serpiente irisada", es decir, también con el cielo.” Este simbolismo
celeste acompaña los ascensos extáticos al cielo. En muchas regiones se cree
que el candidato visita el cielo, tanto gracias a su propio poder (al trepar
por una soga, por ejemplo) como si es llevado por una serpiente. En el cielo
conversa con los seres sobrenaturales y los héroes míticos. Otras iniciaciones
incluyen un descenso al reino de los muertos: por ejemplo, el futuro hechicero
se acuesta junto al cementerio, o bien entra en una cueva, o es transportado al
inframundo o al fondo de un lago.”* Entre algunas tribus, la iniciación también
incluye que el novicio sea "asado" en una hoguera.” Finalmente, el
candidato es resucitado por los mismos seres sobrenaturales que le han matado,
convirtiéndose en "un hombre de poder".*? Tanto durante como después
de su iniciación, se encuentra con espíritus, héroes de los tiempos míticos y
con almas de los muertos, y en cierto sentido todos le instruyen en los
secretos de la profesión de hechicero. Naturalmente, la formación propiamente
dicha concluye bajo la dirección de los maestros ancianos.
En resumidas cuentas, el candidato se convierte en un hechicero
a través de un ritual de muerte iniciática, seguido de una resurrección a una
nueva condición sobrehumana. Pero la muerte iniciática del hechicero
australiano, como la del chamán siberiano, cuenta con dos características
propias que no se hallan combinadas en ningún otro contexto: primera, una serie
de operaciones llevadas a cabo en el cuerpo del candidato (apertura del
abdomen, renovación de los órganos, lavado y secado de los huesos, inserción de
sustancias mágicas); segunda, una ascensión al cielo, a veces seguida de otros
viajes extáticos al otro mundo. Las revelaciones concernientes a las técnicas
secretas del hechicero se obtienen en trance, en sueño, o en el estado de
vigilia, antes, durante o después del ritual iniciático propiamente dicho.
Y por último veamos nuestros chamanes:
Chamanismo “Pachacutista” y el Absoluto Dinámico en el Perú
Antiguo
Por Gustavo Flores Quelopana
Fuente:
Las huacas del Sol y de la Luna son grandes pirámides
consagradas a ceremonias chamánicas. El chamán moche inicia su viaje extático
ayudado por bebidas alucinógenas para venerar al Sol y a la Luna. Los altos
terraplenes de las monumentales pirámides sirven para que el chamán moche logre
una experiencia extática espontánea observando en una visión a los planetas y
otros astros. También el espíritu de los poderosos chamanes muertos acuden para
exteriorizar la vocación chamánica del chamán vivo y relacionarlo con los
espíritus que lo llevan al Cielo.
Dichas huacas y sus alto relieves no se explican por fines astronómicos sino
por fines mánticos y de comercio con los seres celestes, semidioses y el
espíritu de los muertos. Lograr ver con ojos místicos el destino del pueblo
moche era sólo uno de los elementos simbólicos centrales que hablaban de su
triunfo sobre la condición de la vida profana. Dichos asentamientos fueron
abandonados porque el mensaje del destino sagrado de los moches estaba
cumplido. Esta interpretación chamánica es también aplicable a los geoglifos de
Nazca.
Se trata de una época de auge del chamanismo en América del Sur. Época en que
los chamanes obtenían el derecho divino directamente de los espíritus celestes.
Dichos poderes mágicos fueron la base del apoyo de la comunidad para la
edificación de pirámides monumentales. El chamán no era el sacerdote, ni el
chamanismo era la religión. El chamán es el especialista en la relación con los
espíritus, el dominio del fuego, el vuelo mágico, el descenso al infierno y el
ascenso al Cielo. Su gran influencia se debe a que alcanza una perspectiva
transtemporal, es el receptáculo del mensaje de los dioses y es un especialista
en la manipulación de lo sagrado. El elemento esencial de sus sueños y sus
éxtasis es el diálogo final con el Ser celestial.
Las representaciones del muro complejo de la huaca de la Luna son visiones de
sueños y revelaciones chamánicas, que hablan del éxodo del espíritu sagrado de
los moches desde una dimensión temporal hacia otra dimensión transtemporal. Es
la revelación extática de un ascendente viaje cósmico por el vuelo mágico del
chamán, con ayuda de espíritus principales y espíritus auxiliares, hacia la
morada del Ser divino celeste.
Las figuras animales y de plantas del muro complejo de la huaca de la Luna son
espíritus auxiliares y espíritus protectores que preparan al chamán moche para
el viaje extático a los cielos o a los infiernos. Las figuras de las olas del
mar es la invocación por el chamán del ser divino o semidivino del gran Señor
del Mar. Las estrellas y planetas tienen también el mismo rango. El chamán
dispone de todo un panteón de seres divinos o semidivinos, espíritus
auxiliares, espíritus custodios, espíritus de plantas, de animales y de astros
para obtener una visión poderosa.
Una metafísica de la visión preside el éxtasis chamánico, que no es otra cosa
que una muerte ritual o rebasamiento de la condición humana profana.
El éxtasis místico del chamán moche corresponde a la forma extática ancestral.
La mística superior excluye la posesión del espíritu de plantas, animales,
astros, semidioses, espíritus de los muertos o seres del inframundo, para
consistir en la comunicación directa con el Creador o Dios Supremo. En el mundo
moderno conviven ambas formas de mística y señalan el mismo rebasamiento de la
condición humana profana.
La presencia de pájaros y la serpiente en el Muro complejo de la huaca de la
Luna representa el don de profetizar. La serpiente y las aves son animales
mágicos, receptáculo del alma de los muertos o de la epifanía de los dioses. El
chamán al hablar el lenguaje de los animales en palabras incomprensibles
restaura la situación paradisíaca en el albor de los tiempos antes de la
catástrofe primordial, cuando el hombre podía hablar con los animales, volar,
no morir, y transformarse en animal. Hablar el lenguaje secreto de los animales
es lo que le permite transitar libremente en las tres zonas cósmicas: Cielo,
Tierra e Infierno y obtener profecía.
Lugar muy importante en toda huaca es el lugar donde el chamán debe entrar en
trance extático o debe dormir. Es en sueños la vía regia por donde llega la
vida sagrada por excelencia y es donde se establecen relaciones directas con
los dioses, los espíritus y las almas de los antepasados. En el sueño queda
abolido el tiempo histórico y restablecido el tiempo mítico, lo que permite al
chamán presenciar el comienzo del mundo, a la cosmogonía y a la teogonía
primordial.
Las figuras de las líneas de Nazca representan los dioses, espíritus auxiliares
y seres mágicos que ayudan al chamán en su viaje al Cielo para alcanzar la cima
del mundo cósmico. Todas las figuras de la pampa de Nazca son un puente entre
el Cielo y la Tierra para efectuar el rito de abolición del tiempo profano y
restauración del tiempo mítico y de la época paradisíaca antaño accesible a
todos los humanos.
El tema fundamental del chamanismo andino y amazónico es el mismo al del
chamanismo universal ancestral, a saber, la ascensión celeste y la resurrección
simbólica del hombre.
El enorme tamaño de los geoglifos de Nazca pueden estar relacionados con el
poder de volar que adquieren los chamanes poderosos. El vuelo chamánico está
asociado con el rito mágico de ascensión al Cielo y comunicación con los
dioses. Además se atribuye visión a los espíritus del Cielo, ellos también
debían ver dichas figuras desde lo alto. De ahí el enorme tamaño de los
geoglifos. Sin una visión mística, iniciática y sacra es imposible comprender
el mundo ancestral precolombino.
También hay que incluir el beneficio curativo del contacto con los dioses.
Seres sobrenaturales descienden en la ceremonia chamánica, seguido de un dios
que lleva al chamán hasta el cielo. Tras largas danzas y cantos se cae en
trance, se visitan regiones del más allá, ven el alma de los muertos, a
distintos espíritus, a semidioses o al ser del cielo, con el fin de recuperar
la situación primordial y abolir la decadencia actual del universo.
Los geoglifos de Nazca y las huacas del Sol y la Luna, como todas las demás
huacas-pirámides, no son observatorios astronómicos sino centros ceremoniales
chamánicos donde se ejercita la técnica de integración mágica con el mundo de
los espíritus y en donde se opera la transustancialización del chamán en un ser
sobrehumano capaz de volar y ser la encarnación de un ser mítico (antepasado,
animal, dios).
Al parecer entre los siglos I y siglo VIII de nuestra era en el antiguo Perú se
vivió un gran apogeo del chamanismo, podemos decir que fue su edad dorada, y a
esa época pertenecen la cultura Nazca y la cultura Moche, las más chamánicas
que por estos lares se han conocido. Fue el tiempo de la edificación de
imponentes conjuntos piramidales, se esculpió el hombre volador en la puerta de
Tiahuanaco y del trazado de las líneas de Nazca.
No se puede descartar un contacto religioso entre ambas culturas y, al
contrario, hay que suponerlo. Si es así entonces el clima chamánico-místico era
panandino y en la cual también estaban insertas las culturas Recuay, Cajamarca,
Lima, Vicus y la enigmática Tiahuanaco. Todo lo cual no sería sino la
culminación de un potente proceso religioso que se retrotrae hasta tres
milenios a.n.e. con las pirámides y el altar del fuego de Caral y al templo de
la cultura Chavín.
El chamán moche, nazquense o tiahuanaquense es sólo un conducto místico por el
cual se restablece la solidaridad cósmica entre el Cielo y la Tierra. En los
tiempos míticos primordiales cada miembro del clan o la tribu podía convertirse
en un modelo ejemplar, pero perdida aquella edad semejante relación íntima está
reservada exclusivamente a los chamanes. En el fondo se trata de la
recuperación de la condición humana cuando hombres y dioses vivían en
solidaridad.
En el Muro complejo Moche de la huaca de la Luna se observa una figura humana
central encerrado en una línea oval u ovoide. La alusión es tremendamente
significativa porque simboliza que el fin de la experiencia mística del chamán
es trascender el tiempo y el espacio para metamorfosearse en el éxtasis
ascensional en un aninal-antepasado como espíritu auxiliar, trascender la
condición profana y recuperar la existencia paradisíaca del tiempo mítico. Todo
el simbolismo es una hierofanía, una cosmografía aérea de contacto con el mundo
espiritual.
La forma oval de dicha figura central simboliza al huevo, el cual significa la
idea de morir para nacer, muerte en el mundo profano y resurrección en el mundo
sagrado. Cada una de los demás dibujos representan objetos mágicos que poseen
un simbolismo particular y desempeñan su cometido en la preparación del viaje
extático del chamán. El Muro mismo representa un microcosmos, límite mágico que
separa la Tierra del infierno y del Cielo. Todo resume el itinerario y la
aventura del chamán.
Sin embargo, dicho viaje tuvo su repercusión en este mundo profano porque las
evidencias arqueológicas arrojan el resultado que dichas ciudades fueron
abandonadas más o menos al mismo tiempo a lo largo de todo el territorio del
Perú antiguo. Esto es casi como afirmar que se esperaba un gran acontecimiento
cósmico que revelara el mensaje de los dioses. El tiempo se cumplió, todas
estas culturas colapsaron repentinamente. Pero no se trató de un colapso sino
del cumplimiento del tiempo profano y la realización de las profecías
chamánicas, a saber, la unión del Cielo y la Tierra y el inicio de una nueva
era. Un gran Pachacútec o cambio del mundo tuvo lugar, la horoscopía, la
mántica, la magia y el oráculo así lo decían. No fue un Apocalipsis o
destrucción del mundo sino unPachacútec o reforma del mundo.
Todo indica que en el Perú precolombino las culturas regionales tempranas
heredaron el Periodo arcaico Tardío (8 mil al 3 mil a.n.e) y del Periodo
Formativo (1,800 a.C. al 200 d.C.) la representación del mundo en tres zonas
cósmicas separadas entre sí por límites fronterizos que sólo los podía
atravesar el chamán, a saber, el Infierno, la Tierra y el Cielo. Todo este
largo tiempo es de especialización en la ascención extática del chamán. Huacas
y chamanes eran los instrumentos para establecer contacto con el mundo de los
espíritus (dioses, espíritus, demonios, antepasados, muertos, animales
míticos).
Durante el Incario no se edificaron pirámides pero sí muchos templos con varias
categorías de ministros religiosos, que llevan a la convicción que los chamanes
no desaparecieron. Así el jesuita chachapoyano Blas Valera en su crónica
"Las costumbres antiguas del Perú" enumera a los siguientes: el gran
Vilahoma, religioso juez supremo, era hombre sabio o amauta que vivía en
abstinencia, pobreza y soledad; los Adivinos o huatuc, agoreros célibes que
entraban en trance con furor diabólico para dejar oir al oráculo; y el
hechicero o humu, especialista en sacrificar animales, adivinar en sus
entrañas, casados y computistas del año.
Y además de todos éstos había una enorme cantidad de indios religiosos o
penitentes, llamados así por su vida anacoreta y solitaria, muchos se castraban
para reverenciar mejor a sus dioses. No hay que olvidar a las Acllas o Vírgenes
religiosas.
Es decir, era un mundo profundamente religioso, lleno de sentido de lo sagrado
y lo místico. Pues bien, el chamán en esta clasificación se identifica con el
adivino que con furor diabólico oía al oráculo. El huatuc es el especialista en
el trance místico, realiza el viaje cósmico, vive la hierofanía de la vida
sagrada, trasciende la condición profana, visita el mundo de los espíritus y su
simbolismo está insuflado de cosmografía espiritual. A este tipo de chamanismo
andino presente en las culturas evolucionadas del Perú precolombino las
denomino pachacutismo chamánico o chamanismo pachacutista.
Cómo podemos caracterizar el anhelo espiritual del mundo precolombino. A este
respecto es interesante la filosofía histórica de Walter Schubart, quien habla
de los eones metafísicos de la historia, eones que engendran arquetipos
históricos: heroico, ascético, armónico y mesiánico (Europa y el alma de
Oriente, 1947). La cultura china, afirma, es armónica y predomina la
contemplación del mundo, la hindú es ascética y prevalece la huida del mundo,
la hebrea es mesiánica y despunta la santificación del mundo, mientras la
cultura occidental es heroica y prepondera el dominio del mundo. La cultura
occidental es heroica y tiene una fase gótica y otra prometeica y a éste le
sobrevendrá la era del arquetipo mesiánico (amor y fraternidad). Pero para que
llegue la casa ecuménica, concluye Schubart hará falta una guerra universal.
Es tentador aplicar el esquema de Schubart al desarrollo cultural del Perú
antiguo y en lo cual se puede decir que la cultura precolombina es armónica
como la china, con una fase ascética a partir de Caral y que se prolonga hasta
Chavín; una fase armónica con los desarrollos regionales de Moches, Nazca,
Tiahuanaco, Recuay, Lima; una fase, una fase heroica con los grandes estados
regionales como el imperio Wari; y una fase mesiánica con el imperio incaico,
la cual aspiraba a una casa ecuménica panandina. Sin embargo, todo esto puede
ser una trasposición arbitraria y esquemática de una realidad más rica y
compleja. No obstante es útil, no sólo porque ofrece un criterio
orientador sino porque señala el sentido metafísico de cada cultura, lo cual
subsiste a pesar que la presente era de globalización económica y
tecnológica-científica.
Efectivamente, ya se ha señalado que el esquema de Schubart no sólo defiende
exageradamente a la cultura oriental, a la que atribuye profundidad pero le
falta dinamismo, sino que además confiere al hombre de occidente un pesimismo
cósmico y metafísico que le hace sentir miedo al universo. Lo cual se confirma
en la presente era nihilista de la posmodernidad, donde el hombre occidental
presenta un casi irremediable pesimismo metafísico y cósmico que aniquila la
veneración a Dios.
Ahora bien, siempre ha habido un anhelo de interpretar racionalmente el mundo,
incluso lo religioso no excluye lo filosófico que es innato al espíritu del
hombre. En este sentido todas la culturas han tenido pensamiento filosófico de
diversa índole: intracósmica en China, metacósmica en la
India, inmortalidad en Egipto, Sumeria, Babilonia, Irán, racional en
Grecia. ¿Y en el mundo precolombino? Veamos.
El hinduismo llega al absoluto por el camino insondable de la Nada, el nirvana,
la desvalorización del cosmos. En cambio la China y el Occidente llegan al
absoluto valorando el cosmos, los seres contingentes y finitos. Cierto que el
occidente se inserta en el cosmos pero también en la nada no sólo con la teoría
del salto quántico sino también con el nihilismo.
Todo esto nos lleva a la constatación de una profunda antítesis entre Oriente y
Occidente. Son dos almas de distinta profundidad metafísica. El de Occidente es
antropocéntrico, tiene sed de inmortalidad (ya sea sagrada o profana), asume la
vida como única, y tiene sed de ser. En cambio el de oriente tiene sed de
no-ser, cree en la reencarnación, aspira a la nada y es cosmocéntrico. El alma
china es armónica, la hindú es ascética, la occidental heroica. Llegarán algún
día a la gran síntesis. No lo sabemos. Pero si tomamos en cuenta lo señalado
por Mariano Iberico (“El arte en el Perú prehispánico” en: La aparición
histórica, pp. 119-131, Lima 1971) la profundidad metafísica precolombina es
más vital. Según Iberico, las estilizaciones geométricas y zoomórficas del
antiguo arte peruano no cantan a la muerte, como en los egipcios, sino a la
vida fluyente y dinámica como en los babilonios. No es una aspiración a la
inmovilidad sino a la movilidad universal. El peruano antiguo tiene una
actitud, un sentido cósmico y una noción de lo Absoluto más vital y dinámica.
La cosmografía religiosa del chamanismo precolombino así lo testimonia. En la
base del chamanismo está la actualización de la “Vida Total” de las realidades
espirituales. Huesos y esqueletos simbolizan la regeneración de la vida. El
restablecimiento de la unión entre el cielo y la tierra, entre el tiempo
histórico y el tiempo primordial indican la restauración de la plenitud de la
vida. El chamán al alcanzar la visión del origen supera la muerte y se
retrotrae a ese momento de identificación del hombre con la fuente de la vida.
De ahí que Pachacamac signifique literalmente “mundo viviente” y
mitológicamente “Ordenador del mundo”, Illa teqsi wiracocha sea “divinidad
suprema de la luz” y Pachacútec signifique “transformador del mundo” (Diccionario
Quechua Español Simi Taqe, Gobierno Regional del Cusco), todos simbolizan una
metafísica vital. Los grandes líderes del Perú antiguo empujaban a los hombres
hacia la transformación del mundo, concebida como la obra de una voluntad
divina: Pachacútec.
Esto lleva a sostener que la cultura precolombina no desvaloriza el cosmos como
la hindú y más bien presenta maravillosos puntos de contacto con la cultura
china, egipcia y la occidental. Como la china valoriza el cosmos, como la
egipcia cree en la inmortalidad, como la occidental busca dominar su medio
ambiente y con ello tiene ese valor de eternidad que sopla a través de los
siglos. Pero en oposición a la cultura de Oriente no es estática ni quietista,
sino dinámica y fluyente. De ahí que su predominancia armónica tenga rasgos
peculiares: es mesiánica y busca la edificación de la casa ecuménica. Las
sublimaciones metafísicas y místicas de sus clases directoras estaban
presididas por el principio de la armonía de los opuestos, y no por el
occidental principio de contradicción. Ese era el elemento común con el
universo mitocrático de India, China y Egipto.
A qué dioses visitaba el chamán precolombino en sus viajes celestes. En primer
lugar no es fácil trazar el límite entre los dioses uranios y los dioses
telúricos, entre los poderes buenos y los poderes malos. Pero el rito chamánico
compuesto de un sacrificio al Ser celeste y la ascensión simbólica del chamán
comprendía la visita al duodécimo cielo, incluso más allá, lo cual dependía de
la fuerza del chamán. Como las divinidades telúricas y los espíritus de los
Infiernos están más cerca de la tierra es más fácil comunicarse con ellos. En
cambio los dioses uranios y espíritus de arriba apenas intervienen en los
asuntos humanos y la comunicación con ellos requiere mayor destreza y fuerza
del chamán. Todo indica que Wiracocha o Illa Teqse es la verdadera divinidad
urania, mientras que el Sol representa a la suprema divinidad telúrica que
ofrece fecundidad a los rebaños y opulencia en las cosechas.
Pero el chamán no solamente asciende sino también desciende hacia las regiones
subterráneas. Aquí ya no trata con dioses uranios ni telúricos sino con
espíritus subterráneos o infernales, los cuales no son forzosamente malos o
demoníacos pero son espíritus caídos de la casa de los dioses. Entre los
espíritus de abajo están las almas de los muertos. La intervención más común
del chamán es conducir al difunto a la morada de los muertos. El difunto desea
continuar su existencia bruscamente interrumpida y por ignorancia causa
perturbación en el mundo de los vivos. De ahí el rico atavío de los fardos
funerarios para que prosiga su viaje y no retorne. Así el chamán sólo se vuelve
indispensable cuando el difunto tarda en abandonar este mundo. Los chamanes
negros pueden dar otro uso en su descenso al mundo subterráneo, no
necesariamente hacer daño sino adquirir poderes de las regiones inferiores y
luchar contra la desdicha.
No es el chamanismo el que ha creado la religión politeísta, el chamán sólo es
el experto en realizar experiencias extáticas, subir al Cielo y bajar a los
Infiernos, pero al atravesar las tres regiones de la topografía cósmica
proporciona los elementos cosmológicos, cosmogónicos y teogónicos para la
elaboración de la mitología y la teología.
El chamán es el experto en el itinerario místico y su viaje proporciona el
modelo para replicar en el microcosmo la casa macrocósmica de los dioses. La
edificación de pirámides simbolizan el Centro del Mundo y el ascenso al Cielo.
Y esto ocurre no sólo en los pueblos arcaicos sino también en las evolucionadas
culturas de Egipto, India, China, Grecia, Mesopotamia y los Andes
precolombinos.
En las grandes civilizaciones antiguas muchos pueden subir a la pirámide, la
plataforma o la huaca pero el único que realmente le da la razón de ser a la
Montaña Cósmica es el chamán. El palacio real es asentado en dicha montaña
artificial y en lugares montañosos se eligen las cumbres para asentar la ciudad
sagrada, como ocurre con la ciudad incaica del Cusco. Entrar a la ciudad
sagrada significa ascender al Centro del Mundo.
Por qué sobrevive el chamanismo desde las culturas arcaicas, pasando por las
grandes civilizaciones antiguas hasta llegar al desacralizado mundo moderno.
Por qué persiste esta técnica arcaica de éxtasis. Mircea Eliade dio una de las
respuestas más satisfactorias diciendo que revela lo transhistórico y la
perspectiva transtemporal constitutiva de la condición humana. Pero la
respuesta se devuelve hacia nosotros para interrogarnos por qué lo
transhistórico y transtemporal tiene que ser constitutivo de la condición
humana. Para no caer en la teología gnóstica que enfatiza exclusivamente la
importancia de lo intemporal y rompe la continuidad platónica con el tiempo,
hay que subrayar que la experiencia chamánica revela la continuidad entre el
tiempo y lo intemporal. En este sentido, lo que la transtemporalidad revela en
la condición humana es una situación palingenésica, no sólo de una finitud
plantada ante lo absoluto, sino, de una finitud cuyo ser pertenece a una
condición prístina del tiempo. Es decir, cuando el hombre primordial estaba
unido a lo divino.
Wiracocha o la luz suprema es una divinidad que rebasa el chamanismo. El chamán
viaja por el Cosmos, en cambio a la luz suprema se la atisba saliendo del
Cosmos o asistiendo al momento de su ordenación. Wiracocha es fruto no de un
trance chamánico sino de una liberación metafísica similar al yogui. Ahora
bien, este trance metafísico no excluye el trance chamánico. El Amauta incaico
era un extático metafísico antes que un extático chamanístico.
En una palabra, el chamanismo pachacutista del Perú antiguo se inserta en un
cosmos lleno de vida, dentro de un pensamiento filosófico-religioso vitalista,
todo lo cual se traduce en el afán de superar la muerte insertándose en un
Absoluto dinámico.